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Multidimensional
Enfoque tripartito, Perfeccionismo
 

 
Perfeccionismo
 
Arana, Fernán G
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
Centro para el Estudio de la Personalidad y las Relaciones Interpersonales (CEPRI)
Universidad de Buenos Aires (UBA)
 

 

En su definición más aceptada el perfeccionismo es visto como un rasgo de la personalidad que se caracteriza por la interacción entre la posesión de altos estándares de desempeño o excelencia en conjunto con una evaluación hipercrítica de los mismos (Frost et al., 1990). Cuando hablamos de "definición más aceptada" nos referimos a que la regla más que la excepción en el estudio contemporáneo del perfeccionismo es el disenso entre los distintos equipos de investigación que lo estudian. Existen al menos 25 definiciones distintas de perfeccionismo (Flett & Hewitt, 2002), y al menos existen cinco escalas populares que miden perfeccionismo de forma general, y muchas otras tantas que miden aspectos específicos del perfeccionismo. Comprensiblemente, este panorama puede alejar al lector desprevenido del estudio de este constructo de la personalidad y, en palabras de uno de los académicos referentes del tema, Joachim Stoeber, el consenso aún está muy lejos de ser una realidad entre los investigadores (Stoeber, 2018). No obstante, existe abundante evidencia empírica que puede orientar al lector en cuanto a por qué es importante el estudio del perfeccionismo. Dividiremos pues esta breve entrada enciclopédica en la historia contemporánea del concepto, la noción de multidimensionalidad del perfeccionismo, la noción de perfiles de perfeccionismo, sus áreas de estudio más relevantes (fundamentalmente priorizando el aspecto clínico) y sus áreas de vacancia.

 

Breve historia del perfeccionismo

Si bien el perfeccionismo ha gozado de popularidad en la literatura clínica, el enfoque empírico del mismo se remonta recién a finales de los años noventa. Previo a esta etapa, el perfeccionismo era algo esencialmente negativo, unidimensional, y la mayoría de los autores exponían sus inquietudes teóricas al respecto a través de casos clínicos anecdóticos y especulaciones teóricas (e.g., Hamachek, 1978). En 1990, dos equipos de investigación, de manera independiente, investigaron el perfeccionismo desde una visión operativa. Para ello, ambos desarrollaron escalas que medían al perfeccionismo a través de distintos aspectos o dimensiones. El grupo liderado por Randy Frost, por un lado, con una impronta proveniente del estudio cognitivo del trastorno obsesivo compulsivo, caracterizó al perfeccionismo desde una perspectiva cognitiva e intrapersonal, mientras que el equipo liderado por Paul Hewitt y Gordon Flett investigaron al perfeccionismo desde una perspectiva interpersonal y psicodinámica. Ambos equipos nombraron a sus escalas de la misma forma, por lo que hoy se las conoce por sus siglas y los apellidos de sus autores; MPS-F (en inglés, Multidimensional Perfectionism Scale, de Frost et al., 1990) y MPS-H (exactamente las mismas palabras pero de Hewitt & Flett, 1991). Posteriormente se sumó a la nómina de escalas de perfeccionismo la del equipo del doctor Robert Slaney, proponiendo la Almost Perfect Scale-Revised (APS-R, Slaney et al., 2001). La APS-R, a diferencia de sus antecesoras, introdujo la particularidad de sacar al perfeccionismo del reino psicopatológico para poder plantear la posibilidad de que, de acuerdo a una combinación de sus dimensiones, pueda ser observado desde una visión adaptativa (aunque muchos autores no están de acuerdo con esta designación, como veremos más adelante) o desadaptativa. Si bien posteriormente se sumaron nuevos equipos de investigación que también plantearon sus propias medidas de perfeccionismo, la conceptualización no ha cambiado sustancialmente desde estos inicios. La última década de estudio de perfeccionismo se configura como la etapa actual y es considerada por algunos autores como la "era de los meta-análisis" (Smith et al., 2022), ya que actualmente es moneda corriente encontrar trabajos que sintetizan aspectos particulares del perfeccionismo y sus correlatos. Una manera de resumir el crecimiento del estudio del perfeccionismo en estos últimos años la aporta Suh et al. (2021): mientras que en 1990 el promedio de artículos publicados sobre perfeccionismo era de 11.9, en el 2000 era de 45.4 y en 2010 de 100.8. Stoeber (2018), por su parte, habla de un mínimo de 200 estudios anuales desde 2008 en adelante, superando las 300 publicaciones con referato para los años 2015 y 2016. Este crecimiento exponencial no solo se observa en el interés del mundo académico: también se ha observado un crecimiento de los niveles de perfeccionismo orientado hacia sí mismo, orientado hacia los demás, y socialmente prescripto durante las últimas tres décadas en estudiantes británicos, canadienses y norteamericanos (Curran & Hill, 2019).

 

Dimensiones del perfeccionismo

Como adelantamos, la MPS-F se caracterizó por su tinte cognitivo (i.e., intrapsíquico) en la operacionalización de sus dimensiones. El perfeccionismo para este equipo de investigación era visto como una combinación del establecimiento de altos estándares de excelencia, en conjunto con una tendencia a ser meticuloso y organizado, una tendencia a estar particularmente atento a no cometer errores, tener muchas dudas sobre las acciones a emprender, y las críticas internalizadas de los padres así como también la internalización de las expectativas paternas. Para la MPS-H, el perfeccionismo se explicaba bajo el concepto de orientaciones del self: está el perfeccionismo orientado hacia sí mismo, caracterizado por una actitud crítica hacia los propios estándares de excelencia, el perfeccionismo orientado hacia los demás, caracterizado por demandar perfección a los demás, y el perfeccionismo socialmente prescripto, que tiene que ver con la percepción de que los demás demandan perfección a uno. Para la APS-R, si bien planteaba dimensiones en un punto comparables con las anteriormente mencionadas, las dimensiones de altos estándares y orden comprenden aspectos positivos para el self, mientras que la discrepancia, es decir la percepción de la distancia entre el estándar deseado y el desempeño real, era representativa del aspecto patológico del perfeccionismo. Ya en 1993, Frost et al. comenzaron a realizar los primeros estudios incluyendo todas las escalas de perfeccionismo, de manera tal de establecer aspectos comunes a las distintas medidas de perfeccionismo. Este estudio dio pie a sucesivos estudios factoriales exploratorios y confirmatorios que encontraron un patrón de dos medidas de orden jerárquico superior, que con el tiempo terminaron llamándose "esfuerzos perfeccionistas" (una combinación de altos estándares de la APS-R y la MPS-F, y de perfeccionismo orientado hacia sí mismo de la MPS-H), y de "preocupaciones perfeccionistas" (una combinación de todas las dimensiones restantes excluyendo las que hacen referencia a la organización y el orden y a las críticas parentales–el perfeccionismo orientado hacia los otros años después se lo planteó dentro de una dimensión por separado; Stoeber, 2018). Estas dos grandes dimensiones de perfeccionismo, que conjugaban los hallazgos de los distintos equipos de investigación, se asociaban a correlatos positivos o neutros para los esfuerzos perfeccionistas, mientras que se asociaban a diversos correlatos negativos para las preocupaciones perfeccionistas (véase como ejemplo el meta-análisis de Limburg et al., 2017, sobre psicopatología y perfeccionismo). Flett & Hewitt (2016) ampliaron el concepto de preocupaciones perfeccionistas, diferenciándolo a su vez en su propia concepción de discrepancia (e.g., el grado en que uno se siente imperfecto) e insatisfacción por no ser perfecto. Estos mismos autores se refieren al perfeccionismo no solo como un concepto multidimensional sino también como multi-aspecto, ya que el perfeccionismo está dentro de un entramado con otros conceptos adicionales como los de cogniciones perfeccionistas (i.e., rumiaciones sobre la necesidad de ser perfecto) y auto-presentación perfeccionista (la necesidad de aparentar perfección para los demás) que representan aspectos intrapsíquicos e interpersonales respectivamente. En los últimos años, además, se ha generado cierto debate acerca de diferenciar el deseo por la perfección del deseo por la excelencia (Gaudreau et al., 2022). Al parecer, cuando la motivación está propulsada por el deseo por la excelencia, está asociada a variables positivas (i.e., mejor rendimiento académico), mientras que no sucede igual con el deseo por lo perfecto en sí mismo. La subescala de altos estándares de la APS-R, aparentemente, es la única de las escalas que mide el deseo por la excelencia en lugar del deseo por la perfección (Osenk et al., 2020). Existen, en rigor, algunos autores que consideran que el perfeccionismo es intrínsecamente algo negativo ya que la búsqueda de la perfección es irreal y conlleva siempre sufrimiento y desazón (Hill, 2021).

 

Perfiles de perfeccionismo

Unos años después del establecimiento de medidas operativas de perfeccionismo, comenzaron a aparecer algunos estudios que planteaban al perfeccionismo desde una visión "centrada en las personas" (Parker, 1997). A través de distintas técnicas de clasificación (e.g., por puntos de corte, por clusters, por análisis de clases latentes) se combinaban distintas dimensiones de perfeccionismo para formar distintas configuraciones empíricas que caracterizaban el funcionamiento de las personas en función de sus propios niveles de perfeccionismo (Molnar et al., 2020). Esto se planteaba a diferencia de la visión habitual para estudiar el término, que era "centrada en las variables". El enfoque centrado en las variables aportaba el conocimiento de cómo funcionaba el perfeccionismo en un nivel conceptual, mientras que el enfoque centrado en las personas, como su nombre lo indica, aportaba el conocimiento de cómo las personas aplicaban su perfeccionismo. Dentro de este planteo, nació lo que hoy llamamos el modelo tripartito del perfeccionismo, que esencialmente plantea que sobre un continuo de esfuerzos perfeccionistas, aquellos que puntúan por sobre un determinado punto de corte pueden considerarse perfeccionistas, y pueden excluirse como no-perfeccionistas aquellos que están por debajo. Los perfeccionistas, a su vez, se clasifican en adaptativos si sus niveles de preocupaciones perfeccionistas están por debajo de cierto punto de corte, mientras que son clasificados como desadaptativos si puntúan por arriba de determinado punto de corte (i.e., estos puntos de corte varían entre estudios, muestras y características culturales, por lo que no sería prudente informar al lector de un punto de corte exacto). Grupos de perfeccionistas adaptativos han demostrado tener conductas funcionales variadas, como por ejemplo mayor afecto positivo, mayor satisfacción con la vida, mayor satisfacción académica, mayor capacidad de disfrute en comparación con los no-perfeccionistas (e.g. Gaudreau, 2019), mientras que los grupos de perfeccionistas desadaptativos han estado vinculados a variables negativas como depresión, ansiedad, estrés, ansiedad social (Levinson et al., 2013; Smith et al., 2016). A su vez, autores posteriores a estas primeras clasificaciones han identificado un cuarto grupo, caracterizado por sujetos de bajos estándares pero altos niveles de preocupaciones perfeccionistas (Gaudreau & Thompson, 2010). La inclusión de este cuarto grupo es la característica fundamental del modelo 2 x 2 o disposicional del perfeccionismo (disposicional para diferenciar el concepto de disposición de rasgo, Mischel y Shoda, 2008). Estos cuatro grupos estarían dados por perfeccionistas puramente desadaptativos, perfeccionistas puramente adaptativos, sujetos normales con baja autocrítica y bajos estándares, y sujetos con alta autocrítica y bajos estándares que, según muchos autores, configurarían el grupo más patológico (e.g., Arana & Furlan, 2016; Sironic & Reeve, 2012).

 

Áreas de estudio más importantes

En un exhaustivo trabajo de revisión mediante minería de datos, Suh et al. (2021), recopilaron y procesaron 4286 artículos sobre perfeccionismo desde 1990 hasta 2019. Luego de depurar la base de datos inicial, se seleccionaron 1529 resúmenes para analizarlos palabra por palabra (i.e., se computaron 2377 palabras centrales y 52133 palabras conectoras) para observar patrones predictivos de texto y elaborar así un mapa conceptual con los grandes temas que más han capturado la atención de los investigadores contemporáneos del campo. Dicho trabajo arrojó como resultado cinco grandes temas. El primer tema, clasificado como de evaluación y operacionalización, tiene que ver con una de las características históricas del perfeccionismo contemporáneo que es su apartado técnico: en numerosas oportunidades se ha estudiado la mejor manera posible de medir el perfeccionismo, se han puesto a pruebas sus distintas dimensiones y dimensiones de orden superior, y se han llevado a cabo estudios principalmente psicométricos para contestar a las preguntas acerca de cuál es la mejor manera de conceptualizar al perfeccionismo. El segundo de los temas concierne a los procesos interpersonales e intrapersonales vinculados al perfeccionismo. Dentro de este apartado, se ubican estudios que fundamentalmente tienen que ver con el perfeccionismo y sensibilidad interpersonal, perfeccionismo y respuestas de estrés, perfeccionismo y experiencias emocionales, y perfeccionismo y funcionamiento cognitivo. De este tipo de estudios se desprenden hallazgos como los de plantear al perfeccionismo como generador de estrés o como potenciador del estrés (siguiendo el modelo de Bolger & Zuckerman, 1995). El tercer tema está definido como "perfeccionismo en poblaciones especiales". Aquí se hace referencia al estudio del perfeccionismo en poblaciones de niños prodigio, estudiantes universitarios, atletas y estudios centrados en cuestiones de orientación vocacional. A diferencia de los otros temas, el cuarto y quinto se relacionan con mayor cercanía en comparación, ya que se tratan de estudios sobre intervenciones psicológicas y estudios sobre trastornos mentales. Dentro del cuarto tema, se mencionan estudios que se centran en el tratamiento psicológico del perfeccionismo. En este apartado se destaca la existencia de intervenciones psicológicas basadas en los principios de la terapia cognitivo-conductual (CBT, en sus siglas en inglés) que han demostrado sólidos resultados en el tratamiento del perfeccionismo (véase meta-análisis de Lloyd et al., 2015, por ejemplo). El quinto tema abarca el estudio del perfeccionismo con distintos trastornos mentales, siendo los más frecuentes los estudios sobre perfeccionismo y depresión (Hewitt et al., 2022), perfeccionismo y trastornos alimentarios (Robinson & Wade, 2021), y perfeccionismo y trastorno obsesivo compulsivo (TOC) (Pinto et al., 2017).

Dentro de la numerosa cantidad de estudios que indagan el rol del perfeccionismo en diversas manifestaciones psicopatológicas, quizás el hallazgo más importante dentro del aspecto clínico es el rol transdiagnóstico del perfeccionismo en el mantenimiento de numerosos trastornos mentales (Egan et al., 2011, 2016). En concreto, se ha demostrado que el perfeccionismo (en particular en su dimensión de preocupaciones perfeccionistas) no es específico ni constitutivo de ningún trastorno en particular (Frost & Steketee, 1997; Egan et al,. 2011) sino, más bien, está presente en diversas patologías que tienen altos niveles de comorbilidad entre sí (Egan et al., 2014). En términos de intervención, resultados meta-analíticos apoyan la naturaleza transdiagnóstica del perfeccionismo: tratando las preocupaciones perfeccionistas se obtienen reducciones en síntomas de TOC, síntomas en trastorno de ansiedad social y síntomas en depresión (Limburg et al., 2017). A pesar de que el perfeccionismo no es exclusivo de ninguno de estos trastornos, reducir el perfeccionismo a través de CBT para perfeccionismo (i.e., CBT-P) podría ser beneficioso (Lloyd et al., 2015). En rigor, comparado con grupos controles, el CBT-P ha demostrado eficacia con tamaños de efecto largos para la reducción del perfeccionismo en sí (g = -0.87 a -1.27), tamaños de efecto medios para trastornos alimentarios (g = -0.61 a -0.64) y depresión (g = -0.45 a 0.60) y pequeños para ansiedad (g = -0.14 a 0.42) (Galloway et al., 2022; Robinson & Wade, 2021). Así y todo, la eficacia del CBT-P ha sido cuestionada por otros autores. Por ejemplo, recientemente Smith et al. (2023) demostró mediante un reanálisis de dos meta-análisis que las tasas de abandono de los pacientes que usan CBT-P son sustancialmente elevadas (27 % en comparación con grupos controles), las cuales sugieren que no es un tratamiento muy bien tolerado por este tipo de pacientes.

Dentro del corazón teórico de la CBT-P se plantea la idea de que las personas que sufren de perfeccionismo clínico tienen una autoevaluación particularmente dependiente del logro de sus estándares personales de desempeño. De acuerdo con esta visión, una serie de mecanismos mantienen el perfeccionismo, en particular ciertas conductas contraproductivas (e.g., chequeos excesivos), reglas rígidas y ciertos errores o sesgos cognitivos (Shafran et al., 2002). El tratamiento estándar bajo CBT-P consta de cuatro componentes: 1) identificar al perfeccionismo como problemático y establecer sus mecanismos de mantenimiento; 2) conducir experimentos conductuales y proponer estilos conductuales alternativos; 3) psicoeducación y restructuración cognitiva para modificar la autocrítica y reglas rígidas; y 4) ampliar el esquema autoevaluativo para ampliar la visión del self y hacerla menos dependiente de los logros personales.

 

Áreas de vacancia en el estudio del perfeccionismo

A pesar del enorme crecimiento del perfeccionismo en las últimas tres décadas, existen muchas áreas que aún no están cubiertas y son necesarias para poder obtener un mayor conocimiento y eventualmente un tratamiento más personalizado y eficaz del perfeccionismo. A pesar de que se siguen creando medidas sobre perfeccionismo, está claro que una excesiva dependencia en instrumentos autoadministrables sesga la evaluación del perfeccionismo y la hace dependiente de la subjetividad del participante. Tener estudios de medidas implícitas de perfeccionismo, o informantes externos, podrían ser alternativas valorables en el estudio de este constructo (e.g., Cludius et al., 2022). Por otra parte, desde el aspecto metodológico, también faltan estudios longitudinales y experimentales sobre perfeccionismo. También, los estudios sobre perfeccionismo adolecen de cierto sesgo cultural, ya que la mayoría de los estudios provienen de Estados Unidos, Canadá y Reino Unido. Si bien existen algunas excepciones que intentan posicionar al perfeccionismo desde una visión transcultural (Arana et al., 2018; Rice et al., 2020), aún hoy estamos lejos de tener una visión global del perfeccionismo. Por último, a pesar de que disponemos de distintos modelos teóricos para explicar ciertos fenómenos del perfeccionismo (e.g., tenemos el modelo de Hewitt et al., 2018, sobre desconexión social y perfeccionismo, y el modelo de Shafran et al., 2002, para perfeccionismo clínico) aún no existe un modelo teórico integrador, y muchos de los investigadores del campo aún no concuerdan en cuál podría ser el mejor camino posible hacia dicha integración teórica de la numerosa evidencia disponible dada por los distintos estudios que investigan perfeccionismo.

 

Conclusiones

El perfeccionismo es posiblemente uno de los conceptos ligados a la personalidad más prolíficos en los últimos 30 años. A través de su estudio, se sabe que el perfeccionismo influye de forma negativa en una amplia cantidad de trastornos mentales, problemas de la personalidad y problemas académicos o laborales de la vida cotidiana. Si bien existe cierta evidencia que el perfeccionismo podría en rigor producir bienestar y buenos resultados en términos de desempeño, la mayoría de la literatura se ha volcado por investigar y priorizar el aspecto patológico. Es así que si bien el perfeccionismo ha sido densamente estudiado en otros tópicos, el aspecto clínico es uno de los más detallado en los últimos años. Y es por eso, también, que no solo disponemos de tratamientos eficaces para el perfeccionismo sino que también sabemos que esos mismos tratamientos pueden brindar beneficios a patologías mentales asociadas. Si bien aún es mucho el camino por recorrer en cuanto a la generalización de estas conclusiones y, por consiguiente, a obtener una visión global del perfeccionismo, es alentadora la tracción que en estas últimas tres décadas hemos tenido al respecto.

 

Referencias

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10ma Edición - Junio 2023
 

 
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