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Depresión
Maternidad, Perinatal, Postparto, Puerperio
 

 
Puerperio: una mirada desde la psicología perinatal
 
Del Canto, Guadalupe
Práctica privada
 

 

Introducción

El posparto es un momento clave en la vida de una madre. Es un período de alta vulnerabilidad y riesgos. Más de medio millón de mujeres mueren en el mundo durante el embarazo o el parto o postparto, y en los países en desarrollo el índice de mortalidad es 100 veces mayor que en los países desarrollados (Li et al., 1996).

En los últimos años se ha avanzado y se ha puesto el foco en los cuidados de la embarazada. Sin embargo, existen pocos estudios sistemáticos acerca de la importancia de los cuidados durante el postparto, aunque más de la mitad de estas muertes suceden en este período (Li et al., 1996).

La complejidad del puerperio está dada por la combinación de factores biológicos, psicológicos, comportamentales, socioculturales, relacionales, económicos y de género (Cabral & Oliveira, 2010). Aunque muchas mujeres reciben la llegada de un hijo con mucha alegría, también es un momento de muchos cambios y estrés: las demandas del bebé, cambios en la familia y en la pareja, impacto en el trabajo y en las actividades sociales (Seyfried & Marcus, 2003).

Desde la perspectiva médica, podemos distinguir tres etapas del postparto: un periodo inicial o agudo que dura las primeras 6/12 horas posteriores al parto, período de cambios rápidos en el cuerpo de la mujer en el que pueden producirse crisis como hemorragias, inversión uterina, embolia del líquido amniótico, eclampsia, entre otras. Una segunda etapa semi-aguda que puede durar entre 2 y 6 semanas, en este período se produce la recuperación de los genitales, y aparecen cambios hemodinámicos, metabólicos y emocionales. Y la tercera fase que es el postparto tardío, que puede extenderse hasta los 6 meses posteriores al parto. En este periodo los cambios se producen de manera muy lenta para restaurar los músculos y los tejidos conectivos hasta alcanzar estadios similares al período anterior al embarazo (Romano et al., 2010).

Desde el punto de vista psicológico, el puerperio se caracteriza por una labilidad del estado de ánimo con cambios repentinos entre síntomas como llanto, ansiedad, disminución del apetito, agotamiento, pérdida de interés por las actividades habituales, tristeza, problemas para dormir, preocupación excesiva (Bass III & Bauer, 2018), entre otros. Hacerse cargo de un bebé es un evento estresante y es entendible que las madres se sientan cansadas, irritables, y ansiosas (Can, 2013).

Resulta clave distinguir la sintomatología normal y esperable, de otros cuadros psicopatológicos como la depresión, la psicosis, el trastorno de estrés post traumático o el trastorno bipolar, cuya comorbilidad es muy frecuente en este período vital, pero que requieren intervenciones y tratamientos diferenciales. Las alternaciones en el estado de ánimo, especialmente cuando están acompañadas de psicopatología, no sólo afectan la salud de la madre sino que interfieren en el desarrollo del vínculo con el bebé, impactando negativamente en su desarrollo (Li et al., 2020; Murthy et al., 2021; Bass III & Bauer, 2018).

Además, se analizarán diferentes escenarios de la maternidad, como el embarazo adolescente, la pérdida gestacional, el puerperio luego de un tratamiento de reproducción asistida, entre otros, para tratar de identificar características diferenciales si las hubiera.

Este artículo presentará diferentes modelos de tratamiento e intervenciones eficaces para el puerperio, tanto a nivel individual como grupal.

 

Aspectos psicológicos esperables y señales de alarma. Diagnóstico diferencial

El puerperio es un momento en la vida de la mujer en el que se producen cambios hormonales, situacionales, y aparecen grandes estresores (Can, 2013). Por este motivo, aparecen síntomas característicos que son esperables en esta etapa:

Baby blues: es un estado emocional normal y pasajero de este período, de altísima prevalencia, que aparece los primeros días después del parto y que remite de manera espontánea alrededor del séptimo día después del parto. Estos síntomas no impiden el desempeño de las funciones maternas (Henshaw, 2003; Bass III & Bauer, 2018). No hay evidencia clara sobre su etiología ni desde el punto de vista biológico ni psicológico. Dado que no es una enfermedad, no requiere tratamiento específico aunque la psicoeducación durante el embarazo es una buena práctica (Seyfried & Marcus, 2003).

Pensamientos escalofriantes (Scary thoughts): son ideas intrusivas generadas por la ansiedad, con contenido escalofriante de algo malo que podría pasarle al bebé, generado por la propia madre o por alguien más, y está presente en el 91% de las madres primerizas durante el postparto (Kleiman, 2019). 

Cambios repentinos de humor: la inestabilidad en el estado de ánimo es un fenómeno independiente de los baby blues, y debe ser entendido como criterio transdiagnóstico. Implica cambios severos y frecuentes en el estado de ánimo, pudiendo la madre experimentar estados de ánimo positivos y negativos en simultáneo, generando ambivalencia. La inestabilidad en el estado de ánimo es más frecuente, amplia y severa en las mujeres en período perinatal, incluso en mujeres que no tienen comorbilidad con otros diagnósticos (Li et al., 2020).

Mientras que estos síntomas son normales y esperables y tienden a remitir solos luego de las primeras semanas del postparto, es fundamental poder hacer un diagnóstico diferencial respecto de otros cuadros psicopatológicos que pueden desarrollarse en este periodo de la vida de una mujer, dada su vulnerabilidad:

Depresión post parto: Suele desarrollarse a partir de la segunda semana, alcanzando su pico alrededor de los 4 meses posteriores al parto, pero puede desarrollarse en cualquier momento del primer año de vida del bebé. Los síntomas son similares a los de una depresión pero pueden incluir además excesiva preocupación por la salud del bebé o por hacerle daño (Can, 2013; Gavin et al., 2005; Sarli et al., 2020). Y se diferencia de los baby blues por la intensidad y duración de los síntomas (Bass III & Bauer, 2018). Tiene una prevalencia de alrededor del 20%-25%, siendo más frecuente entre las madres de bajos recursos (Earls & Committee on Psychosocial Aspects of Child and Family Health, 2010), en las primíparas (Sarli et al., 2020) y en madres que han sufrido altos niveles de estrés durante el embarazo (García-León et al., 2019). Otros factores que pueden incrementar su incidencia son: no haber recibido el curso de preparto (falta de psicoeducación), embarazo no deseado, antecedentes psicopatológicos propios o familiares-hereditarios (Ferrari et al., 2021). En la mayoría de los casos no está diagnosticada (Earls & Committee on Psychosocial Aspects of Child and Family Health, 2010; Seyfried & Marcus, 2003). Es un factor de riesgo para el bienestar de la madre y el desarrollo del bebé e impide el desempeño de la función materna (Bass III & Bauer, 2018). La inestabilidad emocional en los primeros momentos del puerperio puede ser un predictor de la depresión post parto (Li et al., 2020). El riesgo suicida está asociado a la depresión crónica, pero se incrementa aún más en el puerperio (de Avila Quevedo et al., 2021).

Psicosis puerperal: Si bien es un trastorno mental poco frecuente, cuando sucede es configurado como una emergencia psiquiátrica con consecuencias devastadoras para la madre, el bebé y la familia (Perry et al., 2021). Se desencadena generalmente durante el primer mes después del nacimiento del bebé y se caracteriza por síntomas como paranoia, alucinaciones, delirios, ideación suicida u homicida. El trastorno bipolar puede incrementar el riesgo de que se desencadene este trastorno, pero aparece también en mujeres sin antecedentes psiquiátricos (Bass III & Bauer, 2018; Can, 2013).

Trastorno de Ansiedad postparto: El DSM 5 no menciona el trastorno de ansiedad con inicio especifico en esta etapa vital, y esa puede ser una de las razones por las que está subdiagnosticado, aunque los trastornos de ansiedad postparto tienen una incidencia de alrededor del 20%. Entre los síntomas característicos podemos mencionar: tensión, fatiga, irritabilidad, cambios en la concentración, e insomnio, que son al mismo tiempo síntomas comunes en el puerperio. Pero los síntomas propios del puerperio son transitorios y no interfieren con el normal funcionamiento. El trastorno de ansiedad postparto, cuando no está tratado, puede generar consecuencias severas para la madre y el bebé. Incrementa el riesgo suicida, afecta el desarrollo del vínculo con el bebé y su desarrollo neurológico, puede generar abuso de sustancias y baja adhesión al tratamiento farmacológico (Zappas et al., 2021).

Estrés post traumático perinatal: puede ser definido como el conjunto de síntomas somáticos, cognitivos, comportamentales y afectivos del trauma psicológico (Hernández-Martínez et al., 2019) que en este caso se asocian al embarazo o al parto. Es un cuadro psicopatológico que surge a partir de dos elementos: vivenciar o ser testigo de un acontecimiento de riesgo para sí mismo u otros significativos, en este caso en la escena del parto o alguna intervención en la que se pone en riesgo la vida de la madre y/o el bebé; y haber respondido con miedo intenso, horror, o impotencia. Entre los síntomas más característicos aparecen los flashbacks de la escena traumática, pensamientos obsesivos acerca del nacimiento, pesadillas, pánico al pasar cerca del lugar en el que se produjo el nacimiento, entre otros (Can, 2013); y suelen aparecer entre las 4 y 6 semanas posteriores al parto, aunque pueden aparecer en meses o incluso años, o embarazos posteriores. Una de cada 10 mujeres sufre de estrés postraumático perinatal (Hernández-Martínez et al., 2019), y teniendo en cuenta que este cuadro puede ser producto de la violencia obstétrica o de una situación traumática en el parto, se hace imperiosa la necesidad de incrementar las prácticas de parto respetado a nivel mundial. También es frecuente en pacientes con antecedentes de abuso (Martinez-Vázquez et al., 2021).

Trastorno bipolar: Es un trastorno psiquiátrico severo que afecta al 2.4% de la población general. El parto puede ser un desencadenante muy potente de un episodio maníaco o hipomaniaco (Sharma et al., 2020). El 60% de las pacientes con este diagnóstico previo tienen un episodio en el puerperio (Perry et al., 2021; Sharma et al., 2020). Los episodios mixtos incrementan el riesgo suicida (de Avila Quevedo et al., 2021). Resulta fundamental el diagnóstico diferencial de la depresión y la psicosis (Sharma et al., 2020).

Si bien cada uno de estos cuadros psicopatológicos tiene entidad propia, existe una fuerte comorbilidad entre la ansiedad y el trastorno por estrés postraumático con la depresión, de manera que screening positivo en depresión, que es el cuadro con mayor prevalencia, nos obliga a descartar la presencia de otros cuadros comórbidos (Howard et al., 2023).

 

Diferentes escenarios del puerperio

Resulta interesante además analizar el impacto que pueden tener diferentes contextos de la maternidad en la salud mental durante el puerperio.

Embarazo no deseado: Se estima que alrededor del mundo más del 40% de los embarazos no son planificados (Rastad et al., 2021). Tiene repercusiones médicas, psicológicas y sociales (Pinto e Silva, 1998). Se asocia a mayores índices de depresión postparto (Esmaelzadeh & Rahimzadeh, 2021; Ferrari et al., 2021) y a mayores niveles de suicidio, desnutrición durante el embarazo y demora en el acceso a controles prenatales (Rastad et al., 2021).

Tratamiento de fertilidad: Si bien el diagnóstico de infertilidad está asociado a mayores índices de depresión, no hay evidencia de que esto se replique en el postparto (Putnick et al., 2020; Chen et al., 2019). Sin embargo, la edad materna avanzada incrementa el riesgo de depresión postparto (Bass III & Bauer, 2018) y hay una fuerte correlación entre edad avanzada y tratamiento de fertilidad.

Gestación por sustitución: Este es un tema relativamente nuevo en la perinatalidad y por lo tanto requiere mayor investigación científica. Sin embargo, hasta el momento no hay evidencia contundente de que la subrogación genere malestar psicológico significativo en la persona gestante. Algunos estudios demuestran que las mujeres experimentan cierto malestar psicológico leve después de entregar al bebé, no llegando a cumplir los criterios clínicos necesarios para el diagnóstico de depresión (van den Akker, 2007; Söderström-Anttila et al., 2016; Yau et al., 2021).

Madre soltera: puede generar consecuencias adversas en la madre y en la relación con el bebé por la falta de apoyo, la presión económica y la alta demanda (Benuyenah & Tran, 2021). Ser madre soltera incrementa los niveles de estrés parental (Copeland & Harbaugh, 2005) y el riesgo de depresión postparto (Bass III & Bauer 2018).

Embarazo adolescente: Las adolescentes en el puerperio atraviesan una doble crisis vital: la adolescencia y la maternidad (Oiberman & Santos, 2006). Está asociado a resultados desfavorables tanto para la madre como para el bebé. Genera un estado de vulnerabilidad en la salud mental hasta 3 años después del nacimiento (Boath et al., 2013) e incrementa el riesgo de depresión postparto (Bass III & Bauer, 2018; Agnafors et al., 2019).

Duelo gestacional o perinatal: Las madres que han parido hijos sin vida tienen mayores riesgos de reingresar al hospital en los primeros 6 meses después del parto, por lo que deberían ser monitoreadas y acompañadas para detectar y prevenir complicaciones físicas y psicológicas (Wall-Wieler et al., 2021). Adicionalmente, estudios han demostrado el impacto negativo de la pérdida gestacional en la salud mental parental a largo plazo, incluso después del nacimiento de un hijo vivo (Faleschini et al., 2021).

Nacimiento prematuro: Entre el 5 y el 18% de los bebés nacidos vivos en el mundo son prematuros (OMS, 2022). En Argentina, el último registro que se tiene a la fecha es de cerca del 9% (MSAL, 2021). El nacimiento prematuro incrementa los riesgos para la salud mental de las madres. Los estudios demuestran que la incidencia de la depresión postparto en las madres de bebés prematuros es mayor (entre 18 y 43%), y la ansiedad postparto es 2,5 veces mayor (Murthy et al., 2021).

 

Intervenciones

Si bien el puerperio es un período normal y esperable después de la gestación, las alternaciones en el estado de ánimo, especialmente cuando están acompañadas de psicopatología, no sólo afectan la salud de la madre sino que interfieren en el desarrollo del vínculo con el bebé, impactando negativamente en su desarrollo (Li et al., 2020; Murthy et al., 2021). De ahí la importancia de un diagnóstico oportuno para poder utilizar intervenciones efectivas.

Screening: Siendo el puerperio un período de altísima vulnerabilidad para diferentes afecciones de la salud mental de las madres, el screening que permita detectar de manera oportuna y efectiva los diferentes cuadros, resulta clave. Las escalas y test generales, si bien pueden ser utilizados, no resultan del todo precisos (Fallon et al., 2021). Es por eso que se fueron desarrollando diferentes instrumentos específicos para la etapa perinatal. Lamentablemente la mayoría de ellos no están aún validados en Argentina.

Una herramienta que frecuentemente se utiliza en la psicología perinatal es la escala de Edimburgo (Edimburgh Postnatal Depression Scale- EPDS), un cuestionario de screening muy simple, autoadministrable, de 10 preguntas, para medir la depresión postparto. Esta escala ha sido ampliamente utilizada en investigaciones en todo el mundo, incluyendo la Argentina. Resultados superiores a 10 puntos indican sospecha de depresión postparto y en ese caso es necesario administrar otro instrumento diagnóstico como la escala de depresión de Beck. Una respuesta positiva en la pregunta número 10 (riesgo suicida) también equivale a sospecha de depresión (Castle, 2009). La utilización de la EPDS en los dos o tres primeros días después del postparto puede predecir el nivel de depresión postparto, si lo hubiere, en la semana 4-6 postparto (Sarli et al., 2020; Castle, 2009). Desde esta perspectiva, resulta clave implementar programas de screening generales a todas las mujeres luego de un parto, considerando que es una medición fácil de administrar y que puede ayudar a tratar tempranamente y a prevenir la depresión post parto.

La GAD 7 (General Anxiety Disorder 7) es una escala de medición de ansiedad generaliza que consta de 7 ítems y fue desarrollada para medir el nivel de ansiedad. Ha demostrado ser sensible en el puerperio, con un puntaje de corte en 13 (Zappas et al., 2021). Se ha demostrado su validez y confiabilidad en la población argentina (Zabala et al., 2022).

El estrés postraumático puede medirse a través de la escala PPQ (Perinatal Posttraumatic Stress Disorder Questionnaire) que busca identificar los síntomas de estrés postraumático en este momento vital. El checklist de 10 preguntas de estrés postraumático basado en los síntomas que figuran en el DSM 5 es otro instrumento de screening efectivo y está validado en español y en Argentina (Motrico et al., 2021).

Terapia individual: la psicoterapia individual es un abordaje efectivo para el acompañamiento de mujeres en el puerperio, y especialmente para tratar la depresión postparto (Bass III & Bauer, 2018). Las pacientes transitando una psicosis puerperal pueden beneficiarse de la psicoterapia aunque se requiere un tratamiento interdisciplinario de mayor complejidad (Seyfried, & Marcus, 2003).

Más allá del tratamiento específico de los cuadros psicopatológicos que pueden ser tratados con el enfoque tradicional pero interpretando los síntomas en el contexto puerperal, resulta clave recordar el concepto de transparencia psíquica para entender la importancia de la terapia individual en este momento vital. Monique Bydlowski acuña esta expresión para hacer referencia a sentimientos y vivencias infantiles inconscientes que aparecen con mayor disponibilidad en la conciencia durante el embarazo teniendo al mismo tiempo una mayor capacidad para resolver esos conflictos del pasado (Cisneros Hilario et al., 2022; Oiberman & Paolini, 2018). Por lo tanto, el embarazo y el puerperio son momentos propicios para el desarrollo de una psicoterapia.

Además, hay competencias y habilidades que pueden desarrollarse a través de la terapia individual y que pueden beneficiar a todas las madres en el puerperio para incrementar su bienestar.

La regulación emocional es importantísima en este período de alta labilidad emocional. Implica la conciencia, la comprensión y la aceptación de los estados emocionales. También, el uso de estrategias flexibles y adecuadas a la situación para abordar las emociones desagradables, así como también comportamientos dirigidos a objetivos y abstenerse de realizar comportamientos impulsivos cuando se experimentan emociones desagradables. Bajos niveles de regulación emocional están asociados a mayores síntomas depresivos y ansiosos (Marques et al., 2018). El espacio terapéutico puede ser un ámbito privilegiado para el desarrollo de la capacidad de regulación emocional.

La resiliencia, entendida como la posibilidad de adaptarse efectivamente a los desafíos que amenazan el funcionamiento, la supervivencia, o el desarrollo (Julian et al., 2021), es una competencia clave para la maternidad. Mujeres en este período con mayores niveles de resiliencia demostraron mayor nivel de bienestar general, menor cantidad de síntomas psicopatológicos y menores niveles de depresión postparto (García-León et al., 2019).

La autoeficacia percibida es clave para la transición hacia la maternidad (Shahry et al., 2016) y debe ser uno de los focos del tratamiento psicoterapéutico para empoderar a la madre en su nuevo rol. La baja autoeficacia percibida se correlaciona con la depresión postparto de tres maneras: por sentirse incapaz de alcanzar los estándares que se impone para ser una buena madre y que le den satisfacción; por sentirse incapaz de establecer vínculos efectivos con otros, aspecto clave para la maternidad; y por sentirse incapaz de frenar la rumiación relacionada con los pensamientos depresivos (Maddux & Meier,1995). La autoeficacia surge de la combinación del conocimiento acerca de lo que tiene que hacer como mamá, y la confianza en que va a poder desempeñarse efectivamente en este rol (Conrad et al., 1992).

La confianza puede ser entendida como la autopercepción respecto de la habilidad para ser mamá (Çinar & Öztürk, 2014) y resulta clave para reducir los niveles de estrés parental (Liu et al., 2012).

El conocimiento acerca de la maternidad y crianza, puede desarrollarse a través de una intervención específica y muy efectiva como la psicoeducación.

Psicoeducación: implica brindar información confiable a la madre en relación a los aspectos esperables y señales de alarma en relación al puerperio (Seyfried, & Marcus, 2003). La falta de psicoeducación ha sido identificada como un factor de riesgo para el desarrollo de la depresión posparto (Ferrari et al., 2021). Resulta fundamental que la madre sepa que no está sola, que no tiene la culpa, y que va a estar mejor (Bass III & Bauer, 2018). Además, la psicoeducación debe enfocarse en aspectos claves de la crianza y el vínculo, para incrementar los niveles de autoeficacia y confianza, especialmente en las madres primerizas (Çinar & Öztürk, 2014) y reducir los niveles de estrés (Liu et al., 2012).

Tratamiento psiquiátrico y psicofarmacológico: Es fundamental tener en cuenta que el apoyo psicofarmacológico puede ser una estrategia terapéutica viable en el puerperio incluso aunque la madre esté amamantando. La intervención de la psiquiatría perinatal es clave para evaluar la intensidad de los síntomas y los impactos. Este tipo de intervenciones más complejas son especialmente indicadas para casos de depresión postparto grave y psicosis puerperal (Seyfried, & Marcus, 2003). También para el trastorno bipolar. En el caso de la ansiedad y la depresión depende de la intensidad de los síntomas. En los trastornos de ansiedad, la utilización de medicación puede ser un factor ansiógeno en sí mismo que debe ser atendido en el proceso terapéutico.

Mindfulness y compasión: El mindfulness puede ser definido como el esfuerzo de poner la atención en el momento presente sin juzgarlo y con curiosidad. La terapia cognitiva informada en mindfulness (MBCT) ha demostrado ser efectiva para la reducción de la ansiedad y depresión en la población general, lo que nos hace suponer que puede ser una estrategia de intervención efectiva para este momento vital, aunque todavía no hay investigaciones suficientes que evidencien su efectividad (Babbar et al., 2021; Zappas et al., 2021). El desarrollo de la autocompasión puede ayudar a reducir síntomas de ansiedad y a desarrollar una parentalidad más consciente (Fernandes et al., 2022).

Grupos de apoyo: Las mujeres transitando un puerperio deben ser alentadas a compartir sus emociones y vivencias. Los grupos de apoyo pueden ser una herramienta de intervención clave (Can, 2013; Bass III & Bauer, 2018). El apoyo que reciben las integrantes está relacionado con aspectos emocionales, de información, consejos, y operativos. Los diferentes formatos de grupo de apoyo (presenciales, telefónicos, foros, etc) han demostrado ser efectivos, aunque tienen también sus aspectos negativos, por eso es importante la moderación de un profesional especializado (Dennis, 2003; Leger & Letourneau, 2015).

 

Conclusiones

El puerperio es un momento de transición en la vida de una mujer que puede desafiarla de múltiples maneras. Su cuerpo está en proceso de recuperación, tiene un fuerte dosaje hormonal, aparecen cambios de humor repentinos, está privada de sueño, e ideas escalofriantes se apoderan de su mente. Mientras su círculo social le dice que tiene que sentirse bendecida, ella experimenta altos niveles de malestar (Kleiman & Wenzel, 2020). 

Todos estos cambios que se producen durante el puerperio ponen a la mujer en un estado de vulnerabilidad que la hacen proclive a desencadenar diferentes cuadros psicopatológicos.

La depresión postparto afecta no sólo el bienestar de la madre sino la capacidad de establecer un vínculo seguro con el bebé y su desarrollo neurológico, cognitivo y comportamental (Li et al., 2020; Murthy et al., 2021; Bass III & Bauer, 2018). De ahí la importancia del diagnóstico oportuno.

La resiliencia es un factor protector de la salud mental durante el puerperio. Las mujeres con mayor nivel de resiliencia, mejor regulación emocional y vínculos saludables, tienen mayor bienestar durante el postparto (Kornfield et al., 2021). La autoeficacia percibida brinda seguridad y confianza para desempeñarse como mamá.

La ausencia de diagnóstico oportuno pone en evidencia la importancia del trabajo interdisciplinario entre la pediatría y la psicología perinatal (Bass III & Bauer, 2018; Earls & Committee on Psychosocial Aspects of Child and Family Health, 2010). Solo dos preguntas a la madre son suficientes para la derivación a psicología:

En las últimas dos semanas:

-¿Te has sentido bajoneada, deprimida, o desesperanzada?

-¿Has sentido falta de interés o placer en hacer las cosas?

La respuesta afirmativa en cualquiera de las dos preguntas puede indicarnos sospecha de depresión (Earls & Committee on Psychosocial Aspects of Child and Family Health, 2010) y resulta necesaria la derivación al servicio de salud mental.

Es fundamental que podamos poner el foco en el diagnóstico precoz. La versión digital para Android de la EPDS autoadministrable puede ser una manera efectiva de detectar precozmente la depresión postparto (Sarli et al., 2020).

La psicoeducación aparece como un factor protector clave (Ferrari et al., 2021; Bass III & Bauer, 2018), dándole a la madre herramientas para identificar su malestar y pedir ayuda. El seguimiento profesional no solo desde pediatría y obstetricia sino también desde salud mental resulta fundamental para detectar los síntomas de manera oportuna (Wall-Wieler et al., 2021). El rol del psicólogo perinatal, especializado en embarazo, nacimiento, y primeros meses después del parto, es importantísimo para apuntalar no sólo el bienestar psicológico de la madre sino también del bebé (Oiberman & Santos, 2006).

Un proverbio africano nos recuerda que "para criar a un niño hace falta una tribu entera", pero las madres de la postmodernidad se han quedado solas. El apoyo social es uno de los factores protectores más importantes en la salud mental, por lo que resulta fundamental que la madre sepa que no está sola (Bass III & Bauer, 2018; Can, 2013; Kim & Tamim, 2014).

 

Referencias

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10ma Edición - Junio 2023
 

 
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