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Fantasmas
Infidelidad, Verdades
 

 
Infidelidades: sortilegios y fantasmas del amor
 
Moscona, Sara
Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA)
Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo (AAPPG)
 

 

Introducción

Durante siglos se ha pretendido ordenar la sexualidad dentro del matrimonio no obstante lo cual, cada época, cada sociedad construye sus fronteras. Estas demarcan imponen, ordenan limitan pero también abren las posibilidades que lo simbólico es capaz de habilitar dada la renuncia pulsional que el "malestar en la cultura" comprende. Al respecto podemos decir que la diversidad de los vínculos amorosos posibles proporciona marcas suplementarias capaces de producir variaciones en la sexualidad. De este modo, se puede pensar que el pasaje de una sexualidad instituida a otra hace que cada marca instituyente aporte un plus. Ese plus variará de situación en situación, según sea el efecto excedentario de las diversas prácticas y discursos sociales pero perdurarán en tanto lo pulsional no puede ser domeñado por la cultura. Esto nos advierte acerca de posibles prejuicios y naturalizaciones. Nos conduce también a seguir interrogando inconsistencias y sosteniendo lo que no cierra en una suerte de multiplicidad perturbadora que no se deja asir.

 

Infidelidades

En este sentido, la idea de infidelidad es muy versátil. Está ligada a las diversas circunstancias sociales, a las diferentes configuraciones culturales propias de cada época. Hoy podemos pensarla de otro modo a cómo fue pensada en momentos históricos precedentes. Esto hace que nos encontremos con una diversidad de concepciones y a su vez, cuando se la quiere investigar resulta difícil otorgarle un estatuto científico psicoanalítico aunque como observable clínico resulta frecuente y, en algunos casos, suele constituir el motivo de consulta.

Por consiguiente, no sólo va cambiando a través de la historia sino que también en las modalidades de presentación actual. Por eso podemos decir que se trata de infidelidades {ver nota de autor 1} en plural. El término así expresado en plural alude a dicha multiplicidad ya que no se la puede pensar a partir un concepto unívoco. Por el contrario, sería interesante considerar los vínculos donde se despliega y analizar en esos movimientos cómo se juega en el vínculo considerando cada situación en particular.

Por otra parte, considero que si este término fuera pasible de teorización destituyendo su pregnancia coloquial, puede resultar un aporte muy útil para el trabajo en la clínica con parejas. La práctica clínica del psicoanálisis de las configuraciones vinculares nos desafía en cada recorrido. El psicoanálisis como devenir no apunta a lo ya pensado, sino a lo todavía a pensar.

 

La posmodernidad, el amor y sus fantasmas

La pregunta que actualmente insiste es si ha pasado de moda la monogamia. Me interesó este tema dado que desde Shopenhauer, quien llamó irónicamente a las infidelidades como "los sacrilegios humanos ante el altar de la monogamia", los interrogantes siguen en pie {ver nota de autor 2}. El drama burgués reflejaba las contradicciones de una sociedad entre lo que deseaba y lo que condenaba. Esta situación fue expresada tanto por A. Dumas en "La dama de las camelias" como por Verdi en "La Traviata" y Flaubert en "Madame Bovary", entre otros.

Probablemente hoy no abunden tantos Tristanes dispuestos a enfrentar dragones por un beso de Isolda, ni Dantes que se atrevan a bajar a los infiernos para rescatar a Beatriz pero aun así, con nuevos ropajes, los amores del siglo XXI plantean para el disfrute de poetas y artistas los dilemas y enigmas nunca resueltos del amor. El deseo, el amor, la pasión, dentro y fuera del matrimonio, nos siguen generando interrogantes.

Considero que si actualmente los amantes ya no se prometen fidelidad eterna es porque, en algún sentido, han internalizado, aunque rechazándola, la dura realidad de la inconstancia y de la precariedad del deseo amoroso. A ello se suma en la dinámica de la vida actual la falta o exceso de trabajo así como también la rivalidad entre los integrantes de la pareja.

El amor, en este sentido, sería una confrontación entre un ideal de constancia y continuidad diferente a una realidad que marca la inconstancia y la discontinuidad. Hanif Kureishi en su libro Intimidad (1999) señala que "evolucionar constituye una infidelidad... a los demás, al pasado, a las antiguas opiniones de uno mismo. Tal vez cada día debería contener al menos una infidelidad esencial o una traición necesaria. Se trataría una afirmación de que las cosas pueden ser no sólo diferentes, sino mejores". Añadiría que se trata de fidelidad al "acontecimiento", a lo novedoso que cada situación puede deparar.

En un trabajo denominado Amor y sexo (2000), los autores consideramos el amor como un acto del orden del acontecimiento, que puede generar una nueva organización de las subjetividades, donde el encuentro con el otro ‑ como experiencia de alteridad- ­puede constituirse en motor de la simbolización y de los lazos. El amor, así concebido, es un acto que permite ir un poco más allá en el camino recorrido por la sexuación a través de las vías identificatorias y otorgar un nuevo giro al enigma que plantea la diferencia sexual. Asimismo, definimos en ese texto a la pareja como el resultado de un encuentro amoroso, que en tanto acontecimiento produce un plus y una alteración en los sujetos que la conforman. Supone, luego del reordenamiento subjetivo a que da lugar, una cierta estabilización fantasmática de los embates pulsionales que se entretejen en su constitución. Dicha estabilización fantasmática otorga un sentimiento de pertenencia al conjunto, e implica un trabajo vincular que hace eje en la tramitación de la alteridad y de la ajenidad propia y del otro, fundamentalmente en lo que concierne a la experiencia sexual.

En el libro "Del matrimonio como una de las bellas artes" (Kristeva y Sollers, 2016) se realizan varias entrevistas a la psicoanalista y escritora Julia Kristeva y al filósofo y escritor Philippe Sollers, quienes sostienen que si el matrimonio entre ambos partenaires perdura en su plenitud y con toda su vitalidad, es porque nunca ha obedecido ninguna ley que no fuera la suya propia. Afirman mantener una adaptación permanente, amorosa y lúcida, nutrida de dos libertades recíprocas e incomparables. Señalan que el matrimonio de dos singularidades se apoya en una convicción inquebrantable que resiste a las desgracias y alegrías que nunca faltan en ningún lado. "En el amor hay dos componentes inseparables: la necesidad de complicidad y constancia y la necesidad dramática del deseo que puede conducir a la infidelidad. La relación amorosa es esa mezcla sutil de fidelidad e infidelidad. La verdadera infidelidad reside en el anquilosamiento de la relación de pareja en la pesadez, la seriedad convertida en resentimiento. Si uno deja que el otro sea tan extraño como uno mismo se restablece la armonía. "Sentirse traicionado implica una confianza nula en sí mismo, un narcisismo tan susceptible que el menor signo de afirmación de la individualidad del otro se vive de un modo desgarrador; la menor picadura de un mosquito si siente como una explosión atómica".

 

La legislación en nuestro país a través del tiempo

Por otra parte, sostengo que el peso de lo ideológico incide sobre las diferencias de género que operan tanto en la cultura como en las legislaciones. Cada sociedad se ve a sí misma a través de sus instituciones, normas y creencias; se identifica con ellas y disimula la naturaleza profunda de sus operaciones y categorías de poder por lo que resulta imprescindible descifrar, desnaturalizar, complejizar y deconstruir.

En este sentido, el psicoanálisis muchas veces avanza contra la corriente y se opone a la naturalización que la sociedad intenta imponer. Por este motivo me resultó interesante incursionar en lo que sancionaba respecto de las infidelidades el Código Civil argentino en la época anterior a 1995, hoy ya derogado.

El Código Civil hasta 1995 en la Argentina señala que el adulterio era un delito penal. A partir de esa fecha y hasta agosto del año 2015 solo fue delito civil tal como lo marca el artículo 198. Este artículo indica que el adulterio implica una grave violación a los deberes matrimoniales dentro de las causales de divorcio y habilitan al cónyuge inocente demandar divorcio al culpable. En este caso, nos encontramos con un divorcio contencioso con pensión alimentaria y otras cargas.

El adulterio, llamó ese divorcio, divorcio sanción pues sanciona al cónyuge como culpable a lo que se suma una indemnización por daño moral en algunos casos.

Es interesante considerar que ya desde agosto del 2015 rige en la Argentina el nuevo Código Civil y Comercial que eliminó la infidelidad como causal de divorcio y las calificaciones de divorcio culpable. Para pedir el divorcio ya no se necesita ni ponerse de acuerdo ni tener motivos que haya que probar, sino solo la voluntad unilateral o bilateral de poner fin la vida en común. Si alguien dio causa o no al divorcio, da igual, a la hora de evaluar las consecuencias, pues el cónyuge "inocente" no tendrá beneficio, ni el supuesto "culpable" un castigo, ni siquiera de tipo económico.

La justicia ya no condena al infiel, y la fidelidad es ahora un deber moral, según el artículo 431 del Código Civil y Comercial (2015), que además obliga a los cónyuges a comprometerse en el desarrollo de un proyecto de vida en común, que se base en la cooperación y la convivencia, prestándose mutua asistencia y alimentos. Si se causara daño moral con la infidelidad, este reclamo debe tramitarse separadamente del juicio de divorcio. Con esta reforma, el deber de fidelidad queda restringido entonces a lo moral. Los deberes morales no son exigibles, son deberes éticos, los exigibles son los jurídicos, que generan una sanción. Jurídicamente, entonces, no habría actualmente obligación de fidelidad ni de convivencia en el matrimonio.

Hoy estamos en tiempos de monogamias flexibles, matrimonios abiertos con diversidad de formas de relación de pareja. Existen nuevos modos de entender y practicar el amor. Existe un debilitamiento de la monogamia y de la exclusividad sexual. Las estrategias de mercado apuntan a hacer creer que se podrá acceder a un placer sin límites donde la sexualidad, antes sofocada y reprimida, ahora se ostenta y se exhibe. Los medios hoy día no prohíben sino que ofrecen.

 

Infidelidades en tiempos de Internet

Vivimos habitados hoy por un imaginario social que junto con las prácticas discursivas vigentes organizan las represiones y los goces que encuadran nuestra existencia e intervienen en el diseño de una producción de subjetividad cuyos deseos se hallan modulados por un mercado de consumo globalizado. Resulta pues insoslayable referirnos a los efectos atribuibles al avance de los diversos desarrollos tecnológicos, paradigmáticos del acontecer contemporáneo, que otorgan un peculiar y paradojal estatuto a los cuerpos y los vínculos.

Las redes sociales permiten compartir enlaces, informaciones diversas, imágenes, pero cuando convocan a un mayor compromiso subjetivo, es dable observar con bastante frecuencia que los interlocutores se aíslen, y que con un simple click eliminen al otro. Así es como una nueva realidad, la virtual, se erige en uno de los pilares sustentadores del psiquismo con que el acontecer contemporáneo se presenta ejerciendo su eficacia en las actuales modalidades de vinculación y de creación de subjetividad.

Esto hace que toda nueva tecnología -que además en este caso particular, es tecnología de la palabra y del conocimiento- implique transformaciones en nuestros modos relacionales. Sería un error creer que el espacio virtual se halla comandado solo por lo imaginario y sus escenas, ya que lo simbólico talla fuerte. Hoy sería imposible poder dar cuenta de las múltiples 'ventanas' enigmáticas que se abren con estas tecnologías.

Una mujer comenta: Hace más de un mes que descubrí que mi pareja practicaba el polémico cibersexo, por supuesto que no conmigo. Lo hablamos y tratamos de superarlo. Pero el punto es que hemos querido tener intimidad y me vienen a la mente recuerdos no gratos.

Es sabido que tanto el temor al sufrimiento como los celos, entre otras motivaciones, pueden llevar a la anulación del deseo. Sin embargo, aun cuando no se trate de estos casos, las relaciones on line pueden llegar a afectar los lazos. Los affaires por Internet suelen implicar fantasías, secretos y también frustraciones. La red alberga a millones de amantes posibles así como también propuestas de cibersexo. No es casual que la palabra sexo sea la más buscada en la red. También existen chat denominados: "solo para infieles".

Por diversas causas, entre ellas el anonimato, Internet se convirtió en un aliado de la sexualidad, donde las fantasías hacen que cada quien se pueda convertir imaginariamente en la persona que le gustaría ser aunque, como sabemos, la persona real es diferente de la virtual, lo que puede producir sorpresas inesperadas. Lo cierto es que el tema se ha instalado hoy en nuestros consultorios. Uno de los motivos frecuentes de consulta con parejas refiere a haber descubierto al partenaire o bien chateando con un amante real o virtual o bien por haber "encontrado" mensajes comprometedores en el correo electrónico de la pareja como lo observaremos en los dos ejemplos siguientes: 1) Descubrí que ella se escribía mails con otros tipos (Ese fue el motivo de consulta a raíz de la violencia y el desborde que se desencadenó entre ambos)

Ella: ¡Me abriste el correo electrónico!

El: No, vos lo dejaste abierto.

Ella: No fue así, violaste mi privacidad. (Dirigiéndose a la analista) se puso loco, furioso. Me golpeó, me insultó. Tengo derecho a mi intimidad. No creo que lo pueda perdonar. No sé cómo pude soportar tanta humillación.

El: Quien no va a poder perdonar soy yo. Creía que la conocía, ahora siento que a pesar de los años que convivimos no la conozco, no sé con quién estoy.

Ella: Yo también te desconozco. De pronto me vinieron a la mente escenas de violencia familiar que tenía totalmente borradas. Nunca pensé que algo tan loco y desaforado podía pasar entre nosotros.

2) Ella: Tuve una sospecha y lo seguí y lo vi entrar a un boliche abrazado a una mina. Me sentí tan mal que empecé a darme máquina, no podía parar.

Me metí en su correo electrónico, no sabía su clave pero la descubrí. No sé cómo lo hice. No soy muy hábil con la computadora pero en ese momento podía hacer cualquier cosa. Es increíble, ni yo misma lo puedo concebir. Me asombro de lo que fui capaz de hacer en esos momentos. Lo encaré y como me lo negó, le mostré los mails. (Se dirige a él) Ya no hay más argumentos para las mentiras. ¡A las pruebas me remito!

El: ¡No podés pensar que sos la mujer que elegí para casarme, para ser la madre de mis hijos!

Ella: Sí, claro por eso mismo, ya soy cornuda. Yo ya tuve de esto en mi familia y no quiero repetir la historia.

Lo ajeno del otro, cuando se devela, puede desencadenar desde reproches y acusaciones hasta actings, escándalos, celos, violencia y locura vincular. Es sabido que el instante en que una persona se entera de que ha sido engañada es extremadamente doloroso, pero lo interesante es lo que sucederá el día después. Allí es donde se juega la existencia o no de cierto potencial para poner a trabajar y elaborar lo que les está sucediendo.

Hoy, con e-mails, messengers y chats los amantes van navegando por redes que, cual cupidos posmodernos, vehiculizan esa dimensión deseante que no accede a ser domesticada ni atrapada por red alguna. La red señala que todo vínculo hay que construirlo, de no ser así se desvanece y se esfuma.

Por otra parte, siendo que el mundo actual se ha instagramizado, se han producido cambios tanto en la intimidad como en la privacidad de los sujetos. En este sentido, me resultó ilustrativa la reflexión aportada por Paolo Genovese director de la película Perfectos desconocidos (2016) cuando dice que "los celulares son las cárceles personales donde ponemos a resguardo todos nuestros secretos, pero con un carcelero tan frágil como un descuido o una clave de bloqueo".

Con estos dispositivos se alimenta un imaginario que a nivel vincular supone la posibilidad de atravesar la opacidad del otro. Así es como, vencidas las barreras del pudor, se puede incursionar en la intimidad y suponer que de este modo habrá de tener acceso a ese enigma que encierra la otredad. Dolorosa confrontación con un imposible difícil de tolerar, que apunta a querer acceder a una supuesta verdad.

 

Saber la verdad o la verdad del saber

Saber cada vez más, hasta llegar a saber cada vez menos. Y así completar el no saber.

Roberto Juarroz

Juarroz (1997) nos muestra, por medio de este fragmento poético, una idea diametralmente opuesta de aquellas situaciones en las que, cuando se descubre una infidelidad, aparece en uno de los miembros de la pareja la obsesión por la verdad. ¿Qué verdad se pide? ¿La verdad de los hechos, la verdad de los sucesos? ¿Es posible saber la verdad? ¿Esta última, tiene un saber? Dice el filósofo E. Levinas (1982), en Ética e infinito que el saber abarca la nostalgia de la totalidad y que no existe ruptura del ser en el saber. No existe un todo, El conocimiento comprende, acumula, pero no nos pone en contacto con la otredad, con la ajenidad y con la alteridad.

Pienso que otro modo de formular esa pregunta en la relación de pareja sería: ¿qué les sucedió en determinada circunstancia, para que alguno de los dos o ambos hayan sido infieles? ¿Buscarán la verdad de lo que ocurrió en ese particular vínculo en determinado momento de la vida y/o en lo que les está aconteciendo actualmente? Se tratará entonces según mi lectura, de ir construyendo verdades conjeturales, verdades en tránsito.

Otra cuestión es qué función tiene este reclamo de verdad. Muchas veces constituye una herida narcisista debida a la ruptura de la novela corporal del vínculo {ver nota de autor 3}. Esta se transforma en algo intolerable dado que el cuerpo de cada uno fue vivido como una pertenencia. Entonces se quiere saber "toda la verdad" sobre aquello que se concibe como una posesión. Aquello que por un momento "fue de otro" imaginariamente se supone que vuelve a ser de uno al procurar "saber todo lo que pasó" ya que, salvo en los vínculos a predominio perverso, en otras configuraciones vinculares, la inclusión de un tercer personaje quiebra la ilusión de protagonismo y de incondicionalidad con que la novela corporal vincular fue originalmente creada. La exclusión de la que alguno se siente víctima desestabiliza el tranquilizador sentimiento de pertenencia que esa relación prometía.

Existe la creencia de que a través de detalles puede recuperarse algo de la experiencia que en realidad es inasible, negando a su vez que la intimidad del otro tiene aspectos incognoscibles. Dichas creencias suturan los puntos de inconsistencia. Usadas como certezas, generan detención del saber cómo un movimiento continuo que como tal, no posee verdades. Se abre aquí la problemática de la relación verdad-saber. En todo caso, la propuesta que como psicoanalistas hacemos a nuestros pacientes es dar lugar a un saber no sabido, el del inconsciente. Un saber que ponemos en suspenso y que apuesta a la producción de nuevas verdades que surjan producidas en la inmanencia de ese campo situacional bajo transferencia. La verdad en ese caso es incertidumbre, es indiscernible; genera perplejidad y asombro. Lo importante, entonces, no es el valor sino el lugar que la verdad pueda adquirir para el vínculo. Entonces, cuando alguien quiere saber la verdad deberíamos preguntarnos si se trata de un goce o de una búsqueda genuina de un saber. El valor dependerá del modo en que los sujetos se ubiquen respecto de la castración. En los vínculos a predominio paranoico por ejemplo, la ultranza a la que se quiere llevar la certidumbre, hace que el o los sujetos coloquen a la verdad en el campo de la razón. Pero como esta se presenta con hiancias, se hace necesario sobrecargar cada uno de sus signos para que la verdad se haga plena razón en la sinrazón.

Es Jaques Lacan (1971) quien plantea que la verdad tiene estructura de ficción, siendo que lo ficticio no es algo que engaña sino una manera denominar lo simbólico. La verdad se juega a través de la eficacia simbólica. La verdad y la apariencia (semblant) se hallan íntimamente ligadas, ya que si es apariencia, es apariencia de verdad. Esto no guarda ninguna relación con la oposición verdadero/falso.

El descubrimiento del psicoanálisis corresponde a un saber que ocupa el lugar de la verdad, un saber agujereado. Existe una disyunción entre saber y verdad dado que esta última evoca el lugar de lo irrepresentable, mientras que el saber se constituye en base a lo representable. En el libro "Los tonos de la verdad" Karoty (1996) afirma que "la verdad no es otra cosa que el camino hacia ella. Se articula con lo indecible, con la falta de exactitud, imposible de representar, agujero alrededor del cual se produce la organización de las representaciones". Para ser verdadero, un discurso no tiene que ser excluyente de otras discursividades. La verdad no es reductible a un concepto que la contenga por entero y para siempre. Entre la verdad y el concepto no hay simetría. Esto implica considerar el carácter alusivo y metafórico de la palabra y las infinitas interpretaciones posibles. Siguiendo esta línea, Foucault (1976) sostiene que cada época presenta su régimen de verdad ligado a un determinado sistema de poder. Cuando el poder se afirma como saber, le hace máscara a la verdad.

En psicoanálisis nos interesa pensar en verdades conjeturales y en tránsito, lo que implica el reconocimiento de enigmas que nos abren a nuevos enigmas, que generan perplejidad y motorizan el deseo, con lo que se inicia un trabajo de producción. Trabajo que apunta a la dimensión de un saber no sabido. El saber no es la verdad. El saber es el desconocimiento que va en busca del conocimiento posible. Implica una actitud que permite preservar viva la capacidad de asombrarse ante lo inesperado y contradictorio de la mente, de los vínculos, y conservar activo el curioso espíritu investigador para seguir interrogándonos y sorprendiéndonos.

 

Notas de autor

1. En un trabajo anterior (Moscona, 1994) comencé a usar el plural para dar cuenta de la variación tanto epocal como en cada vínculo en particular. En esa oportunidad investigué: a) la infidelidad como fidelidad a la familia de origen o a un estado ideal sin fallas; b) como fidelidad al propio deseo; c) como síntoma; d) como condición de estructura; f) como acting. A partir de esas distinciones fui esbozando una tipología sobre las infidelidades. Las consideré a predominio histérico, perverso, adictivo, celoso-celógeno, etcétera, como intento de encontrar rasgos característicos y variantes en relación con las patologías vinculares.

2. En el año 2007 compilé el libro Infidelidades en la pareja: Amor, fantasmas, verdades, secretos, del que además escribí dos capítulos (Quiero saber la verdad ¿Quiero?; e Infidelidades reales, infidelidades virtuales) (Moscona, 2007). Más tarde revisité estas temáticas con otros colegas en Lo obsceno en psicoanálisis de pareja (Barros de Mendilaharzu, 2012). En la mayoría de los casos de infidelidades trabajados en ambos libros los autores observamos que al descubrirse una infidelidad, se producía una marcada propensión hacia los desbordes, los excesos y muchas veces hacia una irrupción de lo obsceno.

3. Novela corporal vincular: expresión metafórica que se refiere al guión original que la pareja crea a partir del lenguaje vivido de sus cuerpos vinculados. Guión que alude al cuerpo de cada uno, al cuerpo de uno en relación al otro y al cuerpo del otro (Berlfein y Moscona, 1998, 2015).

 

Referencias

Barros de Mendilaharzu, G., Eksztain, M., Inda, N., Moscona, S., y Makintach, A. (2012). Lo obsceno en psicoanálisis de pareja. Psicolibro

Berlfein, E. y Moscona, S. (2015). Contigo a la distancia… La era digital y sus efectos en el sujeto y sus vínculos. XXI Congreso FLAPAG, Montevideo, Uruguay.

Berlfein, E. y Moscona, S. (1998). Novela corporal vincular. En C. Pachuk, y Friedler, R. (Eds.) Diccionario de psicoanálisis de las configuraciones vinculares (pp. 267-270). Buenos Aires: Ediciones del Candil.

Código Civil y Comercial de la Nación (CCCN). Ley 26.924. 1ro. de agosto de 2015 (Argentina).

Foucault, M. (1976). Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber. Madrid: Siglo XXI (1995).

Juarroz, R. (1997). Poesía vertical. Buenos Aires: Emecé.

Karoty, R. (1996). Los tonos de la verdad. La Plata: De la Campana.

Kristeva, J y Sollers, P. (2016). Del matrimonio como una de las bellas artes (pp. 16-25). Buenos Aires: Interzona.

Kureishi, H. (1999). Intimidad. Buenos Aires: Anagrama.

Levinas, E. (1982). Ética e infinito. Madrid: La Balsa de la Medusa.

Lacan, J. (1971). La dirección de la cura y los principios de su poder. En Lectura estructuralista de Freud, Buenos Aires: Siglo XXI.

Moscona, S. (1994). Infidelidad o infidelidades en la pareja conyugal. Revista de Psicología y Psicoterapia de Grupo, (12)

Moscona, S. (2007) (Comp.). Infidelidades en la pareja. Amor, fantasmas, verdades, secretos. Buenos Aires: Lugar.

 

 
10ma Edición - Junio 2023
 

 
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