¿Qué
es la muerte perinatal? Según la Organización Mundial
de la Salud "se
refiere a las mortalidades que ocurren desde las 22 semanas completas
(154 días después de la gestación) y termina a
los siete días después del nacimiento". Desde una
perspectiva más abarcativa vamos a delimitarla desde el
conocimiento del embarazo porque consideramos importante poder
validar los duelos de l*s implicad*s quienes sienten la pérdida
de un* hij* más allá de las semanas de
gestación. Múltiples investigaciones en los
últimos años han encontrado que la intensidad de los
duelos en las madres no parecieran tener relación directa con
la edad gestacional al momento del óbito sino que tendrían
mayor injerencia los factores subjetivos ligados al embarazo (Barreto
González, C; Sánchez Bejarano, J. 2019).
Según
Cassidy (2017) "los
bebés que mueren antes de nacer siguen ocupando una especie de
limbo social",
es decir que nadie habla de ellos. No hay estudios ni registros
fehacientes que determinen las causas de la muerte gestacional con el
fin de poder prevenir su incidencia. Partiendo de esto podemos pensar
en duelos desautorizados lo cual tendrá un alto impacto en el
modo de elaborarlos.
La
falta de sistematización interseccional de datos estadísticos
y regulación jurídica/administrativo habla de la escasa
profundidad en el análisis de muertes intrauterinas abriendo
el horizonte de elaborar estrategias y políticas públicas
para investigar causales y números estadísticos en
dichos sucesos. Sólo son estudiados los casos de anomalías
genéticas por sus causales médicas.
En
nuestra legislación tenemos un ejemplo en los protocolos
frente a la muerte gestacional producto de la Trombofilia (tanto
hereditaria como adquirida). Es necesario que la mujer afronte dos o
tres pérdidas consecutivas para que se le realice el examen de
sangre que arrojará el diagnóstico. Si pensamos esto,
¿Cuántos bebés deben morir en el útero
materno hasta que se dictamine la causa y su consecuente
tratamiento?,
La
situación de muerte perinatal acarrea temporalmente y cuando
la persona esté disponible al inicio del duelo perinatal cómo
una consecuencia. Un proceso complejo de elaboración donde la
madre, el padre, la familia deberá enfrentarse al peso de la
pérdida, integrarla en su historia, elaborarla. Durante
muchos años, se habló de la muerte fetal como un "no
suceso" de la actitud del entorno, como una "conspiración
de silencio" y del sufrimiento de los padres, como "catástrofe
subestimada" . En la madre se suman la fragilidad y la
vulnerabilidad de la enfermedad materna primaria de la que hablaba
Winnicott que la prepara para descifrar las mínimas señales
de un hijo vivo pero la deja en carne viva frente al desgarro de la
ausencia de hij*. (Defey, 2011)
Pensamos
en múltiples duelos (Stroebe, Schut, Boerner, 2017): un* hij*
adviene, los roles de madre y padre, la confianza en poder tener
hij*s, la inocencia respecto al embarazo, los familiares y amigos de
los que se esperaba validación y acompañamiento y no lo
hicieron, entre otr*s.
El
mayor obstáculo es en el ámbito social que exige,
duele y presiona encontrarse con duelos es que están
desautorizados, no se habla de ellos, son invisibilizados.
Mucho
se ha hablado del duelo desde la Psicología. Diversos autores
han teorizado acerca del proceso de duelo y lo que conlleva para
quién lo está atravesando.
J
Bolwby (1980) creador de la Teoría del Apego ha planteado
cuatro fases del duelo: la de shock, la de anhelo y búsqueda
de la persona perdida, la de desorganización y por último
la de reorganización. Cada una de estas fases se irá
transitando de acuerdo con las posibilidades subjetivas y el
acompañamiento del entorno. Sin embargo, el autor plantea
también que hay ocasiones en donde el duelo se torna
patológico. Tal es el caso del duelo crónico y la
ausencia de duelo.
El
duelo es una reacción emocional normal ante la pérdida
de un ser querido o de
un estatus humano determinado. El duelo complicado es un constructo
independiente que describe un cuadro clínico de mayor duración
y gravedad luego de una determinada pérdida y que se considera
cualitativamente distinto a los trastornos del afecto
(González-Medina 2010)
No
se debe confundir el sentimiento de tristeza propio del duelo con un
cuadro patológico como puede ser una depresión mayor.
La sociedad tiende a patologizar el duelo perinatal porque no se le
da la entidad que merece. Se considera que dura un breve tiempo y
luego se "sigue adelante". Incluso hasta hace unos años
era común escuchar la recomendación de médic*s,
amig*s y familiares, de buscar pronto otro bebé.
Generalmente
las personas que atraviesan estos duelos, luego del shock inicial
producido por la pérdida, tienen su libido y energía
puestas en tramitar e incorporar en su historia de vida lo
acontecido. Quienes lo transitan no duelan el pasado sino el futuro,
aquello que iba a ser y ya no lo será. El futuro es ahora
incierto.
Se
debería pensar entonces el duelo desde una complejidad bio
-psico -social - transgeneracional, porque de esta manera nos
permite tomar dimensión de las múltiples dimensiones
que lo atraviesan, como en una crisis vital, es entonces que parte
del trabajo de procesamiento del duelo tendrá que ver con las
creencias personales, familiares y socioculturales.
Como
también nos lleva a reflexionar acerca de una visión de
duelo más amplia desde una perspectiva del ciclo
'vida-muerte-vida', una cosmovisión de la muerte
como parte de la vida (Wilber, 1998), una visión integrativa.
'Un
concepto del duelo, no como despedida sino como recupero, como
reencuentro, darle la posibilidad a esa mujer de poder reconciliarse
con la experiencia vivida, reintegrarla, y darle un lugar a ese hijo
en su corazón y en la trama familiar' (García
Medina, 2017).
Reconocer
entonces la muerte gestacional y perinatal permite integrarla al
ciclo psicosocial emocional de la mujer, junto al embarazo , parto ,
puerperio y lactancia. (Alvarez, Claramunt, 2014) evitando así
que sean silenciadas y puedan ser tenidas en cuenta como una
posibilidad probable y no como algo excepcional, que pueda hablarse
de ello, que tenga visibilidad y pueda quizá ser integrado de
alguna manera a los cursos de pre parto.
Rol del/la psicolog* perinatal
¿Cuál
es el rol del/la psicólog* perinatal en esto? ¿Cuál
es el trabajo de abordaje, en estas problemáticas de salud?
¿Cómo ejercemos, facilitamos y garantizamos derechos en
los procesos de atención? ¿Favorecemos estrategias que
permitan soberanía sobre esos cuerpos vivos o muertos?.
Para
contextualizar las reflexiones en torno al rol y las intervenciones
desde el cuidado en situación de muerte perinatales en
principio cabe mencionar que l*s profesionales recrean una
intervención artesanal esto implica acompañar procesos
subjetivos en una situación singular dentro del contexto
institucional, con el equipo interviniente, con el impacto en cada
profesional y con cada personal no médico. El profesional de
la salud mental de Argentina trabaja con un marco legal de avanzada y
progresista. Tal como lo plasma la ley de salud mental no trabajamos
con enfermedad mental, sí con padecimientos mentales.
Trabajamos con el eje de que las personas tienen capacidad en
relación a sus procesos emocionales. Con las recomendaciones
de tratados internacionales y leyes nacionales como la ley 26485 de
protección integral para prevenir, sancionar, erradicar la
violencia contra las mujeres en los ámbitos que desarrollen
sus relaciones interpersonales. La ley 25929 la cual establece
garantías de prestación y aplicación de atención
en torno a la mujer embarazada, en trabajo de parto, parto y posparto
con carácter obligatorio tanto para el sistema público
como privado. Trabajar desde una perspectiva de géneros y
derecho nos permite estar atent*s a discursos universales,
normalizantes, hegemónicos en la escena de salud para
interpelarlos y favorecer el acceso a la salud como un derecho.
Nos
abocaremos en este apartado a reflexionar sobre las intervenciones,
roles, modalidad de trabajo y abordaje en relación al rol
del/la psicolog* perinatal en las muertes de hij*s deseados.
Situaciones que tienen lugar en unidades de cuidados intensivos
neonatales o salas de parto.
Una
visión adaptativa del proceso permite discernir en qué
momento una intervención podría ser útil y en
qué momento inadecuada, así como cuáles pueden
ser los distintos objetivos terapéuticos para cada etapa del
proceso de recuperación. El modelo ha ido definiéndose
y probándose a lo largo de estos años, incorporando
además las recientes contribuciones clínicas y teóricas
realizadas por especialistas en estos últimos años
(Payàs Puigarnau, 2010).
Entender
que las relaciones interpersonales en el ámbito de la salud
son relaciones sociales por lo cual implica comprenderlas en tensión
con los conceptos de poder, estereotipos, mandatos, roles asignados
por el sexo, status, clase, etnia que influye en la comunicacion con
l*s integrantes de los equipos y la mujer que acude por asistencia.
La
urgencia psicológica se inscribe a nivel individual y también
en el ámbito del equipo quien asiste, tiene que tomar
decisiones, informar y consensuar con la persona los procedimientos a
realizar tanto en el cuerpo de la embarazada como en el cuerpo del
hij* durante la permanencia en la UCIN. Plantearlo en términos
de situaciones límites en la vida de las personas, inscripción
del trauma, la muerte perinatal de un hij* marca la situación
impreparable para el yo. Cuando irrumpe en la escena de salud la
muerte hay tres movimientos que uno observa en la clínica.
Enfrentar la escena en la cual uno no puede escapar pero puede tener
temor, estar ahí implica aterrorizarse y hasta enloquecer,
sobrellevar las expectativas vs la realidad de la vida y la muerte
dando lugar a la palabra. La tarea del/la psicolog*a perinatal deberá
construir esa intervención desde la confianza, la
disponibilidad, la escucha, la espera, la observación
participante, con su propia impronta puesta al servicio de la
subjetivación de la pérdida para luego dar comienzo al
duelo. En relación a la intervención en UCIN es
importante destacar que a las afecciones físicas en el cuerpo
del bebé se las considera como una experiencia traumática
tanto para él como sus afectos y referentes afectivos. En este
sentido Vega (2006) retomando a Penn(2001) habla de trauma relacional
para referirse a esta experiencia. Su propuesta es generar nuevos
relatos donde se atienda a la prevalencia de metáforas
negativas: dependencias, deficiencias. Lo peor que puede suceder a
estas familias es silenciarse, no poder comunicar la angustia y
aislarse tanto entre sus lazos cercanos como sociales.
Las
intervenciones en salas de maternidades y en neonatología,
donde las situaciones de muerte perinatal ocurren, permiten observar
la práctica y el gran trabajo entre las personas y con los
equipos para favorecer derechos con intervenciones efectivas que dan
lugar a espacios habilitantes para el deseo y las decisiones
difíciles, favorecer aún en el horror la autonomía,
capacidad y dignidad de las personas.
Generar
esos espacios de reflexión entre los miembros del equipo da
lugar al compartir ideologías como así también
democratizar saberes sobre los que nos pasa y nos pasó en el
durante y post intervención. Entonces ¿Qué
significa formar parte de un equipo interdisciplinario como psico
perinatales? Es una forma de conocimiento aplicado que se produce en
la intersección de los saberes. Hace referencia a las
diferentes miradas, al desarrollo científico-técnico, y
a la profundización de los conocimientos. Se crea un modelo de
trabajo donde las diferentes especialidades planifiquen sus recursos,
necesidades, y medios propios y se articulen interdisciplinariamente
(Stivelman, 2011).
Muchas
veces en el lenguaje y descripción de las situaciones de salud
gineco/obstétrica, llamar FM (Feto muerto) a la muerte
intraútero de un hij*o por nacer de un* gestante por parte del
equipo médico aparece entonces la actitud defensiva frente a
la situación difícil de tolerar de asistir un parto de
un hij* sin vida ahí donde se esperaba que el parto sea una
fiesta y bienvenida a la vida se espera la muerte con el silencio
insoportable para los médicos. Se los forma y capacita para
recibir vida. Frente a esta situación, la disociación
afectiva es operativa y necesaria, a pesar de que en ciertos casos
puede presentar reacciones extremas como un intenso compromiso
emocional con sentimientos de impotencia, o por el contrario
actitudes de omnipotencia y anestesia efectiva o violencia. Los
espacios de reflexión son una puesta a trabajar en la salud
mental de l*s profesionales cuidando a los que cuidan en la tarea
diaria, (Cigarroa, 2011).
La muerte implica procesos subjetivos y demanda políticas de cuidado
El
duelo que esa familia atravesará comienza con otro, quién
va a comunicarles la noticia, quién les explicará o no
sus posibilidades y derechos, quién tendrá la
posibilidad de otorgarles dignidad en el proceso.
Santos
Redondo, Yáñez Otero y Al-Adib Mendiri (2015) proponen
como "cuidados primarios del duelo" el poder explicar de
modo detallado que va a suceder a lo largo del proceso de pérdida,
permitirles decidir dentro de las posibilidades si quieren ver a su
hij*. "Normalizar" (el comillado es nuestro) lo que están
atravesando validando sus emociones. Y por último resaltan no
culpabilizar a l*s *adres dado que esto puede promover un duelo
patológico.
Estos
hij* deseados y esperados de acuerdo a la Ley 26994 "Si no nace
con vida, se considera que la persona nunca existió".
Ni
enfermo, ni vivo, desecho patológico inexistente en la vida
jurídica para percibir garantías y ejercicio del
derecho como sujet*s en el orden sociales eso implica que esos *adres
en su responsabilidad compartida tampoco.
En
la Provincia de Buenos Aires rige la Ley 14078, y es en el artículo
°50 donde se establece que si la pérdida es menor a las 20
semanas de gestación la inscripción de la defunción
es electiva. En el caso de que sea posterior a ese tiempo se
procederá a certificar la muerte a nombre del padre o la madre
tanto si el óbito es intraútero o intraparto.
Quiere
decir que no sólo el duelo es invisibilizado también la
inexistencia del lugar social de ese niñ* muerto intraútero.
Si partimos desde ahí podemos pensar en un duelo por un hij*
que no tiene estatuto de persona.
Al
no existir protocolos para la atención frente a la muerte
gestacional y perinatal la mujer en duelo suele ser internada en el
piso de maternidad donde en muchas ocasiones termina compartiendo
habitación con otra mujer y su bebé o bien escuchando
los llantos de l*s recién nacid*s de otros cuartos o de la
nursery. Es importante que esto no suceda, que se les conceda a estas
mujeres un espacio en otro sitio alejado de la maternidad de la
Institución y se les ofrezca atención psicológica
durante su internación.
También
es necesario informar al personal no médico acerca de la
pérdida dado que por desconocimiento de los hechos suelen
dirigirse a estas mujeres con términos peyorativos tales como
"mami" "mamita" cuando ingresan al cuarto,
incluso preguntando dónde está su bebé. Esto
enfrenta a las mujeres en duelo a tener que dar la misma explicación
una y otra vez, reviviendo la pérdida que aún está
en carne viva.
Otra
situación compleja es la que deviene de la lactancia cuando el
embarazo estaba avanzado o el bebé fallece intraparto o a las
horas de nacid*. No se suele informar a la mujer acerca de sus
opciones respecto a la Lactogénesis. En general se inhibe la
lactancia de modo farmacológico sin tener en cuenta su
opinión, su deseo y sus antecedentes. Suele utilizarse la
cabergolina como inhibidor de la prolactina siendo que se han
registrado numerosos casos en los que su uso desencadena cuadros de
psicosis puerperal sobre todo cuando se registran antecedentes
psiquiátricos (Salinas Botrán, Urgelés Puertolas
y Peregrin Abad. 2012).
Cuando
la maternidad en duelo comparte tareas de cuidado de otr*s hij*s o si
pueden llegar a tener un* hij* lactante y al inhibir la lactancia sin
su consentimiento les impiden seguir sosteniendola con aquell*s. Esta
situación genera mucho dolor, culpa y la podemos ubicar como
un factor de estrés adicional debido al mal manejo de las
Instituciones.
La
inhibición farmacológica suele utilizarse en detrimento
de la fisiológica. En este caso se estimula muy poco el pecho
y se va acompañando la progresiva disminución de la
leche hasta que el propio cuerpo registra que no hay bebé
allí.
Otra
opción poco difundida es la donación a bancos de leche.
Muchas madres lo vivencian como una experiencia altruista, un modo de
mantener el recuerdo de sus hij*s vivo, que su breve paso por la vida
ayude a otros. La sociedad suele considerarlo morboso, es una
práctica incomprendida pero quienes la realizan la vivencian
como una ayuda al trabajo de duelo. Les permite ir integrando
lentamente esta pérdida a su vida.
Consideramos
sumamente importante poder informar acercas de las distintas
alternativas y lo esperable en cada una de ellas para así
poder tomar una decisión al respecto. El personal de Salud
debe estar capacitado para poder informar de modo empático,
para sostener a quienes están atravesando esta pérdida.
Desde
nuestro rol como psicolog*s entendemos que toda pérdida
necesita ser elaborada, historizada y validada. No importa la edad
gestacional al momento del óbito, el dolor no se mide por peso
y tamaño. Se suele silenciar los duelos tempranos por no
considerarlos válidos, no hay respuesta frente a un dolor para
el que ni siquiera hay un nombre asignado. Entonces ¿Qué
nos parece importante tener en cuenta frente a estos casos? La
formación de l*s distint*s profesionales de la salud en la
temática, la comprensiòn de la importancia a la hora de
comunicar la noticia, ésta debe darse de manera clara y
cuidada. Se trata de poder preguntar si la madre quiere estar
acompañada por otra persona al momento de hablar con ella de
lo acontecido; informarle de cómo será el proceso, que
puede esperar, que necesita y debe saber para afrontarlo. Queremos
subrayar la importancia de ser protagonista activ* de la mayor
cantidad de decisiones posibles, como por ejemplo si la pérdida
será de modo natural, respetando los tiempos fisiológicos,
si se darà con indicaciòn farmacológica o si se
recurrirá a un legrado. Para poder tomar estas decisiones se
necesita brindar la información pertinente respecto de la
implicancia de estos procesos,
No
infantilizar a la mujer gestante es de extrema prioridad. Se suele
pensar que en ese momento de shock está imposibilitada para
tomar decisiones y queremos reivindicar su rol activo en el
acontecimiento. Todo esto inaugura un proceso de duelo cuyo tiempo de
elaboración será subjetivo, dependiendo no sólo
de estos primeros momentos en las instituciones de salud sino también
de la red de apoyo con la que cuente, sus recursos internos, los
duelos previos si los hubiese, entre otros.
Posicionarse
desde una perspectiva del cuidado implica interpelar los marcos
normativos, clasistas, sexistas, racistas, cissexistas donde se
desarrollan estas relaciones sociales entre mujer, personas
gestantes, familias y el equipo de salud.
Urge
un protocolo de atención que funcione de organizador frente a
estos casos, que le de un lugar al rol de l*s psicólog*s
perinatales para que puedan acompañar a quienes estén
transitando la pérdida y trabajar interseccionalmente,
institucionalmente con servicios de
tocogineco-obstetricia-neonatología en su implementación,
acompañar intervenciones junto al equipo interviniente.
Como
Psicólog*s perinatales es nuestro rol acompañar desde
un lugar respetuoso, escuchando las distintas necesidades. Entendemos
que aún cuando el duelo es individual el cuidado debe ser
colectivo. Acompañar a las familias en el atravesamiento de su
pérdida siendo facilitadores del lazo social, que trasciende
el dolor personal lo sostiene y no lo invisibiliza.
Los
procesos de acompañamiento tienen como contexto un tiempo
histórico donde el dolor es también potencia, una
potencia colectiva, femenina, ' lo femenino como potencia'
dando lugar al surgimiento de los grupos de duelo, fundaciones o
asociaciones. Lorde,
escritora afroamericana, habla de los Usos de lo erótico: lo
erótico como poder, el cual a las mujeres se nos obliga a
suprimirlo a favor de pautas de poder patriarcal y dice: En realidad,
lo erótico ofrece un manantial de fuerza inagotable y
provocadora a la mujer que no teme descubrirlo, que no sucumbe a la
creencia de que hay que conformarse con las sensaciones. Lo erótico
es un espacio entre la incipiente conciencia del propio ser y el caos
de los sentimientos más fuertes. Es interesante pensar esta
concepción del poder en nuestras relaciones humanas y sobre
todo en momentos emocionales tan intensos y transformadores. (Lorde,
2003)
A
la primer instancia de retrospección, conexión con un*
mism*, sumergid*en un profundo silencio y aislamiento, le sigue un
momento donde se encuentra un puente con el exterior, con la
necesidad de expresarse, de hablar con otr*s que hayan pasado por la
misma experiencia de pérdida (Kübler Ross, 2016) y la
necesidad de entramarse, de armar redes de sostén o grupos de
apoyo donde 'se encuentran al calor de un relato en común
' (Nuñez, 2007).
Esta
experiencia les permite sentirse reconocid*s, nombrar y autorizar
ese dolor, resignificando el duelo desde una mirada humanista,
despatologizadora, integrando lo bio psico social, haciendo visible
lo invisible, poder expresarse y compartir. 'Encuentran apoyo,
se validan, se acompañan, se consuelan y se ahonda en la parte
de cambio y crecimiento que supone la pérdida ',
transmite (Álvarez, 2009).
Siguiendo
este lineamiento se considera al duelo como un proceso emocional,
como
un
movimiento saludable que permite conectarse con el dolor, poder
expresarlo y compartirlo con otr*s.
Se
sabe que lo no dicho, lo no integrado, lo no reconocido se manifiesta
inconscientemente, como heridas o memorias del dolor tomando todas
las áreas de la vida. Puede llevar a un padecimiento mayor,
tornarse crónico o patológico si no se cuenta con una
red de apoyo disponible según refieren autores como Worden
(1997). Lo social entonces, es un factor fundamental en la
elaboración del duelo aseguran estudios realizados desde la
psicología de la personalidad y la psicología social
transcultural (Parkes y Weiss, 1983) junto a un acompañamiento
terapéutico adecuado.
Puede
así observarse un pasaje desde el el dolor y duelo
individual a lo colectivo, hacia la conciencia colectiva,
transpersonal. Un amplio campo se comienza a abrir, desde las redes
sociales, campañas de visibilización, formaciones de
duelo, fundaciones, donde la fuerza de ese dolor se transforma en
lucha o activismo fijando una posición, tomando un
protagonismo que antes no tenía.
Hoy
puede hablarse del campo del duelo, un campo donde se gestan
proyectos de leyes, proyectos de protocolos, guías y
recomendaciones de un mejor proceder institucional.
Sin
dudas son formas de atravesar el duelo como proceso subjetivo,
único, individual
pero
enlazado a lo colectivo por ejemplo para la reivindicación de
derechos.
Derecho
a un parto respetado aún si el beb* falleció en el
vientre, derecho a una muerte digna, derecho a estar acompañad*,
tanto la madre, mujer, gestante como el hij*.
Esta
conciencia colectiva conforma una unidad, otorgando un sentimiento de
pertenencia e identidad a quienes la integran, compartiendo
conocimientos, ideas, creencias y actitudes comunes entre sí,
como explica Émile Durkheim y Carl Jung.
Algunas conclusiones
Nos
parece importante enmarcar nuestra postura ética profesional
desde una perspectiva de géneros y derechos. En la actualidad
presenciamos múltiples maneras de tener un* hij*, pero no
pensándolo simplemente desde lo cisnormativo sino incluyendo
las disidencias: familias homo/monoparentales, lesbo/monomarentales,
subrogación de vientre, hombres trans, entre otros.
Cuando
hablamos de duelo perinatal debemos incluir y cuestionarnos nuestra
mirada acerca de quiénes son los sujetos en duelo. La visión
heteronormativa y patriarcal de la sociedad nos lleva a normativizar
y asignar roles desoyendo a las individualidades que nos interpelan.
No
debemos confundir ser mujer con ser gestante o madre. Quién
gesta no necesariamente asume esa función, sino que esta
deviene de un deseo que en todos los casos será único y
singular. Giberti (2017) menciona como el deseo de maternidad se ve
interferido por los mandatos culturales en relación al fin
biológico/reproductivo de la mujer.
Socialmente
se observa una distinción en los roles de quienes son los
sujetos que transitan los duelos de acuerdo a su género. De la
mujer se espera que pueda reponerse de la pérdida y buscar
prontamente otro embarazo con el fin de realizarse como mujer madre.
Esto responde al mandato social de felicidad plena a partir de la
gestación, del rol de la mujer cuyo fin biológico es la
maternidad, gestación y los cuidados. Por supuesto que la
dimensión deseante queda anulada así como también
la desolación por el duelo que se está atravesando y el
desconocimiento del entorno de la necesidad de validación de
la pérdida. No se pierde un embarazo, se pierde un hij*, se
pierde la inauguración del rol materno/paterno. Es el futuro
el que entra en jaque al caer el ideal que se había ido
gestando.
Podemos
pensar el duelo como una herida narcisista, una "falla"
en el cuerpo que rompe con el mandato social de la felicidad en la
gestación y la productividad de la mujer al tener
descendencia. Esta herida no es sólo física sino
también psíquica. El deseo, la libido, la ilusión,
las propias fantasías están puestas en juego en ese
bebé.
Badinter
(1991) menciona que ciertos autores han plasmado la imagen de la
mujer madre como "abnegada y sacrificial", coincidente
con el discurso del instinto materno. Entonces ¿Cómo
pensar este mandato en los casos de duelo gestacional/perinatal?
¿Cómo se ubica esta madre allí? Estos discursos
totalitarios tienden a generar mucha culpa dado que no se pudo
cumplir esa función materna de protección y cuidado de
su hij*.
Del
hombre se espera que sea el sostén de aquella. No hay lugar
para las emociones, sino que se silencia su padecimiento porque debe
mostrarse fuerte para su mujer. Esto conlleva un trabajo psíquico
extenuante debido a los mandatos de fortaleza que obturan las
subjetividades de los actores en juego generando un gran
padecimiento.
Es
importante poder corrernos, como mencionamos previamente, de los
discursos binarios. El duelo es un proceso subjetivo que se atraviesa
independientemente del género, y se irá transitando de
acuerdo a la existencia o no de un deseo de hij*. Esos mandatos
acerca del deber ser, o lo esperado obturan la subjetividad de l*s
*adres.
Es
a partir de esto que entendemos el duelo como un proceso dinámico
que se irá dando a lo largo del tiempo, con sus avances y
retrocesos.
Validar,
acompañar e historizar como parte de todo proceso de duelo
sano que debería ser acompañado de tratamiento
psicológico si así lo requiriese. Para lograr esto
necesitamos que se tome en cuenta la Salud Mental en el abordaje de
los duelos perinatales y gestacionales, en un entrecruzamiento de
discursos cuyo eje central será siempre el bienestar integral
de las mujeres y su contexto.
A
modo de cierre, hablar sobre el/los contexto/s, texto y lenguaje, la
temporalidad, el género, la información, el lugar de
l*s sujet*s que transitan estas situaciones de salud, las familias,
el rol del equipo y cada profesional se plantean como elementos que
tienen como territorio en común el cuerpo de la mujer y su
salud reproductiva, una dimensión que incluye la vida y la
muerte, los nacimientos y las muertes perinatales/gestacionales. Lo
cual abre un espacio de doble entrada, por un lado construir un modo
de trabajo entre disciplinas y por otro un modo de atención
que brinda a las personas equidad y asistencia para la complejidad de
acompañar estas situaciones de vida.
Notas
de autor
El
término mujer está entendendido como sujeto político
e incluye en su extensión a las personas gestantes.
*El
asterisco manifiesta nuestra postura de querer visibilizar a lo largo
del texto otros discursos que no tipifican, ni condicionan el
sentido. Entendemos que nombrar las cosas con un enfoque universal,
binario y normativo no es parte del cambio cultural y social. El
lenguaje no es inocente y crea realidad. El lenguaje inclusivo
introduce y también activamente los movimientos sociales la
mirada de equidad y género.
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