Introducción
En la ciudad de Buenos Aires (CABA) la presencia social de los
mayores, para bien o para mal, nunca fue tan visible como en la
actual situación de pandemia. Esta presencia, en el discurso
social, contrasta con la distancia física impuesta por la
extendida situación de confinamiento de las personas mayores
(PM). Presencia social a nivel simbólico, tanto por la
intervención nunca antes tan frecuente de los gerontólogos
en los medios, en las redes y en seminarios virtuales, que instalaron
de modo muy notable el tema del envejecimiento como así
también, por la voz de los mayores, la defensa de sus
derechos. Ambos actores sociales, gerontólogos y personas
mayores, tuvieron una presencia activa que debiera ser aprovechada
para la revisión y mejora de diversos aspectos que hacen a las
políticas públicas y a su vida cotidiana.
Desde su comienzo, en oriente, se reveló que la población
adulta mayor es el grupo poblacional de mayor riesgo. Los datos
fueron contundentes: al 15 de junio en la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires (CABA) y en la provincia de Buenos Aires (PBA) se
encontraba el 90 % de la población enferma y el 78 % de los
fallecidos. En CABA había 13.069 casos positivos y 297
fallecidos, de los cuales el 86% de los casos positivos eran menores
de 60 años, mientras que el 80% de los fallecidos fueron
mayores de esa edad.
A
partir de estos datos, según planteaba la Red Corv (2020), se
generalizó la afirmación de que las personas mayores
eran las que se encontraban en mayor peligro ante la expansión
vertiginosa del coronavirus, en parte por el mayor deterioro del
sistema inmunológico, pero también, por la presencia de
enfermedades crónicas que obstaculizaban su recuperación.
Por ende, acrecentaban el nivel de riesgo ocasionando que fuera más
probable requerir de hospitalización y de los servicios
especializados de cuidados intensivos, los cuales tenían una
disponibilidad limitada. Es por esto que, en forma reiterada, se
dijera que se debe "…tener muchísimo cuidado con
nuestros mayores porque es la población más vulnerable
al coronavirus" {ver nota de autor}, logrando en muy poco
tiempo, que uno de los grupos poblacionales más
invisibilizados y marginados adquiera un "aparente"
protagonismo en los discursos de las autoridades políticas,
expertos sanitarios, en los medios de comunicación y en redes
sociales. (Red Corv, 2020).
El ´extremo cuidado´ con los mayores se deslizó en
varias ciudades de la región, a partir de una concepción
simplificadora que pone el acento en su vulnerabilidad biológica,
hacia un discurso prejuicioso instalado en los medios de comunicación
y hacia políticas paternalistas y avasalladoras de la dignidad
de las PM. Es así como gerontólogos y PM participaron
activamente a fin de rebatir estereotipos y generalizaciones que
adquirieron notable difusión, pronunciándose contra
medidas restrictivas de sus derechos.
Estos diversos protagonismos dieron cuenta de la realidad de las
´vejeces´. Se hizo público y evidente que no se
puede hablar de ´la vejez´ desde una visión
generalizadora que no tenga en cuenta el envejecimiento diferencial.
El acento puesto en la vulnerabilidad responde al prejuicio de que al
pasar los 60 nos volvemos más débiles en todos los
sentidos del término. En una nueva expresión de
reduccionismo, se recorta y destaca en la persona mayor su condición
biológica, soslayando que un ser humano no se define sólo
por lo que le sucede a su organismo. Se hace necesario diferenciar el
desgaste inevitable a nivel orgánico, de la fortaleza
subjetiva que puede poseer la persona mayor, la cual salió
airosa de diversas situaciones de adversidad a lo largo de su extensa
vida, compensando con resiliencia el desgaste biológico.
De tal modo, adquirieron protagonismo a través de su
testimonio activo, modelos de vejeces alternativos al instituido, por
parte de personas activas física y mentalmente, en condiciones
de decidir por sus vidas, de elegir vivir solas o acompañadas,
sostenidas por sus redes de apoyo, aún dependientes y
residentes en hogares de larga estadía, en condiciones de
ejercicio de su autonomía.
En la región latinoamericana se han realizado diversas
investigaciones acerca de cómo han atravesado las PM el
distanciamiento físico. Sus resultados coinciden en que han
prevalecido comportamientos más resilientes en las PM que en
los otros grupos poblacionales, como lo manifiestan psicogerontólogos
cubanos (Orosa Fraíz, 2020), el Observatorio del
Envejecimiento de la Universidad Católica de Chile (PUCChile,
2020) y la Facultad de Psicología (UBA) (Diario Página
12, 2020), en la ciudad de Buenos Aires. Sus resultados son
coincidentes en que, por lo general, las personas encuestadas
declararon sentirse "muy bien" o "bien" y la
mayoría se presentaba optimista, con un foco en la
preocupación por personas cercanas, ya
sea por su posible exposición a la enfermedad o por
posibles cambios en su situación socioeconómica/laboral,
por sobre la preocupación propia. Además, dicen haber
mantenido una alta frecuencia de comunicación con otras
personas, preferentemente con la familia y los amigos, a través
de diversos medios, incluidas las redes sociales.
Los estudios dan cuenta de que están mejor preparados que
otros grupos etarios para afrontar el aislamiento obligatorio. Ese
mismo aislamiento, según las respuestas, sirvió para
que un porcentaje importante incorpore nuevas herramientas en su
interacción con la tecnología, y nuevos aprendizajes en
general.
Respecto a contar con apoyos en actividades del día a día,
una gran mayoría ha tenido alguien que le brinde ayuda en
actividades como acceso a la atención médica, trámites,
compras, apoyo emocional y tareas del hogar. Ha sido éste un
factor que, desde lo social contribuyó al desarrollo de
resiliencia.
Estas investigaciones dan pie a preguntarnos cómo es que en un
contexto epidemiológico, cultural y social como el descripto,
las PM pudieron desplegar resiliencia. Desde la visión
compleja que se requiere tanto para abordar el envejecimiento en sí,
como para analizar en amplitud lo que representa una pandemia,
sabemos, como aportan los resultados mencionados, que son múltiples
los factores a tener en cuenta: que el mejor nivel educativo favorece
la resiliencia, que inciden también factores socio-económicos
y ambientales (existencia de viviendas dignas, o bien condiciones de
hacinamiento, acceso a la salud y a una sana alimentación) así
como los factores biológicos (co-morbilidades existentes). Se
debe considerar también la circunstancia vital de las PM, en
su mayoría en condición de jubilados, lo cual implica
que no les haya afectado de igual modo que a los más jóvenes
la restricción de trabajar, al igual que el hecho de no tener
que hacerse cargo cotidianamente de la atención de los niños
en edad escolar. Todos estos factores habitualmente causantes de
emociones negativas en otras generaciones, pero que no alcanzan por
sí solos a dar cuenta de las vivencias y aspectos
socio-emocionales que manifestaron las PM que lograron atravesar con
resiliencia la situación de pandemia. Cuáles factores
personales protectores han favorecido una respuesta resiliente ante
esa adversidad, es lo que se propone aportar este
escrito.
Marco de referencia
"No
son los más fuertes de la
especie
los
que
sobreviven,
ni los
más
inteligentes.
Sobreviven los
más
flexibles
y adaptables a
los
cambios."
Charles Darwin (El origen de las especies, 1859)
El objetivo de este trabajo es exponer, desde la óptica de la
Teoría de la Identidad Flexible como factor protector en el
curso de la vida (Zarebski, 2019), el comportamiento psicosocial de
las PM en situación de pandemia, como una ocasión
privilegiada de adversidad en la que se ha puesto en juego la
resiliencia que han adquirido a lo largo de su envejecimiento.
Las PM suelen ser invisibilizadas o vistas como vidas sin valor
social. Por el contrario – y paradójicamente - la
pandemia y las situaciones de cuarentena que se aplicaron en especial
a esta franja de población, fueron la ocasión para
poner de relieve la presencia social de los mayores y del
envejecimiento de distintos modos y con distintos aportes que iremos
desarrollando. A pesar de la vulnerabilidad biológica, que
arrojó un porcentaje importante de letalidad en mayores, la
gran mayoría pudo
contrarrestar y compensar esa vulnerabilidad biológica con
factores personales protectores, aún en condiciones de
vulnerabilidad social.
Por lo tanto, enfocaremos cómo opera la subjetividad en juego
en interrelación recursiva con los factores biológicos
y sociales que inciden en el envejecimiento.
Venimos sosteniendo que contar con una identidad flexible es el
factor personal protector para el curso de la vida. A través
de las diversas investigaciones mencionadas que se han llevado a cabo
en nuestra región latinoamericana, se pudo comprobar que, en
su gran mayoría, han logrado desplegar los factores personales
protectores que se derivan de contar con una identidad flexible. Son
el fruto de una vida en que esa flexibilidad les permitió
sobrevivir a las pequeñas o grandes pandemias cotidianas a lo
largo de su existir.
La flexibilidad, esa capacidad para soportar contradicciones,
paradojas y cambios, que los investigadores ubican como uno de los
rasgos de la sabiduría en la vejez, es una condición
humana cognitivo-emocional esencial para generar y sostener la
plasticidad neuronal, la fluidez en nuestra red interna
PsicoNeuroInmunoEndócrina, así como la plasticidad
corporal y la apertura al armado de redes vinculares.
El
gran desafío que nos plantea el envejecimiento en el plano
personal es el modo
en que nos posicionamos frente a los límites y
transformaciones que
el curso vital nos va poniendo en evidencia a través de
cambios y pérdidas, con mayor o menor gradualidad y
previsibilidad.
El cambio en la identidad que se produce a partir de la viudez, luego
de toda una vida compartiendo el espacio vital con otro
significativo. Del mismo modo que la transformación por la
pérdida -a veces abrupta- de un rol laboral, el crecimiento e
independización de hijos y nietos, son ejemplos de la posible
reducción del espacio psíquico, vital y social
consecutivo a la pérdida de roles que, en algunos casos y bajo
condiciones psíquicas determinadas, podrán llevar al
empobrecimiento del mundo relacional y a una vida vaciada de
contenidos.
Es importante que ese vínculo, ese rol, no haya sido adoptado
como el sentido único de la existencia, como coraza
inamovible, como única definición de sí mismo, y
que se cuente con la suficiente riqueza psíquica que permita
compensar pérdidas con ganancias, a fin de renovar el sentido
de la vida con nuevos ideales a alcanzar, encarando así el
desafío de llenar los vacíos creativamente.
El grado de flexibilidad o de rigidez llevará a la aceptación
o no de los cambios y las transformaciones, que implica el
envejecimiento para la propia identidad, y se pondrá en juego
respecto a puntos de vista, hábitos y rutinas, pérdidas,
roles y vínculos.
La Reserva Humana
Para el armado de una identidad flexible y el sostenimiento de un Yo
suficientemente complejo a lo
largo de
la vida
no es
suficiente con
poner el foco en
la "reserva
cerebral‟ o en
la "reserva
cognitiva‟,
como
se
viene investigando
en
las últimas
décadas.
Pues
así
seguiríamos
poniendo el
acento en
cuestiones parciales, sostenidos en el determinismo lineal. Debemos
encarar la construcción por parte del sujeto de un andamiaje
constituido por: {ver figura 1}
En la construcción de esta Reserva Humana, se irán
afianzando los factores protectores en el envejecimiento. Hablar de
"reserva" responde a una perspectiva futura que podrá
ser de carencia, por lo que se requiere una preparación
anticipada a lo largo del curso vital para hacer frente a esa posible
y, en algunos aspectos,
previsible carencia: hay desgastes inevitables. ¿Se podrá
contrarrestar esa disminución a través de actividades
diversificadas y un Yo suficientemente rico y
estimulado?
¿No es esto acaso lo que comprobamos en tantas personas que se
mantienen activas y participativas hasta edades avanzadas? ¿Acaso
se podría atribuir su estado físico sólo a
causas genéticas o a su sana alimentación y sus hábitos
saludables?
Enfocar la subjetividad en las distintas trayectorias conducentes a
diversas vejeces, aporta a la gerontologia social y biológica
la visión compleja de las trayectorias humanas en el curso del
tiempo y faculta nuestras intervenciones a fin de favorecer el cambio
cuando detectamos estructuras cristalizadas.
Se trata, desde cualquier disciplina, o mejor, desde la inter y
transdisciplina, de hacernos cargo de mantener flexible nuestro
propio entramado.
Visión compleja e
interdisciplinaria del ser humano envejeciente. ¿Cómo
sostener la vida en la vejez?
"La
trama de la vida es una
red
flexible
en continua fluctuación. Cuantas más
variablesse
mantengan fluctuando, más dinámico será
el
sistema y
mayor su capacidad para adaptarse a los
cambios."
Fritjof
Capra
(2009)
Fritjof Capra, físico y ecólogo austríaco nos
adelanta, en el epígrafe, lo que caracteriza y distingue a
todo ser vivo de lo que no lo es. Y por ende, a la trama vital
humana. En todo ser vivo, en cuanto red, serán su
flexibilidad, fluctuación continua y variabilidad, las
condiciones para su dinámica adaptación a los cambios.
La pregunta que cabe plantearse, a partir de esta concepción
de la vida como red que se recrea a través de los cambios, es
cómo se sostiene la continuidad de la identidad del ser humano
envejeciente de modo que implique la autotransformación ante
los sucesos cambiantes del envejecer, los cuales operarán como
puntos de bifurcación.
La Teoría de la Identidad Flexible como factor protector en el
curso de la vida, retoma y rescata los planteos de las teorías
que fueron conformando el Paradigma del Curso de la Vida (Zarebski,
2011-b), en el cual se enmarca hoy en día el abordaje del
transcurso vital. Nos permite comprender el atravesamiento emocional
de las PM por diversas situaciones de adversidad, con lo cual la
pandemia se constituyó en una oportunidad privilegiada para
poner a prueba este marco
teórico.
En tanto enfoque que se propone aportar a la comprensión de la
subjetividad en juego en el proceso vital y en las últimas
etapas de la vida, en la cual habitualmente sólo se visualizan
los factores biológicos y socio-culturales que lo atraviesan,
destaca a la identidad y su flexibilidad como factor protector nodal
del cual se derivarán los diversos factores protectores que
permitirán arribar a un envejecimiento satisfactorio
(Zarebski, 1999, 2004, 2005, 2008, 2011-a, 2014, 2015).
Lo que estamos postulando es que, si el sujeto se mantiene
estimulado, activo, en movimiento fluido y permeable, lo que equivale
a decir: flexible, abierto y fluctuante, esta renovación del
sentido de su vida y de sus redes de apoyo tendrá un efecto
enriquecedor en las redes internas biológicas, emocionales y
cognitivas.
Es decir que se trataría de sostener e incrementar la
complejidad del sujeto para compensar la pérdida de
complejidad de los mecanismos biológicos de regulación–
el camino de la entropía. Más que tratarse de la
determinación genética, lo determinante es lo que haga el sujeto con su propia vida y lo que el medio y los
profesionales podamos contribuir a que logre hacer, a través
de nuestras intervenciones.
Según vemos, el abordaje complejo, recursivo, del entretejido
dinámico del proceso de envejecimiento requiere de la
integración interdisciplinaria del campo gerontológico
para dar cuenta de su entramado.
De tal modo, las vicisitudes de la posición frente a los
límites irá acompañando al sujeto en todos los
planos de su transcurrir vital, incluido el gran límite: la
muerte.
De este núcleo se derivan las diversas posiciones que los
sujetos irán adoptando frente al proceso del envejecimiento y
los consecuentes factores de riesgo psíquico o bien
protectores frente a este proceso, según el grado de
aceptación de los límites y apertura a la
autotransformación.
El camino de la identidad rígida y simplificadora
El camino que sigue un Yo simplificador, mediante cortes y nudos en
la red, con pobres apoyos, sin ideales, con encuentros rutinarios que
empobrecen su psiquismo y dejan espacios mentales sin transitar, es
el que lleva al estancamiento y al camino del deterioro: adherir
férreamente a vínculos, valores, objetos, como modo de
colmar los vacíos. Este camino lo va encapsulando tras una
coraza -a fin de no replantearse nada- que lo deja en situación
de extrema vulnerabilidad ante el menor cambio en su estrecho mapa
vital.
Además, en un contexto cultural y familiar en el cual se
absorben acríticamente los valores culturales vigentes, con
una familia disfuncional, o en soledad o aislamiento afectivo, con
carencia de redes de apoyo, este modo de funcionamiento –
cognitivo, emocional, vincular, familiar, cultural – irá
produciendo efectos en el funcionamiento cerebral: se irán
creando tabiques, escotomas y empobrecimiento de conexiones, es
decir, baja mentalización. Con escasos pensamientos (lemas
vacíos, latiguillos, fórmulas), con pocos objetos a los
que aferrarse, pretenderá dar respuesta a todo, obturando
cuestionamientos, carencias o elaboración de pérdidas.
Es que una vida de pobreza psíquica, afectiva y de vínculos,
presagia en mayor medida que la pobreza material y cognitiva, un
envejecimiento perturbado. Someterse, por diversas circunstancias, a una vida de autómata, sin auto-cuestionamientos, con
estímulos ambientales pobres, creencias rígidas y
cristalizadas, excesiva seguridad y monotonía, irá
preparando las condiciones para la depresión y la demencia
cuando las circunstancias vitales del envejecer sorprendan sin la
preparación mental, afectiva y vincular adecuada para sostener
un cambio ante situaciones de adversidad. Y la pandemia es una
situación de adversidad especialmente en la vida de las PM,
que pone esto a prueba.
Tales desarrollos teóricos han dado lugar a la creación
de instrumentos de evaluación con el fin de su detección
e intervención preventiva y clínica: el Cuestionario Mi
Envejecer (Zarebski, 2014), de carácter cualitativo y el
Inventario de Factores Psíquicos Protectores en el
Envejecimiento (FAPPREN) (Zarebski & Marconi, 2017), como
herramienta cuantitativa.
Estas herramientas están organizadas en dimensiones que actúan
como indicadores de la existencia en la persona de factores psíquicos
de riesgo o protectores en el envejecimiento.
Conjugados o contrastados con el resultado de investigaciones acerca
de la sabiduría en la vejez, estos factores psíquicos
protectores, desarrollados anticipadamente en el sujeto envejeciente
a lo largo de su curso vital, y aún llegado a la vejez, se
proponen como guía para la construcción gradual y
proactiva de dichos rasgos de sabiduría. Para llegar a ser un
viejo sabio, hay que ser sabio antes.
Factores Psíquicos
Protectores en el Envejecimiento
Las diez dimensiones interdependientes en que están
organizados, responden al armado del Inventario FAPPREN (Zarebski &
Marconi, 2017), el cual cuenta actualmente con una versión
breve (Zarebski, Marconi, Serrani, 2019), que se propone sea incluida
entre las herramientas de la Valo- ración Gerontológica
Integral (VGI). {ver tabla 1}
Cada una de ellas y en un conjunto articulado y complejo, dan cuenta
de la red autopoiética: la apertura en red, la permeabilidad
de la identidad flexible hacia la interioridad y hacia el mundo
exterior, por lo tanto, la fluidez de una identidad abierta al
intercambio, a la incertidumbre y a la creatividad autotransformadora.
Las iremos presentando y relacionando cada una con los resultados de
investigaciones en nuestra región, con el fin de comprender
los factores personales que han contribuido en las PM a su
atravesamiento satisfactorio por la situación de pandemia.
Factores protectores frente a los avatares del paso del tiempo que
pondrán a prueba la capacidad de resiliencia, es decir, de
poder atravesar situaciones de adversidad y salir fortalecidos de
ellas. Como es el caso de la actual pandemia por COVID-19 que se fue
extendiendo gradual y dramáticamente abarcando prácticamente
el mundo entero, enfrentándonos a situaciones caóticas,
incertidumbres, puesta a prueba de nuestros recursos vitales en todos
los órdenes, con el gran desafío de reinventarnos.
1. Flexibilidad y disposición al
cambio
La disposición al cambio es la más clara característica
de quien cuenta con una identidad flexible. El grado de flexibilidad
o de rigidez llevará a la aceptación o no de los
cambios y las transformaciones que implica el envejecimiento para la
propia identidad. Comprende, asimismo, la apertura a lo nuevo, a
aprender, a la búsqueda de nuevas actividades, a generar
nuevos proyectos.
Si algo nos pasó a todos en situación de pandemia, más
allá de la edad, es que tuvimos que cambiar rutinas, hábitos,
modos de vincularnos, etc. Como muestran las investigaciones, las PM
pudieron aprender a usar nuevas tecnologías para seguir
conectados, con acceso a la virtualidad, desarrollaron actividades
nuevas y nuevos aprendizajes, para los cuales muchos no se habían
dado el tiempo o no habían valorado anteriormente su utilidad.
2. Capacidad de auto-indagación, reflexión y
espera
A todos la pandemia nos impuso una espera. Esta dimensión
estuvo en primer plano, al detener nuestra vida habitual, lo cual nos
dio la oportunidad, en la vorágine de actividades, a poner en
juego la auto indagación y capacidad reflexiva, hacer un giro
en la mirada hacia la interioridad: mirarme, mirarnos, tiempo para
hablar y compartir. Asociado al encuentro consigo mismo, que faculte
pensar antes de actuar – por lo tanto, tolerancia a la espera-
y reflexionar, a través de un proceso de auto indagación.
Se puso en juego una paradoja: cerrar nuestra porosidad hacia afuera
a fin de protegernos de contagios a través de contactos, al
mismo tiempo pudo implicar que la abramos hacia adentro. La actitud
reflexiva es indicativa de la posibilidad de estar a solas y/o
compartir los propios pensamientos y sentires. Para muchos,
especialmente los jóvenes, no fue un cambio fácil. En
cambio, en las PM, la auto indagación y reflexión que
fueron adquiriendo ante eventos disruptivos en sus vidas los ejercitó
para estar preparados para aprovechar estas circunstancias. Son
personas que vienen preguntándose, ante la renovación
inevitable del sentido de la vida: ¿Qué quiero hacer
con mi tiempo? La poca o
mucha vida que me quede por delante, me hago cargo, la tomo en mis
manos. La posibilidad de esperar antes de decidir, a veces ante la
presión de familiares que pretenden decidir por ellos, son
condiciones que les permitieron conservar su autonomía, lo
cual dio lugar a que, frente a la adversidad de la pandemia,
desplieguen la facultad de decidir y adueñarse de su tiempo.
Aislarse físicamente para ser menos porosos hacia invasores
invisibles, no los llevó a aislarse
emocionalmente.
3. Auto-cuestionamiento
Esta dimensión alude a la posibilidad de autocuestionarse
rasgos y actitudes propios. Estas características se asientan
en el replanteo de una identidad unívoca, rígidamente
sostenida ("yo soy así") de modo de poder enfrentarse
a las propias fallas o carencias. Se vincula con la apertura a lo
nuevo, en cuanto a la posibilidad de enfrentarse a nuevas facetas de
uno mismo. Supone replanteo de valores, como ser el aprendizaje del
valor de las pequeñas cosas, rasgo de sabiduría que,
quienes envejecen saludablemente, van adquiriendo a lo largo del
curso vital.
En situación
de pandemia,
ante ciertas
rutinas consolidadas
férreamente,
implicó
replantearse el
"yo soy así". Fue una buena oportunidad para
preguntarse acerca de lo que se estaba relegando. Implicó el
replanteo de vínculos tóxicos, del consumismo, de la
hiperactividad, de las ambiciones y los ´humos´, que se
van evaporando con los años. Para los jóvenes es más
difícil ejercer estos replanteos, están menos
habituados, por sus circunstancias vitales y por los valores
culturales vigentes en que se formaron. Y esto se vio reflejado en
las dificultades que tuvieron para soportar restricciones impuestas.
4. Riqueza psíquica y
Creatividad
Esta dimensión alude a la riqueza de un Yo suficientemente
complejo, en cuanto a la permeabilidad interna-externa y la capacidad
elaborativa. Permeabilidad hacia la interioridad, para conectar- se
con sueños, fantasías, imaginación, juego,
deseos, con el humor, la creatividad, necesarios para recrearse, lo
cual fue notable en la situación de pandemia.
Esto se vio reflejado en las investigaciones en cuanto a la conexión
que manifestaron con actividades creativas y el optimismo con que
mayoritariamente respondieron.
A su vez, la riqueza psíquica se conecta con el plano de la
espiritualidad, todo aquello que nos enriquece espiritualmente y que
constituye otro de los aspectos destacados en los estudios sobre
sabiduría. Incluye la posibilidad de poner en palabras
afectos, angustias y preocupaciones. Al haber contado con alguien con
quien hablar, ya sea
conviviente o de modo virtual, familiares, amigos o profesionales
gerontólogos, se sintieron escuchados. Así, al poner
las angustias en palabras en sus redes de apoyo, les evitó
somatizaciones. En la ciudad de Buenos Aires y también en
otras localidades, a partir de programas públicos,
universidades, diversas ONG, se les brindó acceso gratuito a
la contención emocional.
5. Auto-cuidado y Autovalidez
Las PM con un envejecimiento saludable fueron aprendiendo a lo largo
de su envejecimiento, a hacerse cargo del cuidado del propio cuerpo,
aceptar elementos de apoyo protéticos-ortésicos, a
escuchar las señales del paso del tiempo provenientes del
organismo y a enlentecer el paso -en todos los órdenes-.
Hacerse responsable del sostén de la propia salud, aprendiendo
de los excesos propios y ajenos hizo que, tanto en condiciones sanas
como ante la presencia de enfermedad, tomen en cuenta las
recomendaciones de los profesionales, la ingesta de medicación,
para seguir manteniéndose autoválidos a pesar de
achaques y de limitaciones.
Que las PM tomaron en cuenta las advertencias que llegaban a través
de los medios y que ejercieron el autocuidado, se hizo evidente en el
hecho de que fueron quienes menos transgredieron recomendaciones de
aislamiento, por lo general fueron jóvenes los que tuvieron
que ser advertidos.
6. Compensación de Pérdidas con
Ganancias
Las pérdidas inevitables por el paso del tiempo van poniendo
en juego la posibilidad del sujeto de elaborar los duelos, en la
medida en que pueda disminuir su impacto negativo a partir de nuevas
adquisiciones o nuevas formas de valoración de lo perdido.
Incluye la facultad de soportar momentos de vacío vital y de
incertidumbre. Esta es la cara positiva del envejecer: se abren
vacíos que invitan a replantearse el sentido de la propia vida
y actúan como un desafío a llenarlos creativamente. No
apoyarse en un ´único bastón´, es decir, no
apoyar su vida en un sentido único, ad- hiriendo de modo
dependiente de algo o alguien que, al perderlo, llevará al
derrumbe de su identidad. Las circunstancias de la jubilación
o la viudez son ejemplos de estos desafíos vitales que pondrán
a prueba la posición dependiente de esos apoyos, roles,
vínculos, acompañados por una adhesión rígida
que impedía compensaciones a lo perdido.
7. Diversificación de vínculos e
intereses
La diversificación de vínculos e intereses – al
decir de Capra, la diversidad y fluidez- dan cuenta de la
flexibilidad. Haber superado pérdidas y posiciones
dependientes, fue generando en las PM la apertura a nuevos vínculos,
nuevas redes de apoyo e intereses diversificados.
Las investigaciones internacionales subrayan la importancia de la
implicación social con el paso del tiempo, a saber: seguir
involucrado con la familia y los amigos, mantener redes diversas,
realizar tareas de voluntariado, seguir trabajando después de
la jubilación y/o comenzar nuevos trabajos. Diversificación
y fluidez que les permitió descentrarse.
El descentramiento, como rasgo de sabiduría, implica el estar
pendiente de lo que otros pueden necesitar, tener la mirada puesta en
el otro. Tuvieron amplia difusión durante la cuarentena,
acciones de solidaridad ejercidas por PM, como ser, la costura de
elementos de seguridad para el personal de salud, el tejido de ropa
para los más carenciados. Incluso personas que vivían
en residencias de larga estadía, centrados en sí mismos
y pendientes de sus dolencias cotidianas, pudieron identificarse con
el grupo, ser colaborativos y mejorar respecto a sus reclamos
habituales.
Sabemos, además, que interactuar con otros también
provee mayor destreza cognitiva, porque hay una correspondencia entre
la red interna neurológica y la red de vínculos: la
participación en tareas complejas exige la puesta en marcha de
recursos y capacidades cognitivas. Así se comprueba que pasar
algunas horas por día en actividades mentales y recreativas
disminuye el riesgo de demencia (Carey, 2009).
8. Vínculos
Intergeneracionales
La ubicación del sujeto como un eslabón en la cadena
generacional, ya sea en
el plano familiar o en el socio-cultural, a través de la
recuperación del legado de los antecesores y de su transmisión
a los jóvenes, otorga a la PM el importante rol de transmisor
de un legado que contribuye al logro de la continuidad entre
generaciones. Permite conservar la memoria de los que ya
no están como forma de ir construyendo futuro para los
que vengan después, a modo de puentes entre generaciones. La
pandemia, como demuestran las investigaciones, no interrumpió
el contacto e incluso la colaboración mutua, por otros medios,
con hijos y nietos. Esta apertura y rol dio lugar también a su
participación en encuentros virtuales intergeneracionales
promovidos por profesionales.
Al decir de Erikson (1985) continuaron por nuevos medios ejerciendo
su función generativa, al ubicarse como mentores y guías,
y como ejemplo de resiliencia que están transmitiendo a los
jóvenes en esta situación de adversidad.
9. Elaboración gradual del
envejecimiento
A lo largo del proceso de envejecimiento las PM se han ido adaptando
a las limitaciones que pone en evidencia el paso del tiempo. En
quienes ya se han jubilado de algunas exigencias cotidianas, el curso
de la vida se fue encargando de hacerles saber que hay que adecuarse
gradualmente a enlentecimientos y a la disminución del
rendimiento. La situación de pandemia y cuarentena constituyó
una ocasión notable de enfrentamiento a limitaciones en cuanto
al desempeño cotidiano.
Además, ir cuestionando los propios prejuicios respecto a la
vejez les permitió cuestionar activa- mente los prejuicios que
se pusieron muy en evidencia en la sociedad y a través de los
medios de comunicación, por parte de quienes los
infantilizaron con recomendaciones paternalistas y lenguajes
denigratorios. En este punto fue notable la manifestación
activa, como nunca antes, no sólo de gerontólogos sino
también por parte de los mismos mayores en defensa de su
dignidad. En diversas ciudades de Latinoamérica se trataron de
imponer reglamentaciones que llevaban a las PM a tener que pedir
permiso para salir a la calle, y aún prohibiciones de salida,
lo cual generó el rechazo activo, con tal contundencia en
algunas localidades, que obligó a las autoridades a retroceder
y dejar sin efecto su aplicación.
10. Posición Anticipada Respecto a la
Finitud
La perspectiva de aceptación de todo el curso vital incluye a
la finitud como gran límite que acompaña a la vida y
por lo tanto, la elaboración gradual y anticipada de la muerte
propia. Los recursos personales en el plano espiritual, entre los
cuales se destaca la incorporación del sentido de
trascendencia y de trabajar para su logro, posibilitan su aceptación.
Aceptación que, en un envejecimiento saludable, no implica
bajar los brazos y entregarse a la muerte. Se trata de vivir hasta la
muerte y no hacia la muerte, de modo que la muerte los sorprenda
vivos.
Y es esa defensa de la vida la que demostraron la mayoría de
las PM en situación de pandemia. Pandemia que se encargó
de interpelar dramática y cotidianamente a las PM respecto al
riesgo de morir. Su mayor letalidad los mostró como luchadores
por el sostenimiento de la vida.
En síntesis
Estamos hablando de personas que se fueron construyendo con
Flexibilidad y Permeabilidad (poros abiertos hacia la interioridad,
al rescate de deseos, sueños, imaginación y hacia
afuera, hacia los otros). Ambos, junto con la Fluidez, son los rasgos
de las personas creativas y de la creatividad en general (Guilford,
1978). Es que para envejecer creciendo hay que poder re-crearse. La
re- creación se presenta ante el vacío, la pérdida
de sentido, de sostenes; la necesidad de reinventarse, en el borde
del caos, frente a la
incertidumbre.
El envejecimiento saludable implica recrearnos, transformarnos,
frente a la adversidad: es la posibilidad de resiliencia. Ni
resignarnos, ya que resignar deseos lleva a la depresión y el
derrumbe, ni avasallar los límites, lo cual conduce a ponernos
en riesgo, una de cuyas consecuencias son las caídas
frecuentes en la vejez.
De esto se deducen 3 logros en la vida de las personas flexibles que
les hace ser precavidos, cautos, previsores, al mismo tiempo que
sostenedores e impulsores de vida. Son 3 claves de un equilibrio que
siempre será inestable, siempre en construcción y que
se pondrán de manifiesto en situaciones de adversidad, como es
la pandemia:
Se trata de ir
construyendo:
1.
El equilibrio entre los deseos y los límites, es decir, el
deseo que impulsa a seguir viviendo, pero teniendo en cuenta los
límites tanto externos como internos: somos seres
limitados.
Lo cual implica una condición central para un buen
envejecimiento, del cual deriva la flexibilidad como principal
característica, que es: aprender a modular nuestro ego: ni
mucho ni poco. Estamos aludiendo a la calidad de nuestro narcisismo
(Zarebski, 2005, 2015). Demasiado ego nos lleva a avasallar los
límites. Poco ego nos lleva a desistir de nuestros deseos, y
claudicar.
2.
El equilibrio entre las posiciones de todo o nada. Es una
característica de las personas rígidas: cuando no
conservan todo, no lo soportan y se derrumban. Las personas mayores
fueron aprendiendo que no se podrá ´ser´ o ´tener´
´todo´ ´siempre´. Lo cual nos habla de un
punto también central como condición de sabiduría:
aprender humildad, lo contrario de la soberbia. Y reconocer la
vulnerabilidad, que esta pandemia se encargó de recordarnos:
somos seres
vulnerables.
3.
El equilibrio entre el autocentramiento y el descentramiento.
Centrarnos en nosotros, en esa vuelta a la interioridad, al
autocuestionamiento, a conectarnos con nuestros sueños, a fin
de darle el sentido propio a la vida, al mismo tiempo que
descentrarnos. Las PM demostraron estar pendientes de los otros,
colaborar, ser solidarios, más preocupados por sus seres
queridos que por ellos mismos, aun viviendo en residencias y en
condiciones de
riesgo.
Recursividad bio-psico-social
en el curso de la vida
Como venimos de desarrollar, los factores psíquicos
protectores en el envejecimiento son la manifestación de una
identidad flexible, con características de permeabilidad y
fluidez, propias de un yo
complejo en red autopoiética que se sostiene en
continuidad y autotransformación en el curso de la
vida.
Específicamente, como vemos en la Fig. 2 {ver figura 2}, los
factores psíquicos de apertura al cambio, autocuestionamiento,
riqueza psíquica y creatividad, capacidad de autoindagación,
reflexión y espera, trabajo anticipado respecto al
envejecimiento, serán condiciones que - frente a los límites
sociales (jubilación, viudez, etc.) que se ponen en evidencia
en el curso vital - posibilitarán compensar pérdidas
con ganancias, crear, renovar y mantener vínculos e intereses
diversificados y sostener vínculos intergeneracionales.
Asimismo, frente a los límites biológicos que se irán
manifestando, permitirán realizar una adaptación
gradual respecto a enlentecimientos y disminución de
rendimientos, sostener el autocuidado y realizar un trabajo
anticipado respecto a la finitud.
A su vez y recursivamente, políticas públicas flexibles
que atiendan a los individuos envejecientes en sus particularidades,
modalidades de atención centradas en las personas, programas
de prevención y promoción de la salud en el plano
bio-psico-social, deberían incluir como uno de sus objetivos,
contribuir al armado subjetivo de una identidad flexible.
También los propios sucesos que atraviese el sujeto y las
decisiones que adopte en los puntos de bifurcación en su curso
vital, así como su armado pro-activo, diversificado, de
vínculos y de redes de sostén, el modo en que trate a
su cuerpo, o aún sucesos adversos en los distintos planos
vitales, serán ocasiones que lo llevarán a
flexibilizarse o a rigidizarse aún más.
Como vemos, el armado de una red flexible autopoiética, se
podrá ir gestando en el curso de la vida, a través de
los bucles de retroalimentación bio-psico-sociales.
Reafirmamos así la recursividad compleja que incide en el modo
de envejecer, no podemos explicarlo desde una determinación
lineal, ni mediante enfoques reduccionistas que dejen de lado los
rasgos de personalidad y la subjetividad en juego que, como vemos, es
un factor interviniente que interactúa en el entramado de la
red que sostiene la vida.
Hemos incluido en la fig. 3, el modo en que se articulan los Factores
Psíquicos Protectores en el Envejecimiento, con los conceptos
aportados por diversos teóricos en la historia de la
Gerontología, que han investigado y destacado determinadas
condiciones que permiten distinguir un buen envejecimiento de aquél
que se presenta con malestares de distintos órdenes. De tal
modo, el modelo teórico que aquí se propone, además
de incluirlos en un marco conceptual común, rescata los
aportes de investigadores desde marcos teóricos diversos,
articulándolos y resignificándolos a partir de las
condiciones de personalidad –la identidad flexible– que
posibilita desplegar esos aspectos o logros, a través de
mecanismos cognitivo-emocionales que se pondrán en juego
frente al proceso de envejecimiento, y que incidirán en la
calidad de su armado.
El interés y relevancia de este enfoque es que permite
detectar, ya sea en la escucha de las particularidades del sujeto y/
o a través de las herramientas específicas mencionadas,
esos rasgos de personalidad durante el proceso del envejecimiento,
desde joven hasta años avanzados, de modo de diseñar
intervenciones, en inter y transdisciplina, que promuevan los
factores protectores y contrarresten los factores de riesgo.
Conclusiones
Las distintas calidades de envejecimiento, las ´vejeces´,
a las que asistimos en estos tiempos corroboran que, aunque el
organismo se desgaste e incluso sufra deterioros, el sujeto no
necesaria- mente declinará a nivel emocional y que, aun en
aquellos que sufren condiciones sociales adversas, su fortaleza
emocional les permitirá seguir luchando por su vida y su lugar
en el mundo.
Se pudo comprobar que el ser humano no es sólo efecto de su
cultura y de su biología, de lo que le provoca su medio social
y le ocasiona el deterioro de sus funciones, sino que, al mismo
tiempo, es un sujeto pro-activo, constructor de su cultura, de su
cuerpo, de su historia y, por lo tanto, de su modo de envejecer.
Seguir ensanchando el mundo psíquico con estímulos,
pensamientos, afectos y vínculos, permitirá fortalecer
las conexiones internas (redes neuronales, endócrinas,
inmunológicas) con las redes de pensamientos, sentimientos y vinculares: eso es estar vivo y es lo
que evita el deterioro. Debemos tener en cuenta, además, el
papel modificador de las emociones sobre la biología: la
calidad de nuestros alimentos afectivos y culturales (Cyrulnik, 1994)
se traslucirá en nuestra imagen y nuestros logros.
La condición que lo posibilita es el armado de un mundo rico y
amplio, mediante una identidad fluida y flexible que permita realizar
cambios y replanteos. Mantener flexible nuestro entramado será
más efectivo que "consumir salud". No apoltronarnos
con la edad, sino continuar con la obra de seguir haciéndonos
humanos hasta el último instante de nuestra vida.
Desde distintas disciplinas se sostiene la condición de
flexibilidad como condición para sostener la vida. Las
personas mayores están dejando esta enseñanza a través
de la pandemia.
La reserva humana (emocional, cognitiva, vincular, espiritual,
corporal) que en su mayoría fueron acumulando, les fue
compensando la vulnerabilidad biológica, lo cual instaura a
las PM como Reserva Humana para la comunidad: ya no verlos como
pobres abuelitos vulnerables favorece en los jóvenes su propio
proceso de elaboración anticipada de su envejecimiento, de
modo que no teman llegar a viejos.
Esta debería ser una de las enseñanzas que nos deje
esta pandemia: estar preparados anticipada- mente, en lo individual y
como comunidad, para un envejecimiento saludable.
Si bien se hace cada vez más notable la incidencia de los
factores subjetivos, es decir, las emociones y los factores de
personalidad interactuando con los planos cognitivo y vincular en el
curso del envejecimiento personal, aún no suelen ser tomados
en cuenta suficientemente o integrados en los estudios gerontológicos
acerca de los factores protectores en el envejecimiento.
A pesar de las recomendaciones de la OMS (WHO, 2019) de alcance
internacional que ponen el acento en el curso de la vida y en la
atención centrada en la persona, tanto en intervenciones como
en abordajes institucionales y programas, sigue sin aparecer el
sujeto envejeciente y cómo éste va construyendo a lo
largo de su historia particular su envejecimiento, incluyendo: cómo
trata a su cuerpo y cómo arma su entorno, como sujeto
pro-activo.
La situación de pandemia puso de relieve la importancia que
adquieren los comportamientos de las personas en las políticas
que se adoptan, así como también la dificultad de
científicos, profesionales, gestores de programas, para
entender la recursividad desde una mirada de la complejidad: cómo
cada uno de los planos de la vida humana coproduce al otro. No se
trata de ver cuál produce a cuál, no se trata de
separar causa y efecto, por el contrario, se trata de
religarlos.
Lo que ya no resulta
efectivo para promover un Envejecimiento Saludable – lema
actual de la OMS - es reducir, generalizar, fragmentar el
conocimiento, poner el centro en la patología, desde
principios simplificadores y mutilantes, al decir de Edgar Morin
(2004). Una forma sutil de maltrato hacia las PM es someterlos a
programas que se bajan verticalmente y no dan lugar a escuchar sus
particulares necesidades e intereses. Para que no se los tome como
sujetos pasivos de las indicaciones, y se pueda partir de sus saberes
a fin de que sean protagonistas activos, lo que falta incorporar es
el hacer lugar y tiempo para que aparezca, en la propuesta que sea,
la singular circunstancia que está viviendo cada
persona.
A fin de lograr que el envejecimiento se constituya en un proceso de
transformación y crecimiento, se deben implementar propuestas
holísticas desde abordajes interdisciplinarios sostenidos en
los resultados de investigaciones que tomen en cuenta dimensiones a
la vez objetivas y subjetivas y que combinen metodologías
cualitativas y cuantitativas. (Cosco, 2013,
2014).
Cuando se supere esta adversidad es de esperar que los programas
públicos, los recursos humanos y las instituciones
gerontológicas estén preparadas para atravesar
situaciones de adversidad que, si bien esperamos no sean tan
dramáticas como las actuales, deberán tener en cuenta
que, en situaciones normales, la población más
vulnerable puede estar viviendo su ´pandemia´ particular
cotidianamente.
Se hizo notable en la actual pandemia el resultado favorable que
tuvieron los programas gerontológicos preexistentes en la
generación y sostenimiento de la resiliencia en las PM que
venían participando de ellos. Las redes de apoyo generadas
previamente fue un recurso de sostén y contención para
quienes tenían grupos ya conformados, a través de
profesionales gerontólogos que se ocuparon de seguir
conectados, fortaleciendo los vínculos, estimulándolos
con múltiples herramientas, incentivándolos a adquirir
nuevos aprendizajes. La experiencia que arrojan los numerosos
programas universitarios para PM a lo largo del país,
demuestra que quienes asisten a grupos o talleres, es decir, que
mantienen una red, presentan un nivel de calidad de vida y
resiliencia significativamente mayor que quienes no lo hacen y se
sienten más apoyados por sus pares y servicios sociales.
La pandemia fue una ocasión educativa notable para la
población respecto al envejecimiento. El protagonismo logrado
por los mayores a través de su ejemplo de resiliencia, podrá
contribuir a derribar mitos respecto a la vejez y que las personas
mayores sean tenidas en cuenta como sujetos de derechos, respetando
su individualidad y diversidad y garantizando su participación
en la toma de decisiones.
Notas de autor
López, C. (16 de Marzo de 2020). La vanguardia. Obtenido de El
Covid-19 se ensaña con los mayores: la edad me- dia de los
fallecidos es de 80:
https://www.lavanguardia.com/vida/20200316/474173692939/fallecidos-coronavirus-
covid-19-mayoresancianos-80-anos.html
Referencias
Capra,
F. (2009) La trama
de la vida: Una nueva perspectiva de los sistemas vivos. Barcelona:
Anagrama.
Carey,
B. (2009). Vida social y actividad, claves para un cerebro lúcido
más allá de los 90, en The
New York Times,
publicado en: Diario
La Nación, Ciencia/Salud,
25 de mayo. Buenos Aires
Cosco T. D., Prina AM, Perales J, et al. (2013)
Lay perspectives of successful ageing: a syste matic review and
meta-ethnography. BMJOpen 2013;3:e002710.
http://dx.doi:10.1136/bmjopen-2013-002710
Cosco T. D., Prina AM, Perales J, et al. (2014).
¿Whose "successful ageing"? Lay- and re
searcher-driven conceptualisations of ageing well. Eur.J.
Psychiat. Vol. 28, N.° 2,
(124-130). http://dx.doi.org/10.4321/S0213-
61632014000200006
Cyrulnik,
B. (1994). Los
alimentos afectivos,
Buenos Aires: Nueva Visión.
Diario Página 12 (2020). Coronavirus: Los viejos resisten
mejor a las malas situaciones. Facultad de Psicología
(UBA). 6 de junio de 2020. Buenos Aires.
https://www.pagina12.com.ar/270570-coronavirus-los-viejos-resisten-mejor-a-las-malas-situaciones
Erikson
E. (1985). The
Life Cycle Completed.
Nueva York:
Norton. Guilford, J. P. (1978). Creatividad
y Educación.
Buenos Aires: Paidós.
Morin, E. (2004). La epistemología de la complejidad.
Gazeta de Antropología Nº 20, 2004
http://www.ugr.es/~pwlac/G20_02Edgar_Morin.html
CNRS: París.
Orosa Fraíz, T. (2020). Pandemia y vejez: la importancia
del trato. La Habana: Cubadebate.
http://www.cubadebate.cu/especiales/2020/06/15/pandemia-y-vejez-la-importancia-del-trato/#.XvZxGyhKg2y
PUCChile (2020). Personas mayores en contexto de pandemia y
aislamiento social. Observatorio del Envejecimiento. Para un
Chile con Futuro. Año 1, N° 2. Pontificia Universidad
Católica de Chile. www.observatorioenvejecimiento.uc.cl
RED CORV (2020). Declaración de la Red Corv exigiendo
garantia de derechos para las personas mayores en época de
crisis. Coordinación Regional de Organismos de la Sociedad
Civil de América Latina y el Caribe sobre Envejecimiento y
Vejez, Santiago de Chile. Abril 2020.
WHO (2019). Decenio del Envejecimiento Saludable 2020-2030.
https://www.who.int/docs/default-source/documents/decade-of-health-ageing/decade-ageing-proposal-es.pdf?Status=Temp&sfvrsn=b0a7b5b1_12
Zarebski, G. (1999). Hacia un Buen Envejecer. Buenos Aires:
Emecé. Re-edición 2005: Buenos Aires: Edit. Univ.
Maimónides, Científica y Literaria.
Zarebski, G. Knopoff, R. & Santagostino, L. (2004). Resiliencia
y Envejecimiento. En: Resiliencia y Subjetividad, Suárez
Ojeda, E. N. Melillo, A. (edit.) Buenos Aires: Paidós.
Zarebski,
G. (2005). El Curso
de la Vida: Diseño para Armar.
Buenos Aires: Edit. Univ. Maimó- nides, Científica y
Literaria. Disponible en: http://psicogerontologia.maimonides.edu
Zarebski,
G. (2008). Padre de
mis Hijos ¿Padre de mis Padres? Cap.
6: Señales en el Camino. Buenos Aires: Paidós.
Zarebski,
G. (2011-a). El
futuro se construye hoy. La Reserva Humana, un pasaporte hacia un
buen envejecimiento.
Buenos Aires: Paidós.
Zarebski, G. (2011-b). La Teoría del Curso de la Vida y la
Psicogerontología Actual: frutos simultáneos de un
mismo árbol. En: Yuni, J. (comp.) La vejez en el curso
de la vida. Córdoba: Encuentro Grupo Editor.
Zarebski,
G. (2014). Cuestionario
Mi Envejecer (CME). Buenos
Aires: Paidós.
Zarebski,
G. (2015). Factores Protectores en el envejecimiento. En: Marconi,
A. (Comp), Kanje, S, Kabanchik, A, Monczor, M, De Grado, C,
Tornatore, R, Zarebski, G.) Narcisismo,
Resilien- cia y Factores Protectores en el envejecimiento: Nuevos
aportes al campo de la intervención e investigación en
Psicogerontología.
Bs. As. Gerontólogos Argentinos.
MAC.
Zarebski,
G. Marconi, A. (2017). Inventario
de Factores Psíquicos Protectores en el Envejecimiento.
(FAPPREN). Madrid:
Editorial Académica Española. Acceso libre en:
http://psicogerontologia.maimonides.edu
Zarebski, G. (2019). Teoría de la Identidad Flexible y
Factores Protectores en el Envejecimiento. En: G. Zarebski (Editora).
La Identidad Flexible como Factor Protector en el Curso de la
Vida. Buenos Aires: Editorial Maimónides, Científica
y Literaria.
Zarebski, G. Marconi, A. Serrani, D. (2019). FAPPREN-r, versión
abreviada. Acceso libre en:
http://psicogerontologia.maimonides.edu