Introducción
La
psicología de la salud se ocupa del bienestar de las personas.
Desde la perspectiva de la promoción de la salud, se hace
hincapié en la necesidad de dar una respuesta integral a los
problemas de salud y así desarrollar el potencial salutógeno
de las personas y de las comunidades.
A
lo largo de la historia, la humanidad ha sido afectada por diferentes
epidemias (SARS, gripe aviar, etc.) que han producido un gran
impacto, no sólo biológico, sino también
psicológico.
El miedo y el aislamiento juegan un papel importante durante una
pandemia debido a su posible impacto nocivo en el bienestar general y
la estabilidad emocional de las personas (Parada Navas, 2020).
Como
consecuencia de la propagación mundial de la nueva enfermedad
generada por COVID-19, el 11 de marzo de 2020 la Organización
Mundial de la Salud (2020) declaró el brote de
SARS-CoV-2/COVID-19 como una pandemia. La situación mundial
dio lugar a un alto grado de angustia social ante la incertidumbre
generada por lo novedoso de la situación afrontada. En
las personas más vulnerables se evidenció cierta
tendencia a la descompensación (Rodríguez Hernández,
2020), sin embargo, en general
las reacciones emocionales observadas podrían considerarse
normales si se tiene en cuenta lo “anormal” de la
situación que se estaba enfrentando.
En
general,
los desastres (como terremotos, ataques terroristas, accidentes
aéreos, entre otros) tienen en común su potencial para
convertirse en un poderoso factor desencadenante de un "shock o
trauma", debido a "el estrés emocional que tanto
adultos como niños pueden experimentar después de un
desastre" (Gerrard et al., 2020, p. 10). Por esto se pueden
encontrar algunas similitudes entre aquellas intervenciones diseñadas
para traumas y las planificadas para desastres,
de hecho, las
principales guías clínicas desarrolladas debido a la
situación de emergencia por la pandemia recomendaban una
intervención psicológica con características
similares a las utilizadas para situaciones de emergencia o
traumáticas (Guarch I Domènech, 2020).
Por
su característica de emergencia masiva y comunitaria, la
pandemia afectó, en mayor o menor medida, la vida de todos y
cada uno de los habitantes del mundo. El
aislamiento implicó la separación de parientes y
afectos, una restricción de las fuentes habituales de
refuerzos individuales y sociales, una interrupción en el
curso normal de la vida cotidiana, por lo que el estrés, el
miedo, la tristeza y la incertidumbre pueden haberse puesto de
manifiesto.
La
gravedad e interferencia de la sintomatología ansiógena
tiene el potencial de incrementar el malestar psicológico
(bajo estado de ánimo, irritabilidad y tristeza) y disminuir
la posibilidad de experimentar emociones positivas (alegría,
esperanza), lo que afecta el estatus de salud y bienestar de las
personas (Consejo General de Psicología de España,
2020).
En
Argentina, el 20 de marzo de 2020 se declaró el estado de
alarma y el gobierno nacional ordenó el inmediato aislamiento
social, preventivo y obligatorio (ASPO) de toda la población
como una acción para prevenir infecciones y mitigar la
circulación del virus en el país. A
partir de ese momento, todas las instituciones vinculadas a la
educación se vieron obligadas a reorganizar su trabajo para
garantizar la continuidad del servicio ofrecido a los usuarios de sus
servicios de manera remota. Tal
situación impactó en los centro de día de
Mendoza, instituciones que acompañan a adolescentes y adultos
con discapacidad intelectual, brindando no sólo capacitación
laboral, actividades deportivas y artísticas, sino también
atención psicosocial diaria.
El
cierre de las instituciones educativas de todo el país implicó
el cese inmediato de las clases e interacciones presenciales, y la
instrumentación de un rápido proceso de reorganización
para garantizar la continuidad de las clases en línea. La
situación de alerta sanitaria también llevó a
los lugares de trabajo a planificar propuestas capaces de promover la
salud de sus trabajadores sin que ello implicara presencialidad. Las
propuestas en línea se presentaron como instancias válidas
y adecuadas para promover la atención de la salud y permitir
el establecimiento de algún tipo de relaciones interpersonales
entre colegas y compañeros de trabajo, tan necesarias y
protectoras debido a lo particular de la situación afrontada.
Teniendo
en cuenta el crecimiento de internet y las nuevas tecnologías
de la información y la comunicación (TIC), la
Federación de Psicólogos de la República
Argentina (FEPRA) recomendó el uso de formas alternativas para
ofrecer terapia psicológica. Se publicó una Guía
para la Intervención en Tele-psicología (FEPRA, 2020)
que regula la oferta de servicios psicológicos a través
de las TIC, de manera tal que las videoconferencias se consideraron
una alternativa viable para ofrecer terapia psicológica.
Los
programas de intervención basados en la promoción de la
salud mejoran, no sólo el bienestar de las personas, sino que
también aportan a la creación de las condiciones
sociales y ambientales favorables para mejorar la calidad de vida de
la persona,
por lo que
podemos concluir que sus
beneficios repercuten en la salud de los habitantes y de la comunidad
toda (Jané-Llopis, 2004).
Las
universidades de todo el mundo comenzaron a utilizar el formato en
línea para ofrecer diferentes servicios psicológicos
(Arrigoni, Navarro Guzmán y Marchena Consejero, 2020). Fue
necesario implementar intervenciones en línea capaces de
promover, no sólo
experiencias de aprendizaje, sino también la interacción
social cuidando la salud de todos. Desde
el Instituto de Investigación de la Universidad de Aconcagua
se diseñó y aplicó un programa específico
para proteger la salud y el bienestar de los trabajadores de dos
instituciones que trabajan con adolescentes y adultos con
discapacidad intelectual. Los
trabajadores afrontaron una situación imprevista, sin
protocolos claros para la acción, con el agravante de que los
destinatarios de su tarea, personas con discapacidad intelectual,
fueron considerados como uno de los grupos más vulnerables
durante el confinamiento (Guarch I Domènech, 2020).
Se
ofreció a los y las trabajadoras un programa de intervención
grupal, en línea, que fue diseñado tomando en
consideración temáticas de interés relacionadas
con las características del trabajo desempeñado en
general y las particularidades de la situación sin precedentes
por la pandemia. Para afrontar la crisis sanitaria, y su potencial
para producir múltiples dolencias físicas y
emocionales, se consideró propicio implementar estrategias de
autocuidado en salud, incluyendo la práctica de la relajación,
las técnicas de concentración y de respiración
consciente (Giri et al., 2020).
El
presente escrito presenta una visión general del programa de
promoción de la salud implementado durante el confinamiento en
un contexto no clínico (Osma, 2019) en Mendoza. El objetivo
general perseguido por el mismo fue mejorar la salud y el bienestar
psicológico de los y las trabajadoras, estimándolo una
herramienta eficaz para la detección temprana de síntomas
y signos clínicos que podría guiar la implementación
de una intervención terapéutica si fuera necesario
(Rodríguez Hernández, 2020).
Para
su diseño se tuvieron en cuenta otros programas de
intervención, tales como el “Programa Salud y bienestar"
desarrollado durante el confinamiento desde la Universidad de Cádiz,
en dos contextos no clínicos, con estudiantes del Aula
Universitaria de Mayores de la mencionada Casa de Altos Estudios y un
grupo de mujeres con diagnóstico de cáncer de mama
durante el confinamiento (Arrigoni, Navarro Guzmán y Marchena
Consejero, 2020) y el "Programa PARE", para personas que
trabajan con adultos con discapacidad intelectual grave (Arrigoni,
2020). El programa implementado se nutrió de ambos, aunque
cuenta con sus particularidades debido a la situación de
confinamiento en el contexto de pandemia, su característica de
haber sido desarrollado enteramente en línea y considerando la
realidad económica-social-laboral del contexto mendocino.
Visión
general del programa
La
propuesta de intervención respondió a una desde una
perspectiva cognitivo-conductual y en el marco de una Psicología
positiva (Rosen, Gilld & Salvador-Carulla, 2020), la cual
enfatiza la necesidad de promover prácticas que permitan
fortalecer aspectos tales como el optimismo, las expectativas de
autoeficacia y el compromiso social (Jeste & Palmer, 2015)
atendiendo a su impacto en el bienestar y salud integral de las
personas. Beecham et al. (2019) utilizan la expresión
"programa I
Care"
para referirse a intervenciones para la prevención y
tratamiento de problemas de salud mental a través de internet,
modalidad elegida para el diseño de la presente propuesta.
Podemos concluir entonces que se trata de un programa de promoción
de la salud, un "programa ICare"
basado en una intervención grupal, en línea,
sincrónica, cuyo objetivo general fue cuidar de los
trabajadores.
A
partir de agosto de 2020, se implementó una propuesta en línea
(Rachyla et al., 2016) con el objetivo de promover la adquisición
de herramientas eficaces para una adecuada gestión del estrés
y de autocuidado
que pudieran llevar a
los participantes a crear un estilo de vida saludable y así
preservar su salud y bienestar en un contexto global de alerta
sanitaria.
Constó
de ocho sesiones grupales, en línea, sincrónicas, de
frecuencia semanal y dos horas de duración. La principal
estrategia utilizada fue la psicoeducación y se asignaron
tareas entre las sesiones. Los temas seleccionados para cada
encuentro fueron: 1º) Pautas psicológicas durante el
encierro, 2º) Estilo de vida saludable, 3º) Psicología
positiva, 4º) Flexibilidad cognitiva, 5º) Estrategias de
regulación emocional, 6º) Higiene del sueño, 7º)
Estrategias afrontamiento del estrés y 8º) Lineamientos
para el autocuidado y el cuidado del trabajo en equipo.
El
primer
tema seleccionado fue "directrices psicológicas durante
el encierro". Se tuvieron en consideración los
lineamientos proporcionados por la Organización Mundial de la
Salud (OMS, 2012), la Asociación Americana de Psicología
(APA, 2020) y el Comité Permanente entre Organismos (IASC,
2020) sobre las directrices psicológica durante el aislamiento
y los principios para la atención de la salud mental durante
los escenarios de emergencia. Con el fin de evitar desajustes
emocionales durante la particular situación afrontada, se
consideró apropiado profundizar aspectos relacionados con la
comprensión de las características de un pandemia y
algunas buenas prácticas de salud que las personas podrían
observar para cuidarse. La OMS y la APA destacaron la importancia de
aceptar y expresar las emociones, la consideración de ciertos
síntomas como una respuesta normal a la situación
anormal enfrentada (pandemia), la necesidad de asumir estrategias de
autocuidado, evitando la desinformación, la desorganización
y el distanciamiento. Se requirió distanciamiento físico
con proximidad social fomentada a través de las redes
sociales, internet, entre otros, atendiendo a que el apoyo social es
considerado como una eficaz estrategias de afrontamiento del estrés
(Lazarus y Folkman, 1984).
El
segundo taller abordó aspectos relacionados con un estilo de
vida saludable. Para promoverlo se revisaron los cambios en el estilo
de vida terapéutico (TLC) propuestos por Walsh (2011) que
favorecen la adquisición de hábitos de vida saludables:
ejercicio físico, adecuada nutrición, relajación,
relaciones interpersonales, recreación y actividades
placenteras, tiempo en contacto con la naturaleza, práctica
religiosa o espiritual y contribución y servicio a los demás.
Tales actividades producen un efecto positivo en la salud física
y mental de las personas. La práctica regular de técnicas
de relajación han demostrado ser efectivas en el manejo de la
ansiedad y el estrés (Weekly et al., 2018); y las prácticas
de meditación y respiración consciente se asocian
positivamente con la salud mental (Birdee et al., 2017). Consideradas
como prácticas mente-cuerpo, se estima que producen efectos
positivos en la salud y calidad de vida, ya que son útiles
para desarrollar "[...] la autorregulación, la conciencia
mente-cuerpo y la aptitud física", (Butzer et al., 2020,
p.3; Guarch I Domènech, 2020; Guerra & Rovetto, 2020;
Hsiao et al., 2014; Rachyla, et al., 2016; Srivastava et al., 2011).
En
tercer lugar se reflexionó acerca de la psicología
positiva. Se enfatizó la promoción de experiencias
subjetivas positivas que permiten mejorar la calidad de vida y
prevenir la aparición de ciertas patologías. La
psicología positiva se interesa en aquello que ayuda a que la
vida valga la pena, como la esperanza, la creatividad, el coraje, la
responsabilidad y el optimismo (Seligman & Csikszentmihalyi,
2000). Desde el marco cognitivo conductual, diversos programas
incluyen esta perspectiva para el tratamiento de la ansiedad (Botella
et al., 2008). Una especial consideración tuvo el modelo PERMA
de Seligman (IEPP, 2020), que hace hincapié en la importancia
de cultivar las emociones positivas, el estar presente en el aquí
y ahora, el mantenimiento de relaciones interpersonales cercanas e
íntimas, el encontrar un sentido a la propia existencia y los
logros para el propio bienestar de la persona. Las emociones
positivas contribuyen a que las personas sean más creativas,
socialmente integradas y saludables (Baños et al., 2017;
Coto-Lesmes et al., 2020; De Ornelas Nardi & Cardoso, 2015;
Fredrickson, 2002). El sentido del humor se considera una herramienta
útil para mitigar el estrés y fortalecer el sistema
inmunológico de la persona (Lefcourt, 2002), por lo que se
incluyeron actividades recreativas en algunas sesiones.
El
cuarto taller versó sobre la flexibilidad cognitiva. Debido a
que se trata de un programa con un enfoque cognitivo-conductual, se
caracterizaron las distorsiones cognitivas y se compartieron algunos
ejercicios para practicar un pensamiento alternativo con el fin de
aumentar la conciencia cognitiva, entrenarse en la flexibilidad
cognitiva y tomar consciencia de la relación y mutua
influencia entre los tres componentes de las emociones: sensación
física, cognición y conducta (Barlow et al., 2019).
Las
estrategias de regulación emocional fueron abordadas durante
el quinto encuentro. Se tuvieron en cuenta algunos principios del
Protocolo Unificado para el tratamiento transdiagnóstico de
los trastornos emocionales (Barlow et al., 2019). Los autores
subrayan que las personas utilizan estrategias de regulación
emocional que, como paradoja, contribuyen al mantenimiento o
deterioro de los síntomas que pretenden erradicar. Sugieren la
adquisición de nuevas y más saludables estrategias para
gestionar las emociones cuando estas interfieren en el propio
bienestar. El Protocolo aspira a mejorar la regulación
emocional de los participantes: propone incrementar la conciencia
emocional y la tolerancia de las sensaciones físicas
relacionadas con las emociones. Para fomentar el auto-monitoreo de
las emociones, se propuso utilizar el Overall Anxiety Severity and
Impairment Scale- OASIS (Campbell-Sills et al., 2009). Se trata de
una escala general que evalúa la gravedad e interferencia de
la ansiedad durante la semana anterior. Es un autoinforme de 5 ítems
con respuestas de tipo Likert de 5 puntos que se codifican de 0 a 4,
la puntuación total se obtiene de la sumatoria de cada ítem
y varía de 0 a 20. Puntuaciones más altas indican mayor
gravedad y deterioro funcional como resultado de los síntomas
de ansiedad. Se utilizó la versión en español
de Osma y García Palacios (Osma et al, 2019).
La
higiene del sueño fue seleccionada como eje del sexto taller.
El sueño es una necesidad biológica básica que
permite la restauración de las funciones físicas y
psicológicas esenciales para un rendimiento óptimo
(Perlis et al., 2009). Debido a la pandemia y el confinamiento, un
alto porcentaje de personas desarrollaron algún trastorno del
sueño. La OMS define al insomnio como un problema para iniciar
y/ o mantener el sueño o una queja relacionada con el sueño
no reflexivo que se produce durante al menos tres noches a la semana
y se asocia con la angustia y la discapacidad diurna. Se abordaron
aspectos relacionados con ciertas recomendaciones
cognitivo-conductuales para la higiene del sueño, el diario
del sueño y una lista de verificación del contexto del
sueño (Perlis et al., 2009).
En
séptimo encuentro versó sobre “Estrategias para
el afrontamiento del estrés”. Este
surge
de las relaciones específicas entre la persona y la situación
que ésta enfrenta, y aparece cuando la persona valora la
situación particular como algo que excede sus propios
recursos, y por ende pone en peligro su bienestar general (Lazarus y
Folkman, 1984). Se tuvieron en cuenta diferentes elementos del modelo
procesual del estrés (Belloch et al., 2008), como el tipo de
demanda, la evaluación cognitiva, el tipo de respuesta al
estrés, las estrategias de afrontamiento, algunas variables
dispositivas, la cantidad de apoyo social, y el estatus de salud. Se
hizo énfasis en el entrenamiento en técnicas de
relajación.
El
octavo y último encuentro giró en torno a las
"Directrices para el autocuidado y el cuidado de los equipos de
trabajo". Debido a las características del trabajo
cotidiano de los y las participantes, las instituciones deben
procurar la creación de un entorno de trabajo armonioso. Esto
implica enfatizar la importancia de desarrollar estrategias de
auto-cuidado además de implementar programas que persigan el
cuidado de los equipos de trabajo creando ambientes de trabajo
armoniosos y no tóxicos, atendiendo al impacto que el clima
laboral produce en el bienestar ocupacional y salud de los
trabajadores (Arón Svigilsky, 2016). Un ambiente de trabajo
armonioso ayuda a las personas a desarrollar todas sus habilidades y
utilizar todos los recursos para ser lo más creativo,
proactivo, eficiente y empático posible. El programa aplicado
aspiró precisamente a ser un aporte a la creación de
este tipo de ambientes laborales saludables.
Conclusiones
El
objetivo principal de este trabajo ha sido compartir las
características de un programa grupal en línea diseñado
para la promoción de la salud y el bienestar de los
trabajadores, que fuera diseñado e implementado en Mendoza
(Argentina), durante el confinamiento por la pandemia por COVID-19.
La
situación de alerta sanitaria y el confinamiento masivo urgió
diseñar e implementar programas de intervención
psicológica en línea desde los ámbitos
laborales, como estrategia que pone de manifiesto la voluntad de
cuidado de los equipos de trabajo, la promoción de la
interacción social, aunque en una modalidad virtual, y la
concientización sobre la necesidad de que cada persona
instrumentara estrategias de autocuidado para preservar su propio
bienestar en un contexto nocivo como el que se encontraban
atravesando. El tiempo compartido entre colegas y compañeros
de trabajo se consideró ideal para promover el intercambio de
las experiencias de cada participante durante el encierro y fomentar
el apoyo social.
El
programa hizo hincapié en la adquisición de un estilo
de vida saludable sostenible y en el entrenamiento en técnicas
de relajación con el fin de proteger a los trabajadores ,no
sólo del impacto de la ansiedad y del estrés asociados
con el confinamiento, sino también
como
herramienta útil para el lograr de un óptimo desempeño
del trabajo institucional.
Las
intervenciones pretendían ser lo más específicas
y prácticas posible, fomentando el uso de todos los recursos,
internos y externos de las
personas,
con énfasis en sus potencialidades más que en sus
vulnerabilidades, y la resolución proactiva de los problemas o
dificultades.
Se
apoya en el marco cognitivo conductual y en la perspectiva de la
psicológica
positiva para el tratamiento de los problemas de
salud mental (Jeste & Palmer, 2015; Rosen et al., 2020). Dado
que el programa propuesto fue completamente online y desarrollado
durante el encierro, puede ser considerado como una contribución
para apoyar la implementación de programas de promoción
de la salud en línea como establece Sandín: "Los
tratamientos psicológicos ofrecidos a través de
Internet representan un modelo emergente para mejorar el acceso a las
terapias cognitivas conductuales basadas en la evidencia"
(Sandín et al., 2020, p. 197).
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