Introducción
La
clasificación de los Trastornos de Personalidad (TP) ya era
considerado en la antigua Grecia con la teoría de los humores,
desde entonces han seguido planteándose diferentes posiciones,
que siempre han tenido que ver con el proceso del desarrollo de la
ciencia y la concepción clínico-psicopatológica
de cada época. Desde las posiciones en las que se consideraba
que un diagnóstico estigmatiza hasta la necesidad reciente,
con el avance de métodos terapéuticos validados que
requieren de un correcto diagnóstico para desarrollar un
tratamiento adecuado. Los manuales de clasificación
internacionales también sufrieron un desarrollo, donde en el
DSM III los cuadros de TP se introdujeron en un segundo eje para
brindarles una mayor atención, influidos por la concepción
histórica relacionada con los conceptos psicopatológicos
de época y el acuerdo de expertos, hasta el DSM IV-TR, donde
ya se comenzó a hacer algunas correcciones con el impulso de
la investigación clínica y neurobiológica. Lo
mismo pasó con el ICD 10. Ambos se basaron en la teoría
de los rasgos de la personalidad y el acuerdo de un número de
criterios basados en esos rasgos o síntomas, donde cada TP
conformaba un prototipo de trastorno, cuyo diagnóstico se
podía hacer con un corte o umbral de rasgos, (P. Ej. la
clasificación de Trastorno Límite o Borderline de la
Personalidad (TLBP) del DSM IV, donde 5 criterios, cualquiera fuere,
de los 9 que constituyen el T, permiten hacer el diagnóstico
de TLBP).
Como
muy bien lo señalan muchos investigadores, esos diagnósticos
categoriales (grupos de categorías y en el caso de los TP
rasgos) son insuficientes, superponen a los diferentes T, llevan a
que muchos diagnósticos de TP sean No Especificados, no miden
severidad, ni permiten un buen pronóstico, una valoración
de la evolución, ni adaptar un tratamiento específico y
dificultan la decisión del marco adecuado para llevarlo a
cabo. A la vez otro grupo de investigadores, principalmente en el
campo de la personalidad (P) normal, pudieron observar que los rasgos
se agrupan en grandes rasgos o dimensiones que se corresponden con y
diferencian a la mayoría de los seres humanos, siendo dos
dimensiones las básicas, extroversión e introversión.
El avance y la profundización de la discriminación en
los seres humanos llevo a investigar la existencia de más
dimensiones, lo que dio lugar a un número diferente según
la investigación, llegaron hasta 18, pero la mayor validez en
la investigación internacional la alcanzaron los 5 rasgos
dimensionales, llamados "big five", esto fue trasladado
a las dimensiones patológicas que permiten diferenciar los
trastornos (T), y en el campo de los TP, las 5 dimensiones incluidas
en el ICD 11(Tyrer, Mulder et al. 2010) y el DSM 5 sección III
(Modelo Alternativo del Diagnóstico de los TP) (APA, 2016).
Junto
a este avance que llevó a que se las denomine clasificaciones
dimensionales, se profundizó y jerarquizó el concepto
de severidad de los cuadros, al que se le da un carácter
fundamental como elemento para valorar la existencia general o no y
la gravedad del funcionamiento de un TP. Esta gravedad la miden de
diferente manera los 2 manuales, el ICD 11con medidas del
funcionamiento de la conducta anormal de la persona, y el DSM 5
sección III, con la medida del funcionamiento por medio de la
evaluación del Self y la relación interpersonal. Si
bien todavía hay muy poca información y formación
de los profesionales en el campo de lo dimensional y todavía
se requiere profundización en su investigación, la
aplicación de la dimensionalidad descripta en el DSM 5 y el
ICD 11 han permitido alcanzar una clasificación más
profunda, adaptada a las necesidades de una mejor prevención
temprana y un tratamiento más integrado y efectivo. Permiten
dar un paso más, no solo clasificar para un diagnóstico,
sino integrar para optar al logro de una adecuada y más
completa formulación de un caso.
Si
bien todavía no está vigente el ICD 11 y la
dimensionalidad del DSM 5, de la sección III (la que fue
ubicada allí para una mayor discusión futura por el
comité de DSM 5 de la APA - Asociación Psiquiátrica
Americana), queremos desarrollar en este artículo los
beneficios que se obtienen en la práctica cotidiana con el uso
de estas metodologías dimensionales y los otros aspectos
desarrollados en las nuevas clasificaciones de los TP.
Clasificación
de los trastornos de la personalidad (TP)
Todavía
están en uso los manuales categoriales (DSM IV, ICD 10, y el
DSM 5, Sección II), por eso haremos primero un recorrido por
su método de evaluación y los compararemos con los
nuevos manuales dimensionales, destinado al uso en la práctica
psiquiátrico-psicológica.
La
definición del TP en el DSM IV
Según
el DSM IV los TP son diagnosticados sólo cuando las
características son definitorias (corte de rasgos), sí
aparecieron en la edad adulta temprana, tienen un típico
funcionamiento a largo plazo, el que no ocurre exclusivamente durante
un episodio de otro trastorno mental.
El
TP es un patrón duradero de experiencia y comportamiento
interno, que se desvía notablemente de las expectativas de la
cultura individual, es estable en el tiempo, y conduce a angustia o
impedimento.
La
clasificación en el DSM 5 Sección II sigue siendo
categorial y la definición de TP es similar al DSM IV.
Múltiples
opciones para mejorar la evaluación de los TP con los
manuales.
Los
conceptos de J. Livesley y del grupo de trabajo del desarrollo de
los TP en el ICD 11. (Livesley 2016)
Queremos
introducir una crítica de uno de los mayores expertos en el
campo de los TP J. Livesley, quién considera insuficiente la
evaluación realizada con estos manuales, en especial los
categoriales, para organizar un plan de tratamiento. Según
este autor el diagnóstico, la evaluación y la
heterogeneidad de los TP, están estrechamente unidos, y es
necesario considerarlos para el logro de una exhaustiva evaluación
de todos los aspectos de los TP. La heterogeneidad de los TP lleva a
proponer un proceso de evaluación que abarca: (1) el nivel de
gravedad; (2) las diferencias individuales clínicamente
significativas, (3) el deterioro en todos los dominios del
funcionamiento de la P; (4) la presencia global del TP; (5) la
gravedad predice el resultado de la evaluación mejor que solo
los diagnósticos categoriales. (Crawford, koldobsky, mulder, &
tyrer, 2011). (Livesley, Dimaggio et al. 2016).
Otros
aportes
Estos
llevan aconsiderar: a) la adopción de una manera integral y
específica de evaluación; (b) los objetivos de los
usuarios pueden variar en gran medida, de la evaluación
general a un diagnóstico diferenciado (individual); (c) los
métodos varían en términos de profundidad y
tiempo necesario, con entrevistas estructuradas, generalmente
preferidas para la evaluación clínica a los
inventarios de autoinforme; (d)los métodos de evaluación
de 'lavado previo', que pueden ser seguidos por una
evaluación más profunda, cuando sea apropiado; (e) los
contextos de la evaluación pueden variar, desde el desarrollo
clínico hasta el desarrollo personal y laboral, (f) los
métodos pueden diferir en términos de si evalúan
principalmente la variación patológica de rasgos o
rasgos generales.
Formas
subclínicas
Últimamente
se ha prestado también interés en la evaluación
de las manifestaciones subclínicas de la P alterada y
disfuncional, la que alcanza su nivel sustancial en la población
general y en la fuerza laboral. Si bien la manifestación es
subclínica, causa dificultades significativas a quienes la
sufren Hay necesidad, para evaluarla, del desarrollo de instrumentos
psicométricos bien diseñados (Zareen & Ashraf,
2021)
Formulación
de caso y el diseño de un plan de tratamiento
La
construcción de la formulación de caso y el diseño
de un plan de tratamiento derivan lógicamente de: 1) el
vínculo entre la evaluación de la gravedad, los
dominios de deterioro, la intensidad del tratamiento, las vías
terapéuticas y las estrategias de intervención; (2)
incluye decisiones prácticas sobre la frecuencia, el entorno
de tratamiento, la probabilidad de crisis, etc.
A
pesar de que la entrevista clínica de flujo libre o una
entrevista semiestructurada, se supone cubrirán lo requerido,
se deben integrar a la evaluación: a. los síntomas, los
problemas actuales y las razones por las que se busca ayuda,
incluidos un historial reciente de síntomas, problemas y su
orden de aparición; b. el historial personal que incluye
información sobre la familia nuclear y el desarrollo temprano,
las reacciones a transiciones importantes del desarrollo, tales como
las tempranas, las experiencias escolares, la adolescencia, la
sexualidad, las relaciones con compañeros, la experiencias de
abuso, el trauma, las otras formas de adversidad, los recuerdos
importante y el examen del estado mental, la validación y las
dificultades en las diferentes entrevistas.
El
DSM-5, y más recientemente el grupo RDOC (Research Dominio
Criteria dentro del NIMH (National Institute of Mental Health,
Inglaterra), han desarrollaron sistemas de clasificación que
aceleran el ritmo de investigación, que traduce la ciencia
básica al marco clínico, con la compresión del
sistema multicapa que contribuye a la función mental. Enfatiza
en el neurodesarrollo y los efectos del medio ambiente para una
visión moderna de la génesis de los T mentales.
El
concepto de la formulación de casos puede verse como una
alternativa a la clasificación estándar (Vanheule
2012).
Escalas
específicas para el diagnóstico de los TP y el TLBP
Las
entrevistas suelen complementarse con escalas específicas para
el diagnóstico del TLP. Analicemos las medidas específicas
más usadas con el Trastorno Limítrofe de la
Personalidad (TLP). Casi todas adoptan un enfoque multidimensional
como forma para medir el TLP. Sin embargo, existen algunas
variaciones entre el número y las dimensiones que utilizan. La
escala de calificación de Zanarini para el trastorno límite
de la personalidad (ZAN-BPD (Guo, Li et al. 2021, Le Corff,
Martin-Storey et al. 2021). Se encontró que tiene niveles
razonablemente buenos de coherencia y validez convergente con otras
medidas de TLBP. El ZAN-BPD define al TLBP como compuesto por cuatro
dimensiones: afectiva, cognitiva, impulsiva e interpersonal. La
entrevista de diagnóstico para T limite (DIB-R)(Soler,
Domínguez-Clavé et al. 2016);) es una entrevista
semiestructurada que mide las mismas cuatro dimensiones que el
ZAN-BPD, pero con considerablemente más profundidad. El DIB-R
es uno de los instrumentos más utilizados en el dominio
público.El instrumento de detección de McLEAN para el
trastorno límite de la personalidad (MSI-BPD; Zanarini et al;
2003) es un escala de autoinforme para complementar los instrumentos
de entrevista clínica, ya que identifica el potencial de un
posible diagnóstico. Es una escala útil (Zimmerman &
Balling 2021). La escala de creencias para el trastorno límite
de la personalidad (BPDBS; (Butler, Brown et al. 2002)) difiere de
otros instrumentos, ya que está influenciado por la terapia
cognitiva conductual. El borderline personality questionnaire (BPQ)
(Salem, Ruiz et al. 2019) es una escala de autoinforme que tiene
nueve dimensiones, introduce dimensiones tales como ira intensa,
suicidio/automutilación y estados cuasi psicóticos. The
borderline evaluation of severity over time (Pfohl, Blum et al. 2009)
es un instrumento de autoinforme que difiere de otras medidas de TLP.
Enfoca en cómo la sintomatología cambia con el tiempo,
en lugar de diagnosticar el trastorno. Los autores sostienen que al
ver al TLBP como una constelación de rasgos desadaptativos en
lugar de una categoría homogénea, se puede evaluar el
rango completo del trastorno. EL PDQ-R (Lindsay & Widiger 1995) .
también se demostró que tiene validez incremental en la
predicción de BPD sobre el NEO PI-R.
La
escala PDI-5 en sus distintas versiones (The
Personality Inventory for DSM-5 (PID-5)—Adult The
Personality Inventory for DSM-5—Informant Form
(PID-5-IRF)—Adult),
para
la evaluación dimensional de los TP (Critchfield, Levy et al.
2007)
Temperamento
y carácter
Son
los dos aspectos estructurales básicos de la P, deben ser
tenidos en cuenta, son heredados y aprendidos respectivamente,
estructuran una conducta fenotípica. El carácter se
desarrolla sobre el terreno biológico (temperamento), la
interacción continua entre estructuras neurobiológicas
heredadas, el temperamento y el ambiente en el que se desarrolla el
sujeto. Juegan un papel en esta interacción continua de ambos,
el aprendizaje, la recepción, el procesamiento y el
almacenamiento de la información, las estructuras cerebrales
temperamentales, como cada organismo percibe, codifica y almacena la
información. Los sesgos preconceptuales en todos los procesos
básicos dan base a lo que el sujeto aprenderá o no, hay
también influencia a la inversa. Los mecanismos
neurobiológicos heredados influyen menos en la conducta de
manera inmediata, están amalgamados con las nuevas tendencias
conductales originadas en otras estructuras cerebrales (de la Rie,
Duijsens et al. 1998).
Tipos
de clasificaciones
Las
clasificaciones pueden ser: categoriales, dimensionales,
prototípicas, subgrupos o subtipos, rasgos, estilos,
trastorno, clínicas.
La
personalidad ( P) puede considerar que una persona es 'como
eres' o una condición que "se tiene'. Los
rasgos de la P pueden ser "buenos o malos", más
o menos estables y constantes en el tiempo, son la expresión
de la 'manera de ser" de una persona. Cuando hay un T, se
alcanza un grado de deterioro persistente. La P puede cursar en
estados, los que pueden fluctuar como los síntomas, aumentan y
disminuyen, pueden variar de un paciente a otro por efecto de los
estresores.
Para
algunos autores los modelos psiquiátricos de clasificación
y evaluación definen T mentales por el daño, la
disfunción, y por los valores sociopolíticos. Otros
consideran que la definición es imposible en un nivel
individual (P. ej. por la patología, síntomas clínicos,
molecular, anatómico).
Los
abordajes categoriales, síndromal y sintomatológico
funcional, no son mutuamente excluyentes.
El
diagnóstico a menudo es difícil, por lo que requiere
que otros aspectos sean tenidos en cuenta en la investigación:
1.los TP no comienzan súbitamente, si así ocurre es un
alerta de otra enfermedad del SNC (psicosis incipiente o abuso de
droga y alcohol); 2. ¿por qué consulta en un momento
particular? (cambios que alteran el balance y hace patente el TP). Si
el paciente presenta egosintonía/egodistonía (si hay
conciencia o no de T mental); 3. atención a los sentimientos,
en el evaluador acerca del paciente (contratransferencia); 4. cuidado
con los sobrediagnósticos, ya que muchas veces hay que
considerar que las personas son étnica y culturalmente
diferentes y que la conducta probable se vea anormal fuera de su
contexto cultural.
Características
de los TP
El
inicio es temprano, son estables y persistentes, influyen en diversos
dominios de la conducta o de otros T mentales, se expresan en el
contexto interpersonal, la patología está presente en
diferentes situaciones, tienen gran estabilidad, los cambios no
ocurren en circunstancias normales, lo que no es indicador de que la
P no pueda cambiar. Cuando se usa un método categorial se
necesitan 4 o 5 criterios para definir un T.
Dimensiones,
facetas o rasgos
El
categorial es un sistema todavía prevalente, no es útil
para una comprensión más precisa de la fuerza y la
debilidad psicológica. El DSM-IV, el ICD 10 y el DSM 5,
Sección II son manuales categoriales, se originan en la
observación clínica y la teoría. Se han ido
redefiniendo por la investigación empírica, lo que ha
mejorado la taxonomía. No es un sistema satisfactorio para los
investigadores y clínicos. Las entrevistas estructuradas
incrementan la calidad de la evaluación de los cambios en las
categorías y criterios de rasgos de la P.
Las
categorías no se explican fácilmente por la amplia gama
de síntomas del TP. Los rasgos son estables en el tiempo
mientras que las categorías y los síntomas pueden ser
inestables, los rasgos pueden seguir causando disfunción
cuando el TP ya no está presente (Endler & Kocovski
2002).
Clasificación
multiaxial
La
clasificación multiaxial es característica de los DSM
hasta el 5, se consideró que favorecía la minuciosidad
y la comprensión del T, hoy está discutida su
persistencia.
El
DSM IV está compuesto por 5 ejes donde se registran: a. el
síndrome psiquiátrico; 2. Los TP y T del Desarrollo; 3.
los T físicos; 4. Los estresores psicosociales y 5. El
funcionamiento global (GAF). El ICD 10 es tri-axial: 1. síndromes
somáticos y psiquiátricos; 2. aspectos de la P; 3. El
funcionamiento adaptativo y factores circunstanciales. Se ha agregado
un eje, la calidad de vida (Frances 1980).
Es
muy útil en la evaluación considerar otras variables
como la comorbilidad con otros T mentales, la presencia de otros
rasgos o TP, la fuerza del yo, los antecedentes del afrontamiento, la
capacidad para la alianza terapéutica, la historia de trauma,
la búsqueda de sensaciones, la disposición para el
tratamiento, la dismorfofobia y la dependencia.
En
el DSM IV-TR los criterios diagnósticos generales de TP son
similares a los enunciados en los primeros párrafos de este
artículo.
Las
características del diagnóstico del TLBP en la
adolescencia.
Las
características del diagnóstico básico son el
disturbio de identidad (en particular para las niñas), la ira
inapropiada intensa, la ideación paranoide (chicos), los
sentimientos crónicos de vacío, el autodaño
deliberado, y el ser propensos a la disociación.
Ningún
elemento de diagnóstico único sugiere un TLBP durante
la adolescencia. Dos a tres criterios de diagnóstico puede
sugerir el TLBP. Los criterios de diagnóstico son parte de la
presentación clínica del TLBP en esa etapa, aunque les
falte especificidad diagnóstica (Fossati & Somma, 2021).
Ejemplo
de subtipos borderline
Adultos
Tipo
1. afectivo (Akiskal y Klein): moderadamente heredable,
predominantemente afectivo, vulnerable. criterios prototípicos.
criterios 6: inestabilidad afectiva (disforia o ansiedad); criterio
5. suicidio recurrente.
Tipo
2: impulsivo (Zannarini, Hollander): moderadamente heredable;
criterios: 4-5;
Tipo
3 agresivo Kernberg): temperamento agresivo, moderadamente heredable,
criterios: 6-8.
Tipo
4: dependiente (Masterson y Gunderson): intolerancia a la soledad y
autonomía desmejorada, criterios: 1-6
Tipo
5: vacío (Mahler, Adler and Buie): memoria evocativa,
criterios 7-3
Adolescentes
El
tipo más desmejorado reúne siete criterios y
comorbilidad.
El
tipo intermedio incluye 3 criterios borderline y alta prevalencia de
PTSD (41.7%),
Un
tipo con síntomas de TLBP y alta prevalencia de T de ansiedad
(62%),
Un
tipo que no tiene síntomas de TLBP y un T comórbido.
Solo
un pequeño grupo de pacientes jóvenes reúne
criterio de TLBP y tiene una distintiva desmejoría severa.
(Slavin-Stewart, Boylan et al. 2018).
ICD
10
En
relación con los conceptos introducidos por el ICD 10,
aparecen como distintivos los siguientes trastornos (T):
f62.
cambios de la P,
f62.0
resultado de experiencias catastróficas: se vuelven
evitativos, hostiles, desconfiados, infelices; depende de estresores;
no hay rasgos desadaptativos previos; pueden ser secuelas de
Trastorno por Estrés post Traumático (TPEPT), debe
durar por lo menos tres años.
f62.1
resultado de otro T mental: dependencia, abandono social, pasividad,
actitud demandante; persistente, inflexible y desadaptativa: dura por
lo menos tres años; no es abarcado por otro T mental y no es
una acentuación de un T de la personalidad preexistente o un
rasgo de la personalidad desadaptativo; no es secundaria a otro
factor (P. ej. trauma cerebral, T orgánico de la
personalidad.),
f62.8.0
debidos a condiciones médicas no psiquiátricas:
secundario reemplaza a orgánico; tipos específicos:
tipo lábil, tipo desinhibido, tipo agresivo, tipo apático,
tipo paranoide, otros tipos (secundarios a crisis epilépticas),
tipo combinado, tipo inespecífico.
f62.9
no especificados en otra parte: consecuentes al dolor; luto, a
estresores psicosociales experimentados en la ancianidad, se plantea
darles diferentes ubicaciones; no está claro cómo
ubicar los cambios en la construcción de la personalidad en
los chicos.
Clasificaciones
por
las características clínicas de la personalidad
Cuatro
tipos según el cuadro clínico predominante: 1.
micropsicóticos, 2. labilidad afectiva, 3. descontrol de
impulsos y 4. búsqueda de novedades.
según
la disposición para el tratamiento
Stone
(1993) describe las siguientes disposiciones: Alta : dependiente,
histriónico, OC; evitativo, depresivo; Intermedia: narcisista,
borderline, esquizotípica; Baja disposición: paranoide,
pasivo-agresivo, esquizoide, antisocial.
Tyrer
(2003) describe dos tipos de disposiciones: tipo r (rechazan el
tratamiento), tipo s (buscan tratamiento).
c.
según funcionalidad en el DSM IV
Se
usa la escala GAF, (Escala Global de Investigación del
Funcionamiento): alta funcionalidad (borderline) GAF +65;
funcionalidad moderada GAF 45-65; – baja funcionalidad GAF –
45(Hong, Samuels et al. 2005).
Variables
que influyen para para un pronóstico negativo del TLBP
La
presencia de: 1. inestabilidad afectiva, pensamientos mágicos,
y agresión en las relaciones (Mackinnon and Pies 2006); 2.
impulsividad o abuso de sustancias (Kienast, Stoffers et al. 2014);
3. abuso sexual en la niñez (de Aquino Ferreira, Queiroz
Pereira et al. 2018). Incesto (Stone 1990); 5. inicio temprano
(Blankley, Galbally et al. 2015); 6. mayor cronicidad (Gunderson,
Stout et al. 2011) ; 7. gran severidad (Jeung and Herpertz 2014); 8.
rasgos esquizotípicos (Raynal and Chabrol 2016), 9. rasgos
antisociales y violencia (Hatzitaskos, Soldatos et al. 1997, Sarkar
2019) son factores que complican y no favorecen un buen pronóstico.
Problemas
y limitaciones del modelo diagnóstico categorial
Los
problemas y las limitaciones
del
modelo categorial
abarcan
la coocurrencia o comorbilidad excesiva de T mentales y otros TP; la
heterogeneidad de T con el mismo diagnóstico; los umbrales
diagnósticos inestables, arbitrarios, subjetivos, no
empíricos. Los criterios diagnósticos en DSM IV-TR son
una combinación de rasgos y síntomas, que llevan a un
exceso de registro de TP NOS, a la imprecisión, confusión
y cobertura inadecuada de síntomas y del cuadros clínicos;
la falta de documentación en cuanto a la selección de
tratamientos y bases científicas inadecuadas(Morey 2019).
Algunas
críticas al DSM-IV TR y su sección de TP señalan
que los diagnósticos oficiales son arbitrarios, no confiables,
superpuestos e incompletos, su utilidad es limitada para la
planificación del tratamiento, los TP deben ser diagnosticados
por rasgos de P, deterioro conductual clínicamente
significativo, no cuando hay particular índice de prevalencia
de rasgos. Lo consistente en el área de los TP, no es la
prevalencia sino el nivel de daño requerido para el
diagnóstico (Widiger and Samuel 2005).
Clasificaciones
dimensionales
Existen
en la base mecanismos genéticos y biológicos. Los
abarcan cuatro o cinco 'super-factores" o dimensiones,
compuestos de rasgos o facetas, hay continuidad entre los rasgos y
los T de P plenos.
Estas
clasificaciones registran todas las dimensiones de la P, cada
dimensión es un continuo, un corte representativo, los
puntajes que pueden ser unipolares
(
nada a severo), o bipolares
(ej.
alto en un polo–normal–alto en el polo opuesto)(Skodol,
Bender et al. 2011).
Los
grupos de trabajo del DSM 5 y el ICD 11, promovieron un acercamiento
dimensional, considerándola una clasificación más
profunda, con dimensiones que son estructuras de alto orden de la P.
El número de dimensiones que pueden constituir cada sistema
varía entre 3 a 18 factores según los autores: 1 los
cluster o grupos a, b, c (DSM IV); dos dimensiones,
externalización/internalización (Slade, 2007); tres
dimensiones, Eysenk (EPI) (Eysenck, Eysenck et al. 1960); cinco
dimensiones "big five" (Widiger and Simonsen 2005); siete
dimensiones, Cloninger (Cloninger 1994); dieciocho dimensiones,
Livesley (Livesley 2001).
El
ICD 11 como manual de clasificación dimensional presenta
cambios fundamentales (Crawford, Koldobsky et al. 2011) relativamente
simples, da un importante giro de foco: permite un diagnóstico
fácil tanto en atención primaria como secundaria,
incluye: (1) clasificación primaria basada en severidad del
TP; (2) clasificación secundaria de cinco rasgos dominios que
califican la naturaleza de la alteración de la P, pero que no
es esencial para la clasificación. (3) procedimiento de
calificación simple que permite el diagnóstico del TP
fácil, tanto en cuidado primario como secundario.
La
justificación de la reclasificación del TP en la 11ª
revisión del ICD
Existen
múltiples razones para optar por una clasificación
totalmente dimensional, que incluye soporte empírico y
utilidad clínica. La comorbilidad de los TP es una medida de
mayor gravedad, sin embargo, la gravedad propia del TP proporciona la
dimensión más útil para que los médicos
consideren la presencia de un TP, incluida la condición su
sindrómica o dificultad de la P. (Bach & First, 2018).
Cinco
dominios de rasgos de personalidad sirven como calificadores de la
gravedad en el CIE 11, y dos factores estructurales, el self y las
relaciones interpersonales lo hacen en el DSM-5 Sección III
(Anderson & Sellbom, 2015).
Múltiples
ensayos de campo respaldan la clasificación dimensional, pero
hay argumentos en contra de su respaldo, uno de los principales es
que la clasificación ICD-11 muestra el deseo de retener el
trastorno límite de la personalidad, para muchos autores
innecesario. La resolución del este problema se logró
en el ICD11 mediante la introducción de la opción de un
'descriptor de patrón límite', pero este debe
registrarse solo después de que se hayan determinado los
niveles de gravedad. Otro de los problemas planteados es la
necesidad de asegurarse que la clasificación sea comprendida
por todos los profesionales de la salud en todos los países,
en vista de la alta prevalencia de TP, junto a la necesidad de
resaltar que el estado de la personalidad debe ser parte de la
evaluación y se registrará incluso si no se la
considera como patología principal. Deberán realizarse
más estudios de campo para ayudar a decidir sobre los umbrales
de severidad, las estructuras de dominio y la comparación de
los dos métodos para registrar la patología límite;
Pj. el modelo estándar de rasgo de severidad ICD-11 y el
descriptor de patrón límite, con la esperanza de que
los profesionales reconozcan la ventaja del nuevo enfoque y ya no
necesiten usar la antigua terminología.
Clasificación
primaria del ICD 11
Clasificación
de severidad de los TP: se incluyen los niveles de 1 a 5, desde la
dificultad del TP al TP severo {ver tabla 1}. Reemplaza las
categorías existentes con cinco dominios o dimensiones
nomotéticos: afectividad negativa, desvinculación,
disocial, deshinibición, anankastia. Se lo registra con un
algoritmo simple usado en la práctica psiquiátrica
cotidiana.
Los
cambios propuestos en el ICD 11 mejoran la utilidad clínica
del diagnóstico del TP, reducen su estigma, ayudan en el
desarrollo y selección de un tratamiento apropiado. Existen
múltiples razones para optar por una clasificación
totalmente dimensional, que incluye soporte empírico y
utilidad clínica. Se enlaza con el modelo dimensional de cinco
factores del DSM-5 sección III. Múltiples ensayos de
campo respaldan la clasificación.
Descripción
de las características de los dominios o dimensiones del ICD
-11 en la clasificación de los TP.
Rasgos
afectivos negativos:
el dominio del rasgo
de afectividad negativa
se caracteriza principalmente por la tendencia a manifestar una
amplia gama de emociones angustiantes, que incluyen ansiedad, ira,
autodesprecio, irritabilidad, vulnerabilidad, depresión y
otros estados emocionales negativos, a menudo en respuesta a
factores estresantes relativamente menores, reales o percibidos.
Rasgos
disociales:
el núcleo del
dominio de rasgos disociales
consiste en ignorar las obligaciones sociales, las convenciones y
los derechos y sentimientos de los demás. Los rasgos en este
dominio incluyen insensibilidad, falta de empatía, hostilidad
y agresión, crueldad e incapacidad o falta de voluntad para
mantener un comportamiento prosocial, a menudo se manifiesta en
forma demasiado activa. En la observación del yo, se los ve
con la demanda por sus derechos y una tendencia a ser manipulador y
explotador de los demás.
Características
de la desinhibición:
el
dominio del rasgo de desinhibición
se caracteriza por una tendencia persistente a actuar impulsivamente
en respuesta a estímulos internos o ambientales en forma
inmediata sin consideración de las consecuencias a largo
plazo. Los rasgos en este dominio incluyen irresponsabilidad,
impulsividad sin tener en cuenta los riesgos o consecuencias, la
distracción y la imprudencia.
Características
anankastica:
el núcleo del dominio
de rasgos anankásticos
es un enfoque estrecho en el control y la regulación del
comportamiento propio y el de los demás, para garantizar que
las cosas se ajusten al ideal personal. Los rasgos en este dominio
incluyen
el perfeccionismo, la perseverancia emocional y la restricción
del comportamiento, la terquedad, ser deliberativo, preocupación
por el orden y el cumplimiento de normas y obligaciones.
Características
del desapego:
El núcleo del dominio es el
rasgo de desprendimiento,
que es mantener distancia emocional e interpersonal. Se manifiesta
con marcado aislamiento social y/o indiferencia hacia las personas,
el aislamiento, la relación con muy pocas o ninguna figura
de apego, incluye evitar no solo las relaciones íntimas sino
también amistades cercanas. Los rasgos en el dominio del
desprendimiento abarcan la distracción y frialdad en la
relación con otras personas, la reserva, la pasividad, la
falta de asertividad, la reducción de la experiencia y de la
expresión de la emoción, especialmente las emociones
positivas, hasta el punto de una disminución de la capacidad
de experimentar placer.
Descriptor
de patrón límite en el ICD 11
Aparentemente
era poco claro, pero fue cuidadosamente construido. Si el dominio de
la gravedad es adecuado, se utiliza el 'descriptor de patrón
límite', que es la nueva redacción de la
descripción en el CD 10 del TP emocionalmente inestable
(Mulder, Horwood et al. 2020). Se caracteriza por un patrón
generalizado de inestabilidad de las relaciones interpersonales, la
autoimagen y los afectos, una marcada impulsividad, esfuerzos
frenéticos para evitar el abandono real o imaginario;
relaciones interpersonales inestables e intensas; inestabilidad
emocional debido a la marcada reactividad del estado de ánimo;
sentimientos crónicos de vacío; disturbios de
identidad, que se manifiestan en la autoimagen o el sentido del yo
marcada y persistentemente inestables; tendencia a actuar
precipitadamente en estados de elevado afecto negativo, lleva a
episodios recurrentes de autolesión; rabia intensa inapropiada
o dificultad para controlar la ira; síntomas disociativos
transitorios o características de tipo psicótico, en
situaciones de alta activación afectiva.
DSM
5, antecedentes de su desarrollo
El
estado del diagnóstico en la psiquiatría de comienzos
del S. XX se caracterizó por la presencia de criterios
diagnósticos descriptivos, falta de información
etiológica y patofisiológica, desarrollado por los
psicopatólogos o por consenso de expertos, y con la falta de
descripción de tratamientos específicos. El diagnóstico
fue mejorando en confiabilidad y comunicación entre los
clínicos.
El
camino hacia el DSM 5
Se
realizaron estudios longitudinales sobre la psicopatología de
la P, los que dieron consistencia al concepto que los TP eran
síndromes de evolución a lo largo del tiempo, que
mostraban inconsistencia con las definiciones del DSM IV. Se
consideró a la estabilidad, junto al deterioro funcional más
importantes para el diagnóstico que la psicopatología;
se mejoraron algunos criterios más que otros (rasgo vs.
conducta) y se estableció que los rasgos de P, más que
TP completo, predicen estabilidad y cambios asociados con los
resultados en el paso del tiempo.
El
Grupo de trabajo sobre TP del DSM 5 se preocupó por: ¿cuáles
son los rasgos nucleares de los TP?); ¿que los distinguen de
los T del Eje I (otros cuadros de T mentales) ?; ¿es útil
el eje II?, ¿pueden (o deben) los Ejes ser modificados o
eliminados?; ¿debe retenerse el sistema categorial o incluir
algún tipo de sistema dimensional; ¿es posible una
clasificación basada en la etiología?; ¿cuáles
son los endofenotipos relevantes?; ¿cómo deben
estudiarse (y manejarse) las diferencias de género, cultura,
raza y etnicidad?
Según
algunos autores, los dominios del ICD-11 fueron superiores en la
captura de TP obsesivo-compulsivo, mientras que los dominios del
DSM-5 fueron superiores en la captura de TP esquizotípico, lo
que no es sorprendente a la luz del uso, respectivamente, de los
conceptos de anankastia y psicoticismo.
Hacia
una integración de los modelos alternativos
Se
estableció la estructura jerárquica de la P por
dominios comunes de orden superior (grandes dimensiones) en los
individuos sin patología: extroversión vs.
introversión; antagonismo vs. adherencia; autocontrol vs.
impulsividad; desregulación vs. estabilidad emocional;
inconformismo (no convencionalidad) vs. intolerancia a lo nuevo; cada
uno de ellos está compuesto por un grupo de rasgos y síntomas
de orden secundario, han servido también para caracterizar a
los TP. Los pacientes con TLBP (y otros TP) tienden a tener puntaje
alto en neuroticismo, antagonismo, resistencia a la autoridad, no
adherencia a reglas, y bajo en agradabilidad, responsabilidad,
armonía, capacidad de relación, presencia
característica de altos niveles de impulsividad, manipulación,
bajos en dedicación, autodisciplina y capacidad de
deliberación.
Hay
nuevos criterios aprobados en ensayos de campo, en instituciones
médicas, académicas y de práctica clínica,
individuales y en grupos pequeños, que establecieron y
desarrollaron fiabilidad, viabilidad, utilidad, algoritmos de
puntuación para los criterios individuales y los trastornos,
en especial desde el punto de vista dimensional.
Secciones
del DSM 5
Sección
I, introducción, uso del manual, reparos forenses; Sección
II códigos y criterios diagnósticos; Sección
III, medidas de evaluación, formulación cultural, el
modelo alternativo en el DSM-5 para los trastornos de personalidad,
afecciones que necesitan mayores estudios; el apéndice, los
glosarios e índices alfabético y numéricos de
diagnósticos y códigos.
Definición
de trastorno mental (DSM-5)
"...síndrome
caracterizado por una alteración clínicamente
significativa del estado cognitivo, regulación emocional,
comportamiento del individuo, refleja una disfunción de los
procesos psicológicos, biológicos o del desarrollo que
subyacen a su función mental... habitualmente asociados a
un estrés significativo o a discapacidad, ya sea social,
laboral o de otras actividades importantes..."
Hay
una gran diferencia cuali-cuantitativa entre la Sección II a
la III del DSM 5 en cuanto a los TP (Criterios A (severidad) y B
(dimensiones y rasgos de P patológicos.
Sección
II (DSM 5)
Se
conserva la estructura de igual forma que en el DSM IV-TR, excepto la
eliminación del sistema axial, con la misma definición
de TP, los 10 TP específicos agrupados en 3 clúster o
grupos: a: "extraños o excéntricos, b:
dramáticos, emocional o erráticos, c: ansiosos o
temerosos. Estos clusters o grupos pueden ser vistos como
dimensiones de la P. Esta estructura categorial incluye cambio de la
P debidos a otra condición médica y TP No especificados
o "mixtos", los TP especiales, no presentes en la
clasificación (P. Ej. T depresivo), y TP inespecíficos
que no reúnen el criterio de un TP. No hay presencia de
mayores especificaciones. Mantiene la dificultad de la presencia de
criterios de diferentes TP en un mismo cuadro y la frecuente
coocurrencia de TP.
El
procedimiento diagnóstico
Se
requieren en la Sección II: una evaluación del
funcionamiento a largo plazo; que a los rasgos se los diferencie de
las respuestas a estresores específicos, que cursan con un
estado de T mental transitorio, que difiere de la estabilidad en el
tiempo de los TP; que respondan a diferentes situaciones; muchas
veces es suficiente con una simple entrevista para evaluarlo y más
de una entrevista a veces se hace complicado hacerla; que el cuadro
no sea reconocido como problemático por el paciente
(egosintonía) y que las conductas desadaptativas se adjudiquen
como originadas en los demás; se requiere de otros
informantes.
Origen
y curso
En
la Sección II el origen de los TP se ubica en la adolescencia
o adultez temprana, excepto TAP que debe iniciar a los 18 años,
algunos tipos son menos evidentes o remiten con la edad (TBP, TAP),
otros se mantienen (TOCP, TESQT P). En chicos o adolescentes, para
ser diagnosticados,
debe ser persistente y estar presentes por no menos de un año;
no son debidos a un delimitado estadio del desarrollo o a la
maduración; pueden desaparecer en la adultez. Si bien el
inicio requiere ser en la adultez temprana, puede hacerse visible más
tarde. Sufren pérdida de apoyo y de situaciones
estabilizantes. Requieren
diagnóstico diferencial con otros T mentales: T
uso de substancias no evidentes; de los problemas diagnósticos
relacionados con la cultura, donde se tiene en cuenta los
antecedentes culturales, étnicos y sociales, no se los debe
confundir con aculturación, inmigración, costumbres y
valores religiosos o políticos. Se requieren informantes de lo
cultural. Hay problemas diagnósticos relacionados con el
género, algunos T están relacionados con lo masculino
(TAP), otros con lo femenino (TBP, TEP, THP). Tener cuidado
con el sobrediagnóstico o el subdiagnóstico por
estereotipos o prejuicios del evaluador. La evaluación
en el DSM-5 es en un solo eje (hasta ahora eran cinco áreas o
ejes). El sistema de ejes para algunos es lento, oneroso, y estos
cuadros no tienen una diferencia fundamental con los otros T mentales
que obligue a diferenciarlos. Un solo Eje beneficia a la práctica
clínica y a la investigación.
Esta
Sección describe los reparos para el uso del DSM 5 en el
ámbito forense (DSM 5 pág. 25) (cautionary statement
for forensic use of dsm-5), las definiciones están
desarrolladas para necesidades clínicas, de salud pública
y de investigación, los diagnósticos pueden ser útiles
en una apropiada aplicación para decisiones legales, pero con
riesgo de que sean mal entendidos o mal utilizados. No hay perfecta
coincidencia entre diagnóstico y una cuestión de
interés judicial..."
Los
códigos de registro en la Sec. II del DSM 5
nombre
de trastorno, 2. código CIE-9-MC, seguido del código
CIE-10-
MC
entre paréntesis, que es alfanumérico (P. ej. TLBP.
301.83 (f60.3), las líneas en blanco indican que el código
CIE-9-MC o CIE 10-MC no es aplicable a los trastornos mentales
debidos a otra afección médica: indicar el nombre de la
afección médica, el nombre del TM debido a esa afección
médica, es decir, el código y estos se indicarán
inmediatamente antes del TP.
Subtipos
y códigos en el DSM 5
A
un trastorno se le puede asignar más de un código,
estos códigos se encuentran debajo del cuadro de criterios
diagnósticos. así ocurre cuando se codifican subtipos
del trastorno, P. Ej. Para el trastorno esquizoafectivo, el tipo
bipolar se codifica f25.0 y el tipo depresivo se codifica f25.1.
Especificadores
Tal
como los subtipos, sirven para incrementar la especificidad del
diagnóstico, aparecen luego de la instrucción
"especificar" o "especificar si", la mayoría
no se pueden codificar, pero se incluyen tras la denominación
del trastorno, tratan del curso, la gravedad, y otras características
descriptivas, etc.
Foco
en tareas destinadas a mejorar la evaluación.
Para
disminuir en los TP y en el TLBP los diagnósticos no
especificados, y dar una mayor precisión hay que agregar
evaluaciones dimensionales, cuando resulten apropiadas, de manera tal
que los clínicos puedan valorar la severidad, además de
la presencia de síntomas. Se debe lograr una mejor alineación
con la CIE, asegurar que tanto las definiciones como los criterios
diagnósticos reflejan la más fuerte evidencia
científica; se debe registrar el
patrón generalizado de inestabilidad de las relaciones
interpersonales, los problemas de autoimagen, los afectos, la
marcada impulsividad, el comienzo a principios de la edad adulta y el
estar presente en una variedad de contextos.
Prevalencia
Los
resultados muestran que aproximadamente el 9% de una muestra tenía
al menos una TP (la tasa general es del 8,9%) y las tasas de
diferencias de sexo en las EP son similares a las de otros países
europeos y norteamericanos. Los TP más prevalentes son los
obsesivo-compulsivos (9,6%), los narcisistas (7%) y los limítrofes
(7%). Los resultados muestran la considerable comorbilidad de los TP,
lo que significa que alrededor del 9% de la población adulta
tiene al menos un TP y, de hecho, presentan características de
muchos TP específicos.(Gawda
& Czubak, 2017).
Las
tasas de prevalencia son muy altas para cualquier trastorno de la
personalidad (12,16%; IC del 95%, 8,01-17,02%) e igualmente altas
para los Grupos A, B y C del DSM, entre 5,53 (IC del 95%, 3,20-8,43%)
y 7,23% (IC del 95%, 2,37-14,42%). La prevalencia fue más alta
para el trastorno de personalidad obsesivo-compulsivo (4,32%; IC del
95%, 2,16-7,16%) y más baja para el trastorno de personalidad
dependiente (0,78%; IC del 95%, 0,37-1,32%). La baja prevalencia se
asoció significativamente con la evaluación calificada
por expertos (versus la autoevaluación) y el informe de
estadísticas descriptivas para el trastorno de personalidad
antisocial. (Volkert, Gablonski et al. 2018).
La
prevalencia del TLBP en la población general: 1,6-5,9%; en el
cuidado primario: 6%; en tratamientos externados: 10% e internados:
20% (Winsper, Bilgin et al. 2020).
Curso
En
el TLBP
las
variables más frecuentes son el severo descontrol impulsivo y
afectivo; el gran uso de recursos de salud y salud mental; el
suicidio joven que decrece en la adultez; con tratamiento mejoran en
el primer año; a la edad de 30 o 40 a. se encuentra más
estabilidad en lo vocacional y relacional; a los 10 años de
evolución, ya la mitad no reúne criterio de TLP
(Winsper, Marwaha et al., 2015).
Riesgo
y pronóstico
Es
5 veces más frecuente en familiares biológicos del
TLBP, tienen también más riesgo familiar de T bipolar,
TUS y TAP, presentan problemas diagnósticos relacionados con
la cultura. Se lo ha identificado en muchos medios y alrededor del
mundo. Los adolescentes y adultos jóvenes con problemas de
identidad y uso de sustancias dan la impresión de TLBP por la
presencia de inestabilidad emocional, dilemas existenciales,
elecciones inciertas que provocan ansiedad, conflictos de orientación
sexual y presión social para decidir carreras. Hay problemas
diagnósticos relacionados con el género, predomina en
mujeres: 75%.
Diagnóstico
diferencial
Se
debe realizar el diagnóstico diferencial ante la presencia de
consumo de sustancias, trastornos físicos, otros trastornos
mentales, otros TP, y el cambio de la personalidad debido a otra
afección médica. La información que transmiten
los TP junto al diagnóstico diferencial, permite al clínico
tener una comprensión más adecuada del comportamiento
de los pacientes; también puede incrementar el conocimiento
para el manejo de muchos enfermos.
Sección
III (DSM 5)
La
APA señala que Incluye la nueva metodología en la
Sección III del DSM-5, postergando su uso clínico, para
fomentar la investigación y la atención, lo que
contribuirá a una mejor comprensión para diagnosticar
y clasificar los TP, evaluar las causas y diseñar los
tratamientos para que pueda ser utilizado por los médicos e
investigadores (publicó el DSM-5 en 2014, culminando un
proceso de revisión de 14 años) (Sleep, Weiss et al.
2020).
La
Sección III contiene un apéndice para la formulación
cultural, como guía para un adecuado diagnóstico
cultural, los módulos implementados enfocan la identidad
cultural del sujeto, la conceptualización cultural del
sufrimiento, los estresores psicosociales, las características
culturales de la vulnerabilidad, la resiliencia, y la relación
sujeto/clínico. La evaluación cultural general se
realiza por medio de una entrevista de formulación cultural
[formulation interview], que permite la definición cultural
del problema, la percepción cultural de causa, contexto y
apoyo, los factores culturales que afectan el afrontamiento actual y
la pasada búsqueda de ayuda, el factor cultural que afecta la
actual búsqueda de ayuda, e incluye conceptos culturales del
malestar (conceptos de distrés).
Para
el Informe de los criterios se establecen los códigos v o z, y
se usa el apéndice y el glosario de conceptos culturales del
malestar.
Criterio
a. (Sección III del DSM). Nivel en la escala del
funcionamiento de la P
Los
rasgos centrales de la psicopatología predicen la presencia de
un TP; la presencia de más de un TP predice un TP severo. Un
nivel moderado de presencia del TP es requerido para el diagnóstico,
este umbral se basa en la evidencia empírica o en el nuevo
desarrollo de los indicadores de severidad.
Los
criterios para la evaluación de gravedad del funcionamiento se
realiza a través del Self con sus aspectos, identidad y la
autodirección y lo interpersonal con los aspectos de empatía
e intimidad.
Patología
del sistema del self y del sistema interpersonal
La
patología de los TP incluye: 1) aspectos organizativos o
estructurales del self y de los sistemas interpersonales, 2) los
contenidos (esquemas y patrones desadaptativos de las relaciones
interpersonales); 3) aspectos conativos.
Los
esquemas desadaptativos organizan la información e interpretan
la experiencia. Los ítems de conocimiento o facultades
conectadas, constituyen los ejemplos específicos del concepto
(P. Ej.: una mesa es más que una lista de sus partes, incluye
un entendimiento de cómo estas partes están
relacionadas funcionalmente y las memorias de mesas específicas).
Los esquemas se organizan en jerarquías, tienden a
autoperpetuarse, pues influyen lo que se observa y la manera en que
los eventos son interpretados (Guidano y Liotti, 1983).
Los
TP tienen dificultad para distinguir el self de los demás; las
experiencias personales se confunden con las vividas por los otros;
los esquemas globales no específicos muestran incertidumbre
sobre las cualidades personales. Hay conceptos empobrecidos sobre el
self y la persona, falta de claridad, de autodirección,
dificultad para establecer objetivos de integración, tienen
representaciones fragmentadas del self y de las personas. Los
diferentes estados se experimentan por separado, sin conexión
entre sí. En las fracturas del self, donde hay una desconexión
entre la experiencia del self que se muestra al exterior, el
verdadero self, y el self que se mantiene oculto y protegido. Hay una
dificultad para formar representaciones integradas de los otros,
característica básica de los TP, lo que conduce a
relaciones inestables. La inestabilidad se produce porque el
comportamiento hacia los otros varía de acuerdo con los
esquemas desadaptativos activos del momento. Los problemas
estructurales comprometen el sentido de la continuidad e historicidad
personal, lo que es fundamental para un funcionamiento adaptativo. La
experiencia del self y del mundo cambia constantemente, lleva muchas
veces a una "discontinuidad temporaria en el self". Hay
dificultad para adquirir el conocimiento intuitivo de las reglas que
guían el comportamiento y surge un sentido persistente de
fallar y la sensación de vacío.
La
falta de claridad dificulta el planificar los objetivos, se valoran
mal, desean evitar lo que quieren lograr. Muchos tienen un fuerte
sentido de lo objetivos que está originado en la percepción
de las expectativas paternas. La pasividad presente se debe a la
incapacidad para influenciar la dirección de la vida, lo que
se asocia a miedos, a la pérdida de control, y la falta de
autonomía. El yo como sujeto (el yo-yo) incluye todo lo
siguiente: William James hizo una distinción entre dos
aspectos del 'yo' separables, pero íntimamente
relacionados, el 'yo' como sujeto se conoce como yo-yo y el
'self ' como objeto, se conoce como me-self, también
identificó subcomponentes. Los componentes de self incluyen a
la self-agency (sentido de propiedad o pertenencia), la conciencia de
sí mismo, la continuidad propia y la coherencia propia, el
me-self incluye el 'yo material, el 'yo social, y el 'yo
espiritual'.
Escala
del funcionamiento de la personalidad (LPFS-SR
) (Hopwood, Good et al. 2018) {ver tabla 2}
(EFP
1) no o pequeño desmejoramiento
Self
La
identidad del individuo:
tiene conciencia de un self único, apropiado y con límite
en los roles; autoestima positiva, constante y autorregulada;
valoración segura; es capaz de experimentar, tolerar y regular
emociones de rango pleno. La
autodirección:
establece y aspira a metas razonables, basadas en una evaluación
de las capacidades personales; usa múltiples dominios; puede
meditar y logra construcciones significativas de la experiencia
interna.
Relaciones
interpersonales
Empatía:
es la comprensión de las experiencias y motivaciones de los
otros en diversas situaciones, comprende y aprecia las perspectivas
de los demás, aun si discrepan; es consciente del efecto de
sus acciones en los demás.
Intimidad:
relaciones múltiples, satisfactorias y persistentes en lo
personal y comunitario; desea y adhiere a relaciones de cuidado, con
cercanía y reciprocidad; se esfuerza por la cooperación
y el beneficio mutuo; responde con flexibilidad a un rango de ideas,
emociones y conductas de los demás.
(EFP
2) algún desmejoramiento
Self:
La
identidad muestra
un sentido relativamente intacto del self, alguna disminución
en la claridad y los límites, cuando hay emociones fuertes,
angustia o aflicción. La autoestima está disminuida por
momentos, con demasiada autocrítica o alguna distorsión
de la autovaloración.
La
autodirección
está excesivamente dirigida a una meta, alguna inhibición
o conflicto en las metas, el grupo de metas personales no son reales,
son inapropiadas o estancadas, limitan aspectos del comportamiento.
Capaz de reflexionar sobre la experiencia interna, puede
sobreenfatizar el autoconocimiento de tipo singular (P. Ej.
intelectual, emocional)
Relaciones
interpersonales
La
empatía
se muestra algo comprometida en la habilidad de apreciar y comprender
la experiencia de los otros, puede tender a ver a los otros como
teniendo expectativas no razonables o deseos de control. Es capaz de
considerar y comprender diferentes expectativas, pero se resiste a
ello. Conciencia consistente del efecto de su propia conducta para
los demás.
Intimidad:
capaz de establecer relaciones persistentes en lo personal y en la
comunidad con algunas limitaciones en el grado de profundidad y
satisfacción.
Capaz
de desear y formar relaciones íntimas y recíprocas,
puede ser inhibido en la expresión de los significados, y a
veces de los contenidos, si surgen emociones y conflictos intensos.
La cooperación puede inhibirse por la presencia de estándares
no reales.
(EFP
3) desmejoramiento moderado
Self.
Identidad:
depende
excesivamente de los otros para la definición de la identidad.
Dificultad para la delimitación de límites; control
vulnerable de la autoestima por un exagerado interés en la
evaluación externa, por el deseo de aprobación; un
sentido de estar incompleto o ser inferior; con juicio de sí
mismo compensatoriamente inflado o desinflado. La regulación
emocional depende de una aprobación externa positiva; amenazan
a la autoestima fuertes emociones de ira o vergüenza.
La
autodirección:
las metas son a menudo un medio de ganar aprobación externa,
más que autogenerada; pierde coherencia y/o estabilidad. Los
estándares personales pueden ser irrazonablemente altos (P.
Ej. necesidad de ser especial) o bajo (P. Ej. no consonante con los
valores sociales prevalentes); realizaciones comprometidas por un
sentido de falta de autenticidad, y la desmejorada capacidad de
reflexionar sobre la experiencia interna.
Relaciones
interpersonales
Empatía:
atenuada por la experiencia de los demás, solo con respecto a
la pertenencia percibida del self que es excesiva autorreferencial,
con compromiso de las habilidades para apreciar y comprender la
experiencia, la consideración de los otros y de las
perspectivas alternativas; inseguro, no está interesado por
los efectos de su conducta o por una valoración real sobre su
propio afecto.
Intimidad:
capaz de desear o formar relaciones en lo personal y en la vida
comunitaria; las conexiones pueden ser muy superficiales; las
relaciones íntimas están predominantemente basadas en
el alcance de necesidades de autorregulación y de autoestima,
con una expectativa no real de no ser comprendido por los otros. No
tiende a ver las relaciones en términos recíprocos,
coopera predominantemente para la ganancia personal.
(EFP
4) desmejoramiento severo
Self.
Identidad:
sentido débil de autonomía, experimenta una pérdida
de identidad o vací;, definición de límites
pobre y rígida: puede mostrar un aumento en la identificación
con los otros y falta de énfasis en la coherencia de la
independencia de los demás. Vacila entre una autoestima
frágil, fácilmente influida por los acontecimientos,
con la pérdida de la autoimagen, la que es matizada por los
conceptos de sentir repugnancia por si, sentirse agrandado, o por
una combinación ilógica no real. Las emociones pueden
cambiar rápidamente a un sentimiento crónico
persistente de desesperación.
Autodirección:
dificultades en los estándares internos de conducta para
establecer y/o alcanzar metas personales; no son claros y son
contradictorios; la vida se experimenta como sin significado o
peligrosa. Un compromiso significativo de la habilidad de reflexionar
o comprender los procesos mentales propios.
Relaciones
interpersonales.
La
empatía:
hay significativa limitación en la habilidad de comprender y
considerar los pensamientos, sentimientos y conductas de los otro;,
discierne afectos muy específicos de la experiencia de los
otros, particularmente vulnerabilidades y sufrimiento. Generalmente
son incapaces de considerar perspectivas alternativas; altamente
influido por la opinión o los puntos de vista de los otros, a
menudo desconcertado acerca de los pensamientos y acciones de los
otros, con frecuentes atribuciones erróneas de una acción
destructiva de los demás.
Intimidad:
algún deseo de formar relaciones en la comunidad;
significativamente comprometida la capacidad de conexiones positivas
persistentes; las relaciones se basan en creencias fuertes de la
absoluta necesidad del otro cercano y/o expectativas de abandono o
abuso; sentimientos acerca de involucrarse íntimamente, que
alternan con el miedo al rechazo y un deseo desesperado de conexión;,
poca mutualidad con los demás, los otros son conceptualizados
primariamente en cómo afectan al self (negativa o
positivamente); y los esfuerzos cooperativos son a menudo
interrumpidos por la percepción de desaires de los otros.
(EFP
5) desmejoramiento extremo
Self.
Identidad:
ausencia virtual de la experiencia del sentido de
autonomía/pertinencia o están organizados alrededor de
las percepciones externas. El límite con los demás es
confuso o ausente; la autoimagen débil o distorsionada,
fácilmente amenazada en la interacción con los demás;
significativa distorsión y confusión de la
autovaloración; emociones congruentes con la experiencia
interna o del contexto; odio y agresión suelen ser los afectos
dominantes, pueden ser rechazados o atribuidos a los otros.
Autodirección:
pobre diferenciación de los pensamientos y las acciones;
inhabilidad en la puesta de metas, están severamente
comprometidos con metas irreales o incoherentes; estándares
internos virtualmente perdidos, el logro genuino es inconcebible,
profundamente incapaces de reflejar constructivamente su experiencia.
La motivación personal puede no ser reconocida y/o
experimentada como externa al self.
Relaciones
interpersonales
Empatía:
pronunciada incapacidad para considerar o comprender la experiencia y
motivación de los demás; la atención a las
perspectivas de los otros está virtualmente ausente (atención
hipervigilante, enfocada en la necesidad de lograr evitar el daño);
la interacción social puede ser confusa o desorientada.
Intimidad:
deseo de afiliación limitado por un profundo desinterés
o la expectativa de daño; el compromiso con los demás
es indiferente, desorganizado o consistentemente negativo. Las
relaciones se conceptualizan casi exclusivamente en términos
de su capacidad para proveer confort o infligir dolor y sufrimiento;
la conducta social e interpersonal no es recíproca, busca
logros o necesidades básicas para escapar del dolor.
Criterio
b (Sección III, DSM 5). Rasgos patológicos de
personalidad
Dominios
de rasgos y facetas y los tipos de TP
Las dimensiones o dominios o rasgo principal y las facetas o
rasgos específicos.
El sistema de rasgos de la P (Sección
III) incluye cinco amplios dominios de rasgos de P polarizados y 25
rasgos o facetas específicos. Los cinco dominios son
variantes desadaptativas de los cinco dominios del modelo de P
ampliamente validado y replicado, el "big five', o modelo
de cinco factores de la P. Estos dominios o dimensiones son:
Afectividad negativa, Desvinculación, Antagonismo,
Deshinibición y Ppsicoticismo. Incluyen un subgrupo de 25
facetas de rasgos específicos. La revisión metanalítica
y los datos empíricos de los rasgos del DSM establecen una
reducción a solo 6 tipos de TP: T antisocial, T evitativo, T
bordeline o límite, T narcisista, T obsesivo-compulsivo, T
esquizotípico y se agrega T P-rasgo especificado, para
aquellos cuadros que no reúnen todas las características
de un TP específico.
Dominios
o dimensiones y los rasgos que los integran {ver tabla 3}
dominio
o dimensión Afectividad
negativa
Constituida
por los rasgos o facetas labilidad
emocional:
con inestabilidad de las experiencias emocionales y del estado de
ánimo; emociones que son fácilmente excitadas,
intensas, y/o fuera de proporción con respecto a los eventos y
circunstancias. Ansiedad:
sentimientos de nerviosismo, tensión o pánico en
reacción a diversas situaciones negativas frecuentes,
preocupación acerca del afecto negativo de experiencias
pasadas, no placenteras y de posibilidades futuras; sentimientos de
tensión y agresividad acerca de la incertidumbre, esperando
que pase lo peor; inseguridad de separación, miedo a estar
solo por rechazo y/o separación de otros significativos,
basada en la pérdida de confianza en la habilidad para
cuidarse, física y emocionalmente. Sumisión:
adaptación de la propia conducta al interés actual o
percibido y los deseos de los otros, aun cuando hacerlo es antiético
para los propios intereses, necesidades y deseos. Hostilidad:
sentimientos presentes o frecuentes de enojo, ira o irritabilidad en
respuesta al menor desaire, insulto, conductas ordinarias,
antipáticas o vengativas (ver también en antagonismo).
Perseveración:
persistente en un sentido o hace cosas por largos períodos, a
pesar de que esas conductas han dejado de ser funcionales o
efectivas; continúan con la mínima conducta a pesar de
repetidas fallas o claras razones para detenerse. Depresividad
(ver desvinculación): sospecha, afectividad restringida o
pérdida de esta faceta que caracteriza a los niveles bajos de
afectividad negativa (ver desvinculación para la definición
de esta faceta).
dominio
o dimensión Desvinculación
Constituida
por los rasgos o facetas, Retraimiento
social:
preferencia por estar solo, reticencia a situaciones sociales, evita
contactos y la actividad social, falta de iniciativa para el contacto
social. Evitación
de la intimidad:
evita la relaciones cercanas o románticas, los vínculos
y relaciones interpersonales, la intimidad y las relaciones sexuales.
Anhedonia:
falta del disfrutar, de la energía para experimentar la vida,
déficit en la capacidad de sentir placer y poner interés
en las cosas. Depresividd:
sentimientos de estar bajo, ser miserable o desesperanzado;
dificultad para recuperarse del mal humo;, pesimismo acerca del
futuro; persistencia de vergüenza y/o culpa; sentimientos de un
valor inferior, pensamientos de suicidio o conducta suicida.
Afectividad
restringida:
pobre reacción a las situaciones que despiertan emociones;
experiencia y expresión emocional restringida; indiferencia y
distanciamiento en situaciones de relación normativa.
Sospecha:
expectativa y sensibilidad ante signos de daño interpersonal;
dudas acerca de la lealtad y fidelidad de los demás;
sentimientos de ser maltratado, usado o perseguido por otros.
dominio
o dimensión Antagonismo.
Constituida
por los rasgos o facetas
manipulación,
uso de
subterfugios para influir o controlar a los demás; uso de la
seducción, el encanto, la no sinceridad, insinuación,
para alcanzar los propios fines. Mentira
o engaño,
deshonestidad o fraude; interpretación errónea del
self; adorna o fabula cuando relata acontecimientos. Grandiosidad,
se creen superiores y que merece trato especial de los demás;
centrado en sí mismo, sentimientos de tener o darse derechos,
arrogante con los demás. Búsqueda
de atención,
adhiere a conductas destinadas a hacerse notar y ser el foco de
atención, Callosidad
falta de interés
en los sentimientos o problemas de los demás; falta
de culpa o remordimiento acerca
de los efectos negativos o dañinos de las acciones sobre los
demás.
Hostilidad
dominio
o dimensión Deshinibición
Constituida por los rasgos o facetas
de
irresponsabilidad,
desconsideración y falta de honor por obligaciones o
compromisos financieros u otros; falta de respeto o continuidad en
acuerdos o promesas; desconsideración con la propiedad ajena.
Impulsividad
actúa bajo el acucie del momento en respuesta a un plan o
consideración de los resultados; dificultades para establecer
o continuar los planes; un sentido de urgencia y de autodaño;
bajo sufrimiento emocional. Distracción
dificultad para concentrarse y enfocar en un tema; atención
fácilmente desviada por estímulos externos; dificultad
en mantener conductas dirigidas a una meta, incluyendo planificación
y terminación de tareas. Toma
de riesgo,
adhiere a actividades peligrosas, riesgosas y potencialmente de
autodaño, sin necesidad y consideración de las
consecuencias; falta de interés por las propias limitaciones y
negación de la realidad de un peligro personal;
irresponsabilidad en la prosecución de metas; sin
consideración del nivel de riesgo involucrado. Perfeccionismo
rígido,
insistencia rígida que todo sea impecable, perfecto y sin
errores o faltas, incluyendo el desempeño propio y el de
otros; sacrificando puntualidad para garantizar la corrección
en cada detalle; creencia que solo hay una manera correcta de hacer
las cosas; dificultad para cambiar ideas y/o puntos de vista;
preocupación por los detalles, organización y orden. La
carencia de esta faceta caracteriza a la baja de los niveles de
desinhibición.
dominio
o dimensión psicoticismo,
constituido por los rasgos o facetas:
creencias
y experiencias inusuales;
creencia que tiene habilidades inusuales, como la lectura de la
mente, la telequinesis, fusión del pensamiento-acción,
experiencias inusuales de la realidad, incluyendo experiencias
parecidas a las alucinaciones. Excentricidad,
el comportamiento, la apariencia y/o el discurso son excéntricos,
inusuales o extraños, tienen pensamientos extraños e
impredecibles; dicen cosas inusuales o inapropiadas. Desregulación
cognitiva y perceptual,
procesos y experiencias de pensamiento inusuales, incluyendo
despersonalización, desrealización y experiencias
disociativas, mixtas de sueño y vigilia, o de control del
pensamiento.
Tipos
de TP
En
el DSM 5 para que un TP esté presente se lo define por un
patrón específico de impedimento (funcionamiento) y
rasgos disfuncionales. Para alcanzar los criterios plenos de un TP,
debe tenerse en cuenta la gravedad y el carácter del deterioro
en el funcionamiento, esto busca resolver los problemas existentes
con el enfoque categorial de los TP; incluye el diagnóstico de
TP-rasgo especificado (PD-TS). Se han llegado a validar por
investigación clínica solo 6 tipos de TP, el resto de
TP presentes en el DSM IV, no fue validado y sólo se
registran sus rasgos o facetas ya sea como especificadores o como
TP-rasgo especificado.
Los
6 tipos de TP: T
antisocial, T
evitativo, T bordeline o límite, T narcisista, T
obsesivo-compulsivo, T esquizotipico, TP-rasgo especificado
Especificadores
El
nivel de funcionamiento puede registrarse adicionalmente, pero no es
requerido para el diagnóstico. Los rasgos de psicoticismo u
otros rasgos que no están dentro del criterio diagnóstico
del TP pueden ser especificados.
Criterio
c.
El
hecho que la persistencia, la estabilidad, el funcionamiento y los
rasgos sean relativamente persistentes en un determinado rango de
contexto social, tiene una consideración relativa, excepto en
los cuadros muy extremos. Hay algún grado de adaptabilidad en
los TP, aunque en general sean desadaptativos, inflexibles, e
inhabiliten en lo social y lo ocupacional. El pensamiento y la
conducta, a pesar de ser percibida su dificultad, son relativamente
estables. Los rasgos son más estables que su expresión
sintomática, hecho que puede cambiar en los períodos de
tiempo extensos. El desmejoramiento en el funcionamiento es más
estable y valioso para evaluar los TP que los síntomas.
Criterios
e, f, g:
Indican
no registrar el TP cuando es mejor explicado por otro T mental, por
el efecto del abuso de sustancias, los estados normales del
desarrollo, o es producto del medio social, cultural, o la
inmigración.
Cuando
otro T mental está presente no se hace diagnóstico de
TP. Si en caso de otro T mental o en presencia de otro TP, al TP se
lo anota como TP comórbido. La gravedad y la funcionalidad en
la evolución de los TP, es apropiado evaluarlas, así
como los rasgos influenciados por el contexto.
Criterios
diagnósticos TLBP en la Sección II DSM 5.
Cinco
o más
de los siguientes 9 criterios (DSM IV, DSM IV-TR, DSM 5 Sección
II). Las características diagnósticas esenciales son:
la inestabilidad
en las relaciones interpersonales, de la autoimagen y de los afectos;
marcada impulsividad. Rasgos asociados que sostienen el diagnóstico:
se quebrantan en el momento de cumplir una meta, síntomas tipo
psicótico ante el estrés, más seguros con la
presencia de objetos transicionales; se asocia depresión, uso
de sustancias, conducta abusivas auto infligidas, pérdidas
recurrentes, historia de abusos, rechazos, hostilidad, conflictos,
pérdida parental temprana, coocurren otros T: T bipolar, T de
alimentación, T por abuso de sustancias, T por estrés
post traumático (TTPEPT), T por déficit atencional e
hiperactividad (TADH), otros TP.
Criterios,
diagnósticos del TLBP
(Mulay, Waugh et al. 2019) correlación de las Secciones II y
III.
Sección
II (5 de los criterios, cualquiera sea la asociación)
1.
esfuerzos frenéticos para evitar el abandono real o
imaginario. (nota: no incluya comportamiento suicida o
automutilación, lo que está
cubierto
por el criterio 5.)
2.
un patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas
caracterizado por alternar entre evitación y devaluación.
3.
alteración de la identidad: marcada y persistente
inestabilidad en la autoimagen o el sentido de sí mismo.
4.
impulsividad en al menos dos áreas que son potencialmente
autodestructivas (P. ej. gasto, sexo inseguro, abuso de sustancias,
conducción imprudente, atracones). (nota: no incluya conductas
suicidas o automutilación, lo que está cubierto por el
criterio 5.)
5.
comportamiento suicida recurrente, gestos o amenazas, o
comportamiento de automutilación.
6.
inestabilidad afectiva debido a una marcada reactividad del estado de
ánimo (P.ej. disforia episódica intensa, irritabilidad
o ansiedad que generalmente duran unas pocas horas y solo raramente
más de unos pocos días).
7.
Sentimientos crónicos de vacío.
8.
ira inapropiada e intensa o dificultad para controlarla (P. ej.,
exhibiciones frecuentes de crisis temperamentales, ira constante,
peleas físicas recurrentes).
9.
Ideación paranoide transitoria relacionada con el estrés
o síntomas disociativos severos.
Tipo
de TLBP
El
tipo está en relación con la correspondencia con los
niveles de presencia de los tres elementos diagnósticos,
funcionalidad, dimensiones y rasgos
(Ej.
en el bordeline):
Tipo
5.muy
alta correspondencia; Tipo
4.
buena correspondencia; Tipo
3.
moderada correspondencia; Tipo
2.
ligera correspondencia; Tipo
1.
no correspondencia.
Sección
III
Criterios
diagnósticos del TLBP
Se
alcanza evaluando el desmejoramiento moderado a severo en el
funcionamiento personal, determinado por: el self y lo interpersonal.
Desmejoramiento
del funcionamiento del self.
Identidad:
marcado empobrecimiento, pobre desarrollo o inestable autoimagen a
menudo asociada con excesiva autocrítica; sentimiento crónico
de vacío, y/o estados disociativos bajo estrés.
Autodirección:
inestabilidad en las metas, aspiraciones válidas y planes.
Desmejoramiento
en el funcionamiento interpersonal
Empatía:
comprometido en la habilidad para reconocer los sentimientos y las
necesidades de los otros (Ej. propenso a sentirse menospreciado e
insultado); percepción de los otros selectivamente sesgada
hacia atributos y vulnerabilidades negativas.
Intimidad:
relaciones cercanas intensas, inestables y conflictivas, marcadas por
la desconfianza; necesidades y preocupaciones ansiosas; abandono real
o imaginario; a menudo con una visión alterna entre el
sobreinvolucrarse y el abandono.
Rasgos
elevados en los siguientes dominios:
Afectividad
negativa. labilidad emocional:
experiencias emocionales inestables, cambio frecuente del humor.
Emociones fácilmente despertadas, intensas y/o fuera de
proporción ante hechos o circunstancias. Ansiedad:
sentimientos intensos de nerviosismo, tensión o pánico
a menudo como reacción al estrés interpersonal;
reocupación acerca de los aspectos negativos o las
experiencias pasadas displacenteras y/o posibilidades futuras
negativas; sentimientos temerosos aprensivos o amenazantes por
incertidumbre. Inseguridad
de separación:
miedo a la separación de los otros por rechazo, asociado con
miedo a excesiva dependencia y/o a la pérdida completa de la
autonomía. Depresividad:
sentimientos frecuentes de ser miserable y/o estar desesperanzado;
dificultad para recuperar el humor; pesimismo acerca del futuro;
vergüenza persistente; pensamientos y conductas de suicidio.
Impulsividad:
dificultad para controlar las conductas, incluyendo las de autodaño;
sufrimiento emocional; actúa con urgencia, ante el estímulo
del momento, en respuesta a lo inmediato; reacción ante
hechosmomentáneos, sin un plan o consideración de
resultados; dificultad para establecer o continuar planes. Toma
de riesgo:
se "engancha" en el peligro, el riesgo, o actividades
potencialmente dañinas, en forma innecesaria y sin considerar
las consecuencias.
Antagonismo
caracterizado por: Hostilidad:
sentimiento de enojo frecuente y persistentes; ira o irritabilidad en
respuesta al menor estímulo,
El
desmejoramiento en el funcionamiento de la P y la expresión de
los rasgos de P son relativamente estables a lo largo del tiempo y
consistentes con las situaciones. Es mejor comprendido como
normativas de los estadios del desarrollo individual o del medio
socio cultural.
Conclusión
Evaluación
1.
La funcionalidad
determina la existencia o no de un TP.
2.
Los cinco
grandes dominios
describen una aceptable opción clínica para establecer
un retrato general del TP.
3.
Las veinticinco
facetas o rasgos determinan el tipo de TP,
este es el foco primario de tratamiento.
Entonces
un TP
específico
se define por un moderado o gran desmejoramiento del funcionamiento +
uno o más rasgos o facetas específicos + los criterios
c al g.
4.
Los subtipos
no es necesario
registrarlos, se los integra en el TP-rasgo especificado.
5.
Especificadores:
se evalúan en el criterio b, se registran los rasgos de
personalidad adicionales, presentes en la evaluación actual
que no son requeridos para el diagnóstico del tipo específico
de TP, pero revisten importancia clínico-terapéutica
6.
Algoritmo de puntaje:
dos de los cuatro criterios a. (funcionalidad o severidad) hacen
diagnóstico del umbral para el criterio b, que determina la
presencia de alguno de los 6 tipos de TP, ambos criterios minimizan
la
falsa
prevalencia, que está aumentada en los registros del DSM IV.
La
superposición
de los registros se evita cuando se
maximiza
la evaluación de los grados de severidad, la funcionalidad de
los rasgos, y la constelación de rasgos.
7.
Se realiza el diagnóstico de cada uno de los 6
tipos de TP
si reúnen desmejoramiento de funcionalidad y los rasgos
desadaptativos. Se puede sumar a ello uno a siete rasgos prominentes
con relevancia
clínica,
lo que se anotan como especificadores.
8.
Se registra como TPD-RS
si
no reúne criterios para los 6 TP, no tiene disfuncionalidad
suficiente ni rasgos típicos, ni el número de criterios
a. o b., o si la presentación es subumbral. También un
TP-RS puede ser definido por un moderado o gran desmejoramiento
combinado con rasgos patológicos
9.
Presentación de TP
mixto o atípico: se
registra si hay un grupo de rasgos
mixtos
de diferentes tipos de TP o algunos rasgos que son menos
característicos de TP (P. Ej., paranoide, esquizoide,
histriónico, dependiente).
10.
Nivel de funcionamiento
de la P, se distribuye en un continuo, desde un extremo donde lo
característico del pensar, sentir, y relacionarse tiene
funcionamiento normal, un mundo psicológico bien integrado, un
concepto del self adaptativo y voluntario, vida emocional rica,
amplia, regulada apropiadamente y relaciones personales plenas y
recíprocas.
En el otro extremo hay un funcionamiento desadaptativo extremo, un
mundo psicológico pobre, desorganizado y conflictivo, el
concepto del self débil, no claro y desadaptativo, las
emociones desreguladas, negativas, el funcionamiento personal y la
conducta social con deficiente funcionamiento del self e
interpersonal.
11.
Definición de dimensional,
la severidad o disfunción generalizada es
el
mayor predictor de TP, son óptimamente caracterizados por un
continuo de la severidad generalizada de la constelación
de síntomas y rasgos de la P, desmejoramiento del centro de la
patología de la P, el self, las ideas, sentimientos, y las
relaciones interpersonales.
12.
La escala del nivel del
funcionamiento
de la P es central para describir el continuo del funcionamiento de
la P, desarrolla la representación mental del self y las
relaciones interpersonales, las que son influidas, están
relacionadas y recíprocamente afectan la interacción
con los profesionales de salud mental, impactando la eficacia del
tratamiento.
El
indicador
global de funcionamiento
permite puntear el nivel de funcionamiento de la P, este nivel global
es el que más caracteriza al paciente, es
necesario
para
el diagnóstico de TP. Diagnosticar la severidad de la
funcionalidad con un puntaje dado puede registrarse sin especificar
el
tipo de TP.
14.
La evolución
está marcada por el grado de disturbio, la caracterización
clínica y el plan de tratamiento.
15.
Rasgos de personalidad,
la tendencia a sentir,
percibir,
conducirse y pensar, en un sentido relativamente consistente, a lo
largo de situaciones en las que se puede manifestar. Los individuos
con un rango alto de los rasgos no necesariamente los tienen en todas
las situaciones, los niveles de rasgo pueden cambiar con el tiempo,
algunos cambios reflejan maduración, otros reflejan la
experiencia de vida. Al individuo se lo puede ubicar en el espectro
de dimensiones
de rasgo,
se identifican en grados más que ausente o presente, existen
en un espectro de dos polos, los polos aparentemente positivos no lo
son en todas las circunstancias, son bastante específicos,
describen un estrecho rango de conductas. Se pueden consignar varios
dominios, rasgos, síntomas y conductas específicas. Hay
una relativa consistencia cuando se comparan rasgos con síntomas
y las conductas específicas, que son las conductas que se
agregan a lo largo del tiempo. Hay tendencia o disposición
hacia una conducta específica.
15.
Conducta específica
es la instancia o manifestación de un rasgo o síntomas,
tienden a crecer y/o disminuir, y permiten todas las intervenciones
posibles. La intervención continuada sobre un síntoma
influye a un rasgo.
16.
Otro esfuerzo por mejorar el diagnóstico y la atención
a las personas de todos los orígenes es la presencia
de una
mayor
sensibilidad cultural
en todo el manual DSM-5. Más que una simple lista de síndromes
ligados a la cultura, tiene criterios y se actualiza para reflejar
las variaciones transculturales en las presentaciones del cuadro, da
una información más detallada y estructurada sobre los
conceptos culturales de la angustia, incluye una herramienta de
entrevista clínica cultural para facilitar la integración
centrada en la persona y sus evaluaciones.
Se
valora el impacto de las diferencias culturales, el rol de las
diferentes
culturas y comunidades, se presentan y explican los síntomas
de diversas maneras. Es importante que se esté al tanto de la
información contextual relevante
de
un paciente, de su cultura, raza, origen étnico, la religión
o el marco geográfico (P. Ej., llanto incontrolable y dolores
de cabeza, síntomas de ataques de pánico en algunas
culturas, la dificultad para respirar puede ser el síntoma
principal en otras culturas. La comprensión de tales
distinciones ayudará a los médicos a diagnosticar con
mayor precisión problemas, así como a brindar el
tratamiento más efectivo).
Las
consideraciones
culturales
en la práctica clínica: los grupos de trabajo en el
DSM-5, realizaron un esfuerzo para modificar criterios culturales y
establecer los que sería más equivalente a través
de diferentes culturas. En la sección II, se cambiaron
criterios diagnósticos específicos para aplicarlos
mejor en diversas culturas. La entrevista
de formulación cultural y los módulos complementarios
deben ser utilizados en la investigación y el ámbito
clínico, como herramientas potencialmente útiles para
mejorar la comprensión clínica y la toma de decisiones,
no como la única base para hacer un diagnóstico clínico
(Sorrel, García et al. 2021).
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