Introducción
La
tecnología se define como un conjunto de herramientas,
instrumentos, máquinas, organizaciones, métodos,
técnicas, sistemas que inciden en nuestra experiencia (Winner,
1979). Permite que los individuos expongan al exterior todo aquello
que solo se encuentra en el interior de cada cual, poniendo en
manifiesto diferentes aspectos de la consciencia del ser humano
(Esparza Parga & Rubio Barrios, 2016).
Las
TIC cumplen la función de soporte y canal en un mundo
globalizado, permitiendo almacenar, procesar y comunicar información
con el fin de favorecer la calidad de vida del usuario, no obstante,
no solo son dispositivos tecnológicos, sino que son impulsoras
de cambios sociales, culturales y económicos (Ávila
Díaz, 2013).
El
uso de las TIC ha avanzado en diversos espacios de la vida cotidiana
de cada ser humano al punto de ser indispensable en determinadas
actividades. En Argentina el 63,8% de los hogares urbanos tiene
acceso a una computadora y el 90% a internet. Además, 88 de
cada 100 personas utilizan teléfono celular y 85 de cada 100
acceden a internet mediante dicho dispositivo (Instituto Nacional de
Estadística y Censos, 2020). De este modo es posible pensar en
procesos psicoterapéuticos donde las TIC sean un medio
importante para la intervención.
Si
bien el uso de la tecnología en la práctica clínica
parece innovador, se podrían distinguir tres etapas: la
primera es aquella en la cual los avances tecnológicos
favorecieron tareas administrativas y distintos procedimientos
teniendo un bajo impacto en los servicios clínicos. En una
segunda etapa la tecnología facilitó la atención
y cuidado de la información de los pacientes tal como el uso
de programas de evolución y bases de datos. Y finalmente una
tercera etapa, la cual consta de innovaciones en la práctica
terapéutica tal como programas de tratamiento mediante el uso
de dispositivos y tratamientos online (McMinn, 1998).
Actualmente,
se han establecido dos modos de unir la psicoterapia al uso de
tecnología. Por un lado mediante la utilización de
recursos tecnológicos incluyendo el uso de celulares,
computadoras y videojuegos. Por otro, a través de
intervenciones concretas digitalizadas que juegan un rol importante
en el proceso terapéutico tales como realidad virtual,
biofeedback, serious games o intervenciones on-line
autoadministrables (Distéfano et al. 2015).
Las
TIC brindan a la terapia cognitivo conductual diversos recursos tales
como material psicoeducativo, herramientas para favorecer el feedback
y formularios de evaluación, de este modo es posible, a través
de intervenciones online, modificar tanto pensamientos desadaptativos
como conductas (Apaydin et al. 2018). A pesar que el uso de las TICs
se ha presentado como un reto, día a día se supera y
genera nuevos alcances inesperables que benefician tanto a la
práctica clínica como a la investigación (Miro,
2007).
Trastornos de ansiedad y TIC
Para
definir el concepto de ansiedad es importante poder diferenciarla
del miedo, en ocasiones se toman como equivalentes, sin embargo no lo
son. Al hablar de miedo se hace referencia a la respuesta primitiva y
adaptativa de un individuo ante la percepción real o subjetiva
de un peligro. Frente a la apreciación de una situación
amenazante, el organismo genera una serie de cambios en distintos
niveles con el único fin de protegerse.
Esta
respuesta es inmediata y automática, y se encuentra mediada
por un procesamiento automático de la información.
La
respuesta de miedo está ligada al instinto de conservación
(Rodriguez
Biglieri & Vetere 2011).
La
ansiedad es un estado emocional más perdurable en el tiempo.
No se trata solo de la percepción de una amenaza, en la
ansiedad la amenaza ha sido reevaluada, así como también
fueron evaluados los recursos que el individuo cree que tiene para
afrontarla. Es entendida como una respuesta subjetiva más
estable frente a la activación del miedo, implica un complejo
patrón de respuestas fisiológicas, conductuales y
cognitivas que se ponen en marcha cuando algunos hechos son
interpretados como amenazantes para nuestros intereses vitales.
Ahora
bien, en todos los trastornos de ansiedad se puede identificar el
miedo, no obstante lo patológico y, por lo tanto, lo que los
define como trastornos es la constancia de la ansiedad, la intensidad
a nivel subjetivo y el grado de malestar que genera en el individuo
que la padece, quien se considera incapaz de sobrellevar estas
experiencias, llevándolo a la disfuncionalidad en diferentes
ámbitos de la vida. Esta ansiedad, por la cual el paciente
consulta a un profesional, se torna desadaptativa ante situaciones
que no necesariamente son peligrosas, en donde tanto el temor como la
evitación llegan a un punto de gravedad tal que causan un
deterioro en el funcionamiento del individuo y en ocasiones termina
resultando incapacitante (Rodriguez Biglieri & Vetere 2011).
Las
respuestas fisiológicas de ansiedad varían en cada
individuo, estas pueden ser: palpitaciones, taquicardia, dificultad
para respirar, falta de aire, sensación de nudo en el
estómago, alteraciones en el apetito, mareos, cefaleas,
debilidad física, temblores, sofoco, sudoración, rubor
o palidez en el rostro, entre otros. Las respuestas conductuales en
la ansiedad suelen ser comportamientos de huida, evitación del
estímulo gatillador, búsqueda de reaseguro y/o
congelamiento. Algunos de los síntomas cognitivos pueden ser:
miedo a perder el control, miedo a ser evaluado negativamente por los
otros, dificultad en la concentración, distractibilidad,
hipervigilancia frente a la amenaza, dificultad en la memoria,
despersonalización y/o desrealización. Estos síntomas
dan cuenta del procesamiento cognitivo del paciente y brindan
información relevante al terapeuta para arribar a un
diagnóstico presuntivo.
Desde
la Terapia cognitivo conductual se considera que el hecho de que
algunos individuos presentan mayores niveles de ansiedad está
íntimamente relacionado con la interpretación
catastrófica de los hechos y a que estos individuos consideran
que no tienen los recursos necesarios para afrontar de forma positiva
estas situaciones. A estos dos factores se suma la utilización
de las estrategias de afrontamiento disfuncionales, las cuales
generan que dichos niveles se mantengan elevados y determinan que
tenga lugar o no el desarrollo del trastorno de ansiedad.
En
ellos se observa una activación de los esquemas de amenaza que
son los responsables de los procesos cognitivos y conductuales
involuntarios que caracterizan la respuesta inmediata del miedo. La
atención se encuentra dirigida, de manera automática y
selectiva hacia la información de amenaza.
Así,
la respuesta de miedo actúa como una reacción defensiva
frente al peligro, y se diferencia de la ansiedad en la forma en la
que esta última perturba la vida de la persona. Ante una
situación de miedo la persona sobrepasa la situación
con cierto malestar pero no modifica en gran medida su vida
cotidiana, se transita en un tiempo delimitado y acorde a la
situación, mientras que aquel individuo que presenta un
trastorno de ansiedad hace todo lo posible para evitar la situación
u objeto temido, manteniendo las respuestas de ansiedad.
Cabe
destacar y considerar que estos trastornos suelen iniciarse
tempranamente en la infancia/ adolescencia y alcanzar su punto máximo
en la mediana edad (Bandelow & Michaelis, 2015).
Los
trastornos de ansiedad son uno de los desórdenes
mentales más comunes a lo largo de todo el mundo, el
3,6% de la población padece ansiedad
(Organización
Mundial de la Salud, 2015). En el caso de Argentina la prevalencia de
los Trastornos de Ansiedad a lo largo de la vida es sumamente alta,
ubicando dicho trastorno en primer lugar, según el Estudio
epidemiológico de salud mental en población general de
la República Argentina (Stagnaro et al., 2018) arrojando lo
siguientes datos: trastorno de ansiedad 16,4%, fobia específica
6,8% , trastorno de ansiedad social 2,6%, trastorno de estrés
postraumático 2,8%, trastorno de ansiedad generalizada 3,9%,
trastorno de ansiedad por separación 3,1% , trastorno por
pánico 1,5%, trastorno obsesivo compulsivo 2,9 %, agorafobia
sin trastorno de pánico 0,5 %.
Dentro
del marco de la terapia cognitivo conductual, se utilizan protocolos
diferentes según la categoría diagnóstica, a la
cual se arribe con la evaluación, y el plan de tratamiento
será individual en cada paciente. No obstante, en líneas
generales se pueden diferenciar distintas etapas y/o procedimientos a
seguir en los tratamientos de trastornos de ansiedad, estos son:
evaluación,
psicoeducación, reestructuración cognitiva y
exposición. A
continuación se describirán cada uno de estos pasos y
paralelamente se irá desarrollando cómo se incluye el
uso de las TIC en ellos.
La
evaluación psicológica es
el proceso a través del cual se recogen distintos tipos de
información con el fin de arribar al diagnóstico
correcto para llevar adelante el tratamiento más adecuado y
efectivo, como así también para que el paciente acceda
a un mayor conocimiento acerca de sí mismo y de lo que
atraviesa. La evaluación se lleva a cabo a través de la
aplicación de técnicas y herramientas creadas con ese
fin, ya sea escalas o test y entrevistas clínicas,
estructuradas y semiestructuradas. Varios
inventarios estandarizados de autorreporte ofrecen información
útil para la planificación del tratamiento y son
marcadores sensibles del cambio terapéutico.
En
la evaluación es donde se comenzó a utilizar la
tecnología, en las psicoterapias; en principio permitiendo que
los datos recogidos sean procesados, pasando luego por la corrección
de las escalas y la elaboración de informes, y con la
presencia de las computadoras personales y dispositivos informáticos
portátiles, llegar a la computarización de dichos test.
Actualmente se cuenta con una gran cantidad de herramientas de
medición y observación que presentan alta fiabilidad y
validez, como son los test, autoinformes o entrevistas (Miró
J., 2007).
En
cuanto a la etapa de psicoeducación,
el objetivo es arribar a un mayor entendimiento y claridad del
problema, o trastorno, para enfocar adecuadamente su resolución
o tratamiento. Es a través de la psicoeducación
que el paciente, no solo recibe información, sino que
atraviesa un proceso donde desarrolla y fortalece sus capacidades
para afrontar diversas situaciones que se le fueron tornando
limitantes (Bregman,
2006). En esta primera parte del tratamiento podemos incorporar el
uso de TIC, instruyendo al paciente sobre su trastorno, con un video
explicativo o un manual digitalizado.
Además,
dentro de los trastornos de ansiedad, un recurso tecnológico
muy útil para llevar a cabo la psicoeducación es el
biofeedback,
siendo de gran utilidad para comunicarle al paciente acerca del
funcionamiento de la ansiedad y sus manifestaciones fisiológicas
y cognitivas . Mediante la utilización de este instrumento el
consultante puede observar por sí mismo cómo sus
niveles de activación emocional suben o bajan según los
pensamientos que tenga durante la sesión y por ende los
cambios corporales (Calabretta, 2017).
El
biofeedback
es una técnica que se lleva a cabo a través del empleo
de instrumentos de gran precisión, basado en un sistema de
sensores, a través de los cuales se logra medir distintas
respuestas o actividades fisiológicas como las ondas
cerebrales, la función cardíaca, la respiración,
la actividad muscular o la temperatura de la piel, permitiendo
observar una amplia variedad de actividades biológicas,
incluyendo la de los distintos sistemas nerviosos: el sistema
nervioso central, el sistema nervioso autónomo, el sistema
nervioso somático o músculo-esquelético, el
sistema neuro-endocrino y el sistema neuro-inmunológico;
brindándole al individuo información de forma rápida
y precisa. Esta técnica permite a una persona aprender a
modificar la actividad fisiológica con la finalidad de mejorar
la salud y la actividad de la misma. El acceso a esta información,
sumado a los cambios producidos en el pensamiento, en las emociones y
en el comportamiento genera los cambios fisiológicos deseados;
los cuales se conservan sin necesidad de la presencia del
instrumento.
De
esta forma, a través de instrumentos electrónicos y de
determinadas técnicas de aprendizaje, el biofeedback
permite al sujeto el acceso a información que proviene de
cierto sistema o proceso biológico que habitualmente no es
accesible para él por estar fuera de su conciencia; el
objetivo es que mediante dicha información el sujeto pueda
llegar a aprender a controlar voluntariamente el funcionamiento de
ese sistema biológico y, como consecuencia de ello, los
trastornos psicofisiológicos o psicosomáticos
relacionados con el mal funcionamiento del mismo.
El
biofeedback
se apoya en los principios y procedimientos del campo de la
psicología del aprendizaje, con lo cual es importante tener en
cuenta que lo realmente útil o terapéutico del este
instrumento no estriba en la simple utilización de lo
tecnológico sino en la adecuada aplicación de los
principios y técnicas de aprendizaje desarrolladas por la
psicología, especialmente el condicionamiento operante
(Carrobles., 2016).
El
siguiente procedimiento que se desarrollará es la
Reestructuración
Cognitiva (RC).
En algunos tratamientos de los trastornos de ansiedad se utiliza con
más énfasis, en otros tiene menor protagonismo. El uso
de la reestructuración cognitiva como estrategia consiste en
identificar y cuestionar pensamientos desadaptativos. Es importante
tener en cuenta que identificar pensamientos no es simplemente una
fase inicial sino un proceso que se da de manera continua a lo largo
del proceso terapéutico (Bados López & García
Graus, 2010). En la RC se trabaja colaborativamente,
paciente-terapeuta, en plantear los pensamientos automáticos e
imágenes disfuncionales del consultante tal como si fueran
hipótesis, las cuales deberán ser corroboradas a través
de experimentos conductuales.
Antes
de empezar con esta estrategia es fundamental que el paciente pueda
dar cuenta de la relación que hay entre
pensamientos-emoción-conducta, cómo incide la primera
sobre las otras dos, y por otro lado que reconozca la categoría
de hipótesis de los pensamientos, esto es: que no son hechos y
deben ser comprobados.
Una
vez que esto sucede se procede con el registro de pensamientos del
paciente, comúnmente es a través de un autorregistro
(Ellis,
1979) donde se incluye: situación activadora, cogniciones,
consecuencias emocionales y conductuales. Durante el tratamiento se
evalúan las cogniciones y los efectos cognitivos, emocionales
y conductuales de dicha evaluación (Bados, García Graus
2010). Generalmente este autorregistro es a través de un
cuadro en papel y bolígrafo, no obstante en la actualidad
podemos contar con otro tipo de herramientas para llevar a cabo este
autorregistro. Contemplando que con el uso de la teleasistencia o
terapia online, el paciente no podría mostrarnos ese registro
recurrimos a una fotografía o una redacción
digitalizada. En la práctica profesional actual nos
encontramos haciendo uso de este tipo de herramientas. Considerar,
por ejemplo, el uso de documentos en línea, compartido en la
nube, donde solo podrán tener acceso él y su terapeuta,
incluso desde un dispositivo inteligente. Teniendo en cuenta esta
readaptación del autorregistro, en esta actualidad
digitalizada, también hacemos uso de dichos dispositivos para
plasmar el autorregistro en un audio o grabación, con los
lineamientos del terapeuta que se explicaron al proceder con la RC.
Nos encontramos en una era, donde la mayoría de nuestros
pacientes mantienen una estrecha relación con las tecnologías,
las cuales comienzan a tomar protagonismo incluso con la posibilidad
de generar un registro de pensamientos en un chat de WhatsApp,
siempre y cuando se retome en el espacio de sesión para el
trabajo de RC.
Además
de esto se puede agregar el uso de aplicaciones que permiten
colaborar en la identificación de pensamientos automáticos
disfuncionales, por ejemplo YANA. Yana App es un chatbot (Agente
Conversacional Automatizado), desarrollado por programadores
mexicanos en conjunto con psicólogos, Apoya a las personas con
depresión o ansiedad (o quienes creen tenerlo, ya que es de
acceso público) a través de estrategias Cognitivo
Conductuales. Yana presenta herramientas útiles y prácticas
de manera amigable, simple e inteligente para ayudar a manejar sus
estados emocionales a cualquier hora del día. Este chatbot
ayuda a identificar pensamientos automáticos que provocan
emociones negativas y trabaja de manera sencilla las distorsiones
cognitivas. Durante el trabajo de reestructuración en el
tratamiento, esta app es muy sencilla para que el consultante pueda
registrar estos pensamientos automáticos que generan malestar
emocional- ansiedad.
Uso de realidad virtual - Exposición
En
la técnica conductual de
exposición,
se enfrenta al paciente, de manera sistemática y deliberada,
al objeto o a la situación temida con la finalidad de que la
ansiedad suscitada por ésta disminuya con el tiempo, dando la
posibilidad de generar un nuevo aprendizaje sobre estos y, a su vez,
ir adquiriendo y practicando estrategias para regular sus respuestas
conductuales y fisiológicas (Seitheff & Politis Sanz,
2020). La misma se puede llevar a cabo a través de una
exposición gradual, elaborando una jerarquía de
exposición, o de forma intensiva mediante la técnica de
inundación. En la exposición por inundación se
busca exponer al paciente a tantos estímulos de evitación
como sean posibles para llegar a obtener una exposición
completa al estímulo condicionado, mientras que en la
exposición gradual (o desensibilización sistemática)
se comienza por aquellas situaciones que representan menor carga
ansiógena hasta llegar a las más temidas; buscando que
el paciente identifique pensamientos automáticos y se habitúa
al estado fisiológico de ansiedad (Bados Lopez & Garcia
Grau, 2011) (Espada, Van der Hofstadt & Galván, 2007).
La
exposición se puede llevar a cabo de diversas formas, mediante
exposición
en vivo en
donde el consultante toma contacto directo con el estímulo.
Del mismo modo a través de la desensibilización
sistemática, se expone al paciente tanto al estímulo
directo o imaginario, sin embargo, previamente se lo debe entrenar en
relajación. Asimismo, es posible llevar a cabo la exposición
a través de la imaginería solicitando al consultante
que imagine el estímulo temido y que narre el acontecimiento (
Bueno
Sanchez
et al. 2019). El éxito de la exposición se debe a la
extinción, ya que al eliminar el refuerzo negativo - la
evitación- disminuye la respuesta de miedo (Mowrer,
1960). La persona debe mantenerse en la situación hasta que la
emoción de ansiedad se reduzca significativamente.
En
lo que respecta al procedimiento terapéutico de exposición
y la utilización de la tecnología, es posible contar
con dispositivos de gran utilidad como son el uso de biofeedback, la
realidad virtual y la realidad aumentada. A continuación se
detalla una guía de cómo son implementadas estas
tecnologías dentro de esta parte del tratamiento de los
trastornos de ansiedad.
En
esta etapa -exposición- el biofeedback, antes mencionado, se
utiliza para trabajar con el paciente en las técnicas de
relajación ya que es de gran utilidad que el individuo pueda
observar cómo los niveles de ansiedad disminuyen al realizar
ejercicios de respiración diafragmática y relajación
muscular con el terapeuta, así como también la forma
en que los pensamientos activan o reducen su ansiedad. Otra ventaja
de la utilización de esta herramienta es que aumenta la
adhesión al tratamiento y al compromiso en el cumplimiento de
los ejercicios entre las sesiones ya que al observar sus
manifestaciones afectivas logran comprender la importancia de
adquirir hábitos nuevos (Calabretta 2017).
La
realidad
virtual
es una herramienta tecnológica que brinda la posibilidad de
simular la realidad con tal veracidad que quienes la experimentan
tienen la ilusión de estar efectivamente en ese lugar. Esto es
posible debido a que los espacios creados son tridimensionales,
permitiendo una inmersión total en los mismos, dando lugar a
que el individuo pueda interactuar con dicho entorno virtual,
logrando experimentar el mundo virtual de una forma muy similar a la
que se tiene en el mundo real. Esta propiedad de la realidad virtual
se llama sensación
de presencia,
que es lo que la hace tan útil para su uso en el tratamiento
psicoterapéutico. En una investigación llevada adelante
por Seitheff G. y Politis Sanz A. (2020) obtuvieron como resultado
que la realidad virtual logra provocar dicha sensación de
presencia, ya que el dispositivo consigue generar las reacciones
emocionales y fisiológicas que los entornos de la vida real.
La
misma se realiza con la utilización de un casco o gafas
conectadas a una computadora; a lo que se le puede agregar al equipo
accesorios como auriculares, o incluso equipos de biofeedback, que
nos permite medir los niveles de activación fisiológica,
y llevar un registro de dichas mediciones a lo largo del tratamiento
(Calabretta, 2017)
Dentro
de este marco de la práctica de exposición, poder
trabajar con realidad virtual nos da una serie de ventajas; por un
lado permite la manipulación por parte del terapeuta tanto de
los eventos que suceden en ese espacio cibernético, como así
también de los elementos que se presentan en el mismo,
brindándonos la posibilidad de asegurar al paciente que solo
sucederá lo que se planificó para esa situación
en particular. Dentro de esa planificación, también,
está la ventaja de poder regular los elementos que se
presentan en esa realidad, como por ejemplo la cantidad de personas,
en una fobia social. Por otro lado, otro de los beneficios del uso de
la realidad virtual es que nos da la posibilidad de generar
escenarios que no siempre son posibles de llevar a cabo en una
exposición en vivo, por ejemplo se puede simular el despegue
de un avión una y otra vez, para la fobia a los aviones.
Además de todo esto, nos permite que sea un eslabón
intermedio dentro de la jerarquía de exposición, entre
la exposición imaginaria y la exposición en vivo
(Botella Arbona, García-Palacios, Baños Rivera &
Quero Castellano, 2007).
La
incorporación de la realidad virtual en el tratamiento
psicoterapéutico ha avanzado mucho, la misma es avalada por
las investigaciones llevadas a cabo acerca de su utilización
que arrojan resultados favorables.
En
una revisión llevada a cabo por Botella Arbona,
García-Palacios, Baños Rivera & Quero Castellano
(2007) en la cual buscaron evaluar la utilidad de la realidad virtual
en los tratamientos psicoterapéuticos, observaron que, tanto
en el tratamiento de la ansiedad social, la fobia específica y
la agorafobia, la realidad virtual ha demostrado su utilidad.
Para
el trabajo de la fobia específica, en la cual el paciente
manifiesta temor hacia un objeto o situación particular,
generando elevados síntomas de ansiedad, y en donde está
presente la conducta de evitación de los mismos (Cia 2007),
los software de realidad virtual brindan una gran cantidad de
escenarios para trabajar dentro de la jerarquía de exposición,
como por ejemplo cucarachas y arañas para la fobia a los
insectos; gatos, perros y palomas para la fobia a los animales;
escenarios de automóvil en la autopista y en la ciudad para la
fobia a conducir; contextos de sala de espera y extracciones para la
fobia a la sangre e inyecciones; para la fobia a las alturas se
encuentran escenarios de azoteas y ascensores abiertos, para la
claustrofobia ofrece escenarios de sótanos, ascensores,
resonancias magnéticas y habitaciones que se van achicando
(Calabretta, 2017); también existen simuladores de vuelos.
En
el caso de la fobia social, en donde la ansiedad se manifiesta en
las situaciones sociales y el foco está puesto en la
evaluación de los otros, los escenarios de la realidad virtual
utilizados tienen que ver con el tratamiento del miedo a hablar en
público, para lo cual se cuenta con contextos en los cual el
paciente se puede exponer a situaciones como dar un discurso frente a
un público que lo está escuchando, situaciones de
entrevistas laborales, reuniones en un bar (Calabretta 2017).
Para
trabajar el pánico y la agorafobia la realidad virtual brinda
distintos escenarios, permitiendo exponer a los pacientes a las
distintas situaciones que temen. Así se puede contar por
ejemplo, con paseos en una plaza, viajes en subte, imágenes de
la vía pública, videos de multitudes tanto en espacios
abiertos como cerrados, mercados, entre otros.
También
se cuenta con escenarios de lugares sucios y públicos que
resultan de gran utilidad para trabajar obsesiones de contaminación
en el TOC.
Otra
herramienta tecnológica de gran utilidad para trabajar dentro
de la jerarquía de exposición
es
la realidad
aumentada,
la cual permite que se introduzcan en contextos reales contenidos
virtuales con el objetivo de aumentar la percepción del
usuario en ese instante. Para llevarla adelante se pueden utilizar
distintas tecnologías como los dispositivos de mano, sistema
de pantalla montados en la cabeza y pantallas de proyección;
sumado a un dispositivo software que sea capaz de aumentar la
realidad. Hoy en día se cuenta con dispositivos que se
utilizan a través del celular, como por ejemplo la aplicación
Phobos.
Esta
aplicación fue diseñada para dispositivos móviles,
desde un marco cognitivo conductual, presentando la limitación
de que actualmente se puede acceder a ella solo desde iOS. Permite
trabajar fobias específicas en un ambiente seguro y
controlado.. La realidad aumentada supone la incorporación de
elementos virtuales en el mundo real.
Recolección y análisis de datos
Con
el fin de conocer el uso de las TIC y aceptación de las mismas
en el proceso terapéutico, se diseñó un
cuestionario ad hoc para licenciados en psicología, el cual
constó de nueve preguntas cerradas de opción múltiple
acerca de la antigüedad en la práctica clínica,
marco teórico de trabajo, uso de recursos tecnológicos
y una pregunta abierta sobre nuevos desafíos antes el uso de
TIC.
A
partir de los datos obtenidos otorgados por 72 profesionales, se ha
puesto de manifiesto que la mayoría de los encuestados utiliza
audios como recursos tecnológicos, más de la mitad de
los participantes implementa el uso de videos en el proceso
terapéutico y en menor medida utilizan aplicaciones. Del mismo
modo, se ha evidenciado el escaso uso de otros recursos tales como:
Realidad virtual, equipos de biofeedback, powerpoint, pdf entre
otros.
Asimismo,
el 83,1% de los encuestados demostró interés en
incorporar nuevos recursos tecnológicos a las sesiones.
Respecto a los nuevos desafíos presentados a partir del uso de
la tecnología, la mayoría de los participantes
coincidió en que presentaron como dificultad la pérdida
del encuadre, haciendo referencia a horarios, lugar en donde se
desarrollaba el encuentro y mensajes fuera de horario de trabajo.
En
cuanto a marco teórico, antigüedad en la práctica
clínica y uso de TIC no se ha encontrado correlación
significativa.
{ver figura 1} {ver figura 2} {ver figura 3}
Encuadre terapéutico y desafíos actuales
Si
bien los profesionales creen que la implementación de TIC
favorecen el procesos terapéutico, suelen manifestar
preocupación por los aspectos éticos y legales del
tratamiento tal como velar por la confidencialidad de los datos
obtenidos y poder brindarle seguridad a los pacientes de brindar
información mediante internet (Kramer, Kinn y Mishkind, 2015)
Asimismo, psicoterapeutas aseguran contar con poca información
sobre la disponibilidad de recursos tecnológicos y ventajas de
los mismos (Distéfano et al. 2015)
No
obstante, el contexto sanitario por COVID 19 ha obligado a repensar
las prácticas, acercando a los psicoterapeutas a un primer
encuentro con la tecnología en el espacio terapéutico.
Si bien el uso de TIC ha sido repentino y forzoso, se ha puesto de
manifiesto que la experiencia online ha sido sumamente positiva
(Békés & Aafjes, 2020).
La
utilización de las nuevas tecnologías como alternativa,
dentro del tratamiento psicológico, ha presentado varias
ventajas, entre ellas el aumento a la accesibilidad del tratamiento,
la reducción de los costos, la posibilidad de llevar adelante
intervenciones que no serían posibles de llevar a cabo de otra
manera en condiciones naturales, asegurar la aplicación
sistematizada e íntegra de los programas de tratamiento,
mejorar la aceptación del tratamiento así como la
comunicación con el terapeuta (Miró J., 2007).
Tal
como se ha podido observar en los datos recabados, los profesionales
desconocen varios de los recursos disponibles, sin embargo, se
muestran receptivos al uso de TIC. Por ello es necesario mencionar
algunos puntos importantes a tener en cuenta al momento de llevar
adelante la práctica clínica.
Respecto
al marco
legal
en Argentina, la Ley 27553 establece tanto la prescripción y
dispensación de medicamentos redactados y firmadas a través
de firmas manuscritas, electrónicas o digitales y la
implementación plataformas de teleasistencia en salud, en todo
el territorio nacional, de conformidad con la ley 25.326 de
Protección de los Datos Personales y la ley 26.529 de Derechos
del Paciente.
Otro
aspecto es el encuadre el cual ha sido mencionado por varios
profesionales como un punto de conflicto, por ello es fundamental
contar con un consentimiento
informado
que
se entregará en el primer encuentro. Allí se
especificará la modalidad del tratamiento, el uso de
herramientas tecnológicas, honorarios y en qué
ocasiones el paciente se podrá comunicar con el profesional
por fuera de las sesiones (De la Torre Marti & Pardo Cebrián,
2018)
Es
necesario leer el consentimiento junto con el consultante para poder
esclarecer cualquier duda, asimismo es fundamental enfatizar en
algunos puntos tales como la importancia de conectarse desde un
espacio privado donde no se encuentre otro miembro del lugar, el uso
de mensajes de texto deberá limitarse solo a situaciones
urgentes y/o reprogramación de horarios estableciendo un
periodo determinado en el cual se responderá el mensaje.
Ante
la falta de contacto cara a cara, es usual que los pacientes
consulten o busquen al terapeuta en
redes
sociales.
A pesar de las dudas que pueden surgir ante una solicitud de amistad
de un paciente, el contacto mediante las mismas favorece la alianza
terapéutica particularmente al trabajar con población
adolescente ya que forman parte de la generación nativo
digital (Pagnotta,
2018).
Si el profesional lo considera necesario puede serle útil
crear un perfil específico que tenga la finalidad de comunicar
aspectos relativos a la salud mental y pueda limitar el contenido
personal así como su lista de contactos (Zur & Zur, 2011)
Otro
factor fundamental es la alianza
terapéutica, a pesar de las dudas que pueda generar las
intervenciones online, la evidencia ha demostrado que el vínculo
paciente - terapeuta es equivalente al cara a cara, particularmente
en lo que concierne a los trastornos de ansiedad se han constituido
alianzas firmes (Flückiger et al., 2018)
Conclusión
Estamos
inmersos en el uso continuo de tecnologías en todos los
ámbitos de nuestra vida, por ende, la práctica clínica
no está exenta de ello, las TIC son un beneficio que enriquece
el proceso terapéutico
A
lo largo del artículo se describe cómo es posible la
incorporación de las TIC dentro de los tratamientos validados,
en este caso nos hemos abocado a los trastornos de ansiedad para
delimitar algunas aplicaciones en específico o recursos tales
como la realidad virtual.
La
evidencia ha avalado resultados positivos en la implementación
de los recursos tecnológicos disponibles, principalmente
cuando no es posible por distancia geográfica llevar a cabo
una exposición en vivo o mismo como factor facilitador para la
adherencia de los pacientes en las tareas entre sesiones, como lo
puede ser un registro de pensamientos.
Este
artículo tuvo como objetivo brindarle a los profesionales de
la salud una guía de cómo incorporar TIC al proceso
psicoterapéutico, si bien se entiende que los recursos no solo
se limitan a los nombrados, este escrito permitió acercar a
los profesionales de la salud mental información sobre los
medios disponibles en el mercado y evidencia empírica de su
aplicación.
Tal
como se ha demostrado, los profesionales se encuentran abiertos a
explorar e implementar TIC en su práctica, por lo cual es
sumamente importante la circulación de este material para
ampliar la mirada sobre los usos de las tecnologías de la
comunicación y la información.
Incorporar
TIC al proceso psicoterapéutico es un desafío que nos
invita a repensar nuestra práctica profesional, ya sea desde
las intervenciones y el modo de aplicar los recursos tecnológicos,
como también acerca del modo en el que debemos preservar
nuestra vida privada e intimidad de la del consultante. Es
imprescindible mantener una línea y pautas de encuadre
cuidando siempre la alianza terapéutica.
Referencias
Apaydin,
Eric., Maher, Alicia., Raaen, Laura., Motala, Aneesa., Baxi, Sangita
., Shanman, Roberta & Hempel, Susanne. (2018).
The Use of Technology in the Clinical Care of Depression: An Evidence
Map. The
Journal of Clinical Psychiatry.
Argentina
Presidencia (9 de diciembre de 2021) Boletín
Oficial de la República Argentina.
https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/233439/20200811
Ávila
Díaz, William Darío (2013). Hacia
una reflexión histórica de las TIC. Hallazgos,
10(19), 213-233.
Bados,
A & García Grau, E. (2010). La
técnica de la Reestructuración Cognitiva.
Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento
Psicológicos. Facultad de Psicología, Universidad de
Barcelona.
Békés,
V., & Aafjes-van Doorn, K. (2020). Psychotherapists'
attitudes toward online therapy during the COVID-19 pandemic.
Journal
of Psychotherapy Integration, 30(2), 238–247.
Botella
Arbona, C., García-Palacios, A., Baños Rivera, R. &
Quero Castellano, S. (2007). Realidad virtual y tratamientos
psicológicos.
Cuaderno de Medicina Psicosomática y psiquiatría de
enlace. 82, 17-31.
Bregman,
C. (2006). Psicoeducación de los Trastornos de Ansiedad.
Revista
Argentina de Clínica Psicológica, XV (2),
135-139.
Calabretta,
Y. (2017). Realidad Virtual en el consultorio: La
tecnología aplicada al tratamiento cognitivo conductual de los
trastornos de ansiedad. Resultados Preliminares.
Anxia,
23, 40-43.
Carrobles
J.A. (2016). Bio/neurofeedback. Clínica
y Salud, 27,
125–131.
Cia.
A. H. (2007). La
ansiedad y sus trastornos: Manual diagnóstico y Terapéutico.
Bs. As.: Ed. Polemos.
Clark,
D. & Beck, A. (2011) El
modelo cognitivo de la ansiedad: reformulación e implicancias
para el tratamiento.
En R. Rodriguez
Biglieri, & G. Vetere, (Comp.):Manual de terapia cognitivo
conductual de los trastornos de ansiedad (65-99). Bs. As.: Ed.
Polemos.
De
la Torre, M. y Pardo, R. (2018). Guía
para la intervención de telepsicología.
Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.
Distéfano,
María José & Mongelo, María & O´Conor,
Jaime & Lamas, Maria. (2015). Psicoterapia y Tecnología:
Implicancias y Desafíos en la Inserción de Recursos
Innovadores en la Práctica Clínica Argentina. Revista
Electrónica de Psicología Iztacala. 18. 1342-1362.
Ellis,
A. (1979). The theory of rational-emotive therapy. En A. Ellis y J.M.
Whiteley (Eds.), Theoretical
and empirical foundations of rational-emotive therapy
(pp. 33-60). Monterrey,
CA: Brooks/Cole.
Entenberg,
G., Ciliberti, A., Ruiz, E., Nishimuta, K. & Bunge, E. (2019).
Actitudes de los Terapeutas Argentinos hacia la Incorporación
de Nuevas Tecnologías en Psicoterapia: Diez Años de
Evolución.
Revista Argentina de Clínica Psicológica, XXVIII (3),
304-313.
Esparza
Parga, R., & Rubio Barrios, J. (2016).
La Pregunta por el Conocimiento. Saber.
Revista Multidisciplinaria del Consejo de Investigación de la
Universidad de Oriente, 28(4), 813-818.
Flückiger,
C., Del Re, A. C., Wampold, B. E., & Horvath, A. O. (2018).
The
alliance in adult psychotherapy: A meta-analytic synthesis.
Psychotherapy
(Chicago, Ill.), 55(4), 316–340.
García-García,
E. S., & Rosa-Alcázar, A. I., & Olivares-Olivares, P.
J. (2011). Terapia de Exposición Mediante Realidad Virtual e
Internet en el Trastorno de Ansiedad/Fobia Social: Una Revisión
Cualitativa. Terapia
Psicológica,
29(2),233-243
Instituto
Nacional de Estadística y Censos (2020) Acceso y uso de
tecnologías de la información y la comunicación.
EPH. Ciencia
y tecnología Vol. 5, n° 1. Ministerio de Economía.
Argentina
Jones,
E.. (2021). COVID-19
and the Blitz compared: mental health outcomes in the UK. The
Lancet Psychiatry. 8. 10.1016/S2215-0366(21)00118-8.
Miró,
J. (2007). Psicoterapia y tecnología.
Cuadernos de Medicina Psicosomática y Psiquiatría de
Enlace, 81, 15-19.
Mowrer,
O. H. (1960). Learning
theory and behavior.
John Wiley & Sons Inc. https://doi.org/10.1037/10802-000
Organización
Mundial de la Salud. (2017). Depresión y otros trastornos
mentales comunes: Estimaciones sanitarias mundiales. Recuperado de:
https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/34006/PAHONMH17005-spa.pdf
Pagnotta,
J., Blumberg, F. C., Ponterotto, J. G., & Alvord, M. K. (2018).
Adolescents' perceptions of their therapists' social
media competency and the therapeutic alliance. Professional
Psychology: Research and Practice, 49(5-6), 336–344.
Parente,
Diego (2006).
Algunas precisiones sobre el determinismo tecnológico y la
tecnología autónoma. Una lectura sobre la filosofía
de Langdon Winner. Redes,
12(23),79-102.
Rodríguez
Biglieri, R. & Vetere, G. (2011). Manual de terapia cognitiva
conductual de los trastornos de ansiedad. Bs. As.: Polemos.
Bueno-Sánchez,
L.; Díaz-Africano, N.; Restrepo-García, D.;
Solano-Gualdrón, A; Gantiva, C. (2019). Realidad Virtual como
Tratamiento para la Fobia Específica a las Arañas: Una
Revisión Sistemática. Psychologia.
Avances de la disciplina,
13(1).
Seitheff,
G. & Politis Sanz, A. (2020). La
presencia de la realidad virtual y su eficacia en los tratamientos de
ansiedad. Anxia,
26,
4-10.
Stagnaro,
J. C.,Cía, A., Vázquez N., Vommaro, H., Nemirovsky M.,
Serfaty E., Sustas S., Medina Mora, M., Benjet, C., Aguilar-Gaxiola,
S., Kessler, R. (2018). Estudio epidemiológico de salud mental
en población general de la República Argentina. Vertex
Revista Argentina de psiquiatría,
XXIX, 275-299.
Winner,
L. (1979). Tecnología
autónoma.
Barcelona: Editorial Gustavo Gili, S.A.
Zur,
O. & Zur, A. (2011). The
Facebook Dilemma: To Accept or Not to Accept? Responding to Clients'
"Friend Requests" on Psychotherapists' Social
Networking Sites. Independent
Practitioner, 31(1),
12-17.