Introducción
El
objetivo del presente trabajo es desarrollar el concepto de
Psicoterapia Basada en Evidencias desde sus orígenes
hasta sus desarrollos actuales, y esbozar, a modo orientativo,
algunos de los principales hallazgos, sin profundizar ni ampliar en
los modelos teórico-técnicos
en si mismos.
Las
Prácticas
Basadas en Evidencias surgen originalmente en el campo de las
Ciencias Médicas,
a partir de la observación
de graves errores en la aplicación
de tratamientos para curar enfermedades. En la actualidad, constituye
una manera de abordar los fenómenos
con una metodología
científica,
no solamente en las Ciencias Médicas
sino en múltiples
disciplinas como la Psicología
Clínica,
la Educación,
la Antropología,
la Sociología.
Esta perspectiva tiene como objetivo integrar los hallazgos de la
investigación,
aplicando las metodologías
adecuadas, con la perspectiva del consultante o cliente, las
condiciones contextuales intervinientes, y todos los factores que
influyan en el proceso y realizar una evaluación
continua de resultados. El fin último
es proveer el mejor nivel de información
disponible para facilitar la toma de decisiones sobre cómo
intervenir clínicamente
con
fundamento
en la evidencia, que pueda estar a disposición
de toda la comunidad y que sea pasible de revisión
toda vez que sea necesario a partir de la evolución
de los conocimientos y de los avances científicos
y sociales.
Antecedentes
históricos
Previo
al establecimiento de las prácticas
basadas en evidencias, son muchos los errores cometidos en la
aplicación
de tratamientos. Dentro de lo vinculado a dolencias psíquicas,
se citan algunos ejemplos con consecuencias deletéreas,
como el caso de las prácticas
del Doctor Henry Cotton, en la 1era mita del Siglo XIX, en lo que se
dio en llamar el "Asilo
de lunáticos
de Trenton";
o la aplicación
masiva de lobotomías
de la mano del Premio Nobel Edgar Moniz, hasta más
allá
de
la década
del ´70
del siglo pasado. En otros ejemplos más
actuales, el tratamiento indiscriminado de reemplazo hormonal,
"Hormonal
Replacement Therapy",
para mujeres con síntomas
menopáusicos
severos sin tener en cuenta el caso particular.
¿Qué
es
lo que tenían
en común
estas prácticas
médicas?
Básicamente,
que se basaban en la observación
directa, sin datos sistemáticos
que respalden la evidencia, ni comprobación
empírica
de las hipótesis.
La toma de decisiones se realizaba en base a procedimientos
intuitivos y la posibilidad de generalizar se aplicaba a casos o
grupos de casos y no a poblaciones, ya que no se empleaban métodos
estadísticos
de muestreo. El sonado caso de la teoría
de la etiología
de la salud mental basada en la sepsis de algunos órganos
del Dr. Henry Cotton (1876 - 1933), quien procedía
a la extracción
quirúrgica
de los dientes para ¨
extirpar
¨
la
enfermedad mental subyacente, tuvo nefastas consecuencias. Cuando no
obtenía
los resultados deseados, continuaba extirpando otros órganos
hasta provocar la muerte del paciente. Este constituyó
un
caso extremo de sesgo en el razonamiento de un médico,
que llevó
a
que un 45% de sus consultantes falleciera como resultado de ellos. A
diferencia de lo que serían
hoy los requerimientos de contrastación
en una práctica
basada en evidencias, ante la observación
del fracaso en la aplicación
del tratamiento, en lugar de ponerlo en revisión
o en duda, se aplicaba más
de lo mismo.
En
el segundo ejemplo, el de las lobotomías,
era la década
del ´40
del Siglo XX, y todavía
no existían
tratamientos efectivos para los "enfermos
mentales graves",
y la lobotomía
o leucotomía
fue recibida como un tratamiento milagroso en los círculos
médicos
de aquel entonces. Fue en este contexto que el neurólogo
portugués
Egas Moniz (1874 - 1955) desarrolló
la
lobotomía,
o leucotomía,
en 1935. Su procedimiento consistía
en perforar un par de agujeros en el cráneo
y empujar un instrumento afilado en el tejido cerebral. Luego lo
barría
de un lado a otro para cortar las conexiones entre los lóbulos
frontales y el resto del cerebro. Los médicos
habían
experimentado con la terapia de choque de insulina y la terapia
electroconvulsiva con un éxito
limitado y los asilos estaban llenos de consultantes que no tenían
esperanza de curarse o de regresar a casa. En esa época,
los lobotomistas eran a menudo reformadores progresistas, impulsados
por
el deseo de mejorar la vida de sus pacientes. Por lo general se
practicaban en esquizofrenias, depresión
grave o trastorno obsesivo compulsivo (TOC), pero también,
en algunos casos, en personas con dificultades de aprendizaje o
problemas para controlar la agresión.
Solo en el Reino Unido se realizaron más
de 20.000 lobotomías
entre principios de la década
de 1940 y finales de la de 1970. Si bien una minoría
de personas experimentó
una
mejora en sus síntomas
después
de la lobotomía,
la mayoría
quedaron atontadas, incapaces de comunicarse, caminar o inclusive
alimentarse por sí
mismas.
Recién
en la década
de 1950 aparecieron los fármacos,
que inicialmente resultaron más
eficaces y seguros. A diferencia de lo que sería
hoy en una práctica
basada en evidencias, incluir la perspectiva del consultante y el
monitoreo constante de los resultados de los tratamientos, lo que se
medía
en aquella época,
era el éxito
desde una conceptualización
simplista del cerebro, como un órgano
donde se podían
¨meter
o sacar cosas ¨,
sin considerar las complejidades del pensamiento y de la mente
humana. El procedimiento se masificó
y
fue tal la popularidad de este tratamiento que figuras tales como
Rosemary Kennedy, quien quedó
con
incontinencia y sin poder hablar con claridad después
de una lobotomía
a la edad de 23 años
fue una de las pacientes. En USA, Freeman realizó
3500
lobotomías
incluidos 19 niños,
el más
joven de solo 4 años.
Cuando los médicos
investigaron los resultados a largo plazo de sus consultantes,
descubrieron que solo un tercio había
experimentado alguna mejora, mientras que otro tercio estaba
significativamente peor.
Ya
para 1983, al promulgarse la Ley de Salud Mental, se aplican
controles más
estrictos y prácticamente
no se realizan operaciones psicoquirúrgicas
salvo muy raras excepciones. Pero fue a partir de la década
del ´90
cuando el afamado neurocirujano Henry Marsh (1950 - ) puso en
evidencia los errores garrafales que se cometieron por el abuso de
las lobotomías,
que hoy son el último
recurso para un grupo muy reducido de consultantes, excepcionales, en
los cuales se hayan agotado absolutamente todas las opciones
alternativas, y realizada sólo
por un muy selecto y capacitado equipo de neurocirugía.
El
ejemplo con los tratamientos de reemplazo hormonal para mujeres con
síntomas
menopáusicos
(Hormone Replacement Therapy) es ya posterior a la era de la práctica
basada en evidencias y demuestra justamente su importancia. El
resultado de dos grandes estudios (Heart and Estrogen/progestin
Replacement Study, HERS y el de
Women's Health Initiative), indico
que la Terapia de Reemplazo Hormonal (HRT), no reducía
el riesgo de eventos cardiovasculares ni producía
tendencias favorables para prevenir fracturas, cáncer
o muerte. Más
aún,
incrementaba significativamente tanto la incidencia de trombos
venosos y el ratio de cirugía
biliar. Asimismo, se demostró
que
dicha terapia no era la indicada para la prevención
secundaria de enfermedad cardíaca.
Estos estudios se realizaron en miles de mujeres, doble ciego,
comparando grupos con enfermedad coronaria asignados aleatoriamente a
tratamiento con HRT y a placebo, con seguimiento a cuatro años.
La investigación
comparando con grupos control, aleatorizada y doble ciego, permite
obtener resultados generalizables a grandes poblaciones
(Grady et al., 1998).
Sin
ir más
lejos, en 2020 y 2021, gran parte de la población
ha experimentado la ansiedad por conocer los resultados de los
ensayos de eficacia de las vacunas contra el COVID - 19, de los
medicamentos para combatir la enfermedad de una manera como nunca
antes, y se ha visto forzada a comprender la importancia de los
estudios de eficacia y efectividad de los tratamientos.
Advenimiento
de las Prácticas
Basadas en Evidencias en Ciencias Médicas
La
Prácticas
Basada en Evidencias surge a partir de la necesidad de contrarrestar
los errores en la aplicación
de tratamientos para curar enfermedades físicas
como los que ejemplificamos en los párrafos
anteriores. Sustituye a la observación
directa, sin datos sistemáticos
que respalden la intervención,
por la utilización
de la metodología
de la investigación
y la estadística
en una gran cantidad de consultantes, apoyándose
en la evidencia y para la comprobación
empírica
de las hipótesis
. Contribuye así
en
la toma de decisiones del clínico
aportando datos objetivos en lugar de solamente basándose
en la intuición,
y aplicando metodología
estadística
para poder generalizar los resultados, a través
de estudios aleatorizados ciego o doble ciego.
Se
desarrolló
en
los años
sesenta del siglo XX, cuando se empezó
a
aplicar el diseño
de los ensayos clínicos
al campo médico,
de la mano de Archie Cochrane (1885 - 1958). El proclamaba por la
liberación
de los resultados de la investigación
sobre la efectividad de los tratamientos, en el sentido de hacerlo
accesible a toda la comunidad, justamente para prevenir los sesgos
exagerados que provocaron tanto daño.
El proclamaba por un registro internacional de las investigaciones
randomizadas sobre efectividad de los tratamientos, que sólo
vio la luz varias décadas
después.
Hoy el Cochrane Controlled Trials Register
(https://www.cochranelibrary.com/central/about-central)
representa
todo un movimiento para mejorar las metodologías
y la comunicación
de los hallazgos científicos.
El concepto de ¨basado
en pruebas ¨
lo
expresó,
como tal, por primera vez David Eddy en 1982 (Mandel,
2014). Después
vendría
el desarrollo explosivo de la medicina basada en pruebas, primero en
un círculo
restringido, en 1991, y después
en todo el mundo, desde 1992, por influencia del canadiense
Evidence-Based Medicine Working Group.
En noviembre de 1992, el "Evidence-Based
Medicine Working Group"
(EBMWG)
de la Universidad McMaster, en Ontario, Canadá,
publicó
en
la revista JAMA, el artículo
titulado: ¨
Evidence-based
medicine. A
new approach to teaching the practice of medicine ¨(Guyatt
et. al, 1992). Se
iniciaba la difusión
de un nuevo enfoque para la práctica
de la medicina. Este trabajo proponía
un cambio en el modelo o paradigma del aprendizaje y el ejercicio de
la medicina, y formulaba el ideario del movimiento. Las metodologías
empleadas para determinar la mejor prueba científica
fueron establecidas por el equipo de McMaster, conducido por David
Sackett y Gordon Guyatt.
Definiciones
de la Medicina Basada en Evidencias
La
medicina basada en evidencias es el uso informado con toma de
consciencia explícita
y jurídicamente
establecida de la mejor evidencia de investigación
en la toma de decisiones respecto del cuidado del consultante
individual. Requiere la integración
de la expertise del clínico
con los mejores datos disponibles que provienen de la investigación
científica.
Con el tiempo, el concepto se expandió
e
incluye la consideración
de las preferencias del consultante, sus comportamientos, su estado
clínico
general y las circunstancias.
En
1993, se funda la Colaboración
Cochrane bajo el liderazgo del doctor Iain Chalmers, organización
sin ánimo
de lucro que a través
del trabajo de miles de investigadores voluntarios de todas partes
del mundo genera un proceso riguroso y sistemático
de revisión
de las intervenciones en salud para facilitar la toma de decisiones
que enfrentan los profesionales de la salud, los consultantes, los
responsables de la formulación
de políticas
de salud y otros interesados, de acuerdo con los principios de la
medicina basada en la evidencia.
Investigación
en Psicoterapia - la búsqueda
de la eficacia
Mientras
tanto y paralelamente, se desarrolla la investigación
en el campo de la Psicoterapia. Hoy esta es una práctica
considerada científica
y por ende sometida a los mismos requerimientos metodológicos
que las demás,
aunque, obviamente, con sus particularidades en tanto y en cuanto es
una práctica
conversacional, donde la subjetividad y la intersubjetividad son una
parte esencial de su implementación.
¿Cómo
se llegó
a
este este estado de cosas, desde los inicios de la "cura
por la palabra"
a
la práctica
científica?
A
los primeros enfoques psicoanalíticos
y psicodinámicos,
se sumaron las técnicas
comportamentales que surgieron de la aplicación
de los principios de la Psicologia científica,
las humanístico
- existenciales, sistémicas
y más
recientemente, las de raigambre cognitiva, en constante evolución
de la mano de las modernas neurociencias. Para mediados de la década
del ´60
del siglo XX, la cantidad de técnicas
psicoterapéuticas
reconocidas excedía
las 300. Se generaron los movimientos de Integración
de la Psicoterapia, representados en la Sociedad para la Integración
de la Psicoterapia (SEPI) y de investigación
en Psicoterapia, en todos los institutos universitarios en Psicología
Clínica
y Salud Mental. La SPR (Society for Psychotherapy Research), se
constituyó
en
asociación
internacional donde se presentan anualmente los últimos
avances de la investigación
en Psicoterapia.
Fue
en 1980, a partir del desarrollo de métodos
científicos
más
sofisticados en Ciencias Sociales cuando finalmente la hipótesis
de la remisión
espontánea
formulada por Eysenck queda definitivamente refutada, a partir de un
famoso meta - análisis
realizado sobre miles de publicaciones que daban cuenta de los
beneficios del tratamiento psicológico
(Smith, Glass & Miller, 1977) .
Desde
ese momento en adelante se desarrolló
exponencialmente
la investigación
sobre la eficacia y la efectividad de los tratamientos psicológicos
en una gran cantidad de problemas y trastornos psicopatológicos.
Estas investigaciones llevaron a la confección
de las primeras listas de tratamientos validados
(Chambless et al., 1998).
Los Tratamientos Empíricamente
Validados son aquellos que han estado sometidos a estudios de
eficacia aleatorizados, con grupo control ciego y doble ciego. Para
poder realizarlos, es necesario definir lo más
detalladamente posible el tipo de trastorno que va a ser tratado, el
tipo de tratamiento que va a ser utilizado, las medidas de evaluación
pre - post y otros detalles de metodología
de la investigación
que están
descriptos en los requerimientos para validar un determinado
tratamiento. Los manuales de clasificación
de la psicopatología,
actualmente DSM-5 o CIE 11, son los que se utilizan para identificar
diagnósticos
psicopatológicos
y los manuales de tratamientos se confeccionan para operacionalizar
las intervenciones que van a ser evaluadas, los cuestionarios
estandarizados y otras medidas ad - hoc permiten utilizar puntajes
que luego se procesan con medidas estadísticas.
De esta forma, se obtienen resultados en varios miles de consultantes
con distintos tipos de diagnósticos
y tratamientos. Las Listas de Tratamientos Validados para los
diagnósticos
específicos
se publican periódicamente
y son de libre acceso a la comunidad científica.
Las patologías
más
estudiadas son los distintos tipos de Trastornos de Ansiedad y del
Estado de Ánimo,
y la mayoría
de los tratamientos validados están
dentro del espectro de las Terapias Cognitivas, Conductuales y
Cognitivo - conductuales. Esto ha permitido que en los últimos
30 años
pudiéramos
contar con una gran cantidad de tratamientos con probada eficacia, es
decir, que demuestran buenos resultados ante la sintomatología
presentada, en grandes poblaciones. El desarrollo de la investigación
de eficacia y efectividad de los tratamientos psicológicos
ha llevado en la era de la Psicoterapia Basada en Evidencias a la
confección
de Guías
de Tratamientos que se publican periódicamente
en distintos países,
a las que los clínicos
pueden consultar libremente . La Base Cochrane incluye también
publicaciones sobre tratamientos validados para problemas
psicopatológicos.
La
psicoterapia así
alcanza
su status científico,
con las consideraciones especiales que puedan tenerse en cuenta dado
que estamos tratando con un fenómeno
psico - social y no un fenómeno
físico.
La definición
en 1940 de la Organización
Mundial de la Salud ya orienta a entender la salud no solamente en lo
físico.
Exactamente dice: "la salud es un estado de bienestar completo,
físico,
mental y social, no es solamente la ausencia de enfermedad".
Se deduce, por lo tanto, que está
establecido
el hecho de que existen estados no saludables mentales y sociales,
que están
conectados con lo físico
y por ende queda justificada la utilización
de medios no físicos,
sino psicológicos
y sociales para su atención.
La
preocupación
por demostrar la efectividad y la eficacia de la psicoterapia
constituyó
una
primera fase en el camino de la investigación
en psicoterapia. En la siguiente fase, se pasó
a
comparar distintos tipos de tratamientos y contrastar la supremacía
de unos sobre otros, en estudios multicéntricos,
con varios miles de pacientes y métodos
estadísticos
sofisticados en patologías
específicas.
Esta segunda etapa dio como resultado la conclusión
de que si bien no hay diferencias significativas entre los distintos
tipos de psicoterapia en forma genérica,
si hay supremacía
de las terapias de corte cognitivo para algunas patologías
muy específicas
y beneficios en cuanto a la prevención
de recaídas.
En la tercera fase, en la que nos encontramos actualmente, lo que se
busca son patrones comunes, mediadores y principios de intervención
efectivos, más
allá
de
los modelos teóricos.
El
movimiento de Prácticas
Basadas en Evidencias también
impactó
en
la Psicoterapia. Pero en este caso no alcanza con identificar un
tratamiento adecuado para cada patología,
sino que es necesario considerar la integración
de la relación
terapéutica,
la experiencia del clínico,
la evaluación
continua del proceso de tratamiento, la perspectiva del paciente, los
recursos terapéuticos
disponibles y el contexto social, para la toma de decisiones en la
clínica.
Todo esto ha sido suficientemente demostrado en numerosas
investigaciones.
Psicoterapia
Basada en Evidencias
Para
poder comprender qué
es
la Psicoterapia Basada en Evidencias, antes debemos contextualizarla
como una prestación
dentro del ámbito
de la Salud Mental, destinada a proveer un tratamiento efectivo, es
decir, que tenga resultados que puedan vincularse a una cura de una
enfermedad.
En
2012, la Asociación
Norteamericana de Psicología
emitió
una
Declaración
por la cual quedo validado por el Instituto de Salud Mental de
Estados Unidos que la Psicoterapia es el tratamiento efectivo
reconocido para la asistencia de problemáticas
en Salud Mental
(American Psychological Association, 2012) .
La definición
de Psicoterapia que se utilizó
en
la Declaración
fue la siguiente:
"La
Psicoterapia es la aplicación
informada e intencional de métodos
clínicos
y de posturas interpersonales derivadas de principios psicológicos
establecidos con el objetivo de asistir a las personas a modificar
sus comportamientos, cogniciones, emociones y/u otras características
personales en la dirección
que los participantes consideren deseable
(Norcross, 1990, p. 218-220 )."
Para
el caso de la Psicoterapia Basada en Evidencias (PBE), la definición
se completa del siguiente modo: es ¨
la
integración
de la mejor investigación
disponible posible; más
la experiencia clínica;
la relación
terapéutica,
la conceptualización
del caso, dentro del contexto de las características
del consultante , las preferencias culturales; de valores y de
tratamientos disponibles.
Factores
específicos
e inespecíficos
- Integración
en Psicoterapia
Como
abordar científicamente
la complejidad que implica la perspectiva basada en evidencias, si no
se remite solamente a la aplicación
de técnicas
efectivas sobre trastornos específicos?
Para facilitar el su estudio, la investigación
en psicoterapia distingue factores específicos
y factores no específicos.
Los primeros, están
vinculados a las técnicas,
mientras que los segundos, a la relación
terapéutica
y otros procesos no relacionados a las técnicas
pero que influyen en los procesos y resultados. Ambos se estudian con
metodologías
que permitan acceder a niveles de objetividad y generalizabilidad
aceptables. Dentro del movimiento de Psicoterapia Basada en
Evidencias, uno de sus principales impulsores, John Norcross (1957 -
) publicó
una
guía
de tratamientos que funcionan, desde el punto de vista de cómo
construir y mantener la relación
terapéutica
(Norcross, 2002) . En
una reciente investigación
donde se realizó
un
seguimiento a miles de consultantes, que realizaron terapias
cognitivas, interpersonales e incluso farmacológicas,
se les preguntó
¨¿ qué
es
lo que marcó
la
diferencia antes y después
del tratamiento y los ayudó
a
cambiar? ¨
La
respuesta fue, mayoritariamente, ¨
la
relación
terapéutica
¨.
Recientemente, a partir de la publicación
de la 2da Edición
del libro ¨
Psychotherapy
Relationships that Work¨,
la Relación
Terapéutica
fue reconocida por el Instituto Nacional de Salud Mental de USA como
psicoterapia basada en evidencias. Esto último
representa un paso fundamental en la comprensión
no solamente de la psicoterapia como tratamiento validado en el campo
de la Salud Mental, sino en su supuesto respecto de la naturaleza
social del ser humano. La Psicoterapia como fenómeno
psicosocial finalmente reconocida como intervención
en Salud (Norcross, op. cit.).
¿Qué
es evidencia en psicoterapia?
¿Es
posible implementar estudios aleatorizados controlados ciego y doble
ciego para probar la eficacia y efectividad de las Psicoterapias, al
igual que los que se utilizan para probar la eficacia y efectividad
de medicamentos o intervenciones quirúrgicas?
¿Cómo
se identifican las patologías,
los tratamientos, y cómo
se controlan las variables intervinientes? Aquí
es
donde los tratamientos psicológicos,
una vez más,
presentan sus características
particulares ya que, desde luego, los fenómenos
del padecimiento humano, de las relaciones interpersonales, de los
principios psicológicos,
no se ajustan a las leyes de las ciencias exactas. ¿Cómo
aplicar entonces los principios de las prácticas
basadas en evidencias en Psicoterapia? Al respecto, se establecieron
niveles jerárquicos
de evidencias, desde la menos sólida
hasta la más
robusta, con metodologías
cuantitativas y cualitativas que permitan un registro más
complejo de la experiencia, según
se grafica en la siguiente Figura 1. {ver figura 1}
Si
bien los ensayos controlados aleatorizados (ECA) aportan la evidencia
más
sólida
de la eficacia o efectividad de un tratamiento, esta metodología
sólo
es aplicable para los trastornos bien delimitados y en condiciones
controladas. Los casos clínicos,
inclusive en el nivel descriptivo, representan también
cierto nivel de evidencia, particularmente para las problemáticas
que implican co-morbilidad y complejidad, donde no es posible
identificar un problema específico.
Los Estudios de Caso controlados y los ensayos en contextos
naturalísticos
no aleatorizados serían
el nivel óptimo
de evidencia que se puede alcanzar para este tipo de pacientes. El
control de la variabilidad se ejerce a través
de distintas medidas de evaluación,
ya sea estandarizadas o no estandarizadas, o ad - hoc, incluso
utilizando metodologías
cualitativas, con constructos debidamente operacionalizados, y se
hace un seguimiento de los puntajes. La aleatorización,
es decir, asignar un tratamiento a un grupo y a otro no en forma
aleatoria, y la utilización
del grupo control o placebo, se utilizan mayormente en problemas
psicopatológicos
muy bien definidos, no complejos o sin comorbilidades.
La
relación
terapéutica
La
relación
terapéutica
constituye una variable interviniente en el proceso y resultado de
los tratamientos psicológicos
y participa de una manera continua ya sea que terapeuta y paciente
tomen conciencia de ello o no, en la toma de decisiones en la
clínica.
Inicialmente señalada
dentro del Psicoanálisis
como el proceso de transferencia, hoy a la luz de la evolución
de los tratamientos psicológicos
hablamos de Alianza Terapéutica
(Corbella, 2003). A
diferencia del concepto de transferencia en el psicoanálisis,
la alianza terapéutica
es un tipo de vínculo
entre terapeuta y consultante que tiene tres componentes esenciales a
saber: una relación
empática,
un acuerdo entre consultante y terapeuta respecto a los objetivos de
la psicoterapia y un acuerdo entre consultante y terapeuta acerca de
las tareas propias de la psicoterapia que se esté
llevando
a cabo.
La
incidencia de lo vinculado a la relación
terapéutica
para el proceso y resultado de los tratamientos ha sido ampliamente
estudiada por distintos autores dentro del marco de la investigación
de efectividad de los tratamientos psicológicos.
Todas las investigaciones coinciden en el rol central de la Alianza
Terapéutica
dada la naturaleza conversacional y dialéctica
de la psicoterapia. Para poder estudiar científicamente
este proceso, se mide su variabilidad con instrumentos construidos
para ello. El más
utilizado es el Working Alliance Inventory, por Adam Horvath, en su
versión
adaptada al español
por la Universidad de Murcia (Andrade
González,
2015).
Una
gran cantidad de investigaciones concluyen que las primeras sesiones
en el tratamiento son las más
relevantes para la construcción
de una buena Alianza Terapéutica.
Pero en el tratamiento de consultantes con patologías
más
complejas y severas, la Alianza Terapéutica
no tiene un comportamiento lineal, sino que se desarrolla a través
de ¨rupturas
y reparaciones ¨
(Safran & Muran, 2000). Dado
que las investigaciones han demostrado que la calidad de la relación
terapéutica
es el predictor más
robusto de éxito
en el tratamiento, se postula un marco sistemático
para negociar las posibles tensiones o rupturas que se van a producir
necesariamente en el proceso de la terapia, y cómo
transformarlas en hitos en el tratamiento o reparaciones.
Precisamente es la experiencia clínica
del terapeuta lo que facilita esta transformación,
en particular en consultantes con características
complejas. Las rupturas en la alianza terapéutica
pueden presentarse en diversos formatos, desde el componente empático
de la relación,
o el desacuerdo entre objetivos o tareas del tratamiento. Por
ejemplo, un consultante con un diagnóstico
vinculado a Trastornos de la Personalidad, con dificultades a nivel
de los patrones de relación
disfuncional, en algún
momento del proceso terapéutico
va a actualizar esos patrones en el marco de la relación
con el terapeuta. En ese momento, el terapeuta tiene que poder
identificar ese comportamiento y encontrar la forma de devolverle al
consultante una respuesta esclarecedora. Para poder identificar estos
momentos claves en el tratamiento, es necesario poder comprender el
nivel de la meta-comunicación,
y tener una conceptualización
de caso que pueda guiar al terapeuta para ayudar a que el consultante
tome conciencia de estos patrones disfuncionales. El manejo de las
vicisitudes de la alianza terapéutica
en un determinado proceso con un consultante está
relacionado
a la comprensión
que el terapeuta tenga de lo que le pasa a ese paciente, o sea, la
conceptualización
de caso. La importancia de la relación
terapéutica
es tal que algunos autores le atribuyen un 40% de peso en relación
con otros factores en su incidencia para el éxito
de los tratamientos
(Lambert & Archer,
2006). La
conceptualización
de caso es otro ingrediente fundamental para la toma de decisiones
clínicas
en Psicoterapia Basada en Evidencias.
Conceptualización
de Caso
Para
poder tomar decisiones que tengan un impacto beneficioso para el
proceso de cambio del paciente en la clínica,
es necesario comprender qué
le
pasa a esa persona, además
de identificar sus síntomas
o el trastorno específico
tal como lo define la categoría
diagnóstica.
Conocer cuáles
son los tratamientos validados con ECA para trastornos específicos
es el primer paso para la implementación
de intervenciones psicológicas
efectivas pero no es suficiente ni siempre son aplicables para todos
los pacientes. En psicoterapia no hay una talla que les venga bien a
todos (Wampold
&
Imel,
2015). La
desventaja de los estudios controlados aleatorizados (ECA) es la
dificultad de su implementación
en casos donde la psicopatología
es muy severa, o se presenta con co-morbilidades o cronicidad. El
problema es la alta frecuencia e incidencia de este tipo de pacientes
en contextos naturalísticos
(Scherb, 2014).
En
los últimos
años
se ha flexibilizado la metodología
de investigación
para poder realizar estudios de efectividad también
con este tipo de consultantes. Un ejemplo de ellos es el Tratamiento
Dialéctico
Conductual de Marsha Linehan (Dialectical Behavioral Treatment) para
el Trastorno de Personalidad Límite
(Linehan & Wilks, 2015),
que es el que cuenta con evidencia empírica
más
sólida
para el tratamiento efectivo de pacientes con esta patología
y con riesgo de suicidio. En esta investigación,
se realizaron una serie de ECA que demostraron la eficacia de la
Terapia Dialéctico
Conductual para pacientes borderline, y este tratamiento fue incluido
en Guías
de Tratamientos basados en evidencias para estos casos
(Society of Clinical Psychology, 2014).
La
conceptualización
del caso es el proceso por el cual se desarrolla una hipótesis
acerca de las causas, los precipitantes y los factores de
mantenimiento de los problemas psicológicos
de una persona, así
como
los posibles planes de tratamiento para ello
(Eells, 2015). Esta
metodología
permite abordar las complejidades más
allá
de
las categorías
diagnósticas
que orientan al clínico
, más
allá
del
modelo diagnóstico
x tratamiento, para el diseño
del tratamiento. Las clasificaciones diagnósticas
categoriales, que definen en términos
de síntomas
o grupos de síntomas
el diagnóstico
en un sujeto, no son suficientemente elocuentes para guiar al clínico
en cuanto a la toma de decisiones respecto de las intervenciones
clínicas.
Sobre la base de la formulación
del caso, el terapeuta elabora hipótesis
que le permiten diseñar
un tratamiento, siguiendo un proceso en fases o etapas, en el que irá
comprobando
su efectividad en el sentido del cambio que buscan las partes, a
medida que avanza el tratamiento. Es necesario tener una perspectiva
multimodal desde donde comprender la experiencia humana, que abarque
lo socio - histórico
cultural, familiar, sistemas de creencias y otras dimensiones que
afectan directamente la subjetividad
(Kerman, 2015). La
investigación
en este aspecto ha demostrado que se pueden obtener grados aceptables
de confiabilidad en las conceptualizaciones de caso, estudiando cómo
distintos terapeutas formulan hipótesis
respecto de un mismo paciente, aunque aún
faltan desarrollos de investigación
respecto de si la conceptualización
de caso aporta un diferencial en cuanto a los resultados de los
tratamientos, si la misma está
presente
o no lo está.
No obstante, está
comprobado
que sin la conceptualización
del caso, no se puede hacer un diseño
de tratamiento y por tal motivo es una parte importante de la
psicoterapia basada en evidencias. La perspectiva del paciente y el
contexto son también
factores que deben ser integrados para la toma de decisiones en la
clínica.
Toma
de decisiones clínicas
en PBE
En
resumen, para la toma de decisiones clínicas
en PBE, se deben integrar los últimos
hallazgos de investigación
sobre efectividad de tratamientos en una determinada condición
psicopatológica,
donde este aspecto implica no solamente estar informado acerca de los
tratamientos validados para cada patología,
sino los hallazgos de investigación
sobre la pronósticos,
evolución,
nuevas conceptualizaciones y tratamientos para determinados tipos de
padecimiento. Otro aspecto a integrar, la relación
terapéutica
y sus vicisitudes, incluye también
la expertise del terapeuta y su estilo personal, donde las
características
de la personalidad, la vida personal y las preferencias del terapeuta
influyen (Fernández
Alvarez et. al., 2003). En
cuanto a la integración
de la conceptualización
del caso, implica una formulación
donde se proyecte un diseño
de tratamiento y también
la consideración
de la perspectiva del paciente y su contexto. Finalmente, integrar el
monitoreo continuo del proceso, en distintos niveles o dimensiones.
Este puede ser a través
de test - retest focalizando en la variabilidad de la sintomatología,
con distintas medidas estandarizadas que miden síntomas
o categorías
diagnósticas.
En términos
generales, existe una gran cantidad de medidas para evaluar
depresión,
ansiedad, estado de salud general, personalidad, o más
específicamente
TOC, TAG, Bipolaridad, trastornos neurocognitivos o situaciones
jurídicas
u otros trastornos. La importancia de evaluar la sintomatología
reside no solamente en identificar un trastorno específico
sino, aún
mas importante, en evaluar el nivel de severidad y eventual riesgo ya
que este dato es demasiado relevante a la hora de tomar la decisión
clínica
adecuada. Se evalúa
también
el feedback del paciente, como el OQ 30 de Michael Lambert
(Errázuriz,
2017), el estado general del paciente como resultado del proceso
terapéutico,
como con el RS
(Wyss et al., 2015) o
con medidas ad - hoc entre sesiones o en una misma sesión,
con metodologías cuantitativas y cualitativas o incluso
utilizando instrumentos que midan respuestas biofisiológicas
o en la función
cerebral, o la utilización
de tecnologías
Big Data u otras. Idealmente se recomienda combinar medidas en
distintos niveles o dimensiones. El sistema de evaluación
o monitoreo va a estar vinculado al diseño
terapéutico
y dependerá
del
punto de partida de la cosmovisión
del clínico.
Actualmente la clasificación
de la psicopatología
está
siendo
revisada en su carácter
ontológico
mismo, si debe ser categorial o dimensional o una integración
de ambas, lo que va a determinar el modo de evaluar que tenga el
clínico
y el impacto de esa evaluación
en los resultados. Cualquiera sea su formato es un ingrediente
fundamental ya que aporta una perspectiva externa para combatir los
sesgos, las evaluaciones intuitivas o los autoengaños
en los que los clínicos
suelen caer a la hora de hacer una apreciación
sobre los resultados de sus tratamientos. La investigación
ha comprobado que el monitoreo mejora significativamente la precisión
de las predicciones del clínico.
Justamente en este punto es donde reside uno de los principales
objetivos del movimiento de las prácticas
basadas en evidencias, o sea, ofrecer una alternativa que permita
contrastar los resultados y reducir daños
con intervenciones que pueda tener efectos neutros o incluso
negativos. Desde esta perspectiva, la voz del paciente también
tiene un rol, en tanto y en cuanto la investigación
ha demostrado que las motivaciones y expectativas en todos los
participantes tienen un peso relativo como determinantes del buen
resultado.
En
la Figura 2 se exhibe un esquema donde se visualiza la integración
de todos estos aspectos para poder llegar a una toma de decisiones
clínicas
basadas en evidencias. {ver figura 2}
PBE
-Tendencias Actuales
Se
ha afirmado que las clasificaciones en el campo de la psicopatología,
es decir, la taxonomía
que utilizamos para describir las formas del padecimiento humano
están
siendo revisadas a la luz de nuevos insights que surgen de los mismos
resultados de su aplicación.
Por un lado, es difícil
sostener las categorías
diferenciadas dado el grado de comorbilidad observado entre los
grupos de síntomas
que se encuentra en la clínica
real, y por otro lado, existe una desconexión
entre la clasificación
diagnóstica
y las indicaciones para tratamiento (Mansell et. al., 2008). El
paradigma diagnóstico
x tratamiento, en lo referido al padecimiento psicológico,
que implica una enfermedad subyacente de carácter
biológico
o a lo sumo alojada en el cerebro no ha sido demostrado (Hoffman &
Hayes, 2019), con lo cual el paradigma diagnóstico
x tratamiento pierde fuerza en tanto y en cuanto no puedan hallarse
marcadores claros para su identificación.
La propuesta para la evolución
de las intervenciones psicológicas
basadas en evidencias es focalizarse no solo en el diagnóstico,
sino en la persona, y en los procesos básicos
subyacentes que están
en el origen y mantenimiento de su malestar, lo cual promete un
enfoque más
orientado a ayudar concretamente al paciente. Estos procesos básicos
son resultado de hallazgos de investigación
a lo largo de muchos años.
El caso de los procesos atencionales y otros procesos
cognitivo-conductuales, y particularidades en el procesamiento
emocional y las relaciones interpersonales, han sido señalados
como factores subyacentes en todos los trastornos (Mansell, op. cit.)
Un ejemplo visto desde esta perspectiva sería
el caso de la Depresión,
donde, en lugar de buscar un diagnóstico
en el DSM - 5, una batería
de fármacos
o distintas terapias de apoyo, uno podría
centrarse en cómo
ayudar al paciente a mejorar su estado de ánimo,
reducir el aislamiento, promover relaciones interpersonales
significativas y con intimidad, en esta persona en la que se han
intensificado los patrones de evitación
a partir de, por ejemplo, una ruptura amorosa. En esta forma, se
focalizan los procesos básicos
que subyacen al malestar a la misma vez que las indicaciones para
solucionarlo. Se ha avanzado muchísimo
en la Ciencia Psicológica
como para conocer los procesos básicos
subyacentes y los mecanismos que llevan al cambio conductual. La
perspectiva transteórica
y transdiagnóstica
promete ser una plataforma para las nuevas conceptualizaciones
basadas en evidencias. Los cambios de paradigma se producen
naturalmente como respuesta a las limitaciones del anterior.
Actualmente nos encontramos en un momento de transición
entre el modelo diagnóstico
x tratamiento y el futuro que apunta a la identificación
de procesos básicos
y procesos de cambio, que incluya no solamente la descripción
del malestar, sino los causantes, reforzadores y los factores de
mantenimiento, y posibles intervenciones para el cambio, como se
ejemplifica en la Figura 3. {ver figura 3}
Por
el momento, los sistemas de clasificación
DSM-5 e ICD 11 siguen siendo los que se utilizan en investigación
y comunicación
académico-científica,
pero es necesario conocer su alcance. Uno de los aspectos más
importantes para los que se utiliza la clasificación
DSM - 5 y la ICD 11es la identificación
del nivel de severidad del trastorno, que tiene consecuencias para la
toma de decisiones clínicas
y también
para la identificación
de riesgo. En este aspecto es fundamental tener una clara
diferenciación
para incluir o no incluir terapia farmacológica
o internación
psiquiátrica,
o combinar con la intervención
que sea necesaria en cada caso particular.
Intervenciones
psicológicas
validadas
Las
Guías de tratamiento con intervenciones psicológicas
o modelos terapéuticos
validados para trastornos no severos se publican periódicamente
y son de libre acceso. En algunas figuran los niveles de fortaleza
estadística,
según
el rigor de la metodología
aplicada, si es aleatorizada o no, y la cantidad de sujetos incluidos
en la investigación.
Igualmente, esto es sólo
una parte de la práctica
psicoterapéutica
basada en evidencias y, como está
descripto
más
arriba, no pretende ser una ¨
receta
¨
que
se puede aplicar a todos por igual. A continuación
se sugieren algunas de las más
consultadas
- Evidence Based Psychological
Interventions for Mental Disorders - Australian Psychological
Society,
https://psychology.org.au/getmedia/23c6a11b-2600-4e19-9a1d-6ff9c2f26fae/evidence-based-psych-interventions.pdf
- Sociedad Española
de Psicología Clínica,
https://webs.ucm.es/info/psclinic/guiareftrat/index.php
- Division 12 American
Psychological Association,
https://div12.org/psychological-treatments/
- Guía NICE, https://www.nice.org.uk/
Intervenciones
psicológicas
probablemente efectivas para Trastornos severos
Las
siguientes intervenciones psicológicas
para pacientes con trastornos severos, a partir de estudios donde se
ha observado su efectividad para el tratamiento de trastornos
específicos,
han sido incluidas en Protocolos de investigación
para estudios randomizados a fin de comprobar su efectividad
(Trials), y ser incluidas a futuro en las Guías
de Tratamiento.
1.
Para trastornos bipolares, el modelo TEAMS (Think Effectively About
Mood Swings), es un abordaje de base cognitivo-conductual que está
orientado
al tratamiento de los síntomas
que se manifiestan, incluidos hipomanía
sub-clínica,
depresión
y ansiedad, y promueve la mejoría
a largo plazo y prevención
de recaídas,
desde una perspectiva transtéorica
(Mansell et. al, 2014).
2.
Para distintos tipos de trastornos, incluidos ansiedad y depresión
resistentes, el Unified Protocol (U.P.) es un abordaje de base
cognitivo-conductual, orientado a ayudar a los pacientes a aprender
formas alternativas de responder a sus sensaciones emocionales que
generan malestar, utilizando distintas técnicas
como mindfulness y otras, con el objetivo de reducir los síntomas
y prevención
de recaídas,
desde una perspectiva transdiagnóstica
(Barlow et. al., 2018).
3.
Para Trastornos de la Personalidad, el modelo de Livesley (Livesley,
2012) propone un abordaje integrativo que se organiza alrededor de
principios de cambio comunes a todas las terapias efectivas, más
ingredientes específicos
que surgen de intervenciones puntuales según
el caso
particular.
El tratamiento se diseña
por fases que se desarrollan a medida que se van resolviendo los
síntomas,
de una manera sistémica
y según
su estabilidad y potencial para el cambio. Se propone también
una conceptualización
del trastorno de personalidad desde una perspectiva que es
transdiagnóstica.
4.
El modelo de STS (Systematic Treatment Selection), es un modelo
creado sobre la base del ajuste entre paciente, terapeuta, tipos de
intervención
y relación
terapéutica
y cómo
interactúan
entre si en beneficio del paciente. Fue creado por Larry Beutler
(Beutler et. al.), en un intento de acortar la brecha entre la
investigación
y la práctica
clínica.
Esto se logra a partir de traducir los resultados de los últimos
hallazgos de la investigación
a una lista de principios de funcionan en la práctica,
y que tienen cualidades terapéuticas
comunes. Es una perspectiva ecléctica
y transteórica
y se aplica en pacientes con diferentes tipos de trastornos y grados
de severidad.
Conclusiones
Ante
todo se debe celebrar el advenimiento de las prácticas
basadas en evidencias por varias razones, se enumeran 7 de las más
relevantes:
1.
Entre sus bondades, ha conseguido que los profesionales, y muy
particularmente los de la salud,
tengan
la posibilidad de flexibilizar sus creencias a la luz de nuevos
hallazgos, lo cual alimenta una bienvenida y fortalecida humildad en
el ejercicio de la clínica.
2.
Pone en valor la actividad científica,
que no es otra que el avance sistemático
del conocimiento, falsable ante la evidencia de la hipótesis
nula, y receptor de los cambios tecnológicos
y la evolución,
en contraste con la pseudocientífica.
Esto tiene consecuencias no sólo
a nivel académico
sino del ejercicio mismo de la profesión
y de la responsabilidad social y ética
que implica. La profesión
está
regulada
por códigos
de ética,
que velan por el cumplimiento de los principios, entre ellos, el de
brindar el mejor y más
actualizado tratamiento disponible en cada patología.
3.
En temas de salud mental, si
bien se ha avanzado a pasos agigantados comparando con los asilos del
siglo ante pasado y la estigmatización
social del padecimiento psíquico,
hay un gran camino por delante que promete una mayor comprensión
de lo que le pasa a la persona y de qué
manera
ayudarla, comprendiendo los procesos básicos
subyacentes y las intervenciones efectivas.
4.
Siendo que la Psicoterapia es una práctica
clínica
científica
dentro del ámbito
de la Salud, tiene que estar comprometida con sus resultados,
hacerlos públicos,
entendibles a la comunidad científica
y accesibles. Se puede discutir la predominancia de una técnica
o un enfoque sobre otro, pero el compromiso con los resultados no es
discutible. Y ya no tiene vuelta atrás.
5.
Queda demostrado que en el caso de las PBE, no es la aplicación
de un tratamiento para un diagnóstico
al igual que una receta, ni en el sentido médico
ni en ningún
otro sentido, sino que implica la integración
de múltiples
dimensiones, además
del tratamiento validado, para la toma de decisiones en la clínica.
Hay nuevos estudios que se realizan para validar la experiencia de
los pacientes (Breilmann et. al., 2020) justamente como factor
participante en los resultados en PBE.
6.
Se debería
incrementar la accesibilidad a tratamientos efectivos allí
donde
es más
necesario, difundiéndolos
en ámbitos
tanto en la población
en general como en poblaciones específicas.
Varios grupos de investigación
trabajan actualmente para la implementación
de las EBP en ambitos hospitalarios o de prestación
de servicios masivos (Clark, 2018). En este aspecto obviamente es
necesario diferenciar condiciones socio-políticas
determinantes, como el caso, por ejemplo, de la región
de Latinoamérica
(Trujillo & Paz, 2020).
7.
La capacitación
de terapeutas debería
incorporar gradualmente la perspectiva basada en evidencias y la
perspectiva transteórica
y transdiagnóstica
en su currícula
de estudio, para beneficio de pacientes, terapeutas y la sociedad en
general. Existen al respecto nuevas alternativas de formación
continua en todo el mundo (Scherb, 2022).
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