En
este trabajo queremos compartir nuestra experiencia en el abordaje
terapéutico de los consumos problemáticos de sustancias
psicoactivas, en el marco del equipo de adicciones de Médicus,
cuya trayectoria data de más de veinte años de trabajo.
Éste,
no puede sostenerse sin un equipo que funcione como una red, donde se
va entretejiendo un entramado grupal conformado
interdisciplinariamente.
Entendemos
a la salud
desde una perspectiva biopsicosocial y a la salud
mental
como un componente integral y esencial de ésta.
Partiendo
de esta concepción donde la salud no es un estado fijo, sino
un proceso dinámico donde intervienen múltiples
factores, al consumo
problemático de sustancias
psicoactivas
lo pensamos como una problemática social compleja, multicausal
y dinámica.
Las
enfermedades mentales, incluidas aquellas debidas al consumo de
sustancias psicoactivas, requieren de una combinación entre
genética y la acción de factores del desarrollo y
ambientales.
La
Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2022) define a las
sustancias
psicoactivas
como compuestos naturales o sintéticos que actúan sobre
el sistema nervioso generando alteraciones en las funciones que
regulan el pensamiento, las emociones y el comportamiento.
Este
término agrupa a todas aquellas sustancias con impacto en el
funcionamiento cerebral que poseen acción reforzadora
positiva, y que pueden generar dependencia y ocasionar deterioro
psicorgánico y social.
La
diferencia entre una sustancia psicoactiva y un fármaco o
psicofármaco es que este último tiene una finalidad
terapéutica o preventiva, es el producto de un proceso de
investigación y evaluación científica y es
prescripto por un médico.
Las
drogas de abuso o sustancias psicoactivas son aquellas capaces con su
uso repetido de generar cambios en el cerebro que modifican el
control voluntario. Se utilizan por el efecto placentero, para
alterar el estado mental, mejorar el desempeño, automedicar
trastornos mentales, modificar estados anímicos, evitar el
malestar y la tensión, etc. Producen cambios cognitivos,
motivacionales, emocionales y conductuales.
Es
importante considerar el potencial adictivo de éstas.
Diferenciaremos
los términos uso,
abuso
y
adicción o dependencia.
Esta clasificación nos es necesaria para la elección de
la modalidad terapéutica indicada y para dar cuenta de las
distintas etapas de una trayectoria de consumo.
Cada
trayectoria es única y particular, no es lineal y su dinámica
y fluctuación va a ir dependiendo de la vulnerabilidad de cada
sujeto, de factores socioambientales, el grado de compromiso de su
consumo, antecedentes heredofamiliares, de la motivación y
creencias del consumidor.
"Una
breve definición de adicción
propuesta por la Sociedad Americana de Medicina de la Adicción
(ASAM, American Society of Addiction Medicine) afirma que es una
enfermedad primaria, crónica, que afecta el circuito de
recompensa del cerebro, la motivación, la memoria y los
circuitos relacionados" (Waisman Campos, 2017, p. 4).
El
inicio del consumo se caracteriza por el uso
de
una sustancia de forma ocasional. También se lo conoce como
uso recreativo. Este término no debe minimizar el riesgo que
conlleva de sufrir un impacto significativo frente a un cuadro de
intoxicación en este tipo de consumo.
Éste
dependerá de varios factores entre ellos, la vulnerabilidad
individual, el grado de creencias disfuncionales que facilitan su
uso, la existencia de antecedentes familiares, el contexto o ambiente
facilitador, entre otros.
Como
señala Waisman Campos (2017) la toxicidad implica una
dificultad de nuestro organismo para metabolizar una sustancia que
ingresa en él. Nos intoxicamos con múltiples
sustancias, por ejemplo la lavandina, pero la diferencia con las
sustancias psicoactivas es que éstas últimas modifican
el funcionamiento del sistema nervioso central.
El
efecto agudo es producto de la intoxicación actual, en cambio
el efecto crónico es producto de la acumulación.
Las
drogas de abuso condicionan el circuito de recompensa dopaminérgico
mesolímbico, que presentan en su mecanismo de acción
diferencias con los reforzadores naturales.
Estas
drogas generan una liberación de dopamina más intensa
que los reforzadores naturales e incluso saltean los circuitos
sensoriales, por lo tanto no importan el olor, el sabor ni el tamaño,
ni la forma, ni el costo de las sustancias psicoactivas.
La
liberación fásica de dopamina genera una percepción
de mayor placer en menor tiempo.
Las
sustancias psicoactivas no generan placer, sino que utilizan nuestros
circuitos cerebrales de percepción del placer y los modifican.
Progresivamente
se pierde o disminuye la búsqueda de placer en otras
actividades y el sistema queda dependiente de las sustancias
psicoactivas. para sentir placer hasta que se agota el circuito.
A
medida que progresa la enfermedad se pierde el control eficaz para
adecuar la conducta al medio, y las drogas, a diferencia de los
reforzadores naturales, no tienen el propósito de regulador
del medio interno ni de perpetuar la especie. (Generan una especie de
"miopía cerebral" en la que las conductas
apetitivas llevan al uso de las sustancias psicoactivas, que no
generan supervivencia, sino todo lo contrario) (Waisman Campos, 2017,
p.9)
Dado
que el organismo siempre tiende a la homeostasis, se activa un
circuito inhibitorio para inhibir la liberación de dopamina
aumentada.
El
sujeto no puede alcanzar en cierto momento la recompensa sin la droga
y sostiene con mayor dificultad un intento de "equilibrio
tóxico".
Estos
conceptos de la neurobiología nos sirven para entender lo que
vemos en la clínica:
Los
pacientes adictos suelen expresar tras un tiempo de sostenimiento de
consumo, que éste fue perdiendo su placer. Van aumentándolo
con la finalidad de obtenerlo pero no lo encuentran. Reconocen que
consumen a pesar de que ya no les es placentero.
Los
circuitos de estimulación e inhibición se regulan
naturalmente para mantener un equilibrio, pero las drogas de abuso lo
alteran.
En
la clínica encontramos que una amplia cantidad de pacientes
adictos son policonsumidores, a lo largo de su trayectoria de consumo
van combinando y alternando el consumo de sustancias estimulantes y
depresoras.
El
consumo de sustancias psicoactivas también afecta el circuito
reflexivo frontal.
El
lóbulo frontal cerebral está relacionado con el control
de impulsos, con la adaptación de las conductas al medio,
modula la recompensa. Equilibra el placer a lo adaptativo: cuándo
y cómo.
Las
alteraciones en el nivel frontal generan dificultad en el control de
impulsos y pobre capacidad de decisión.
La
recuperación de la función y de la estructura del
cerebro se logra por la discontinuidad sostenida del uso de drogas
(sostenimiento de abstinencia).
El
riesgo de recaída refleja la larga duración de la
vulnerabilidad que caracteriza a la adicción.
Entendemos
a la adicción
como una enfermedad crónica con un desarrollo gradual que
presenta estadios: inicial, progresivo y avanzado.
Al
inicio consumen por placer, luego para no sentirse mal y finalmente
aunque consumen se sienten mal.
Desde
los primeros consumos aparecen modificaciones en el organismo.
Los
pacientes que consultan en la etapa inicial no relacionan síntomas
como alteraciones en el sueño o ansiedad con su consumo de
sustancias. Si inician tratamiento, el consumo no está
presente en su motivo de consulta, éste es egosintónico.
En
las etapas progresivas y/o avanzadas hay presencia de sintomatología
como oscilaciones anímicas y/o alteraciones en la conducta más
marcada, como así también desgaste en el entorno del
paciente y pueden agregarse deterioro cognitivo, problemas con la ley
y/o sintomatología psicótica, entre otros.
Hemos
explicado cómo a partir del uso inicial de una sustancia
psicoactiva hay impacto y cuáles son los mecanismos desde la
neurobiología que explican este fenómeno.
¿Por
qué algunos sujetos a partir del uso de una sustancia
psicoactiva terminan conformando una adicción y otros no?
Podríamos
decir que no
se hace adicto quien quiere, sino quien puede.
El
acto inicial del uso de determinada sustancia conlleva una decisión.
El sujeto decidió "probar" pero no decidió
enfermarse.
El
sujeto que conforma una adicción tiene una predisposición
a enfermarse.
Ese
"terreno predisponente" tiene que ver con las
particularidades de ese sujeto, entre ellas: aspectos emocionales y
de personalidad de base, enfermedad psiquiátrica previa al
consumo, vulnerabilidad genética, antecedentes
heredofamiliares, aspectos de su entorno y contexto sociofamiliar,
situaciones de stress, entre otros.
Por
lo enunciado, resaltamos la importancia de la prevención desde
los distintos agentes que conforman las distintas instituciones de la
comunidad.
Consideramos
que términos como "uso recreativo o no problemático"
ayuda a naturalizar el consumo de sustancias, a minimizar sus daños
e impactos no sólo en la salud del usuario sino también
en su entorno y familia.
Hemos
presentado hasta aquí algunas conceptualizaciones que dan
cuenta de la adicción como una enfermedad crónica,
multicausal, progresiva, que va afectando distintas áreas
vitales del sujeto y su entorno.
Presentaremos
a continuación cómo trabajamos en el equipo
de adicciones de Médicus entrelazando
con conceptualizaciones acerca de esta clínica tan compleja.
Entrevista
de admisión:
Es fundamental realizar una evaluación precisa e integral del
paciente para una selección del dispositivo terapéutico
y adaptarlo a las necesidades particulares de éste.
Consideramos
que la entrevista de admisión no sólo cumple con una
finalidad evaluativa sino también terapéutica. Es
fundamental que ésta se dé en un clima de respeto y
cordialidad. Dentro de este marco podremos trabajar con el paciente
con herramientas de motivación para el cambio y realizar
psicoeducación sobre la enfermedad.
En
esta evaluación inicial se indagan las siguientes variables:
Datos
sobre el consumo de sustancias psicoactivas:
Es importante indagar sobre el recorrido de su historia de consumo,
su edad de inicio, el tipo de sustancias, dosis y frecuencia,
distintas etapas a lo largo de su trayectoria de enfermedad (mayor
tiempo de abstinencia y momento más agudo de consumo). Momento
actual de consumo, presencia de abstinencia y craving.
Es
importante incluir la descripción de efectos cognitivos,
psicológicos y conductuales atribuidos al consumo de
sustancias. En este punto, muchas veces recurrimos a la
psicoeducación para que el paciente pueda relacionar sus
dificultades en las áreas descritas con su consumo de
sustancias.
Historia
médica general y psiquiátrica:
Historia de tratamientos previos, las distintas modalidades
terapéuticas realizadas. En su amplia mayoría los
pacientes a lo largo de su historia de enfermedad fueron realizando
variados tratamientos; es importante obtener una información
precisa de éstos, grado de adherencia a los mismos, abandonos
o interrupciones de tratamientos.
Los
distintos diagnósticos, esquemas farmacológicos,
motivos de inicios de tratamientos anteriores, esta información
nos permite conocer si el paciente presenta comorbilidad
psiquiátrica.
Por
otra parte se debe incluir el examen físico y la realización
de pruebas de laboratorio o estudios complementarios para descartar
comorbilidades o posibles complicaciones.
Historia
social y familiar:
Consiste en una revisión descriptiva y analítica del
entorno sociofamiliar del paciente. Si cuenta con una red de apoyo,
si alguna figura familiar ha acompañado sus tratamientos,
grado de involucramiento de familiares o red social (amigos).
A
través de la entrevista, podemos ayudar al paciente a
reconocer si su consumo de sustancias ha generado desgaste y otro
tipo de dificultades en sus vínculos familiares, de pareja y
sociales.
Indagar
acerca de los posibles factores de riesgo que puedan existir en el
medio intrafamiliar, social y/o laboral: existencia de personas
consumidoras dentro de los distintos ámbitos del paciente,
proximidad a lugares de consumo, entre otros.
Situación
laboral y académica: Indagar
no sólo sobre la situación actual laboral y académica
del paciente sino también sobre su historia y recorrido en
estas áreas.
Esta
variable se relaciona muchas veces con dificultades cognitivas y
conductuales relacionadas con el consumo de sustancias que
obstaculizan el rendimiento y constancia de sostenimiento en el
ámbito laboral y educativo.
Es
fundamental trabajar en este aspecto desde la psicoeducación
ya que muchas veces los pacientes no relacionan las distintas
dificultades con su consumo de sustancias o tienen creencias
disfuncionales que sostienen dicho consumo.
La
información de su actividad laboral y académica actual
también es necesaria ya que muchas veces el dispositivo
terapéutico debe adaptarse a la disponibilidad horaria
relativa al trabajo o estudio del paciente. (Siempre y cuando éste
no presente riesgo cierto e inminente para sí y/o para
terceros).
Evaluación
toxicológica: A
través de
análisis
de laboratorio detectar presencia de sustancias psicoactivas en orina
o sangre.
Una
vez realizada la evaluación detallada en la entrevista de
admisión se debe proceder a la derivación del paciente
al dispositivo terapéutico seleccionado más acorde a la
problemática y singularidad de éste.
Si
definimos a la adicción como una enfermedad crónica, y
entendemos que la trayectoria de consumo es singular y no lineal, es
esperable que los pacientes a lo largo de su historia de enfermedad
realicen distintos tratamientos.
Es
primordial entender que la selección de un tratamiento
adecuado para el momento actual del paciente (el aquí y ahora)
no debe dejar de lado sus antecedentes de enfermedad y de
tratamiento. El recorte sincrónico, la evaluación
actual, no debe desentenderse de la observación diacrónica
de la trayectoria singular y particular de la historia de enfermedad
del paciente.
Es
de suma importancia que el paciente pueda realizar una evaluación
en conjunto con el profesional de sus etapas de consumo y
abstinencia, tratamientos anteriores, patrón de consumo,
aparición de síntomas, entre otros, para ir pudiendo
construir un aprendizaje a partir de su revisión de conductas
y así poner el énfasis en que debe modificar y no
repetir (objetivos terapéuticos).
Gigena
Parker y Bonino (2017) toman los criterios de la ASAM (American
Society of Adicction Medicine, Sociedad estadounidense de medicina de
adicciones) para la selección del dispositivo terapéutico
adecuado
en
pacientes adictos.
Estos
criterios se agrupan en 6 ejes:
Eje
1: Potencial de intoxicación aguda y/o de síndrome de
abstinencia.
Eje
2: Trastornos y complicaciones
médicas
(biomédicas)
Eje
3: Trastornos y complicaciones psicológicas o psiquiátricas
Eje
4: Disposición al tratamiento
Eje
5: Potencial de recaída y de uso continuado de drogas
Eje
6: Ambiente de recuperación/ ambiente de vida.
A
cerca de las distintas modalidades terapéuticas:
El
equipo de adicciones de Médicus cuenta con diferentes
modalidades terapéuticas que se adecuan a las necesidades
particulares de cada paciente.
Tratamiento
ambulatorio interdisciplinario: Este
tipo de dispositivo terapéutico está conformado por
psiquiatras, psicólogos y trabajadora social de la
institución, especializados en el abordaje de las adicciones.
De
acuerdo a las necesidades y particularidades del paciente, en el
tratamiento ambulatorio puede contar con los espacios de psicoterapia
individual, control farmacológico, psicoterapia familiar,
consultas de orientación a familiares y seguimiento de
trabajadora social.
Control
farmacológico:
En principio debe hacerse una evaluación clínica
exhaustiva para indicar, si así lo requiriera, tratamiento
psicofarmacológico.
Los
objetivos son aliviar el malestar anímico asociado al consumo
de tóxicos, lograr la estabilización de los trastornos
mentales de base, alcanzar la abstinencia y sostenerla a lo largo del
tiempo.
La
sintomatología podrá presentarse en forma comórbida
al trastorno por consumo, como causa y/o consecuencia. Los tóxicos
dañan multiplicidad de circuitos cerebrales.
Mediante
el sostenimiento del No-consumo (abstinencia) y la prescripción
de psicofármacos se intentará la "recuperación"
de ellos, que debido a la cantidad de circuitos que afecta será
combinaciones de drogas y no fármacos únicos.
Psicoterapia
individual: Existen
distintos marcos teóricos desde donde trabajar los distintos
aspectos.
La
Terapia cognitivo conductual brinda herramientas para trabajar
aspectos fundamentales en el abordaje de las adicciones, entre ellos:
Técnicas
para el manejo o control de craving, trabajo sobre los pensamientos
automáticos y aprendizaje de respuestas racionales, técnicas
para el manejo del ocio, trabajo sobre las ventajas del sostenimiento
de abstinencia y las desventajas del consumo, abordaje sobre los
procesos cognitivos relacionados con el consumo de sustancias
psicoactivas: creencias disfuncionales del paciente que sostienen su
consumo, pasaje de creencias adictivas a creencias de control,
herramientas para tolerancia a la frustración y al malestar,
entre otras.
Otro
tema importante para trabajar con el paciente es su motivación
para el cambio, éste es fundamental ya que es uno de los
factores determinantes para la continuidad y sostenimiento de
tratamiento.
La
motivación no es un estado fijo, sino fluctuante, se puede
diferenciar 5 estados, el pasaje de los mismos no es lineal y suele
haber permanentes avances y retrocesos. Es fundamental la evaluación
de este factor no sólo de parte del profesional, sino fomentar
la autoevaluación del paciente para comprometerse con su
tratamiento.
"La
motivación para el cambio no reside simplemente en la piel del
paciente, sino que surge de un contexto interpersonal" (Miller
y Rollnick, 1999, p. 61) El terapeuta no es un observador pasivo de
los estados motivacionales de sus pacientes. La falta de motivación
es un reto para las habilidades terapéuticas del profesional.
Las
principales ventajas que la terapia cognitiva añade a la
batería de abordajes terapéuticos es su énfasis
en: a) la identificación y modificación de creencias
que exacerban el craving o deseo irrefrenable de consumir; b) la
mejoría de los estados de afecto negativo (por ejemplo: ira,
ansiedad y desesperanza) que normalmente disparan el consumo de la
droga; c) enseñar a los pacientes a aplicar una batería
de habilidades y técnicas cognitivas y conductuales y no
meramente la fuerza de voluntad para poder llegar a estar libre de
droga y mantenerse sin consumirla y d) ayudando a los pacientes a ir
más allá de la abstinencia, que les permita poder hacer
cambios positivos e importantes en la forma en que se perciben a sí
mismos, su vida y su futuro, conduciéndolos a un estilo de
vida nuevo. (Beck, Wright, Newman y Liese, 1999, pp.38-39)
Psicoterapia
familiar: En
este espacio terapéutico el eje de análisis no está
centrado en el paciente adicto, sino en la dinámica familiar,
en el tipo de comunicación, interjuego de poder y roles que se
establecen en la familia entendida como micro sociedad.
Tal
como plantea Yaría (2014) los puntos nodales a trabajar con la
familia del paciente adicto son: Desde el punto de vista analítico:
Hijo abandonado; Falta de límites generacionales y sociales;
Modelo adictivo; Pacto criminoso; Crisis en la autonomización
adolescente; Tabú del incesto; Duelos no elaborados; Secretos
familiares.
Desde
el punto de vista sistémico: Mala alianza marital; Interacción
simbiótica madre- hijo; Coalición intergeneracional;
Progenitor sobre- involucrado; Progenitor periférico; Falta de
fronteras generacionales; Incongruencia jerárquica; Dobles
mensajes; Ciclo vital en crisis.
Orientación
a familiares: En
este espacio terapéutico se trabaja con el familiar, pareja o
algún referente de la red del paciente con la finalidad de
brindar orientación para el acompañamiento del
tratamiento de éste y sobre cómo abordar determinadas
situaciones que se presentan a lo largo del proceso terapéutico.
Se brinda psicoeducación sobre la enfermedad de la adicción,
los efectos negativos del consumo de sustancias y medidas de cuidado
para prevención de recaídas, entre otros. Este espacio
también sirve de acompañamiento del familiar ya que se
va generando cierto desgaste emocional en éste a lo largo de
la cronicidad de la enfermedad del paciente. Es recomendable que el
familiar realice psicoterapia individual.
Seguimiento
de trabajo social: Permite
el abordaje de aspectos socio ambientales del paciente, orientación
sobre recursos y herramientas para su reinserción sociolaboral
y vida civil comunitaria. También interviene en el trabajo
terapéutico de las dificultades en el entorno familiar del
paciente realizando entrevistas familiares.
Siguiendo
el planteo de Gigena Parker y Bonino (2017) sobre los 6 ejes
mencionados para los criterios de selección de tratamiento
según la ASAM:
El
paciente adicto que presenta criterios para la realización de
un tratamiento ambulatorio de adicciones
es
aquel que no tiene un potencial riesgo significativo de intoxicación
aguda y/o de síndrome de abstinencia, o éste es mínimo
(Eje 1); No tiene trastornos y/o complicaciones biomédicas. Si
presenta, éstas muy estables y en control (Eje 2); No tiene
complicaciones psicológicas o psiquiátricas. Si las
presentan, están muy estables. El paciente está en
control de salud mental (Eje 3); Se encuentra dispuesto para la
recuperación pero necesita motivación y control. Puede
existir alta severidad en este eje pero no en los otros (Eje 4); En
relación al potencial de recaída o de uso continuado de
drogas u otros problemas, puede ser capaz de mantener la abstinencia
o controlar el uso, persistir en la recuperación o en las
metas motivacionales con un mínimo apoyo (Eje 5) y en cuanto
al Eje 6, cuenta con apoyo y/o tiene herramientas para el manejo
exitoso de la situación.
"La
condición clínica o la situación ambiental no
debe requerir un nivel más intensivo de tratamiento. Debe
existir la posibilidad de realizar una aproximación integral,
que incluya intervenciones psicoterapéuticas y farmacológicas
con monitoreo conductual" (Gigena Parker y Bonino, 2017, p.
246)
Hospital
de día de adicciones: Médicus
trabaja desde hace años con distintas instituciones de
hospital de día para el abordaje de las adicciones.
El
hospital de día es un dispositivo ambulatorio estructurado,
intensivo e integral. Las instituciones ofrecen distintos encuadres,
las hay de jornada completa y media jornada. Están conformadas
por equipos interdisciplinarios, tienen grupos terapéuticos,
distintos talleres, psicoterapia individual, control farmacológico
y grupo para familiares.
Muchas
de ellas son abstencionistas y tienen pautas terapéuticas que
deben respetar y sostener los pacientes dentro y fuera de la
institución, éstas funcionan como medidas de cuidado
para prevención de recaídas.
Otras
instituciones trabajan con reducción de daño, para
aquellos pacientes que no presentan voluntad de sostenerse
abstinentes, sino de acotar y controlar el consumo.
Muchos
pacientes adictos sostienen la falsa creencia del control del
consumo.
Algunos
de ellos buscan acotar el consumo o dejarlo circunscripto para los
fines de semana como "permitido" tras sostenerse
abstinentes de lunes a viernes donde sostienen la responsabilidad
laboral o de estudio.
Otros,
realizan una clasificación entre las sustancias que consumen
en "blandas y duras" y están motivados para
abandonar el consumo de cocaína, por ejemplo, pero no así
el de la marihuana o el alcohol.
La
derivación a Hospital de día jornada completa o media
jornada dependerá no sólo factores propios del paciente
sino de aspectos socioambientales. Si el paciente tiene una actividad
laboral que no le permite realizar un encuadre de jornada completa,
si cuenta o no con una red de apoyo sociofamiliar que lo acompaña
gran parte del día, entre otros.
Siguiendo
el planteo de Gigena Parker y Bonino (2017) sobre los 6 ejes
mencionados para los criterios de selección de tratamiento
según la ASAM: El paciente adicto que presenta criterios para
la realización de un
tratamiento de hospital de día de adicciones
es aquel que presenta un riesgo moderado de síndrome de
abstinencia severo (Eje 1); No presenta trastornos o complicaciones
biomédicas. Si las presenta, éstas no implican
obstáculo (Eje 2); Si presenta trastornos y complicaciones
psicológicas o psiquiátricas éstas tienen
severidad leve a moderada y/o potencial obstáculo a la
recuperación. El paciente necesita estabilización (Eje
3); En relación a la disposición al tratamiento,
presenta pobre compromiso, ambivalencia significativa, falta de
conciencia del problema. Requiere programa estructurado casi diario o
servicio intensivo (Eje 4); En cuanto al potencial de recaída,
de uso continuado de drogas u otros problemas, presenta
intensificación de la problemática, alta probabilidad
de recaer, persistir en el uso o continuar sus problemas sin control
cercano y apoyo casi diario (Eje 5); En cuanto al Eje 6, el paciente
no cuenta con apoyo pero con estructura y alejamiento del ambiente
hogareño pueden manejarse con éxito.
Deben
existir motivos que justifiquen la atención intensiva, tales
como: a) El caso de pacientes que egresan de un programa de
hospitalización o residencial y que presentan un alto grado de
riesgo de recaídas, aquí se incluye la falta de
motivación para continuar el tratamiento: b) la existencia de
comorbilidad psiquiátrica severa; 3) antecedentes de recaídas
posteriores al egreso de una modalidad residencial o de
hospitalización, 4) Existencia de un ambiente de alto riesgo
con soporte psicosocial limitado; 5) Pacientes con un pobre desempeño
en una modalidad de tratamiento con encuadre más intensivo. A
la vez debe existir en un grado razonable y la probabilidad de
detener el consumo de sustancias fuera de un encuadre restrictivo.
(Gigena Parker y Bonino, 2017, p. 246)
Comunidad
terapéutica:
la organización trabaja desde hace años con distintas
instituciones de comunidad terapéutica para el abordaje de las
adicciones.
La
comunidad terapéutica es un dispositivo de internación
altamente estructurado.
La
comunidad terapéutica se convierte en una herramienta de
trabajo institucional en la medida que privilegia el trabajo en
equipo y la participación de los residentes en la tarea
institucional. Es terapéutica la comunidad para los residentes
y sus familias y redes, así como para el equipo tratante que
en cierto modo es "tratado" por la propia estructura
simbólica institucional.
A
la primitiva comunidad dirigida por pacientes en recuperación
le sucede un sistema mucho más profesionalizado (Yaría,
2014, pp.197-198).
El
psicoanálisis y las teorías cognitivo-conductuales así
como las neurociencias y las aplicaciones de la neuropsicología
se transforman en herramientas fundamentales en un contexto
comunitario para enfrentar las actuales patologías del
desamparo y a las narcosis que epidémicamente nos rodean.
Así
la C.T. se transforma en un sistema socio- simbólico que en su
propia matriz lingüística permitirá procesar en el
residente y su familia el singular "apetito de muerte"
que los envuelve, ya que eso parece ser la toxicomanía hoy
(Yaría, 2014, p. 205)
Siguiendo
el planteo de Gigena Parker y Bonino (2017) sobre los 6 ejes
mencionados para los criterios de selección de tratamiento
según la ASAM:
El
paciente adicto que presenta criterios para la realización de
un tratamiento de internación en comunidad terapéutica
en adicciones
es aquel que presenta síndrome de abstinencia moderado (Eje
1); No tiene trastornos o complicaciones biomédicas. Si las
presenta, éstas se encuentran estables en control médico
(Eje 2); No tiene complicaciones psicológicas o psiquiátricas.
Si las presenta, éstas son mínimas y no implican
obstáculo. Necesidad de estructura de modelaje de conducta
(Eje 3); En relación a su disposición al tratamiento,
se muestra abierto a la recuperación. Necesita un ambiente
estructurado o un entorno residencial. Puede existir alta severidad
en este eje pero no en otros. Grave dificultad u oposición al
tratamiento con peligrosas consecuencias inminentes (Eje 4); En
relación al potencial de recaída, de uso continuado de
drogas u otros problemas, presenta poca conciencia y necesita
intervenciones residenciales para prevenir el uso continuo con
consecuencias peligrosas inminentes, déficit cognitivo y
disfuncionalidad (Eje 5); En relación al Eje 6, Ambiente
peligroso. Necesita de una estructura de 24 hs. para aprender a
manejarse exitosamente.
Cuando
el paciente no tiene suficientes criterios para la hospitalización
y presenta un patrón de interacciones sociales y estilo de
vida predominantemente focalizado hacia el consumo de sustancias. Se
registra la carencia de herramientas sociales y vocacionales
suficientes, como así también la falta de fuentes de
apoyo social libre de droga para mantener la abstinencia en un
programa de tratamiento de encuadre ambulatorio. (Gigena Parker y
Bonino, 2017, p. 246)
Hospitalización:
Se
recurre a ella cuando el paciente presenta riesgo cierto e inminente
para sí y/o para terceros, generalmente a través del
servicio de emergencia.
Los
motivos de hospitalización pueden deberse a cuadros de
complicaciones agudas del consumo (sobredosis, síndrome de
abstinencia, etc), descompensaciones psiquiátricas secundarias
a intoxicación, entre otros.
Este
tipo de internaciones suelen ser agudas y generalmente se hacen en
clínicas psiquiátricas. Si hay algún compromiso
clínico se hacen en clínicas médicas generales.
Pasado
el cuadro de descompensación, el equipo tratante indica un
plan posterior de tratamiento al alta seleccionando entre los
dispositivos terapéuticos recientemente descritos.
Siguiendo
el planteo de Gigena Parker y Bonino (2017) sobre los 6 ejes
mencionados para los criterios de selección de tratamiento
según la ASAM, el paciente adicto que presenta criterios para
la realización de un
tratamiento de hospitalización es
aquel que presenta alto riesgo de intoxicación aguda y/o
sindrome de abstinencia, manejable con los recursos de un hospital
(Eje 1); En cuanto a los trastornos y complicaciones biomédicas
requiere control médico 24 hs., enfermería y los
recursos de un hospital (Eje 2); En cuanto a los trastornos y
complicaciones psicológicas o psiquiátricas presenta
una severidad moderada o grave. Inestable. Cuidados psiquiátricos
24 hs. Tratamiento concomitante para la dependencia de drogas (Eje
3); Resistente al tratamiento, pobre control de impulsos, necesita
estrategias motivacionales en encuadres estructurados de 24 hs. o
programa de fortalecimiento motivacional (Eje 4); En cuanto al
potencial de recaída, de uso continuado de drogas u otros
problemas, no califica para servicios menos intensivos (Eje 5) y En
cuanto al Eje 6, ambiente peligroso. No califica para servicios menos
intensivos.
En
el equipo de adicciones de Médicus realizamos un seguimiento
de los pacientes que se encuentran realizando tratamiento en
instituciones de hospital de día, comunidad terapéutica
y/o internación psiquiátrica ya que consideramos
fundamental no perder la continuidad terapéutica a lo largo de
la historia de enfermedad de éstos.
Es
fundamental que cada tratamiento no quede disociado del siguiente o
del anterior; la información recabada de éstos son un
aporte importante para la elección de implementación de
estrategias terapéuticas acordes a las particularidades de
cada caso.
Las
reuniones de equipo son espacios de intercambio y supervisión
de casos donde repensamos la clínica a partir del encuentro
entre colegas. Fomentamos la comunicación y escucha entre los
profesionales que conformamos el equipo interdisciplinario para
lograr un abordaje integral de los pacientes.
En
simultáneo, los coordinadores de adicciones y los
representantes de los otros equipos se reúnen quincenalmente
para poder intercambiar diferentes cuestiones que hacen a la
interdisciplinariedad.
El
tratamiento de muchos pacientes atraviesa transversalmente distintas
instancias que hace necesario este espacio de reunión (Equipo
de urgencias, internaciones, infanto juvenil, trastornos de la
alimentación, evaluación neurocognitiva).
Estos
encuentros se llevan a cabo con la Directora Médica y la
Directora General además de la Coordinadora Administrativa. El
hecho de ser parte de un equipo que trabaja en una empresa de
medicina prepaga también nos pone en situación de
necesitar tener en cuenta muchas variables, que incluso pueden tener
connotaciones legales y que deben ser discutidas y decididas en
conjunto.
Entendemos
que la formación continua de los profesionales es uno de los
pilares fundamentales, a lo largo del año hay un ciclo de
docencia donde se abordan diversas temáticas que hacen a la
clínica.
Hemos
manifestado la importancia de la prevención en materia de
adicciones. Realizamos espacios de charlas a la comunidad y talleres
a empresas con temáticas relativas a la salud en general y a
las adicciones en particular.
Para
finalizar compartimos un párrafo del Libro Grande, texto
básico de Alcohólicos Anónimos:
La
mayoría de nosotros hemos estado poco dispuestos a admitir que
éramos realmente alcohólicos. A nadie le agrada pensar
que es física y mentalmente diferente a sus semejantes. Por lo
tanto, no es extraño que nuestras carreras de bebedores se
hayan caracterizado por innumerables y varios esfuerzos para probar
que podíamos beber como otras personas.
La
idea de que de alguna forma, algún día, llegará
a controlar su manera de beber y a disfrutar bebiendo, es la gran
obsesión de todo bebedor anormal. La persistencia de esta
ilusión es sorprendente. Muchos la persiguen hasta las puertas
de la locura y la muerte.
Llegamos
a comprender que teníamos que admitir plenamente, en lo más
profundo de nuestro ser, que éramos alcohólicos, éste
es el primer paso hacia la recuperación.
(A.
A., 2008, p.30)
Referencias
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Anonymous World Services, INC. (1986)
Alcohólicos Anónimos. Libro Grande. (3era Edición,
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