Introducción
Interactuar
con otros, implica poner en juego un conjunto de expectativas y
habilidades sociales, cognitivas y afectivas dentro de un contexto
determinado. Específicamente, la interacción en el
contexto educativo, en cualquiera de sus niveles, tiene algunas
características propias de los grupos que comparten,
sistemáticamente, un espacio y un contexto situacional por
períodos relativamente prolongados de tiempo (Moreno &
Ison, 2013). En este sentido, la escuela es un espacio donde, además
de desarrollarse la labor educativa, se generan vínculos
interpersonales significativos y se aprenden formas de comportamiento
social entre adulto-niño/a y entre los niños y las
niñas.
Los
intercambios sociales con los compañeros de clase representan
una instancia significativa para el despliegue de una serie de
habilidades socio-cognitivas y afectivas, las cuales actualizan los
modos aprendidos en los diferentes contextos de desarrollo (Ison,
2011). Familia, escuela y grupo de pares conforman los principales
contextos de desarrollo durante la niñez y proporcionan un
marco de referencia para la actuación social al validar,
rectificar o desaprobar las conductas realizadas por niños y
niñas en situaciones de interacción social (Ison &
Morelato, 2008; Greco & Ison, 2011; Morelato et al., 2019).
Asimismo,
los escolares están cotidianamente expuestos a conflictos
interpersonales y a situaciones que demandan una eficaz
autorregulación de su conducta (Cassidy, 2009; Greco &
Ison, 2009; Maddio, 2012). Así, los problemas interpersonales
pueden ser resueltos apelando al despliegue de recursos internos
adaptativos tales como una adecuada autorregulación,
autoestima, competencia social, reconocimiento de emociones,
flexibilidad para considerar distintos puntos de vista, entre otros;
como de aspectos que incluyen comportamientos
disruptivos-externalizantes, tales como agresión, peleas,
impulsividad, entre otros y problemas internalizantes como
retraimiento social, timidez y ansiedad social (Arias-Rivera et al.,
2012; Castillo et al., 2019; Ison, 2019; Reyna, et al., 2011).
Una
situación interpersonal problemática podría ser
definida como una interacción social en la que participan dos
o más personas en la cual los deseos, necesidades, objetivos o
metas de alguna o algunas de ellas no concuerdan con los deseos y/o
objetivos de las otras personas participantes en la situación.
Tal discordancia genera estados emocionales negativos y/o de
frustración en las personas interactuantes (Maddio, 2012).
Para
lograr resolver ese conflicto o desacuerdo interpersonal es necesario
desarrollar una serie de habilidades cognitivas y afectivas
orientadas a la identificación de una solución
aceptable para todas las personas involucradas en esa situación.
Una solución eficaz conlleva cambios positivos como la
reducción de la angustia, del dolor, de la aflicción,
tendiendo a maximizar consecuencias positivas y a minimizar las
negativas (Greco e Ison, 2009).
En
el área infantil los pioneros en abordar esta temática
fueron Spivack y Shure (1976). Ellos presentaron una propuesta para
el desarrollo de habilidades para resolver problemas interpersonales
destinada a ayudar a los niños preescolares y de jardín
de infantes con problemas de adaptación social. Más
tarde, en la década de los ´80, Shure y Spivak (1982),
diseñaron un programa de intervención para reducir y
prevenir tanto comportamientos impulsivos como inhibidos en niños
de jardín de infantes, el cual era implementado por las
docentes mediante juegos y diálogos entre adultos y niños.
A
partir de diversos estudios realizados con niños y niñas,
Spivack y sus colaboradores plantearon que a la base de la conducta
socialmente competente existen ciertos procesos cognitivos que median
entre la situación social problema y la conducta que el niño
emite. Es decir, se interesaron en indagar "como piensa"
un niño o niña. Destacaron la relevancia de ciertos
procesos de pensamiento ante un problema interpersonal describiendo
el pensamiento
alternativo,
pensamiento
consecuencial,
pensamiento
medio-fines
y el pensamiento
causal (Spivack
y Shure 1974; Shure y Spivak, 1982).
El
pensamiento
causal
implica pensar en las causas que originaron diversas situaciones
interpersonales. Es decir, qué situaciones o eventos
provocaron el problema interpersonal, esto implica reconocer e
identificar la existencia o no de situaciones de interacción
social que constituyen un problema y describir qué lo originó.
Esta descripción, implica también, el poder identificar
componentes emocionales que acompañan a la situación
interpersonal.
El
pensamiento
alternativo
implica representar mentalmente diversas alternativas de solución.
Esta habilidad hace referencia a la amplitud y flexibilidad de
pensamiento para analizar distintas alternativas frente a una
situación problema. Se relaciona con procesos
autorregulatorios funcionales que incrementan la probabilidad de
seleccionar conductas socialmente competentes y el logro de metas
sociales favoreciendo la percepción de competencia personal.
El
pensamiento
consecuencial
hace referencia a la habilidad para emplear
las representaciones mentales para anticipar el curso de la acción
y valorar sus consecuencias.
En
pensamiento
medio-fines
comprende la capacidad para mantener
presentes las representaciones de las metas de la propia acción
y planificar los medios para su logro. Esto implica la habilidad para
tomar decisiones habiendo analizado las alternativas disponibles y
las consecuencias de cada una de ellas.
El
manejo efectivo de las habilidades cognitivas involucradas en el
proceso de solución de problemas interpersonales posibilita al
niño o la niña identificar
la situación problema y el conjunto de emociones que acompañan
a dicha situación, con el fin de planificar el curso de la
acción, pensando diferentes alternativas de solución y
sus posibles consecuencias para reflexionar y decidir acerca de la
mejor opción, es decir aquella que traiga beneficios para la
mayoría de las personas involucradas y que logre una solución
pacífica al problema inicialmente planteado (Ison, 2010, 2019;
Maddio & Morelato, 2009).
¿Cuál
es la relevancia de indagar las habilidades de solución de
problemas en la niñez?
El
estudio de las habilidades para la resolución de problemas
interpersonales es uno de los desafíos de la psicología
educativa y es una de las demandas al sistema educativo. Si
afirmamos que a la base de toda conducta socialmente competente se
encuentran una serie de habilidades cognitivas y afectivas que
contribuyen a la regulación del comportamiento, entonces un
adecuado desarrollo de estas habilidades podría favorecer la
autoestima, la esfera emocional y las relaciones interpersonales de
los escolares, factores que influyen sobre las motivaciones de los
estudiantes en relación a los procesos de aprendizaje.
Existen
estudios que enfatizan la relación entre los patrones de
procesamiento de información social y las dificultades en las
interacciones sociales, postulando, por ejemplo, la vinculación
entre el comportamiento agresivo y la atención a señales
sociales más hostiles (Dodge et al., 1995). Asimismo, una
adecuada autoestima (Maddio, 2012), un mejor desempeño en
identificación de emociones frente a una situación
interpersonal (Morelato et al., 2019), un adecuado desempeño
en la decodificación de señales sociales se vincula con
niveles más elevados de competencia social y habilidades
socio-cognitivas de solución de problemas interpersonales
(Reyna et al., 2011).
En
investigaciones enfocadas en la perspectiva de los recursos
psicosociales, realizadas en contextos de vulnerabilidad
sociofamiliar y violencias, se observaron deterioros en el desarrollo
integral de niñas, niños y adolescentes como
consecuencia de esas circunstancias, tal como lo ha señalado
la literatura (Manly, 2005; Thibodeau et al., 2019; UNICEF, 2021).
Sin embargo, también se observó que las habilidades
cognitivas de solución de problemas interpersonales podían
ser consideradas como un factor protector amortiguador del riesgo
psico-social. Esto se debe a que las mismas forman parte de un
conjunto de factores internos que pueden favorecer la resiliencia,
vale decir el proceso que implica sobreponerse a la adversidad y
continuar con el desarrollo o con los aspectos más importantes
de. Entre los factores relevantes vinculados al proceso se destacaron
tres indicadores: la habilidad para pensar alternativas de solución
ante situaciones que representaban una dificultad la capacidad para
anticipar las consecuencias de una acción y la capacidad para
identificar las emociones asociadas con la situación problema.
Estas habilidades se asociaron a otros factores de relevancia como lo
son la creatividad, la autoestima, el apego seguro y la presencia de
redes de apoyo (Morelato 2014, 2019). Asimismo, en una investigación
orientada a promover recursos de resiliencia en contextos
vulnerables, se logró un incremento de las habilidades de
niñas y niños para identificar las emociones, generar
alternativas, anticipar consecuencias y ser creativos (Morelato et
al., 2019).
En
un estudio realizado sobre emociones positivas y habilidades
cognitivas para la solución de problemas interpersonales en
niños y niñas entre 7 y 9 años de edad
concurrentes a una escuela de gestión estatal en la ciudad de
Mendoza, se observó que el grupo de niños/as que
presentó altos valores de emociones positivas también
pudieron generar mayores alternativas de solución asertivas
para resolver un problema interpersonal y disminuyeron las
alternativas de solución irrelevantes. Asimismo, el grupo de
niños/as que presentó altos valores de emociones
positivas obtuvo mayores promedios en anticipación de
consecuencias positivas, disminuyendo el promedio de anticipación
de consecuencias negativas. Anticipar consecuencias positivas a las
alternativas de solución planteadas hablaría de la
capacidad del niño o niña para visualizar en sí
mismo y en los otros los cambios cognitivos, emocionales y
comportamentales que se suscitan en el sistema interpersonal cuando
la situación se resuelve. Estos aspectos repercutirían
en la autoevaluación, autoconfianza y autorefuerzo de las
propias habilidades de resolución del conflicto, factores que
promueven la autovaloración positiva para afrontar futuras
situaciones problemas (Greco e Ison, 2011).
Experimentar
emociones positivas amplía los repertorios de pensamiento y de
acción, lo cual favorece la construcción de recursos
personales para afrontar situaciones difíciles o
problemáticas. Este fortalecimiento de recursos permite una
transformación de la persona, la cual se torna más
creativa, amplía sus conocimientos tanto de sí misma
como de las situaciones, se vuelve más resistente a las
dificultades y socialmente más competente, con lo cual se
produce una espiral ascendente ("upward
spirals")
que posibilita experimentar nuevas emociones positivas, favorecer el
bienestar subjetivo y promover la resiliencia psicológica
(García Pérez, 2016; Greco & Ison, 2014;
Ruvalcaba-Romero, et al., 2017).
En
un estudio reciente se analizó longitudinalmente el desempeño
en las habilidades socio-cognitivas para la solución de
problemas interpersonales en 50 escolares de cuarto grado al inicio
del ciclo escolar y al final del mismo. Estos resultados corresponden
al 2019, datos obtenidos previos a la situación de pandemia
por COVID-19. La finalidad fue explorar los procesos de pensamiento
ante un problema interpersonal, es decir cómo piensan el
problema y qué estrategias socio-cognitivas se ponen en marcha
para su solución y si estas estrategias cambiaban transcurrido
un tiempo. Los resultados indicaron que el 82% de los niños y
niñas generaron mayor cantidad de alternativas asertivas en
comparación con alternativas pasivas y recurrentes a la
autoridad. Al analizar la variable anticipación de
consecuencias, los resultados mostraron que anticiparon mayor
cantidad de consecuencias positivas en comparación con las de
tipo irrelevantes y negativas. En la variable toma de decisiones, la
mayoría de los niños y las niñas pudieron tomar
una decisión adecuada, vinculándola con una mención
de un estado emocional positivo. Sin embargo, un 18% de los niños
y niñas implementaron estrategias pasivas ante un problema
interpersonal y que esta modalidad de afrontamiento se mantuvo en la
segunda evaluación. Los niños y niñas que
tienden a resolver situaciones interpersonales de manera
pasiva-inhibida, en general presentan cierta dificultad para pensar
opciones pertinentes a los estímulos presentados y para
adquirir perspectiva social. Las alternativas propuestas para
solucionar las situaciones interpersonales pensadas fueron poco
asertivas, esto es, evasivas que, lejos de fomentar el contacto
social, lo inhabilitan y deterioran (Ison, et al., 2022).
La
detección temprana de estilos de afrontamiento disfuncionales
permitiría pensar modos de abordaje para favorecer relaciones
interpersonales saludables y promover el desarrollo de competencias
socio-emocionales.
Las
habilidades cognitivas de solución de problemas
interpersonales están a la base de las conductas socialmente
competentes, por consiguiente, indagar estas habilidades
posibilitaría comprender las diferentes estrategias de
afrontamiento que utilizan los niños, las niñas y
adolescentes para resolver diversas situaciones interpersonales.
¿Cuál
es la importancia de favorecer su desarrollo en niños y niñas?
La
adquisición de las habilidades cognitivas para la solución
de problemas interpersonales está estrechamente relacionada
con las experiencias y aprendizajes realizados en los distintos
contextos de interacción. Las adquirimos y desarrollamos en
nuestra continua interacción con entornos y personas
significativas que nos transmiten y enseñan los modos de
afrontar y resolver diferentes situaciones de la vida cotidiana.
A
lo largo de la infancia los niños y las niñas van
internalizando, interpretando y respondiendo a las demandas y
restricciones provenientes de los diferentes agentes socializantes
(Morelato, 2019).
Familia,
escuela, grupo de pares y la comunidad son contextos significativos
de interacción social, en el cual cada día se
manifiestan y ejercitan un conjunto de habilidades cognitivas y
socio-emocionales por parte de todos sus integrantes. Entre esas
habilidades se encuentran aquellas empleadas para afrontar
situaciones de conflicto interpersonal, las cuales movilizan (o no)
recursos cognitivos y emocionales para resolverlos.
Estas
habilidades siguen un proceso constante de cambio desde la infancia
temprana hasta la adultez. Durante la niñez, favorecer y
potenciar la adquisición de destrezas y habilidades que
contribuyan al desarrollo de las competencias socio-emocionales y de
los procesos de autorregulación, implica fortalecer el
desarrollo de los recursos personales
y sociales que puedan actuar como factores protectores de salud
mental en las infancias.
En
nuestro grupo de investigación sobre Psicología del
Desarrollo Infanto-Juvenil, desde hace décadas, venimos
implementando programas para el fortalecimiento de habilidades
meta-cognitivas y socio-emocionales en distintas etapas del
desarrollo. Su sustento teórico-epistemológico se basa
en los enfoques socioculturales y contextuales del desarrollo
(Bronfenbrenner, 1979; Vigotsky, 1986).
Se
presentan brevemente tres programas de intervención aplicados
en el ámbito escolar. El primero de ellos estuvo destinado al
fortalecimiento de las habilidades
cognitivas para la solución de problemas interpersonales,
el segundo centrado en las habilidades
socio-cognitivas infantiles para resolver problemas junto a sus pares
y el tercero tuvo por finalidad
promover el fortalecimiento de la resiliencia.
Programa
para el fortalecimiento de habilidades cognitivas para la solución
de problemas interpersonales
(Ison et al., 2011)
Este
programa fue elaborado por nuestro equipo de investigación
para promover la identificación y descripción de
situaciones cotidianas que pudieran representar un problema en un
contexto de interacción social, favoreciendo el reconocimiento
de las emociones asociadas al problema, propiciando la generación
de alternativas de solución a los problemas identificados,
pensando cada una de las consecuencias asociadas, y finalmente la
elección de aquellas alternativas conducentes a soluciones
asertivas que implicaran mayores beneficios y menores costos
psico-socio-emocionales. Tal como sostiene Bornas (1998), tomar
decisiones adecuadas permite emprender la tarea con mayores
posibilidades de éxito.
Basado
en los constructos de Zona de Desarrollo Próxima y de
Participación Guiada (Vigotsky,
1986; Rogoff &
Chavajay,
1995, Wertsch, 1988), se establecía un sistema lúdico e
interactivo de aprendizaje entre el adulto,
generalmente el docente, y los niños (compañeros
sociales). En esos encuentros se planteaban situaciones dilemáticas
a fin de estimular los pasos para la solución de problemas
interpersonales. La tarea del adulto era procurar un andamiaje
efectivo para estimular los procesos metacognitivos a través
de la reflexión conjunta acerca del por
qué,
cómo,
para qué
de una alternativa, identificando
los atributos o características "clave" de la
situación para resolver el problema
formulado. Se procuraba el trabajo
cooperativo en parejas de escolares.
Las
temáticas trabajadas fueron: a) Reconocimiento de emociones
asociadas a un problema; b) Descripción de situaciones
cotidianas que representan un problema; c) Búsqueda de
soluciones y d) Toma de decisión evaluando cuál es la
mejor alternativa y por qué.
Módulo
I: Reconociendo emociones.
El objetivo específico de este módulo fue promover la
discriminación de los diferentes tipos de emociones por parte
de los escolares. Para el reconocimiento gestual y conductual de las
emociones se utilizaron diferentes láminas con fotografías
de personas que expresaban diferentes emociones en diferentes
situaciones interpersonales. El reconocimiento de emociones se
trabajó durante tres sesiones.
Módulo
II: Reconociendo problemas.
El objetivo específico fue fomentar en los escolares la
descripción de situaciones cotidianas que pudieran representar
un problema en un contexto de interacción social. Se trabajó
la capacidad para percibir y diferenciar estados emocionales en un
personaje de dibujos animados y ejercitar la toma de perspectiva
social. Los contenidos de este módulo se trabajaron por medio
de la observación de un video que mostraba a personajes de
dibujos animados conocidos en una situación de interacción
social que representaba un problema. Además, se comenzó
a trabajar con la habilidad para generar alternativas de solución
a los problemas identificados. Estos contenidos se planificaron para
ser desarrollados en tres sesiones.
Módulo
III: Buscando soluciones y toma de decisiones.
El objetivo específico de este módulo fue continuar con
la práctica de la habilidad cognitiva para generar el mayor
número de alternativas posibles que constituyan una solución
al problema, anticipar consecuencias y desarrollar la capacidad para
elegir soluciones asertivas que impliquen mayores beneficios y
menores costos a nivel personal e interpersonal. Estas temáticas
fueron trabajadas sobre experiencias reales de interacción
social vivenciadas por los niños y las niñas. Este
módulo constó de tres sesiones.
Se
trabajó en pequeños grupos (5 niños por grupo),
una vez por semana, durante 9 semanas. Las sesiones de enseñanza
de cada módulo tuvieron una duración aproximada de 30
minutos y estuvieron a cargo de los expertos. También se contó
con observadores no participantes quienes registraban el
comportamiento y los comentarios de los niños/as durante el
desarrollo de cada sesión.
Al
final de cada encuentro, se realizó un resumen y revisión
del módulo. Para ello se utilizó el registro aportado
por los observadores no participantes quienes consignaron los
comportamientos, preguntas y actitudes de los escolares. Al inicio de
un nuevo módulo, se revisaba lo trabajado en el módulo
anterior.
Programa
de enseñanza de habilidades socio-cognitivas infantiles para
resolver problemas junto a sus pares
(Moreno & Ison, 2013).
En
este trabajo se tomó como base el programa de enseñanza
de soluciones cognitivas para evitar problemas interpersonales
(ESCePI) elaborado por García-Pérez (1997). Está
orientado a mejorar la reflexividad, así como el manejo de
destrezas sociales y valores para la convivencia. En forma de juegos
grupales se trabajó con los niños y las niñas a:
a) identificar situaciones de interacción social que
constituyen un problema, b) definir de manera concreta los problemas,
c) generar un amplio repertorio de alternativas, d) anticipar
múltiples y variadas consecuencias a corto y largo plazo tanto
para sí mismo como para los demás, e) toma de
decisiones y f) planificación de la ejecución de la
decisión adoptada. El programa de intervención tuvo una
duración de 4 meses. Se realizó en el salón de
clases con el grupo completo correspondiente a cada grado con la
asistencia del maestro. Por cada grado se realizaron tres sesiones
semanales de 45 minutos de duración. En acuerdo con el
docente, cada niño y niña asignó una sección
en su carpeta de trabajo, con una carátula en la que se
consignó su nombre, su grado y el título "Podemos
resolver problemas". En ella, el niño escribía
las consignas propuestas y todas las anotaciones derivadas del
trabajo en conjunto. Se trabajó con la proyección de
imágenes, en las cuales se observaban situaciones
problemáticas y se relataba una historia que describía
y detallaba las situaciones y sus participantes. En general, se
trataban de situaciones de interacción social que podrían
derivar en un conflicto interpersonal y generar un problema por la
presencia de un malestar emocional en alguno de los protagonistas de
la historia. Después de la narración se comenzaba el
trabajo con el grupo de escolares. Se preguntaba "¿Alguien
en esta historia tiene un problema?", "¿Quién?",
"¿Cómo sabemos que tiene un problema?",
"¿Cuál es el problema?", "¿Qué
se puede hacer?", etc. Se estimulaba, además, la
participación de la mayor cantidad de niños y niñas,
alentando la participación de los más inhibidos,
moderando la de aquellos más impulsivos y fomentando la
discusión entre pares y con el docente. Al arribar a las
últimas actividades, es decir elegir alternativas y diseñar
un plan de acción, la experta dirigía la elección
hacia aquella que presentara el máximo beneficio y el menor
perjuicio o molestias para los demás; además orientaba
el diseño del plan: "…qué haré
primero", "qué haré después…",
"cómo lo haré". Este plan, como así
también las alternativas generadas, quedaban registrados tanto
en el cuaderno del experto como en el de los niños y niñas.
Al retomar la sesión siguiente, se alentaba a los niños
y niñas a recordar escenas o momentos de su vida cotidiana en
las que hubieran sucedido situaciones similares a las presentadas en
las historias y se discutía sobre ellas antes de presentar la
siguiente la historia.
Programa
para promover el fortalecimiento de la Resiliencia
(Morelato et al., 2019)
Este
programa está destinado a estimular recursos socio-cognitivos
vinculados a la resiliencia. Constó de 3 módulos, cada
módulo consignó cuatro encuentros con duración
de 40 minutos. Fueron desarrollados en forma semanal y fueron
coordinados por una psicóloga especializada en infancia y un
observador participante, estudiante avanzado de la carrera de
Psicología, quien estaba especialmente entrenado para la
tarea. Las actividades se elaboraron con base en tres aspectos de la
resiliencia: solución de problemas, creatividad y fortaleza
del sí mismo.
Módulo
I "Generando alternativas frente a los problemas". En
los cuatro encuentros correspondientes a este módulo, se
trabajó con estímulos del Programa de Enseñanza
para la Solución de Problemas Interpersonales (ESCEPI), de
García-Pérez y Magaz Lago (1997). En los primeros dos
encuentros, se trabajó sobre la identificación de
situaciones problemas y su relación con los estados
emocionales. La tarea consistía en identificar y asociar los
diferentes tipos de emociones tanto negativas como positivas con los
problemas mediante una serie de imágenes de situaciones
hipotéticas cotidianas. En los encuentros siguientes, se
trabajó sobre la generación de la mayor cantidad de
alternativas de solución, la anticipación de
consecuencias y la elección de la solución más
adecuada (Pelechano, 1986).
Módulo
II "Desarrollando la creatividad".
En los encuentros semanales de este módulo, se fomentó
el pensamiento creativo por medio de técnicas gráficas,
verbales y lúdicas. Se incorporaron juegos propuestos por
Garaigordobil (2003), desde la interacción entre el jugar,
crear y pensar. Las tareas consistieron en trabajar con fichas e
imágenes, las cuales los niños elegían al azar y
debían decir palabras asociadas a esos dibujos (creatividad
asociativa). Otra tarea consistió en armar rimas a partir del
objeto elegido o trabajar de a pares en la constitución de un
dibujo en colaboración con el compañero.
Módulo
III "Yo soy, Yo tengo, Yo estoy y Yo puedo".
En los cuatro encuentros de este módulo se trabajaron
características de la resiliencia. Se siguieron los conceptos
aportados por Grotberg (2001). Esta autora considera que la
resiliencia puede expresarse en el lenguaje en verbalizaciones tales
como "YO soy", "YO puedo", "YO estoy"
y "YO tengo', las cuales se asocian a factores tales como
la valoración personal y la autoestima. Para esta tarea se
utilizaron diversas actividades gráficas, tareas escritas y un
juego de mesa elaborado ad hoc, que consistía en completar
frases asociadas a la resiliencia y la autovaloración. Luego,
se discutió cada tarea en forma grupal con enfoque en las
potencialidades positivas familiares, escolares e individuales.
Reflexiones
finales
Las
propuestas de intervención mencionadas previamente han tenido
el propósito de contribuir al desarrollo de habilidades
cognitivas y competencias socio-emocionales a fin de promover
comportamientos saludables y funcionales en las infancias.
Desde
un enfoque salugénico, centrado en la focalización en
los desde una mirada focalizada en los recursos y potencialidades de
los individuos, fortalecer recursos intrapersonales e interpersonales
para afrontar conflictos cotidianos representa un aspecto importante
en el desarrollo infantil y un componente clave para la promoción
de salud en niños, niñas y adolescentes (Greco, 2010;
Morelato et al., 2019).
Asimismo,
la resolución de problemas es uno de los procesos de
pensamiento relevantes que ayuda a las personas a enfrentar, de
manera efectiva, los desafíos que plantean las relaciones
interpersonales y juega un papel importante en su salud mental y
socio-emocional.
Financiamiento:
El
trabajo fue realizado en el marco del Proyecto
de Investigación Plurianual - PIP (0664)-CONICET, titulado
"Análisis de los predictores socio-cognitivos que
modulan el rendimiento escolar en niños de contextos
socialmente vulnerables".
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