A
casi una década de la sanción de la Ley de acceso a los
tratamientos de reproducción medicamente asistida (Ley
26.862/2013) y la inclusión de una nueva fuente de filiación
en el Código Civil y Comercial (2015) a partir de la voluntad
procreacional,
este trabajo revisa los cambios y transiciones en el contexto de la
medicina reproductiva en Argentina. Se abordarán tres ejes:
desde el nivel de las políticas públicas, se revisa el
cambio de paradigma de la infertilidad como "un problema"
al derecho a formar una familia. El segundo punto analiza los cambios
registrados en la práctica biomédica de la provisión
de gametos (óvulos y espermatozoides) desde la perspectiva de
los profesionales de la salud reproductiva. En el último punto
se señala la importancia del equipo interdisciplinario y del
rol del/a profesional de la salud mental en este contexto.
1.
Introducción
La
salud sexual, reproductiva, y no reproductiva es un terreno de
disputas desde la perspectiva de derechos, los activismos, las luchas
feministas, y las prácticas cotidianas de los equipos de
salud. Este trabajo se focaliza en las transiciones ocurridas en el
ámbito de la medicina reproductiva desde una perspectiva
bioética que resignifica el aporte de las epistemologías
feministas al reconocer situacionalidades, límites, historias
y consecuencias. Esta elección está motivada por
entender, junto con Sarah Franklin (2013), que la fecundación
in
vitro es
una "plataforma tecnológica global" (p. 1); por
ende, uno de los ejes que transversalmente acompaña este
recorrido es el de las relaciones global-local
{ver nota de autor 1}.
El
trabajo señala tres cambios o transformaciones que han
impactado fuertemente en la forma de entender a las familias, a las
relaciones familiares, y a las prácticas profesionales. En el
primero caso, se describe el cambio de paradigma que a nivel
regulatorio {ver nota de autor 2} democratizó el acceso de
las tecnologías reproductivas, ganando mayor visibilidad y
acceso a las diversas formas de ser familia. En el segundo punto se
analizan una serie de entrevistas realizadas a profesionales de la
salud reproductiva para mostrar los cambios que se constatan en la
provisión de gametos (óvulos y espermatozoides) en un
contexto desregulado {ver nota de autor 3}. Por último, se
señala la necesidad de la formación interdisciplinaria,
y se demuestra la importancia de que el agente de salud mental
participe activamente en este ámbito.
1.
De la infertilidad al derecho a formar una familia
Los
tratamientos de reproducción humana asistida se realizan en
Argentina desde los años 80; una fecha muy próxima al
nacimiento de la primera beba por medio de la fecundación in
vitro que
ocurrió en el Reino Unido en 1978. Como Franklin (2013)
notaba, contamos ya con una cantidad significativa de evidencia
empírica para pesquisar que las tecnologías de
reproducción asistida y el entorno cultural del cual forman
parte reproducen mucho más que niños/as.
A
nivel del Norte Global, la medicina reproductiva se ha transformado
en una de las industrias más pujantes de los últimos
tiempos con ganancias millonarias para las empresas que se organizan
en grandes consorcios y filiales en diferentes partes del mundo {ver nota de autor 4}. El contexto argentino, en cambio, se presenta
más fragmentado y desarticulado en cuanto a los tres
subsistemas de salud {ver nota de autor 5} - la seguridad
social/obras sociales, y los sectores público y privado - lo
cual presenta varios problemas y desafíos pendientes.
Al
comienzo, en la década de los 80, el acceso a los tratamientos
de reproducción asistida estaba limitado a las personas que
podían pagarlos, presentando costos muy elevados y baja
efectividad, lo que hacía necesario la repetición de
múltiples ciclos de tratamiento {ver nota de autor 6}. En
el año 2010 se sanciona la primera Ley de Fertilización
Asistida de la Provincia de Buenos Aires (Ley
14.208) destinada al tratamiento de la infertilidad
cuyos destinatarios eran las parejas heterosexuales con dificultades
reproductivas. La ley tenía algunas restricciones como la edad
de la mujer, que en ese momento se estipulaba cercano a los 40 años.
El
límite de la edad reproductiva es relevante por varios
motivos. Primero, por los procesos políticos, sociales,
culturales y de subjetivación que han llevado a las mujeres y
varones de clase media y media-alta a retrasar, cada vez más,
el momento de planificar la búsqueda del primer hijo/a {ver nota de autor 7}.
El
retraso en la maternidad/paternidad es un indicador que permite
situar la necesidad de abordajes interdisciplinarios que no se
reduzcan a la "solución" de los aspectos
biológicos de la reproducción, sin problematizar las
determinaciones sociales, políticas y subjetivas, de mayor
expectativa de vida, y de peores condiciones materiales, algo que
impacta especialmente en las "nuevas generaciones". Se
trata de dilemas que no se resuelven con la oferta
tecnológica por
más "avanzada" que esta sea {ver nota de autor 8}.
Mirando
un poco más de cerca al Cono Sur {ver nota de autor 9}, el
último reporte de la RedLARA (Zegers-Hochschild
et
al.,
2021) analiza
las tendencias
de la reproducción asistida durante los últimos 30
años, y da cuenta de la magnitud del fenómeno con cerca
de un millón de ciclos de tratamientos reproductivos y 238.045
nacidos vivos en América Latina. El estudio retrospectivo
incluyó una recolección de datos de 1990 a 2018 y
mostró el aumento progresivo en la
edad de las mujeres
que recurren a fecundación in
vitro (FIV).
Mientras que en 1990 el 8.7% de las mujeres que iniciaban un
tratamiento de reproducción tenían más de 40
años, en 2018 esta cifra asciende al 32% (Zegers-Hochschild et
al.,
2021). Una tendencia que, como ya se señaló, se
registra también en otros contextos.
Las
transformaciones y el crecimiento de la industria de la reproducción
asistida a nivel local
{ver nota de autor 10}
deben poder ser analizados a luz de otros procesos como el cambio de
paradigma en torno a la definición y alcance de los derechos
sexuales y (no) reproductivos {ver nota de autor 11}; y la
transición que supuso utilizar a los tratamientos de
reproducción asistida como un medio para enfrentar "la
infertilidad" a pensarlos como la posibilidad de acceder a la
salud sexual y (no) reproductiva y al derecho de formar un familia
como un derecho humano básico, para cualquier persona,
independientemente de su condición civil o de su orientación
sexual. Conquistas que se materializaron respectivamente en las leyes
de Matrimonio Civil (Ley 26.618/2010) y en la Ley de Identidad de
género (Ley 26.743/2012) que precedieron a la Ley de acceso a
los tratamientos de fertilización asistida (Ley 26.862/2013) y
le dieron un marco al acceso
integral
para la atención reproductiva de todas y todos los argentinos
(Herrera y Salituri Amezcua, 2018).
2.
Elecciones
y decisiones reproductivas en el contexto de la donación de
gametos
La
incorporación de una nueva
fuente de filiación
con particularidades que la hacen objeto de un régimen
jurídico propio, supuso un avance rupturista para un hecho
inédito en las relaciones de parentesco: la posibilidad de
disociar los componentes biológicos, genéticos y
volitivos de la reproducción (Bestard, 1998). Cada uno de los
elementos intervinientes en la procreación puede ser
técnicamente sometido a separación, descomposición
y recomposición en términos de tecnología
biológica
lo que puede sacudir nuestras referencias simbólicas a la
manera de las heridas narcisistas evocadas por Freud (Tort, 1992).
Esta disociación
produce un distanciamiento del modelo biogenético de
parentesco hacia otros modelos donde se impone la autonomía
de la voluntad
como elemento fundamental para la construcción familiar
(Straw, 2018).
Así,
el dispositivo de la medicina reproductiva se convierte en una
oportunidad para analizar procesos mucho más amplios a través
de los cuales la biología no solo se desnaturaliza sino que
también se "culturaliza" (Franklin, 2013). La
posibilidad de elegir
y decidir
ante el evento procreativo posiciona a los sujetos frente a nuevos
desafíos y dilemas que este estudio se propuso explorar.
En
el contexto argentino, la práctica de la provisión de
gametos forma parte de una realidad biomédica que supuso
cambios, no solo a nivel regulatorio como se señaló en
el punto anterior, sino también al interior de los mismos
dispositivos de atención. Entendiendo que, como sostiene Ariza
(2019) no se trata solo de discursos, sino de "prácticas
intensamente involucradas con dispositivos, instalaciones y espacios
científico-técnicos." (p. 673).
En
nuestro país, la donación de gametos se organiza por
medio de un sistema de anonimato
relativo
o equilibrado (Herrera y Lamm, 2014) lo que supone el resguardo de la
privacidad de los/as donantes que proveen sus gametos de un modo
anónimo, y también la protección del derecho de
los/as nacidos/as al acceso a la información sobre sus
orígenes genéticos, por medio de la interposición
de una autorización judicial. Sin embargo, como todavía
no existe un Registro de donantes de gametos y embriones que asegure
la permanencia y disponibilidad de esa información en el
tiempo, lo que puede ocurrir en el futuro es incierto. En la
actualidad, los datos relativos a los y las donantes permanecen en
los centros de fertilidad y en los bancos de gametos. La ley no
prohíbe otros sistemas, como por ejemplo recurrir a un banco
con «identidad abierta» (Regalado, 2020) —en el que
los/as donantes entregan voluntariamente la información
relativa a su persona, la cual podrá ser facilitada al
solicitante, es decir, la persona concebida con sus gametos una vez
que alcance la mayoría de edad y sin necesidad de iniciar un
procedimiento judicial {ver nota de autor 12}.
En
la experiencia de los bancos de gametos locales (Regalado & Rawe,
2020),
uno de cada tres
pacientes que realizan tratamientos con donación de gametos
elige el programa de identidad abierta (PIA). A su vez, cerca de la
mitad de los y las donantes están dispuestos a formar parte de
este tipo de programas. El estudio también revela que: 1 de
cada 10 parejas heterosexuales elige PIA; en parejas de mujeres
ascienden a 3 de cada 10, y en mujeres solteras la mitad (Regalado &
Rawe, 2020). La posibilidad de ver un perfil y seleccionar puede
brindar a los/as usuarios una sensación de mayor
control
sobre el proceso reproductivo, a diferencia de lo que ocurre cuando
la asignación del/a donante está a cargo de los equipos
profesionales:
"Yo
selecciono: que implica que quiero ver y quiero decidir. Dentro del
decidir (…) si hemos visto un gran cambio… en cuanto a…
de bueno: "bien, tiene que ver conmigo" a…
"quiero seleccionar algo que me guste." Y no hablo
necesariamente de cuestiones superficiales. Puede ser para alguien
superficial, pero para otras personas no. (…) Entonces,
conforme más hay acceso, más se empieza a pedir refinar
una búsqueda. Más se quiere saber."
(Responsable del banco de gametos, Ciudad de Buenos Aires)
Si
bien el anonimato de los/as donantes es, por el momento, la práctica
más habitual y la opción elegida por las parejas
heterosexuales, hemos visto que presenta una variación
significativa según el tipo de familia. ¿Qué es
lo que las personas quieren saber?
"Y
en general tiene que ver con: ¿quién donó? En
general con cómo eran… de personalidad, porqué
donó y cómo es (…) Acá llegó a la
ficha el signo del zodiaco. ¿Por qué? Porque nos lo
preguntaban ocho de cada diez. ¡Vamos a ver el signo del
zodiaco! Y como podemos… Entonces, bueno, se pone el signo del
zodiaco." (Responsable del banco de gametos, Ciudad de Buenos
Aires).
Lo
que se quiere saber no supone únicamente características
que podrían ser heredadas "genéticamente",
sino rasgos que buscan la afinidad y la "conexión".
Como analizó Laura Mamo (2005) a partir de estas elecciones se
construye un espacio
liminal
entre los lazos biogenéticos y los sociales que son marcas
para
las relaciones futuras. Mamo (2005) utiliza el concepto de 'lazos
de afinidad' ['affinity-ties'] para señalar
aquellos rasgos que se priorizan en la selección. Así,
esas semejanzas que establecen la conexión futura no se forjan
por la sangre, sino por la afinidad. Son estos lazos
de afinidad
que define Mamo lo que permite situar un dispositivo de parentesco
co-construido por las mujeres receptoras, que imaginan
características sociales y culturales compartidas con sus
potenciales hijo/as, pero también por la infraestructura
biomédica, los formularios de registro, las fichas de perfil,
y el esperma que —como también analiza Ariza (2014) para
el contexto argentino— organiza regímenes de parentesco
que son producidos materialmente a través del uso de estos
dispositivos sociotécnicos.
Poder
seleccionar
y decidir
brinda a los/as receptores una sensación de mayor
control
sobre el proceso de co-construcción del parentesco, pero
también mayor exigencia hacia los equipos médicos:
"Yo
en ese sentido soy… bastante frontal con los pacientes. Yo te
podría mostrar una foto y mentirte si quiero. Entiendo que
este procedimiento que vos vas a hacer y este tratamiento implica
mucha confianza de tu parte, en confiar en el centro, en una persona
que no conoces que soy yo, porque habitualmente a mí me ven
una sola vez… eso lo entiendo. Pero por el otro lado, vos no
tendrías tanta certeza al ver una imagen… porque si vos
no confías en la base de lo que se va a hacer… yo te
podría mentir, te puedo decir: este es tu ovocito… y no
es…. este es tu semen, y no es… esta es tu donante….
y no es, parte todo de que vos tengas la confianza en el lugar donde
te estás atendiendo. Pero es verdad es que la gente hoy exige
un poco más." (Responsable
del programa de donación en centro de Ciudad de Buenos Aires).
Los
equipos médicos tienen a cargo no solo la asignación de
los donantes o el asesoramiento en base a los perfiles, sino que
también deben registrar y administrar las muestras en función
de la cantidad de nacidos logrados por donante. Ese control, que
sería una de las funciones principales de un Registro, queda a
cargo de los profesionales. En poblaciones pequeñas, la
pregunta por la consanguinidad
es un tema frecuente de preocupación tanto en usuarios/as como
en profesionales:
"Justo
hoy estaba hablando de ese tema también a la mañana
temprano, con una paciente que mandé a Buenos Aires a que se
haga [el tratamiento]. Porque la donante… bueno tiene que
tener no más de cuatro o cinco embarazos. ¿Si? En una
población de cerca de un millón de personas, un millón
doscientos, el total de la provincia, pero digamos, vos calcula que,
de ese millón, tenemos un 30% de pacientes que van a hacer
tratamiento y de ese 30% cerca del 45% van a ser receptores.
Entonces, no tanto de espermatozoides, te estoy hablando sino de
óvulos, y las donantes cada vez son más escasas.
Entonces es como que controlo mucho el tema de los embarazos de las
donantes y les doy de baja a muchas donantes cuando ya he logrado
cuatro o cinco ¿Por qué? Porque en poblaciones chicas
puede empezar a haber un efecto de consanguinidad. No sé,
dentro de 15 años como eso puede llegar a repercutir. Es lo
que me da cierta inseguridad a mí. Por eso prefiero buscar
donantes nuevas, renovar permanentemente el pull
de donantes, a que una sola donante te dé siete u ocho
embarazos. Me parece que ahí es donde tenés que tener
mucho cuidado."
(Director de Laboratorio de embriología en Salta).
El
manejo del riesgo
de consanguinidad parte
de un análisis que involucra a los porcentajes relativos en
torno a la cantidad de personas que podrían recurrir a gametos
donados en poblaciones pequeñas donde las donantes de óvulos
son escasas, y la incertidumbre acerca del futuro.
No
existe por el momento una regulación que límite la
cantidad de donaciones. Las normativas elaboradas por la Sociedad
Argentina de Medicina Reproductiva (SAMeR) establecen que los gametos
provenientes de un mismo donante deben ser utilizados en un número
limitado
de procedimientos, y sugieren utilizar un criterio geográfico
de un máximo de 25 embarazos por cada 800.000 habitantes {ver nota de autor 13} (Branzini y Osés, 2020). La
auto-regulación hace que "el control" lo realice
cada establecimiento, aunque los mecanismos para disminuir el riesgo
de consanguinidad como por ejemplo renovar el pull
de donantes no sean siempre posibles, lo que hace que algunas
personas deban desplazarse de sus lugares de residencia para el
acceso a los tratamientos.
3.
Interdisciplina
y el rol del agente de salud mental
Los
procesos de transformación legislativa ocurridos en el
contexto de la reproducción asistida han sido claves para
democratizar el acceso a las tecnologías y legitimar la
diversidad familiar. Se trata de un piso necesario más no
suficiente. Como señala Diana Maffia (2020) "un Estado
puede tener restricciones económicas o de otro tipo que
imposibiliten el cumplimiento de todos los derechos. El cumplimiento
del derecho a la salud, por ejemplo, requiere más que la
aprobación de una ley: requiere recursos económicos,
personal capacitado, infraestructura, insumos. Se procura que haya un
logro progresivo en su cumplimiento, y que se incorporen estándares
de derechos para fortalecer las prácticas." (p. 4).
A
nivel de las prácticas, el paradigma de la medicina
de precisión
ha llevado a un renovado interés por el conocimiento
genético
lo cual genera nuevos desafíos en la articulación
profesional. Desde el marco de las competencias profesionales (Lima,
2020) se buscó definir los contenidos
específicos para una formación de posgrado que articule
los conocimientos biomédicos y legales específicos,
junto con el análisis de las trayectorias (no) reproductivas y
los posicionamientos subjetivos, comprendiendo a las dificultades
para concebir desde la idea de la salud
integral.
Esto supone poder escuchar la singularidad en situación, las
maneras en que se formulan las demandas, las trayectorias
reproductivas de las personas que consultan
{ver nota de autor 14}, y el deseo que los mueve a emprender o continuar
la búsqueda de esta manera o de otras.
En
estudios anteriores (Lima, 2022) se problematizó la hegemonía
de la noción del "duelo genético" como
estrategia de abordaje, marcando la polisemia de lo que supone "lo
genético" en cada caso. Ciertamente hay una dimensión
de la pérdida
que impone allí una elaboración: la pérdida de
no poder concebir espontáneamente; la pérdida del
placer por encontrarse las relaciones sexuales mediadas por el acto
procreativo; la pérdida del control sobre el propio cuerpo,
entre otras. Pero la discontinuidad
genética
no siempre completa la serie de misma manera, al menos no para todos
los casos. En ese sentido, Kirkman-Brown y Martins (2020) se
preguntan: si el objetivo es la parentalidad
¿utilizamos un abordaje adecuado? ¿Qué es más
importante tener un hijo vinculado genéticamente aún a
costa de los riesgos que esto puede suponer o concretar el deseo de
ser padres? En contextos donde los/as usuarios/as de TRHA son
personas de edades cada vez más avanzadas, el anhelo de
"probar el último tratamiento" con los propios
gametos aún a costa de asumir mayores riesgos o incluso ante
una contraindicación médica, hace necesario revisar de
qué modo se orienta a los pacientes en las diferentes
instancias de los ciclos reproductivos. Kirkman-Brown y Martins
(2020) concluyen que el énfasis dado en entender a estos
procesos bajo las coordenadas del duelo, y más específicamente
como un duelo
genético,
generó, en el imaginario colectivo, una sobrevaloración
de las vinculaciones genéticas por sobre la crianza en
detrimento muchas veces de las condiciones de salud y de un mayor
bienestar que podrían alcanzarse al considerar otros enfoques.
En esta misma línea, Crawshaw y Daniels (2019) sostienen que
las transformaciones que se han registrado en la práctica de
la donación de gametos requieren un cambio en la atención
psicológica desde el paradigma de "la evaluación
o el apto" de los futuros padres, hacia enfoques que, desde la
psicoeducación,
promuevan alcanzar las mejores condiciones afectivas y emocionales a
partir de brindar información precisa, adecuada y actualizada.
Así, el/la psicólogo/a que se desempeña en este
ámbito se constituye en un/a articulador/a clave entre las
necesidades de los pacientes y de los/as donantes o proveedores de
gametos, y los requerimientos de los equipos de salud con el objetivo
de lograr las mejores condiciones para todos los involucrados. Bajo
la premisa de advertir que esas condiciones pueden cambiar, porque
también cambian los modos de pensar qué implica, en
cada caso, la concepción con donante en los diferentes
momentos de la vida de las personas.
Otro
aspecto clave del rol del agente de salud mental es el de la
concientización acerca del cuidado de la fertilidad. El
desconocimiento sobre los ciclos reproductivos, los factores que
pueden disminuir la fertilidad, los mitos y presuposiciones sobre la
reproducción fueron recientemente objeto de un estudio
sistematizado (Jurkowski et
al.,
2021), donde se registran, en población universitaria, un
menor conocimiento sobre los ciclos reproductivos de las mujeres, el
cuidado de la fertilidad en varones y la sobreestimación de
las tasas de éxito de las tecnologías reproductivas.
Los resultados del estudio resaltan la necesidad de concientizar
acerca de los diferentes factores vinculados con la salud
reproductiva, los cuales no deberían limitarse a la prevención
del embarazo, sino a compartir, reconocer y realizar acciones
concretas para el cuidado y la preservación de la fertilidad.
4.
Palabras
de cierre
En
este trabajo se abordaron tres ejes: el primero ubicó la
transición del paradigma de la infertilidad hacia una
concepción del derecho a la salud reproductiva en el marco del
acceso integral a las técnicas de reproducción humana
asistida. Este cambio estuvo motivado por las transformaciones
sociales, políticas y los modos de subjetivación que
contribuyeron en la visibilización de la diversidad familiar y
a las nuevas formas de hacer familias. El segundo eje analizó
los cambios que se registran ante una mayor posibilidad de acceder a
mayor cantidad de información y selección de los
donantes de gametos. Estas elecciones y decisiones resignifican las
dinámicas de responsabilidades, generan mayor exigencia, una
sensación de mayor control sobre un riesgo "individual",
un enfoque que desde la propuesta de la "medicina de presión"
va ganando cada vez más fuerza y tiene a ubicar en el usuario
la responsabilidad última por sus elecciones reproductivas.
Por último, se señaló que, en este contexto
dinámico, el agente de salud mental funciona como un operador
entre las demandas de los equipos de salud, y los/as usuarios/as y
donantes, pero también cumple un rol central en el ámbito
de la formación profesional y de la concientización
acerca del cuidado y preservación de la fertilidad.
Notas
de autor
1.
Esta referencia es fundamental para entender que lo que está
en juego no es la presunción de objetividad universal, sino
más bien de objetividad fuerte —término que se
recupera del trabajo de Sandra Harding (1995)—, el cual supone
que tanto los objetos como los sujetos de las prácticas de la
construcción del conocimiento deban estar localizados.
2.
En el año 2015, a partir de la reforma del Código Civil
y Comercial, las tecnologías de reproducción humana
asistida (TRHA) han sido incorporadas como tercera fuente de
filiación. A diferencia de la adopción o la filiación
por naturaleza, en las TRHA el elemento jurídico central es la
voluntad procreacional, es decir el deseo de ma/paternar,
independientemente de quién/es hayan aportado los gametos
(Rodríguez Iturburu, 2015).
3.
Este segundo punto es parte de una investigación en curso en
el marco del proyecto de investigación Repro-flujos en Europa,
África del Norte y América Latina: la movilidad de
personas y gametos en el contexto fragmentado de la regulación
transnacional en adopción y reproducción asistida
(PID2020-112692RB-C21 / AEI / 10.13039/501100011033) financiado por
el Ministerio de Ciencia e Innovación de España.
4.
Un ejemplo del auge de estos mercados reproductivos está en la
posibilidad de congelar los óvulos de mujeres en edad
reproductiva fértil, principalmente en los países
centrales. Este adelanto biotecnológico se presenta como una
"solución" o un "reaseguro" que
permitiría aplazar el momento de la maternidad, y no depender
del "reloj biológico". Así lo muestra el
documental Freezing Fertility:
https://www.youtube.com/watch?v=SkP2r0zK_2k&t=409s
5.
Como señala Luzuariaga y col. (2021): "la fragmentación
y la complejidad de nuestro sistema de salud es producto de la
convivencia de estos tres subsistemas. Esta convivencia de
subsistemas desarticulados no solo falla en alcanzar una cobertura y
extensión de las prestaciones médico-asistenciales
adecuadas, sino que genera grandes inequidades en salud." (p.
109)
6.
Se recomienda el documental Vientre que muestra, en primera persona,
el derrotero de las trayectorias (no) reproductivas, la angustia y la
lucha organizada junto con organizaciones de la sociedad civil para
impulsar activamente el reclamo por la cobertura de los tratamientos
de reproducción asistida:
https://www.youtube.com/watch?v=y8k1U2bCeEo
7.
En España, por ejemplo, el aumento en la edad reproductiva se
registra como una tendencia desde 1970, y además se combina
con otro fenómeno: uno de los descensos más
pronunciados en la tasa de natalidad desde 1941 (Álvarez y
Marre 2021). Este caso es paradigmático porque estas
tendencias demográficas que ponen en riesgo la tasa de
recambio poblacional, suceden en un contexto donde también han
aumentado la cantidad de ciclos de tratamiento de reproducción
asistida con ovocitos donados, un hecho que ubica a España en
la vanguardia de los rankings mundiales de reproducción
asistida (Rivas Rivas y Álvarez Plaza, 2020; Lima, Álvarez
Plaza y Cubillos Vega, 2019).
8.
"Creo que tener un reloj biológico tenía mucho
sentido cuando la gente moría a los 35 años, hace solo
150 años. Ahora tenemos la primera generación de
mujeres que pasarán más tiempo en la menopausia que en
la fertilidad. Entonces… ¿por qué las mujeres
deberían tener a todos sus hijos muy temprano en una vida tan
larga?" Esta pregunta ha llevado a Martin Varsavsky a crear uno
de los negocios más redituables en la industria de la
fertilización asistida: la criopreservación de
ovocitos. Este extracto forma parte de una entrevista para el
documental Freezing Fertility que retrata el auge y la expansión
de una bioeconomía que crece a partir de los deseos
reproductivos de varones y mujeres de clase media-alta en un momento
de sus vidas cuando la fertilidad comienza a declinar -especialmente
para las mujeres ya que la edad es el factor pronóstico más
importantes para el logro del embarazo - y presenta a la congelación
de óvulos como una posible solución tecnocientífica
a un problema social.
9.
En nuestra región, de acuerdo al último reporte
publicado por la Red Latinoamericana de Reproducción Asistida
(RedLARA), los países con mayor cantidad de ciclos de
tratamiento de reproducción asistida son: Brasil, seguido de
México y Argentina. De un total de 104.169 ciclos iniciados
durante 2018, 47.635 corresponden a tratamientos de alta complejidad
realizados mediante fecundación in vitro (FIV) e inyección
intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI) (45,7 %) y
18.884 a tratamientos con óvulos donados (18,1 %). Tanto
Argentina como Uruguay, dos países que cuentan con legislación
que provee acceso integral a las tecnologías reproductivas,
tienen los índices de utilización más altos, con
539 y 481 ciclos por millón de habitantes respectivamente
(Zegers-Hochschild et al., 2020).
10.
En Argentina existen actualmente 67 centros de reproducción
de los cuales 30 se encuentran ubicados en el Área
Metropolitana de Buenos Aires. Del total, solo seis son públicos.
Desde 1997 la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (SAMeR)
desarrolla la acreditación de los centros que cumplen con los
estándares de calidad. En la actualidad se registran activos
en el sistema de acreditación de SAMeR: veinte centros de
reproducción de alta complejidad, dos bancos de gametos y un
laboratorio de andrología. Para ampliar la información
se puede consultar: http://www.samer.org.ar/centros_acreditados.asp
11.
Los derechos sexuales y (no) reproductivos son un conjunto de
prácticas ligadas al cuerpo y a la sexualidad que antes eran
consideradas privadas, y se han transformado en objeto de demanda por
parte de actores sociales relevantes que los reclaman como derechos
inherentes a la condición ciudadana. La cuestión de la
ciudadanía de las mujeres se anuda en torno a los derechos
ligados a los cuerpos, las sexualidades y la (no) reproducción
(Brown, 2014) algo que, en el pasado reciente, encontró muchas
dificultades para instalarse en los debates públicos
justamente por ser temas considerados parte de la "esfera
íntima y privada de las personas" y por ende parte de un
espacio considerado ajeno a la política. La conquista de los
nuevos derechos sexuales y (no) reproductivos es el resultado de la
lucha y el trabajo de los movimientos organizados de mujeres, con un
ejemplo concreto en la recientemente sancionada Ley de interrupción
voluntaria del embarazo (Ley Nº 27.610/2021).
12.
Esta distinción es importante porque de acuerdo a lo que
establece el Código Civil y Comercial reformado en sus
artículos 563 y 564, las y los nacidos de procedimientos de
fecundación heteróloga podrían acceder a los
datos relativos a su origen genético si realizan una petición
en una instancia judicial y se brindan razones fundadas para conocer
al/la donante, quien donó bajo un sistema anónimo. Sin
embargo, si la/los receptores recurren a un banco que ofrece un
programa de identidad abierta, la información relativa al/la
donante estará disponible para el/la nacido/a al alcanzar la
mayoría de edad. La coexistencia de los dos sistemas hace que,
en una misma generación, algunas personas puedan acceder más
fácilmente a datos relativos a su bagaje genético,
mientras que otras personas pueden encontrar mayores dificultades, lo
que pone en jaque el principio de igualdad y resguardo de la
identidad. Para una ampliación se puede consultar el texto de
Estela Chardon y Iara Zlotogwiazda: Reproducción asistida y
representación de las receptoras del donante: un estudio
observacional de esta Enciclopedia.
13.
En el acápite «Consanguinidad» del capítulo
«Banco de semen» se especifica que «el
reclutamiento y manejo de donantes de semen es una situación
cada vez más compleja y requiere un abordaje
interdisciplinario y un registro unificado. Si bien el riesgo de
consanguinidad es bajo, se sugiere tener en cuenta el criterio
geográfico para la adjudicación de las muestras
seminales al paciente receptor para disminuir este riesgo»
(Branzini y Osés, 2020, p. 509).
14.
En Argentina, desde 2004, las mujeres que buscan procrear después
de los 40 años constituyen un subgrupo en ascenso dentro de
las usuarias de reproducción asistida (TRHA), convirtiendo a
la edad en la primera causa para recurrir a óvulos donados
(Mackey et al., 2020).
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