En su definición más aceptada el
perfeccionismo es visto como un rasgo de la personalidad que se
caracteriza por la interacción entre la posesión de
altos estándares de desempeño o excelencia en conjunto
con una evaluación hipercrítica de los mismos (Frost et
al., 1990). Cuando hablamos de "definición más
aceptada" nos referimos a que la regla más que la
excepción en el estudio contemporáneo del
perfeccionismo es el disenso entre los distintos equipos de
investigación que lo estudian. Existen al menos 25
definiciones distintas de perfeccionismo (Flett & Hewitt, 2002),
y al menos existen cinco escalas populares que miden perfeccionismo
de forma general, y muchas otras tantas que miden aspectos
específicos del perfeccionismo. Comprensiblemente, este
panorama puede alejar al lector desprevenido del estudio de este
constructo de la personalidad y, en palabras de uno de los académicos
referentes del tema, Joachim Stoeber, el consenso aún está
muy lejos de ser una realidad entre los investigadores (Stoeber,
2018). No obstante, existe abundante evidencia empírica que
puede orientar al lector en cuanto a por qué es importante el
estudio del perfeccionismo. Dividiremos pues esta breve entrada
enciclopédica en la historia contemporánea del
concepto, la noción de multidimensionalidad del
perfeccionismo, la noción de perfiles de perfeccionismo, sus
áreas de estudio más relevantes (fundamentalmente
priorizando el aspecto clínico) y sus áreas de
vacancia.
Breve
historia del perfeccionismo
Si bien el perfeccionismo ha gozado de popularidad
en la literatura clínica, el enfoque empírico del mismo
se remonta recién a finales de los años noventa. Previo
a esta etapa, el perfeccionismo era algo esencialmente negativo,
unidimensional, y la mayoría de los autores exponían
sus inquietudes teóricas al respecto a través de casos
clínicos anecdóticos y especulaciones teóricas
(e.g., Hamachek, 1978). En 1990, dos equipos de investigación,
de manera independiente, investigaron el perfeccionismo desde una
visión operativa. Para ello, ambos desarrollaron escalas que
medían al perfeccionismo a través de distintos aspectos
o dimensiones. El grupo liderado por Randy Frost, por un lado, con
una impronta proveniente del estudio cognitivo del trastorno obsesivo
compulsivo, caracterizó al perfeccionismo desde una
perspectiva cognitiva e intrapersonal, mientras que el equipo
liderado por Paul Hewitt y Gordon Flett investigaron al
perfeccionismo desde una perspectiva interpersonal y psicodinámica.
Ambos equipos nombraron a sus escalas de la misma forma, por lo que
hoy se las conoce por sus siglas y los apellidos de sus autores;
MPS-F (en inglés, Multidimensional
Perfectionism Scale, de Frost et al.,
1990) y MPS-H (exactamente las mismas palabras pero de Hewitt &
Flett, 1991). Posteriormente se sumó a la nómina de
escalas de perfeccionismo la del equipo del doctor Robert Slaney,
proponiendo la Almost Perfect
Scale-Revised (APS-R, Slaney et al.,
2001). La APS-R, a diferencia de sus antecesoras, introdujo la
particularidad de sacar al perfeccionismo del reino psicopatológico
para poder plantear la posibilidad de que, de acuerdo a una
combinación de sus dimensiones, pueda ser observado desde una
visión adaptativa (aunque muchos autores no están de
acuerdo con esta designación, como veremos más
adelante) o desadaptativa. Si bien posteriormente se sumaron nuevos
equipos de investigación que también plantearon sus
propias medidas de perfeccionismo, la conceptualización no ha
cambiado sustancialmente desde estos inicios. La última década
de estudio de perfeccionismo se configura como la etapa actual y es
considerada por algunos autores como la "era de los
meta-análisis" (Smith et al., 2022), ya que actualmente
es moneda corriente encontrar trabajos que sintetizan aspectos
particulares del perfeccionismo y sus correlatos. Una manera de
resumir el crecimiento del estudio del perfeccionismo en estos
últimos años la aporta Suh et al. (2021): mientras que
en 1990 el promedio de artículos publicados sobre
perfeccionismo era de 11.9, en el 2000 era de 45.4 y en 2010 de
100.8. Stoeber (2018), por su parte, habla de un mínimo de 200
estudios anuales desde 2008 en adelante, superando las 300
publicaciones con referato para los años 2015 y 2016. Este
crecimiento exponencial no solo se observa en el interés del
mundo académico: también se ha observado un crecimiento
de los niveles de perfeccionismo orientado hacia sí mismo,
orientado hacia los demás, y socialmente prescripto durante
las últimas tres décadas en estudiantes británicos,
canadienses y norteamericanos (Curran & Hill, 2019).
Dimensiones
del perfeccionismo
Como adelantamos, la MPS-F se caracterizó
por su tinte cognitivo (i.e., intrapsíquico) en la
operacionalización de sus dimensiones. El perfeccionismo para
este equipo de investigación era visto como una combinación
del establecimiento de altos estándares de excelencia, en
conjunto con una tendencia a ser meticuloso y organizado, una
tendencia a estar particularmente atento a no cometer errores, tener
muchas dudas sobre las acciones a emprender, y las críticas
internalizadas de los padres así como también la
internalización de las expectativas paternas. Para la MPS-H,
el perfeccionismo se explicaba bajo el concepto de orientaciones del
self: está
el perfeccionismo orientado hacia sí mismo, caracterizado por
una actitud crítica hacia los propios estándares de
excelencia, el perfeccionismo orientado hacia los demás,
caracterizado por demandar perfección a los demás, y el
perfeccionismo socialmente prescripto, que tiene que ver con la
percepción de que los demás demandan perfección
a uno. Para la APS-R, si bien planteaba dimensiones en un punto
comparables con las anteriormente mencionadas, las dimensiones de
altos estándares y orden comprenden aspectos positivos para el
self,
mientras que la discrepancia, es decir la percepción de la
distancia entre el estándar deseado y el desempeño
real, era representativa del aspecto patológico del
perfeccionismo. Ya en 1993, Frost et al. comenzaron a realizar los
primeros estudios incluyendo todas las escalas de perfeccionismo, de
manera tal de establecer aspectos comunes a las distintas medidas de
perfeccionismo. Este estudio dio pie a sucesivos estudios factoriales
exploratorios y confirmatorios que encontraron un patrón de
dos medidas de orden jerárquico superior, que con el tiempo
terminaron llamándose "esfuerzos perfeccionistas"
(una combinación de altos estándares de la APS-R y la
MPS-F, y de perfeccionismo orientado hacia sí mismo de la
MPS-H), y de "preocupaciones perfeccionistas" (una
combinación de todas las dimensiones restantes excluyendo las
que hacen referencia a la organización y el orden y a las
críticas parentales–el perfeccionismo orientado hacia
los otros años después se lo planteó dentro de
una dimensión por separado; Stoeber, 2018). Estas dos grandes
dimensiones de perfeccionismo, que conjugaban los hallazgos de los
distintos equipos de investigación, se asociaban a correlatos
positivos o neutros para los esfuerzos perfeccionistas, mientras que
se asociaban a diversos correlatos negativos para las preocupaciones
perfeccionistas (véase como ejemplo el meta-análisis de
Limburg et al., 2017, sobre psicopatología y perfeccionismo).
Flett & Hewitt (2016) ampliaron el concepto de preocupaciones
perfeccionistas, diferenciándolo a su vez en su propia
concepción de discrepancia (e.g., el grado en que uno se
siente imperfecto) e insatisfacción por no ser perfecto. Estos
mismos autores se refieren al perfeccionismo no solo como un concepto
multidimensional sino también como multi-aspecto, ya que el
perfeccionismo está dentro de un entramado con otros conceptos
adicionales como los de cogniciones perfeccionistas (i.e.,
rumiaciones sobre la necesidad de ser perfecto) y auto-presentación
perfeccionista (la necesidad de aparentar perfección para los
demás) que representan aspectos intrapsíquicos e
interpersonales respectivamente. En los últimos años,
además, se ha generado cierto debate acerca de diferenciar el
deseo por la perfección del deseo por la excelencia (Gaudreau
et al., 2022). Al parecer, cuando la motivación está
propulsada por el deseo por la excelencia, está asociada a
variables positivas (i.e., mejor rendimiento académico),
mientras que no sucede igual con el deseo por lo perfecto en sí
mismo. La subescala de altos estándares de la APS-R,
aparentemente, es la única de las escalas que mide el deseo
por la excelencia en lugar del deseo por la perfección (Osenk
et al., 2020). Existen, en rigor, algunos autores que consideran que
el perfeccionismo es intrínsecamente algo negativo ya que la
búsqueda de la perfección es irreal y conlleva siempre
sufrimiento y desazón (Hill, 2021).
Perfiles
de perfeccionismo
Unos años después del
establecimiento de medidas operativas de perfeccionismo, comenzaron a
aparecer algunos estudios que planteaban al perfeccionismo desde una
visión "centrada en las personas" (Parker, 1997).
A través de distintas técnicas de clasificación
(e.g., por puntos de corte, por clusters, por análisis de
clases latentes) se combinaban distintas dimensiones de
perfeccionismo para formar distintas configuraciones empíricas
que caracterizaban el funcionamiento de las personas en función
de sus propios niveles de perfeccionismo (Molnar et al., 2020). Esto
se planteaba a diferencia de la visión habitual para estudiar
el término, que era "centrada en las variables".
El enfoque centrado en las variables aportaba el conocimiento de cómo
funcionaba el perfeccionismo en un nivel conceptual, mientras que el
enfoque centrado en las personas, como su nombre lo indica, aportaba
el conocimiento de cómo las personas aplicaban su
perfeccionismo. Dentro de este planteo, nació lo que hoy
llamamos el modelo tripartito del perfeccionismo, que esencialmente
plantea que sobre un continuo de esfuerzos perfeccionistas, aquellos
que puntúan por sobre un determinado punto de corte pueden
considerarse perfeccionistas, y pueden excluirse como
no-perfeccionistas aquellos que están por debajo. Los
perfeccionistas, a su vez, se clasifican en adaptativos si sus
niveles de preocupaciones perfeccionistas están por debajo de
cierto punto de corte, mientras que son clasificados como
desadaptativos si puntúan por arriba de determinado punto de
corte (i.e., estos puntos de corte varían entre estudios,
muestras y características culturales, por lo que no sería
prudente informar al lector de un punto de corte exacto). Grupos de
perfeccionistas adaptativos han demostrado tener conductas
funcionales variadas, como por ejemplo mayor afecto positivo, mayor
satisfacción con la vida, mayor satisfacción académica,
mayor capacidad de disfrute en comparación con los
no-perfeccionistas (e.g. Gaudreau, 2019), mientras que los grupos de
perfeccionistas desadaptativos han estado vinculados a variables
negativas como depresión, ansiedad, estrés, ansiedad
social (Levinson et al., 2013; Smith et al., 2016). A su vez, autores
posteriores a estas primeras clasificaciones han identificado un
cuarto grupo, caracterizado por sujetos de bajos estándares
pero altos niveles de preocupaciones perfeccionistas (Gaudreau &
Thompson, 2010). La inclusión de este cuarto grupo es la
característica fundamental del modelo 2 x 2 o disposicional del perfeccionismo (disposicional para diferenciar
el concepto de disposición de rasgo, Mischel y Shoda, 2008).
Estos cuatro grupos estarían dados por perfeccionistas
puramente desadaptativos, perfeccionistas puramente adaptativos,
sujetos normales con baja autocrítica y bajos estándares,
y sujetos con alta autocrítica y bajos estándares que,
según muchos autores, configurarían el grupo más
patológico (e.g., Arana & Furlan, 2016; Sironic &
Reeve, 2012).
Áreas
de estudio más importantes
En un exhaustivo trabajo de revisión
mediante minería de datos, Suh et al. (2021), recopilaron y
procesaron 4286 artículos sobre perfeccionismo desde 1990
hasta 2019. Luego de depurar la base de datos inicial, se
seleccionaron 1529 resúmenes para analizarlos palabra por
palabra (i.e., se computaron 2377 palabras centrales y 52133 palabras
conectoras) para observar patrones predictivos de texto y elaborar
así un mapa conceptual con los grandes temas que más
han capturado la atención de los investigadores contemporáneos
del campo. Dicho trabajo arrojó como resultado cinco grandes
temas. El primer tema, clasificado como de evaluación y
operacionalización, tiene que ver con una de las
características históricas del perfeccionismo
contemporáneo que es su apartado técnico: en numerosas
oportunidades se ha estudiado la mejor manera posible de medir el
perfeccionismo, se han puesto a pruebas sus distintas dimensiones y
dimensiones de orden superior, y se han llevado a cabo estudios
principalmente psicométricos para contestar a las preguntas
acerca de cuál es la mejor manera de conceptualizar al
perfeccionismo. El segundo de los temas concierne a los procesos
interpersonales e intrapersonales vinculados al perfeccionismo.
Dentro de este apartado, se ubican estudios que fundamentalmente
tienen que ver con el perfeccionismo y sensibilidad interpersonal,
perfeccionismo y respuestas de estrés, perfeccionismo y
experiencias emocionales, y perfeccionismo y funcionamiento
cognitivo. De este tipo de estudios se desprenden hallazgos como los
de plantear al perfeccionismo como generador de estrés o como
potenciador del estrés (siguiendo el modelo de Bolger &
Zuckerman, 1995). El tercer tema está definido como
"perfeccionismo en poblaciones especiales". Aquí
se hace referencia al estudio del perfeccionismo en poblaciones de
niños prodigio, estudiantes universitarios, atletas y estudios
centrados en cuestiones de orientación vocacional. A
diferencia de los otros temas, el cuarto y quinto se relacionan con
mayor cercanía en comparación, ya que se tratan de
estudios sobre intervenciones psicológicas y estudios sobre
trastornos mentales. Dentro del cuarto tema, se mencionan estudios
que se centran en el tratamiento psicológico del
perfeccionismo. En este apartado se destaca la existencia de
intervenciones psicológicas basadas en los principios de la
terapia cognitivo-conductual (CBT, en sus siglas en inglés)
que han demostrado sólidos resultados en el tratamiento del
perfeccionismo (véase meta-análisis de Lloyd et al.,
2015, por ejemplo). El quinto tema abarca el estudio del
perfeccionismo con distintos trastornos mentales, siendo los más
frecuentes los estudios sobre perfeccionismo y depresión
(Hewitt et al., 2022), perfeccionismo y trastornos alimentarios
(Robinson & Wade, 2021), y perfeccionismo y trastorno obsesivo
compulsivo (TOC) (Pinto et al., 2017).
Dentro de la numerosa cantidad de estudios que
indagan el rol del perfeccionismo en diversas manifestaciones
psicopatológicas, quizás el hallazgo más
importante dentro del aspecto clínico es el rol
transdiagnóstico del perfeccionismo en el mantenimiento de
numerosos trastornos mentales (Egan et al., 2011, 2016). En concreto,
se ha demostrado que el perfeccionismo (en particular en su dimensión
de preocupaciones perfeccionistas) no es específico ni
constitutivo de ningún trastorno en particular (Frost &
Steketee, 1997; Egan et al,. 2011) sino, más bien, está
presente en diversas patologías que tienen altos niveles de
comorbilidad entre sí (Egan et al., 2014). En términos
de intervención, resultados meta-analíticos apoyan la
naturaleza transdiagnóstica del perfeccionismo: tratando las
preocupaciones perfeccionistas se obtienen reducciones en síntomas
de TOC, síntomas en trastorno de ansiedad social y síntomas
en depresión (Limburg et al., 2017). A pesar de que el
perfeccionismo no es exclusivo de ninguno de estos trastornos,
reducir el perfeccionismo a través de CBT para perfeccionismo
(i.e., CBT-P) podría ser beneficioso (Lloyd et al., 2015). En
rigor, comparado con grupos controles, el CBT-P ha demostrado
eficacia con tamaños de efecto largos para la reducción
del perfeccionismo en sí (g = -0.87 a -1.27), tamaños
de efecto medios para trastornos alimentarios (g = -0.61 a -0.64) y
depresión (g = -0.45 a 0.60) y pequeños para ansiedad
(g = -0.14 a 0.42) (Galloway et al., 2022; Robinson & Wade,
2021). Así y todo, la eficacia del CBT-P ha sido cuestionada
por otros autores. Por ejemplo, recientemente Smith et al. (2023)
demostró mediante un reanálisis de dos meta-análisis
que las tasas de abandono de los pacientes que usan CBT-P son
sustancialmente elevadas (27 % en comparación con grupos
controles), las cuales sugieren que no es un tratamiento muy bien
tolerado por este tipo de pacientes.
Dentro del corazón teórico de la
CBT-P se plantea la idea de que las personas que sufren de
perfeccionismo clínico tienen una autoevaluación
particularmente dependiente del logro de sus estándares
personales de desempeño. De acuerdo con esta visión,
una serie de mecanismos mantienen el perfeccionismo, en particular
ciertas conductas contraproductivas (e.g., chequeos excesivos),
reglas rígidas y ciertos errores o sesgos cognitivos (Shafran
et al., 2002). El tratamiento estándar bajo CBT-P consta de
cuatro componentes: 1) identificar al perfeccionismo como
problemático y establecer sus mecanismos de mantenimiento; 2)
conducir experimentos conductuales y proponer estilos conductuales
alternativos; 3) psicoeducación y restructuración
cognitiva para modificar la autocrítica y reglas rígidas;
y 4) ampliar el esquema autoevaluativo para ampliar la visión
del self y
hacerla menos dependiente de los logros personales.
Áreas
de vacancia en el estudio del perfeccionismo
A pesar del enorme crecimiento del perfeccionismo
en las últimas tres décadas, existen muchas áreas
que aún no están cubiertas y son necesarias para poder
obtener un mayor conocimiento y eventualmente un tratamiento más
personalizado y eficaz del perfeccionismo. A pesar de que se siguen
creando medidas sobre perfeccionismo, está claro que una
excesiva dependencia en instrumentos autoadministrables sesga la
evaluación del perfeccionismo y la hace dependiente de la
subjetividad del participante. Tener estudios de medidas implícitas
de perfeccionismo, o informantes externos, podrían ser
alternativas valorables en el estudio de este constructo (e.g.,
Cludius et al., 2022). Por otra parte, desde el aspecto metodológico,
también faltan estudios longitudinales y experimentales sobre
perfeccionismo. También, los estudios sobre perfeccionismo
adolecen de cierto sesgo cultural, ya que la mayoría de los
estudios provienen de Estados Unidos, Canadá y Reino Unido. Si
bien existen algunas excepciones que intentan posicionar al
perfeccionismo desde una visión transcultural (Arana et al.,
2018; Rice et al., 2020), aún hoy estamos lejos de tener una
visión global del perfeccionismo. Por último, a pesar
de que disponemos de distintos modelos teóricos para explicar
ciertos fenómenos del perfeccionismo (e.g., tenemos el modelo
de Hewitt et al., 2018, sobre desconexión social y
perfeccionismo, y el modelo de Shafran et al., 2002, para
perfeccionismo clínico) aún no existe un modelo teórico
integrador, y muchos de los investigadores del campo aún no
concuerdan en cuál podría ser el mejor camino posible
hacia dicha integración teórica de la numerosa
evidencia disponible dada por los distintos estudios que investigan
perfeccionismo.
Conclusiones
El perfeccionismo es posiblemente uno de los
conceptos ligados a la personalidad más prolíficos en
los últimos 30 años. A través de su estudio, se
sabe que el perfeccionismo influye de forma negativa en una amplia
cantidad de trastornos mentales, problemas de la personalidad y
problemas académicos o laborales de la vida cotidiana. Si bien
existe cierta evidencia que el perfeccionismo podría en rigor
producir bienestar y buenos resultados en términos de
desempeño, la mayoría de la literatura se ha volcado
por investigar y priorizar el aspecto patológico. Es así
que si bien el perfeccionismo ha sido densamente estudiado en otros
tópicos, el aspecto clínico es uno de los más
detallado en los últimos años. Y es por eso, también,
que no solo disponemos de tratamientos eficaces para el
perfeccionismo sino que también sabemos que esos mismos
tratamientos pueden brindar beneficios a patologías mentales
asociadas. Si bien aún es mucho el camino por recorrer en
cuanto a la generalización de estas conclusiones y, por
consiguiente, a obtener una visión global del perfeccionismo,
es alentadora la tracción que en estas últimas tres
décadas hemos tenido al respecto.
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