ISSN 2618-5628
 
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Psicoterapia de grupo  
Psicooncología, Terapia de aceptación y compromiso (ACT)  
     

 
Contribuciones desde la Terapia de Aceptación y Compromiso a la psicoterapia de grupo para pacientes con cáncer
 
Rosenfeld, Clara
Centro de Terapia Cognitiva de Buenos Aires (CTC)
Asociación Argentina de Psicooncología
Equipo psicoterapéutico y asistencial especializado en Psicooncología y Cuidados Paliativos “Sanan-Do”
 

 

Terapia de Aceptación y Compromiso: desarrollo, evolución y aplicaciones clínicas. Una mirada desde Argentina

El cáncer como otras enfermedades crónicas conllevan aparejados trastornos psicológicos y psiquiátricos coexistentes, prevalentemente ansiedad y depresión (Castañeda Salgado y Gómez Baya, 2022). En general, estos últimos se desencadenan frente a estresores relacionados con la misma enfermedad oncológica (o sus tratamientos) y/o proceden de vulnerabilidades preexistentes, que deterioran la calidad de vida de la persona a lo largo de toda la trayectoria de la enfermedad (Derogatis et al., 1983). Por tal razón, las intervenciones psicosociales, entre ellas los diversos abordajes psicoterapéuticos implementados en cáncer, son sumamente útiles para aliviar el monto de distrés asociado a esta enfermedad (Daniels y Kissane, 2008).

Desde diversos marcos teóricos, se han desarrollado abordajes individuales y grupales que contribuyen al afrontamiento y adaptación al cáncer, sus vicisitudes y evolución. Existe evidencia sobre que las intervenciones vinculadas a la psicoterapia de grupo son más efectivas y/o equivalentes a otros tratamientos para varios desórdenes psicológicos (Rosendahl et al., 2021) y que, en comparación a las intervenciones basadas en la psicoterapia individual, son igual de efectivas para un amplio rango de pacientes (Arch et al., 2021).

Específicamente sobre la aplicación de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) en el abordaje del cáncer, algunas investigaciones realizadas desde una estrategia en formato individual, mostraron muy buenos resultados para el abordaje de esta enfermedad (Ciarrochi et al., 2010; Feros et al., 2013; Rost et al., 2012). Este buen desempeño se explica por la inclusión en su abordaje de la temática de la compasión, la cual es entendida por Paul Gilbert (2017) como la conciencia del sufrimiento de uno mismo y de los otros seres vivientes, el resonar con ese sufrimiento percibido, el deseo que el mismo sea aliviado y prevenido y la voluntad para hacer algo al respecto. Esta definición involucra dos aspectos interrelacionados: acercarse, comprender y relacionarse con el sufrimiento y la motivación para prevenir y aliviar el sufrimiento.

Si bien se está incrementando la publicación de evidencia científica en varias partes del mundo sobre la implementación de ACT con una estrategia de psicoterapia grupal en pacientes oncológicos (Arch y Mitchel, 2016), en Argentina es incipiente y no existe evidencia local sobre su desempeño. En ese sentido, en este artículo se presenta una experiencia clínica en ACT vinculada a la psicoterapia de grupo en pacientes adultos oncológicos, junto al recorrido teórico sobre las diferentes psicoterapias existentes hoy día en cáncer. Se espera que este artículo pueda brindar aportes teóricos y prácticos a los profesionales interesados en esta perspectiva y sus herramientas clínicas, basadas en la experiencia de la autora con más de veinte años de trabajo en la psicooncología.

 

Psicoterapia individual en cáncer

Las intervenciones psicooncológicas abarcan un amplio espectro, entre ellas los tratamientos psicofarmacológicos, la orientación de soporte, la musicoterapia, y los tratamientos psicoterapéuticos (De Vries y Stiefel, 2018).

La psicoterapia individual empieza a ser utilizada en cáncer, a partir de la introducción de las intervenciones de soporte (ej. terapia basada en técnicas de relajación e imaginería) (Lewis y Sharp, 2011). Posteriormente, los aportes de Robert Neymeier (2011) permitieron integrar otros enfoques tales como la terapia del duelo basada en una visión constructivista y narrativa de la reconstrucción del significado ante una pérdida significativa, que resultó de relevancia y potencial de uso en cáncer. Luego la terapia cognitivo-conductual y algunos tipos de terapias contextuales mostraron buenos resultados entre las personas con cáncer (Cohn Stuntz y Lineham, 2021). Entre estas últimas, la ACT se destaca por enfocar en el logro de la flexibilidad psicológica y la construcción de una vida con significado.

 

Psicoterapia grupal en cáncer

Los aportes de James Spira y colaboradores (1997, 2003) han encontrado que la psicoterapia grupal para pacientes con enfermedad clínica crónica y, entre ellas el cáncer, es un sistema muy útil y operativo de psicoterapia que complementa la atención médica integral de estos consultantes. Es importante señalar que este artículo retoma estos aportes para las propias contribuciones clínicas en psicoterapia de grupo, con un abordaje de ACT.

Siguiendo un trazado histórico, los inicios de las intervenciones grupales en cáncer se remontan hacia fines de 1970 (Fawzy y Fawzy, 1998). Las primeras intervenciones aplicadas fueron las psicoeducativas, que enfatizaron en brindar información, desarrollar habilidades de afrontamiento ante ansiedades y miedos, y la adaptación a la enfermedad y a los tratamientos clínicos recomendados (Fawzy y Fawzy, 1998). Posteriormente, se integraron otros enfoques tales como la terapia centrada en el sentido (Duva et al., 2021) y la intervención grupal focalizada en las parejas de las pacientes con cáncer de mama (Manne y Ostroff, 2011).

Los pacientes con cáncer se pueden beneficiar de una variedad de programas de intervención psicológica, particularmente de aquellos que emplean la modalidad grupal (Fawzy y Fawzy, 1998). Específicamente sobre las intervenciones psicoeducativas, tienen el potencial de mejorar las actitudes de los pacientes, su adaptación a la institución de salud, el fortalecimiento de las relaciones interpersonales, el incremento en los conocimientos de cáncer y la percepción de la muerte (Fawzy y Fawzy, 1998). Asimismo, existe evidencia de que la aplicación de las intervenciones grupales enfatizan la cohesión grupal, el soporte emocional, la autorevelación, la estimulación de las interacciones fuera de la sesión y el desarrollo de un propósito percibido y significativo en la vida (Fawzy y Fawzy, 1998). Si se tiene en cuenta que un objetivo clave en la psicoterapia grupal es establecer un alto nivel de cohesión -basado en la mutua consideración, tolerancia de las diferencias y reconocimiento de una experiencia vital compartida-, la implementación de la terapia de grupo en cáncer puede hacer mucho para encontrar un significado, mejorar la red de soporte y la calidad de vida.

En la Figura 1 se presenta un recorrido de las psicoterapias grupales desde sus orígenes y evolución, hasta llegar a constituirse las psicoterapias grupales en cáncer, incluyendo las intervenciones basadas en Mindfulness y particularmente ACT {ver figura 1}.

 

Terapia de Aceptación y Compromiso

ACT es una terapia de la tercera ola dentro de las terapias cognitivo-conductuales (Hayes et al., 2012), dado que se encuentra fundamentada en una aproximación empírica y enfocada en los principios del aprendizaje. Se caracteriza por ser sensible al contexto y a las funciones de los fenómenos psicológicos, enfatizando en el uso de estrategias de cambio basadas en la experiencia y el contexto, permitiendo también el uso de estrategias más directas y didácticas. Con estos tratamientos se busca la construcción de repertorios amplios, flexibles y efectivos en lugar de tender a la eliminación de los problemas claramente definidos, resaltando cuestiones que son relevantes, tanto para el terapeuta como para el paciente (Hayes, 2004). Al constituir una intervención de tercera generación, ACT hace mayor hincapié en cambiar la relación que tiene el individuo con los eventos privados (las experiencias internas como los pensamientos, los sentimientos y las sensaciones), alejándose de otras estrategias cuyo objetivo es cambiar la forma o frecuencia de dichos eventos; utilizando para ello procesos como la aceptación y el Mindfulness. También se enfatizan las estrategias de cambio conductual.

Esta definición sienta las bases para lograr una mayor comprensión del enfoque teórico así como también de la intención clínica (la flexibilidad psicológica) de ACT, y su aplicabilidad en el cáncer. Como terapia conductual, ACT adopta la filosofía de la ciencia contextualista funcional (Biglan y Hayes, 1996; Hayes et al., 1988; Hayes, 1993), una teoría básica del lenguaje y la cognición, y una teoría aplicada de psicopatología y cambio psicológico. Se encuentra vinculada a un programa de investigación básica sobre la naturaleza del lenguaje y la cognición humana (Teoría de los Marcos Relacionales o RFT, por sus siglas en inglés). En parte, esto surgió gracias al desafío por desarrollar una comprensión analítica y conductual sobre la cognición, y de esta manera lograr que la terapia conductual y los tratamientos clínicos se basan de manera consciente en principios conductuales fundamentales; mientras que al mismo tiempo pudieran abordar procesos que la primer ola de terapia de la conducta no hizo como la cognición.

ACT constituye un enfoque transdiagnóstico. Está orientada hacia los procesos subyacentes, por detrás de lo que se denomina psicopatología. Desde el punto de vista de ACT, una de las fuentes principales de la psicopatología es la forma en que el lenguaje y la cognición interactúan con las contingencias directas, produciendo incapacidad de persistir o cambiar la conducta al servicio de fines valorados de largo alcance (Hayes, 2006). Esto se puede modelar a través de los seis procesos que se muestran a la izquierda en la Figura 2 {ver figura 2}.

En términos generales, la fusión cognitiva ocurre cuando el individuo considera que él y sus pensamientos son lo mismo. En un sentido menos técnico, la patología ocurre cuando el individuo tiene un pensamiento desagradable y se identifica con éste desde el lugar de "ser ese pensamiento". A través de los procesos del lenguaje, se puede perder el contacto con la distinción entre pensamiento y pensador. Desde una perspectiva más técnica, cuando esto sucede puede resultar en una excesiva o incorrecta regulación de la conducta por parte de los procesos verbales como reglas y redes relacionales derivadas que toman el control. En contextos que favorecen dicha fusión, la conducta humana se guía más por procesos verbales relativamente inflexibles (ej. el pensamiento rígido) que por contingencias directas. Por lo tanto, los individuos pueden actuar de una manera que resulta inconsistente con lo que del entorno se desprende como relevante para sus valores y objetivos. Desde el punto de vista de la ACT, la forma o contenido de la cognición no resultan problemáticos; es decir, no son disfuncionales en sí mismos, a menos que las características contextuales lleven a este contenido cognitivo a regular la acción del individuo en formas inútiles (en un sentido pragmático).

Un contexto de control experiencial lleva al individuo a centrarse en la manipulación de los estados emocionales y cognitivos como objetivo principal y como medida de éxito en la vida (ej. "cuando no sufra más de ansiedad, seré feliz"). Estos contextos se encuentran interrelacionados y mantienen la función de la fusión cognitiva en la evitación experiencial, la cual consiste en intentar alterar la forma, la frecuencia o la sensibilidad situacional de eventos privados (ej. pensamientos, sentimientos y sensaciones), aun cuando el hacerlo cause un daño conductual (ej. el consumo excesivo de alcohol para escapar de la ansiedad) (Hayes et al., 1996). Desafortunadamente, el intento de evitar eventos privados desagradables tiende a incrementar su importancia funcional, ya que estos se vuelven más prominentes. Además, el intento de control está en sí mismo vinculado de manera verbal a los resultados negativos conceptualizados y, por lo tanto, tiende a reducir la variedad de conductas posibles, debido a que varias conductas podrían evocar dichos eventos privados temidos. El contacto con el momento presente disminuye, ya que el individuo comienza a vivir "en su cabeza" (Hayes, 2002). El pasado y el futuro conceptualizados (ej. "no puedo superar mi pasado", "me preocupa el futuro"), y el yo conceptualizado (mis historias acerca de quién soy – soy una persona ansiosa), ganan más poder regulatorio sobre la conducta, contribuyendo a la inflexibilidad (Hayes, 2006). Además, como las emociones y los pensamientos por lo general se utilizan como razones para llevar a cabo otras acciones, dar razones tiende a provocar que la persona se enfoque más en "el mundo interno" como la fuente correcta de regulación conductual, exacerbando así los patrones de evitación experiencial. En el mundo de la conducta manifiesta, esto significa que las cualidades de vida deseadas a largo plazo (valores) pasan a segundo plano, detrás de objetivos más inmediatos tales como encontrarse bien, verse bien, sentirse bien o defender un yo conceptualizado. El individuo pierde contacto con lo que quiere en la vida, más allá del alivio frente al dolor psicológico (la ansiedad). Surgen los patrones de acción evitativos, los cuales se encuentran desconectados de las cualidades de vida deseadas por el individuo a largo plazo, y de forma gradual dominan su repertorio. Los repertorios conductuales se reducen y se vuelven menos conscientes del contexto actual que proporciona la posibilidad de acciones valiosas. La persistencia y el cambio al servicio de la efectividad se vuelven menos probables (Hayes, 2006). El resultado será la psicopatología.

 

Seis procesos centrales de ACT

ACT encara cada uno de estos problemas centrales con el objetivo general de incrementar la flexibilidad psicológica: la capacidad de estar en contacto con el momento presente más plenamente como un ser humano consciente, y cambiar o persistir en la conducta cuando el hacerlo cumple con los fines valorados (Hayes, 2006). La flexibilidad psicológica se establece por medio de seis procesos centrales de ACT como se muestra a la derecha en la Figura 2 {Ver Figura 2}.

Cada uno de estos procesos está conceptualizado como una habilidad psicológica positiva; es decir, como los procesos subyacentes que apoyan la flexibilidad psicológica:

Aceptación: la aceptación se enseña como alternativa a la evitación experiencial. Implica aceptar de forma activa y consciente aquellos eventos privados causados por la propia historia, sin intentar cambiar en forma innecesaria su frecuencia o forma, en especial cuando el hacerlo causaría un daño psicológico (Hayes, 2006; Luoma et al., 2007). La aceptación (y la defusión) en ACT no constituye un fin en sí mismo, sino que es adoptada como proceso para incrementar las acciones basadas en los valores.

Defusión cognitiva: ACT intenta cambiar la forma en que el individuo interactúa o se relaciona con los pensamientos, al crear contextos en los cuales se reducen las funciones inefectivas (Hayes et al., 1999). Esto es llevado a cabo a través de la defusión cognitiva, proceso que busca reducir la literalidad del pensamiento, debilitando la tendencia a tratar al mismo como si fuera lo que refiere, en vez de lo que es directamente experimentado; es decir, un pensamiento. Lo que resulta de la defusión es, por lo general, una reducción de la creencia en la mente o el apego a ella. El foco no se centra tanto en el cambio inmediato de la forma o la frecuencia del pensamiento (Hayes, 2006).

Estar presente: ACT promueve el contacto sin juzgar con los eventos psicológicos y del entorno de la manera en que ocurren. El objetivo es que el paciente experimente de una forma más directa, a fin de que su comportamiento sea más sensible y flexible. Las acciones serán más consistentes con los valores del individuo. Esto se logra permitiendo que la funcionalidad logre tener más control sobre la conducta y utilizando el lenguaje como herramienta para notar y describir eventos, y no simplemente predecirlos y juzgarlos (Hayes, 2006). El Mindfulness es también parte de la construcción de la habilidad en esta área.

Yo-contexto: como resultado de los marcos relacionales como "yo" contra "tú", "ahora" contra "después", y "aquí" contra "allá" , el lenguaje lleva a un sentido del yo como si se tratara de un lugar o perspectiva, y proporciona un costado trascendente y espiritual a los seres humanos (Hayes, 1984). En resumen, la idea es que el "yo" surge de una amplia serie de ejemplos de relaciones de toma perspectiva, lo que se denomina "relaciones deícticas" en la RFT. Sin embargo, debido a que este sentido del yo constituye un contexto para el conocimiento verbal, pero no es el contenido de dicho conocimiento, sus límites no pueden conocerse en forma consciente. El yo como contexto es importante desde este punto de vista, ya que el individuo puede ser consciente de sus propias experiencias (ej. el pensamiento es continuo y persistente, las emociones suben y bajan, las sensaciones van y vienen), sin quedarse amarrado a ellas: de esta manera se adoptan la defusión y la aceptación (Hayes, 2006).

Valores: los valores son cualidades de acción elegidas para actuar con intención; no pueden obtenerse como objeto pero sí pueden desarrollarse momento a momento. En ACT, la aceptación, la defusión, el estar presente, y el yo como contexto no constituyen objetivos en sí mismos sino que allanan el camino para una vida más consistente con los valores (Hayes, 2006).

Acción comprometida: ACT fomenta el desarrollo de patrones de acción mucho más amplios vinculados a los valores. Se trata de acciones concretas específicas que pueden clarificarse y asumirse como medio para dar vida a esos valores.

Los procesos centrales de ACT se superponen y se interrelacionan. En conjunto, cada uno apoya al otro y todos ellos apuntan hacia la flexibilidad psicológica. Los seis procesos pueden dividirse en dos grupos. Los procesos de Mindfulness y aceptación abarcan la aceptación, la defusión, el contacto con el momento presente, y el yo como contexto (Fletcher y Hayes, 2005); mientras que los procesos de compromiso y cambio conductual abarcan el contacto con el momento presente, el yo como contexto, los valores, y la acción comprometida (Hayes, 2006) {ver figura 2}.

 

Terapia de Aceptación y Compromiso en cáncer

Las características propias de ACT posibilitan trabajar con amplias poblaciones con problemáticas clínicas psicológicas y de salud física como dolor crónico, epilepsia y diabetes (Gregg et al., 2007). Al focalizar en flexibilidad psicológica y una vida con sentido es especialmente muy útil dentro del contexto oncológico en el cual los pacientes tienden a estar psicológicamente abrumados y distresados (Hulbert-Williams et al., 2015).

Una investigación realizada para el abordaje de la fobia social constituye el antecedente de la efectividad de la psicoterapia grupal en ACT (Ossman et al., 2006). Este estudio evaluó el impacto de un protocolo de tratamiento grupal basado en ACT, orientado a las conductas de evitación y problemas cotidianos típicos en ansiedad social. Los datos del postratamiento y seguimiento mostraron un descenso significativo en las medidas de fobia social y evitación experiencial.

En el marco del abordaje del cáncer, las primeras investigaciones en ACT se caracterizaron por ser estudios de casos. Posteriormente, los avances en el formato individual de ACT fueron realizados por los aportes metodológicos de investigadores como Ciarrochi et al. (2010), Feros et al. (2013), Rost et al. (2012) y Hulbert-Williams y Storey (2016), quienes contribuyeron con desarrollos sobre el concepto de flexibilidad psicológica como resultado deseado dentro del proceso de cambio terapéutico y amortiguador del distrés psicológico. En la actualidad, se conoce que las intervenciones grupales con abordaje de ACT son igual de efectivas que las intervenciones en psicoterapia individual (Arch et al., 2021).

En los últimos años, creció el interés en la aplicación y diseminación de los buenos resultados obtenidos por ACT en el tratamiento de los pacientes con cáncer (Gonzales Fernández, 2019; Arch et al., 2021). Específicamente un estudio piloto que implementó la intervención grupal entre pacientes recuperados de cáncer con ansiedad, durante la etapa de transición del tratamiento a la etapa del seguimiento médico, encontró que este tipo de estrategia produce amplia y sustancial mejoría psicosocial entre estos pacientes y sugiere continuar con futuros estudios (Arch y Mitchell, 2016). Buenos resultados en la aplicación de ACT también fueron encontrados por una experiencia realizada con un grupo de pacientes recuperadas de cáncer de mama y sus cuidadores (Cohen et al., 2019).

 

Contribuciones clínicas basadas en la experiencia de la aplicación de la psicoterapia grupal en cáncer, con abordaje ACT

Toda esta base teórica y clínica se ha constituido en un importante sostén para las propias contribuciones clínicas, sobre psicoterapia grupal en cáncer desde la ACT. Los grupos psicoterapéuticos que se llevaron a cabo apuntan a incrementar y desarrollar una vida valiosa y una relación más efectiva con los eventos privados (más que centrarse en la reducción sintomática), lo que conduce a optimizar su calidad de vida en el contexto de esta enfermedad crónica.

Las experiencias en ACT que se realizaron, en el período 2015-2019, se caracterizaron por:

-Ser grupos cerrados (máximo 8 integrantes).

-Grupos etarios de 50-70 años, mixtos, con pacientes recuperados de diferentes tipos de cáncer (etapa de seguimiento médico).

-Contrato de trabajo por un año, con posibilidad de renovarlo.

-Pacientes derivados de psicoterapia individual y otros de grupos psicoeducativos, ambos formatos basados en el abordaje cognitivo-conductual de segunda generación.

-Sesiones semanales, de 2 horas de duración.

Durante la primera parte de la sesión, se implementaron intervenciones basadas en atención plena como un modo de invitar a un trabajo consciente, en el momento presente, compasivo y no evaluativo de la experiencia propia y de los otros, lo que posibilitó generalizar este modelo de vinculación con otros, por fuera del grupo. Durante la segunda parte de la sesión, al tomar en cuenta las expectativas y objetivos de cada participante y del grupo en general, se focalizó la labor en desarrollar flexibilidad psicológica en cada paciente en relación con sus dificultades, en un contexto de valores y de una vida con propósito. Para ello, se utilizó el movimiento de los seis procesos clínicos básicos del Hexaflex en toda conducta del paciente y del terapeuta en cada momento (Westrup y Wright, 2017). Cuando el trabajo grupal se focaliza en el proceso de clarificar los valores que sostienen al grupo, facilita en sus integrantes un sentido de experiencia y humanidad compartida, respeto mutuo y conexión.

¿Cómo se trabajó en este abordaje? Con herramientas terapéuticas como metáforas (ej. analogías, alegorías, parábolas y todo tipo de historias), ejercicios experienciales, paradojas, visualizaciones, intervenciones basadas en Mindfulness y Compasión, cuestionarios y formularios. En los Gráficos 1, 2, 3 y 4 se desarrolla con mayor detalle esta experiencia clínica y el uso de estas herramientas. Específicamente, en el Gráfico 1 se presenta el uso de la metáfora experiencial como herramienta terapéutica. En el Gráfico 2 se desarrolla el uso de la metáfora bajo la modalidad de intervención grupal, basada en estrategias de aceptación. En el Gráfico 3 se presenta la metodología de la aplicación del recurso de la metáfora en el grupo y en el Gráfico 4 se ven los resultados {ver gráfico 1} {ver gráfico 2} {ver gráfico 3} {ver gráfico 4}.

El desafío en este tipo de psicoterapia, desde este enfoque y con esta población, implica encontrar los valores que guíen la terapia, identificar la vulnerabilidad de cada paciente, y elegir aún en los contextos más adversos. Por otro lado, los pacientes también enfrentan desafíos en cada sesión grupal al compartir con otros el sufrimiento propio y al aprender a estar con el sufrimiento ajeno de manera empática y amable.

En este escenario, el terapeuta precisa ser abierto, genuinamente curioso, flexible, centrado, comprometido, y con aceptación de sus límites y de la incertidumbre {ver gráfico 4}.

Sus objetivos a cumplir son:

-Rescatar el núcleo de los procesos de ACT, a través de ejercicios experienciales que funcionen bien en este formato. Concentrarse y aprender a trabajar en la función; es decir, tomar en cuenta la conducta en contexto en vez del contenido que subyace a las historias/diálogos, trayendo esto al grupo como setting de aprendizaje experiencial, y propiciar la transformación de la función y el desarrollo de repertorios conductuales más amplios tendientes hacia una vida valiosa.

-Convertir los desafíos del trabajo grupal en oportunidades clínicas (ej. al trabajar con un comportamiento problemático de un paciente, tener la habilidad de generar una experiencia transformadora para ese integrante, en un contexto con otros que sostienen y manifiestan amor y compasión).

-Favorecer el experimentar las emociones, desde el cuerpo y sus sensaciones hacia la mente; es decir, en un aprendizaje de abajo-arriba, más que de discusión verbal.

-Facilitar el cultivo de flexibilidad psicológica compasiva, cultivando apertura y aceptación del sufrimiento propio y ajeno, sensibilidad al momento presente, conciencia no evaluativa y defusionada de las propias conductas, acciones comprometidas hacia una vida valiosa y una perspectiva observadora de la propia experiencia amplia, flexible y trascendente.

 

Conclusiones

El contexto grupal favorece a acentuar los procesos clínicos básicos que pueden llevar al paciente a atascarse en su padecimiento o, por el contrario, a aliviarlo. En función de esto podemos destacar que este abordaje psicoterapéutico en grupos posibilita a sus participantes, tal como se puede apreciar en la Figura 3 {ver figura 3}:

-Aprender del feedback que reciben de los otros, del conocimiento que les aporta la observación del impacto de las intervenciones y de los procesos clínicos del Hexaflex que transita cada miembro pero comunes a todos.

-Conectar fácilmente con la dificultad compartida de ser humanos y, simultáneamente, permitirse aprender a estar dispuestos y a experimentar lo que sea que suceda, en cada integrante.

-Tomar distancia de lo que les está diciendo sus mentes y construir confianza y seguridad en el setting grupal; ayudados por una conducción hábil del terapeuta para participar, compartir, desarrollar coraje y tomar riesgos, hacer espacio a sentimientos difíciles y dirigir sus conductas en dirección a sus valores observando qué funciona y qué no.

-Aprender a estar presentes con estas luchas ayuda a contactar con una actitud abierta y compasiva en relación a la experiencia compartida. Contenerse de emitir juicios y escuchar activamente a los pares, prestar atención, observar, desapegarse y soltar la autocrítica para hacer lugar a lo que cada uno está experimentando.

-Ser un medio poderoso tanto para un cambio positivo como para el estancamiento.

-Proveer un contexto en el cual es admisible y deseable expresar claramente cómo experimenta cada uno a los otros. Esto provee una información invalorable porque permite ir rastreando cómo las conductas funcionan en el grupo, en pos de que las que son factibles sean socialmente reforzadas y, las que no, sean consideradas socialmente inefectivas {ver figura 3}.

Resumiendo, mientras que ACT no es el único abordaje que existe hoy día para el tratamiento grupal de pacientes con cáncer, la experiencia propia deja como aprendizaje de que es singularmente adecuado para aprovechar los mecanismos del cambio terapéutico a través de sus distintos recursos y amplia gama de actividades a desarrollar, sobre todo cuando hay un número de participantes que fomentan la voluntad, cooperación y conexión. En ese sentido, ACT presenta algunas ventajas como abordaje terapéutico tales como permitir más vías para el aprendizaje y el modelaje de los procesos de ACT a un grupo de pares, facilitando así aprender desde diversas perspectivas; atender a muchos pacientes cuando hay pocos recursos de profesionales, reduciendo el costo y la cantidad de consultas por cada paciente; y adherir a un abordaje más colectivo para ocuparse de los problemas psicológicos y conductuales de las enfermedades clínicas crónicas en general, como en el caso del cáncer.

 

Nota de autor

Agradezco a la Lic. Sara Baringolz por todas las enseñanzas recibidas acerca de la psicoterapia de grupo. A la Lic. Manuela O´Connell por sus valiosas contribuciones teóricas sobre ACT. A la Lic. Mariana Curotto por su soporte en la revisión de la redacción de este artículo. Al Dr. César Ríos por su apoyo e incentivo inicial.

 

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10ma Edición - Junio 2023
 
 
Figura 1
 
 
Figura 2
 
 
Figura 3
 
 
Figura 4
 
 
Figura 5
 
 
Figura 6
 
 
Figura 7
 
 
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