ISSN 2618-5628
 
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Temporalidad  
Tiempo, Vivencias del tiempo  
     

 
El tiempo en nuestras vidas
 
Signorelli, Susana
ALPE
Fundación CAPAC
AAP
 

 

¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé.

San Agustín

 

Introducción

Alguna vez, el ser humano, allá por la pre-historia, descubrió la influencia del tiempo en su vida. Desde allí ha sido tema de cuestionamiento de filósofos, psicólogos, antropólogos, historiadores y toda persona que se pregunta por su existencia.

Los antiguos griegos nos brindaron tres versiones del tiempo a través de sus dioses: Cronos; referido al tiempo cronológico, Kairós: referido al tiempo de la oportunidad y Aión, referido al tiempo circular.

 

Los existencialistas y el tiempo

Los existencialistas le dieron gran importancia a esta dimensión de la existencia: la temporalidad. Según Heidegger (1974), la temporalidad es una unidad en la cual el pasado, el presente y el futuro no son momentos diferentes, sino que se encuentran como éxtasis, los llamó éxtasis temporales (salidas de sí mismo) que están esencialmente entrelazados. El pasado corresponde al haber sido, el futuro a lo que está por venir y el presente a lo presente propiamente dicho donde se enlazan los tres tiempos.

También nos dirá que la temporalidad es un existenciario porque corresponde a la estructura ontológica de la existencia. Es uno de los elementos constitutivos del Dasein.

Si el tiempo es un elemento constitutivo del ser, esto quiere decir que nuestro ser es un ser posible, nunca terminado, siempre es no siendo aún algo. Solo la muerte lo detiene. Por eso decimos que mientras vivimos, somos siendo, lo cual reafirma la idea de la sucesión a la cual hacía referencia Minkowski (1973).

El ser humano es inseparable del tiempo y del espacio. Por lo tanto expresamos que el ser temporaliza, crea su propio tiempo, como su espacio. Temporalizar es ir estructurando la propia temporalidad.

Minkowski (1973) también se refirió al tiempo y expresó: es el devenir que se reconoce como un tiempo que fluye, que pasa, que huye de un modo inevitable, pero también que avanza, que progresa, que va hacia un futuro indefinible e inasible.

Lo curioso del tiempo es que solo vivimos en el presente, que cobra significación por nuestro pasado y nos dirigimos a un futuro que nunca llega, está siempre delante de nosotros, porque cuando un hecho esperado ocurre ya no es futuro sino presente e inmediatamente pasado. Por eso Pablo Rispo (2001) decía que el pasado es un futuro que dejó de serlo.

El pasado ha pasado, por lo tanto ya no existe, el futuro no existe todavía, el presente, por lo tanto, se encuentra entre dos nadas y se nos va como agua entre las manos, por lo cual es otra nada.

Cuando hacemos planes sobre lo que queremos realizar en nuestra vida, generalmente el tiempo que imaginamos para que las cosas sucedan es un tiempo lineal. Pero hay otros tipos de tiempos en los que nos vemos sumergidos. Me refiero al tiempo vivencial o humorado del cual nos hablara Binswanger (1973). Él lo distinguió del tiempo orientado que es un tiempo medible, es el tiempo que marca el reloj.

El tiempo humorado nos muestra que vivimos al tiempo de distintas maneras, sentimos que corre o que está detenido, que va lento o rápido según sea lo que esperemos que suceda o debido a lo que nos sugiere una grata o ingrata compañía. Es un tiempo con un pésimo cronómetro (Klein, 2020). A veces podemos percibirnos a nosotros mismos o a otros, como viviendo en otro tiempo, esto se ve mucho en las parejas o en las diferencias generacionales entre hijos, padres y abuelos. Son todos tiempos vivenciales que no se pueden medir. También varían de acuerdo a las distintas etapas de la vida.

La psicopatología asimismo nos muestra otras vivencias del tiempo, así vemos que el depresivo está anclado en el pasado, el ansioso en el futuro y el psicopático vive el hoy. Todavía hay otros que viven en un eterno hoy, son aquellos que no pueden futurizar, que no arman futuro, tal vez, lo podamos pensar como un gran miedo a la responsabilidad, al compromiso y por qué no, a la muerte. Son aquellos que no se reciben nunca de ninguna carrera, que tienen parejas eternas en las cuales no pueden avanzar. Son los perpetuos jóvenes hasta en los gustos y vestimentas.

El famoso "vive el ahora", que se usa en nuestros tiempos, no es más que una huida del futuro. Si no tenemos futuro, no construimos proyectos, pero aunque no lo hagamos ese futuro temido llegará, la juventud se habrá ido y moriremos. Esta acentuación de vivir el presente ¿se ha convertido en una desconfianza en el futuro? (Augé, 2015) ¿Qué podemos esperar hoy de nuestro futuro? Al cual evidentemente no queremos mirar.

Si nos basamos en el "carpe diem" en una de sus acepciones, podemos asimilarlo a no dejar pasar el tiempo, porque cada presente es una oportunidad. Es una invitación a aprovechar el presente en intensidad y no en vacuidad.

Desde el punto de vista existencial podemos decir que el tiempo fundamental del existente es el futuro hacia el cual nos dirigimos y creamos, con sus múltiples posibilidades, desde un presente concreto y con el bagaje del pasado, construimos futuro en el hoy.

Hay otro tipo de tiempo particular que lo llamo Tiempo Social, corresponde a la época en la que vivimos con nuestros contemporáneos, nos corresponde un período histórico común, en el cual estamos inmersos formando parte de él. Pensamos y actuamos como seres del siglo XX y XXI y no como seres del siglo IV, esto nos sería imposible como también lo sería como seres del siglo XXX. Este tiempo social nos atrapa, nos muestra nuestras limitaciones temporales. La época tiene principio y fin difusos. Dentro de la época en la que vivimos y cuando ya tenemos unos cuántos años, solemos hablar de "nuestra época" cuando nos referimos a la juventud como si la actual época en la que vivimos nuestra adultez o vejez ya no nos perteneciera. "Nuestra época" se convirtió en algo del pasado. Cuando en realidad puede ser la época actual la de mayor creatividad y trascendencia. Este "nuestra época" asociado a la juventud, tal vez tenga que ver con que en esa etapa de nuestra vida es cuando tomamos conciencia de nosotros mismos como seres únicos, irrepetibles e irreversibles y formamos nuestra identidad. O tal vez sea una sobrevaloración de la juventud como eterna.

También existe otro tipo de tiempo que no tenemos muy en cuenta en nuestra vida cotidiana. Me refiero a lo que Einstein predijo hace casi 120 años, exactamente en 1905 en su teoría de la relatividad: la deformación del tiempo debido a las ondas gravitacionales, comprobadas hace muy poco tiempo, recién en el año 2015. Este descubrimiento le otorgó validez a su trabajo. Las primeras ondas gravitatorias se produjeron cuando dos agujeros negros chocaron entre sí. La colisión ocurrió hace 1,3 millones de años, pero las ondulaciones no llegaron a la Tierra hasta el año 2015.

Las ondas gravitacionales son ondas invisibles de gran velocidad que contraen y estiran cualquier cosa que se cruza en su camino. Se originan cuando los objetos se mueven a velocidades muy altas, por ejemplo cuando ocurre una explosión asimétrica de una supernova (explosión de una estrella), cuando dos estrellas grandes orbitan entre sí y cuando dos agujeros negros que orbitan entre sí, se fusionan.

La gravedad hace que los relojes atrasen. Un reloj en la superficie de la Tierra atrasa con respecto a un reloj en la Luna, ya que el campo gravitatorio en la superficie terrestre es mayor que el lunar. El tiempo pasa más despacio cuando más próximo te encuentres a la fuente de gravedad.

Se estima que el corazón, los vasos sanguíneos, los huesos y los músculos se deterioran diez veces más rápido en el espacio que mediante el envejecimiento natural en la Tierra.

El tiempo transcurre de forma más lenta cerca del suelo y más rápido cuanto más lejos del núcleo terrestre, como en la cima del Everest o en el espacio exterior. Dicho de otro modo, los relojes corren más rápido en altitudes más altas porque experimentan una fuerza gravitacional más débil.

Y si hablamos de los agujeros negros, cuanto más nos adentremos en alguno de ellos, más curvo se hará el espacio, hasta que, en el centro, se convertirá en infinitamente curvo. El espacio y el tiempo dejan de regirse por las leyes de la física, tal como las conocemos ya no son aplicables.

Si el espacio-tiempo como unidad es curvado, esto nos permitiría hacer viajes en el tiempo pero por ahora son solo especulaciones de la ciencia ficción. En todo caso solo podríamos ir hacia el pasado por ser algo que sucedió pero que tuviera vigencia actual y entonces no sería pasado sino presente y nunca podríamos ir hacia el futuro ya que el futuro aún no existe, es nada.

 

¿Por qué decimos que el tiempo es vida?

El tiempo es un elemento esencial del que está hecha la vida. Podríamos incluso afirmar que, más que la vida es sueño, que diría Calderón de la Barca, la vida es tiempo. Aquello a lo que dedicamos nuestro tiempo es en definitiva a lo que asignamos valor en nuestra vida.

Si bien la temporalidad humana se desarrolla según un ritmo cíclico, que repite una serie de alternancias: el día y la noche, el sueño y la vigilia, el descanso y el trabajo, es sincrónica con el tiempo cósmico, aunque la dimensión humana no lo pueda captar tan fácilmente.

Einstein también nos acercó el concepto de la relatividad, el tiempo varía según quien lo percibe, tiempo humorado y según dónde se encuentra ubicado, tiempo orientado, conceptos enunciados por Binswanger (1973).

Nuestra manera de vivir el tiempo (tiempo humorado) no altera en absoluto al tiempo cronológico.

Teniendo en cuenta lo hasta aquí expresado, podemos afirmar que el ser humano es un ser temporal que puede trascender justamente al tiempo. Realiza acciones que pueden permanecer por encima de su tiempo vital. Ejemplos de ello son la cultura, el arte, la ciencia, en definitiva, cualquier legado que cada ser humano pueda dejar para la posteridad. Son sus obras las que quedan dando trascendencia al tiempo de su existencia.

Ricœur (2008; Díez Fischer, 2018), nos hablaba de la disociación que hay entre el tiempo de la obra y el tiempo de la vida.

El ser humano tiene la capacidad de anticiparse al futuro, crea su propio proyecto de vida, se pone metas a cumplir que orientan sus elecciones, se adelanta a sí mismo en el tiempo, incluso hace proyectos para cuando ya no esté. Me refiero al ante futuro y al posfuturo del que nos hablara Ricoeur (Signorelli, 2011).

El futuro es el lugar hacia el que nos dirigimos con la esperanza de ver realizados esos proyectos. Pero esto puede convertirse en un desear ganar tiempo al tiempo, queremos ir cada vez más rápido, propio de nuestra sociedad de consumo.

Pero como la libertad es constitutiva de nuestra temporalidad, como nos movemos en el tiempo, siempre nos da tiempo para cambiar de rumbo o reafirmarnos en el que estamos.

Los humanos somos seres muy visuales y hasta lo que imaginamos lo hacemos con imágenes provenientes del campo perceptivo, pero el tiempo nos juega una mala pasada, es invisible, solo lo percibimos a través de indicios, vemos bebés y vemos ancianos e intuimos que ha pasado el tiempo, el bebé será un anciano en el futuro y el anciano ha sido un bebé en el pasado.

Decíamos que existe un tiempo medible con el reloj, esto significaría que es un invento del ser humano, si el ser humano no hubiese inventado el reloj, ¿acaso el tiempo no existiría? La naturaleza, el universo nos muestra que el tiempo cósmico es independiente del humano, no así su medición.

Cuando miramos al cielo todo lo que vemos es pasado debido a la velocidad de la luz. Solo tenemos ante nuestros ojos el pasado del universo y sin embargo, se nos aparece y lo sentimos como un cielo actual.

Un reloj no es el tiempo propiamente dicho sino un tiempo espacializado, un tiempo transformado en movimiento regular en el espacio (Klein, 2020). Así cuando un reloj se detiene, no se detiene el tiempo. ¿Podemos pensar entonces que el tiempo pasa? En realidad el tiempo siempre está, lo que pasa es la realidad.

Decimos el tiempo corre, el tiempo pasa, pero el tiempo ni corre, ni pasa, el tiempo simplemente está, lo que lo hace correr o pasar es la vivencia que tenemos del tiempo. Otra vivencia sobre el tiempo la da el tiempo vacío, que es el tiempo de la espera sin que nada ocurra entre el presente y el hecho esperado. Es el tiempo del aburrimiento. Es un tiempo que queremos llenar, a veces con pensamientos, a veces con lecturas. Ubiquémonos en la espera para el embarque, especialmente si viajamos solos. Esperar la cirugía de un ser querido es un esperar con ansiedad. Y cuando no tenemos nada para hacer entonces se nos ocurre por ejemplo matar al tiempo, hacer algo que nos distraiga de la espera.

La expresión "juventud, divino tesoro" es el deseo de perpetuidad, de un mundo atemporal. Pero en un mundo atemporal, tampoco podríamos ser jóvenes. Así podemos analizar muchas expresiones verbales que usamos cotidianamente y comprobaremos cuántas están referidas al tiempo.

 

Conclusión

Podemos afirmar que desde que el ser humano tuvo conciencia de sí, se preocupó por el tiempo. A pesar de ser un fenómeno invisible, está presente en cada momento de nuestras vidas, tanto es así que podemos decir que nuestra vida es tiempo. Tiempo que amalgama los tres tiempos: pasado, presente y futuro, de los cuales no nos podemos desprender. Estamos atrapados en nuestro tiempo pero también es posibilidad de trascenderlo. Queda para el lector el análisis de su propia manera de vivir el tiempo.

 

Referencias

Augé, M. (2015). ¿Qué pasó con la confianza en el futuro? Siglo XXI.

Binswanger, L. (1973). Artículos y conferencias escogidas. Gredós.

Díez Fischer, F. (2018). El tiempo según Paul Ricoeur. Escritos, 26 (57), 283-318.

Dorr, O. (1996). Espacio y tiempo vividos. Universitaria.

Heidegger, M. (1974). El ser y el tiempo. Fondo de Cultura Económica.

Klein, E. (2020). El tiempo (¿pasa?). Capital Intelectual.

Minkowski, E. (1973). El tiempo vivido. Fondo de Cultura Económica.

Ricoeur, P. (2008). Vivo hasta la muerte. Fondo de Cultura Económica.

Rispo, P. (2001). Por las ramas de la existencia. Fundación CAPAC.

Signorelli, S. (2011). No me olvides. La muerte para el más acá. Fundación CAPAC.

 

 
10ma Edición - Junio 2023
 
 
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