¿Qué
es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si
quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé.
San
Agustín
Introducción
Alguna
vez, el ser humano, allá por la pre-historia, descubrió
la influencia del tiempo en su vida. Desde allí ha sido tema
de cuestionamiento de filósofos, psicólogos,
antropólogos, historiadores y toda persona que se pregunta por
su existencia.
Los
antiguos griegos nos brindaron tres versiones del tiempo a través
de sus dioses: Cronos; referido al tiempo cronológico, Kairós:
referido al tiempo de la oportunidad y Aión, referido al
tiempo circular.
Los
existencialistas y el tiempo
Los
existencialistas le dieron gran importancia a esta dimensión
de la existencia: la temporalidad. Según Heidegger (1974), la
temporalidad es
una unidad en la cual el pasado, el presente y el futuro no son
momentos diferentes, sino que se encuentran como éxtasis, los
llamó éxtasis temporales (salidas de sí mismo)
que están esencialmente entrelazados.
El pasado corresponde al haber sido, el futuro a lo que está
por venir y el presente a lo presente propiamente dicho donde se
enlazan los tres tiempos.
También
nos dirá que la temporalidad es un existenciario porque
corresponde a la estructura ontológica de la existencia. Es
uno de los elementos constitutivos del Dasein.
Si
el tiempo es un elemento constitutivo del ser, esto quiere decir que
nuestro ser es un ser posible, nunca terminado, siempre es no siendo
aún algo. Solo la muerte lo detiene. Por eso decimos que
mientras vivimos, somos siendo, lo cual reafirma la idea de la
sucesión a la cual hacía referencia Minkowski (1973).
El
ser humano es inseparable del tiempo y del espacio. Por lo tanto
expresamos que el ser temporaliza, crea su propio tiempo, como su
espacio. Temporalizar es ir estructurando la propia temporalidad.
Minkowski
(1973) también se refirió al tiempo y expresó:
es
el devenir que se reconoce como un tiempo
que fluye, que pasa, que huye de un modo inevitable, pero también
que avanza, que progresa, que va hacia un futuro indefinible e
inasible.
Lo
curioso del tiempo es que solo vivimos en el presente, que cobra
significación por nuestro pasado y nos dirigimos a un futuro
que nunca llega, está siempre delante de nosotros, porque
cuando un hecho esperado ocurre ya no es futuro sino presente e
inmediatamente pasado. Por eso Pablo Rispo (2001) decía que el
pasado es un futuro que dejó de serlo.
El
pasado ha pasado, por lo tanto ya no existe, el futuro no existe
todavía, el presente, por lo tanto, se encuentra entre dos
nadas y se nos va como agua entre las manos, por lo cual es otra
nada.
Cuando
hacemos planes sobre lo que queremos realizar en nuestra vida,
generalmente el tiempo que imaginamos para que las cosas sucedan es
un tiempo lineal. Pero hay otros tipos de tiempos en los que nos
vemos sumergidos. Me refiero al tiempo vivencial o humorado del cual
nos hablara Binswanger (1973). Él lo distinguió del
tiempo orientado que es un tiempo medible, es el tiempo que marca el
reloj.
El
tiempo humorado nos muestra que vivimos al tiempo de distintas
maneras, sentimos que corre o que está detenido, que va lento
o rápido según sea lo que esperemos que suceda o debido
a lo que nos sugiere una grata o ingrata compañía. Es
un tiempo con un pésimo
cronómetro
(Klein, 2020). A veces podemos percibirnos a nosotros mismos o a
otros, como viviendo en otro tiempo, esto se ve mucho en las parejas
o en las diferencias generacionales entre hijos, padres y abuelos.
Son todos tiempos vivenciales que no se pueden medir. También
varían de acuerdo a las distintas etapas de la vida.
La
psicopatología asimismo nos muestra otras vivencias del
tiempo, así vemos que
el depresivo está anclado en el pasado, el ansioso en el
futuro y el psicopático vive el hoy. Todavía hay otros
que viven en un eterno hoy, son aquellos que no pueden futurizar, que
no arman futuro, tal vez, lo podamos pensar como un gran miedo a la
responsabilidad, al compromiso y por qué no, a la muerte. Son
aquellos que no se reciben nunca de ninguna carrera, que tienen
parejas eternas en las cuales no pueden avanzar. Son los perpetuos
jóvenes hasta en los gustos y vestimentas.
El
famoso "vive el ahora", que se usa en nuestros tiempos,
no es más que una huida del futuro. Si no tenemos futuro, no
construimos proyectos, pero aunque no lo hagamos ese futuro temido
llegará, la juventud se habrá ido y moriremos. Esta
acentuación de vivir el presente ¿se ha convertido en
una desconfianza en el futuro? (Augé, 2015) ¿Qué
podemos esperar hoy de nuestro futuro? Al cual evidentemente no
queremos mirar.
Si
nos basamos en el "carpe diem" en una de sus acepciones,
podemos asimilarlo a no dejar pasar el tiempo, porque cada presente
es una oportunidad. Es una invitación a aprovechar el presente
en intensidad y no en vacuidad.
Desde
el punto de vista existencial podemos decir que el tiempo fundamental
del existente es el futuro hacia el cual nos dirigimos y creamos, con
sus múltiples posibilidades, desde un presente concreto y con
el bagaje del pasado, construimos futuro en el hoy.
Hay
otro tipo de tiempo particular que lo llamo Tiempo Social,
corresponde a la época en la que vivimos con nuestros
contemporáneos, nos corresponde un período histórico
común, en el cual estamos inmersos formando parte de él.
Pensamos y actuamos como seres del siglo XX y XXI y no como seres del
siglo IV, esto nos sería imposible como también lo
sería como seres del siglo XXX. Este tiempo social nos atrapa,
nos muestra nuestras limitaciones temporales. La época tiene
principio y fin difusos. Dentro de la época en la que vivimos
y cuando ya tenemos unos cuántos años, solemos hablar
de "nuestra época" cuando nos referimos a la
juventud como si la actual época en la que vivimos nuestra
adultez o vejez ya no nos perteneciera. "Nuestra época"
se convirtió en algo del pasado. Cuando en realidad puede ser
la época actual la de mayor creatividad y trascendencia. Este
"nuestra época" asociado a la juventud, tal vez
tenga que ver con que en esa etapa de nuestra vida es cuando tomamos
conciencia de nosotros mismos como seres únicos, irrepetibles
e irreversibles y formamos nuestra identidad. O tal vez sea una
sobrevaloración de la juventud como eterna.
También
existe otro tipo de tiempo que no tenemos muy en cuenta en nuestra
vida cotidiana. Me refiero a lo que Einstein predijo hace casi 120
años, exactamente en 1905 en su teoría de la
relatividad: la deformación del tiempo debido a las ondas
gravitacionales, comprobadas hace muy poco tiempo, recién en
el año 2015. Este descubrimiento le otorgó validez a su
trabajo. Las
primeras ondas gravitatorias se produjeron cuando dos agujeros negros
chocaron entre sí. La colisión ocurrió hace 1,3
millones de años, pero las ondulaciones no llegaron a la
Tierra hasta el año 2015.
Las
ondas gravitacionales son ondas invisibles de gran velocidad que
contraen y estiran cualquier cosa que se cruza en su camino. Se
originan cuando los objetos se mueven a velocidades muy altas, por
ejemplo cuando ocurre una explosión asimétrica de una
supernova (explosión de una estrella), cuando dos estrellas
grandes orbitan entre sí y cuando dos agujeros negros que
orbitan entre sí, se fusionan.
La
gravedad hace que los relojes atrasen. Un reloj en la superficie de
la Tierra atrasa con respecto a un reloj en la Luna, ya que el campo
gravitatorio en la superficie terrestre es mayor que el lunar.
El tiempo
pasa más despacio
cuando más próximo
te encuentres a la fuente de gravedad.
Se
estima que el corazón, los vasos sanguíneos, los huesos
y los músculos se deterioran diez veces más rápido
en el espacio que
mediante el envejecimiento natural en la Tierra.
El
tiempo transcurre de forma más lenta cerca
del suelo y
más rápido cuanto más lejos del núcleo
terrestre, como en la cima del Everest o en el espacio exterior.
Dicho de otro modo, los relojes corren más rápido en
altitudes más altas porque experimentan una fuerza
gravitacional más débil.
Y
si hablamos de los agujeros negros, cuanto más nos adentremos
en alguno de ellos, más curvo se hará el espacio,
hasta que, en el centro, se convertirá en infinitamente curvo.
El espacio y el tiempo dejan de regirse por las leyes de la física,
tal como las conocemos ya no son aplicables.
Si
el espacio-tiempo como unidad es curvado, esto nos permitiría
hacer viajes en el tiempo pero por ahora son solo especulaciones de
la ciencia ficción. En todo caso solo podríamos ir
hacia el pasado por ser algo que sucedió pero que tuviera
vigencia actual y entonces no sería pasado sino presente y
nunca podríamos ir hacia el futuro ya que el futuro aún
no existe, es nada.
¿Por
qué decimos que el tiempo es vida?
El tiempo es
un elemento esencial del que está hecha la vida.
Podríamos incluso afirmar que, más que la vida es
sueño, que diría Calderón de la Barca, la vida
es tiempo.
Aquello a lo que dedicamos nuestro tiempo es
en definitiva a lo que asignamos valor en nuestra vida.
Si
bien la temporalidad humana se
desarrolla según un ritmo cíclico, que repite una serie
de alternancias: el día y la noche, el sueño y la
vigilia, el descanso y el trabajo, es sincrónica con el tiempo
cósmico, aunque la dimensión humana no lo pueda captar
tan fácilmente.
Einstein
también nos acercó el concepto de la relatividad, el
tiempo varía según quien lo percibe, tiempo humorado y
según dónde se encuentra ubicado, tiempo orientado,
conceptos enunciados por Binswanger (1973).
Nuestra
manera de vivir el tiempo (tiempo humorado) no altera en absoluto al
tiempo cronológico.
Teniendo
en cuenta lo hasta aquí expresado, podemos afirmar que el ser
humano es un ser temporal que puede trascender justamente al tiempo.
Realiza acciones que pueden permanecer por encima de su tiempo vital.
Ejemplos de ello son la cultura, el arte, la ciencia, en definitiva,
cualquier legado que cada ser humano pueda dejar para la posteridad.
Son sus obras las que quedan dando trascendencia al tiempo de su
existencia.
Ricœur
(2008; Díez Fischer, 2018), nos hablaba de la disociación
que hay entre el tiempo de la obra y el tiempo de la vida.
El
ser humano tiene la capacidad de anticiparse al futuro, crea su
propio proyecto de vida, se pone metas a cumplir que orientan sus
elecciones, se adelanta a sí mismo en el tiempo, incluso hace
proyectos para cuando ya no esté. Me refiero al ante futuro y
al posfuturo del que nos hablara Ricoeur (Signorelli, 2011).
El
futuro es el lugar hacia el que nos dirigimos con la esperanza de ver
realizados esos proyectos. Pero esto puede convertirse en un desear
ganar tiempo al tiempo, queremos ir cada vez más rápido,
propio de nuestra sociedad de consumo.
Pero
como la libertad es constitutiva de nuestra temporalidad, como nos
movemos en el tiempo, siempre nos da tiempo para cambiar de rumbo o
reafirmarnos en el que estamos.
Los
humanos somos seres muy visuales y hasta lo que imaginamos lo hacemos
con imágenes provenientes del campo perceptivo, pero el tiempo
nos juega una mala pasada, es invisible, solo lo percibimos a través
de indicios, vemos bebés y vemos ancianos e intuimos que ha
pasado el tiempo, el bebé será un anciano en el futuro
y el anciano ha sido un bebé en el pasado.
Decíamos
que existe un tiempo medible con el reloj, esto significaría
que es un invento del ser humano, si el ser humano no hubiese
inventado el reloj, ¿acaso el tiempo no existiría? La
naturaleza, el universo nos muestra que el tiempo cósmico es
independiente del humano, no así su medición.
Cuando
miramos al cielo todo lo que vemos es pasado debido a la velocidad de
la luz. Solo tenemos ante nuestros ojos el pasado del universo y sin
embargo, se nos aparece y lo sentimos como un cielo actual.
Un
reloj no es el tiempo propiamente dicho sino un tiempo espacializado,
un tiempo transformado en movimiento regular en el espacio (Klein,
2020). Así cuando un reloj se detiene, no se detiene el
tiempo. ¿Podemos pensar entonces que el tiempo pasa? En
realidad el tiempo siempre está, lo que pasa es la realidad.
Decimos
el tiempo corre, el tiempo pasa, pero el tiempo ni corre, ni pasa, el
tiempo simplemente está, lo que lo hace correr o pasar es la
vivencia que tenemos del tiempo. Otra vivencia sobre el tiempo la da
el tiempo vacío, que es el tiempo de la espera sin que nada
ocurra entre el presente y el hecho esperado. Es el tiempo del
aburrimiento. Es un tiempo que queremos llenar, a veces con
pensamientos, a veces con lecturas. Ubiquémonos en la espera
para el embarque, especialmente si viajamos solos. Esperar la cirugía
de un ser querido es un esperar con ansiedad. Y cuando no tenemos
nada para hacer entonces se nos ocurre por ejemplo matar al tiempo,
hacer algo que nos distraiga de la espera.
La
expresión "juventud, divino tesoro" es el deseo de
perpetuidad, de un mundo atemporal. Pero en un mundo atemporal,
tampoco podríamos ser jóvenes. Así podemos
analizar muchas expresiones verbales que usamos cotidianamente y
comprobaremos cuántas están referidas al tiempo.
Conclusión
Podemos
afirmar que desde que el ser humano tuvo conciencia de sí, se
preocupó por el tiempo. A pesar de ser un fenómeno
invisible, está presente en cada momento de nuestras vidas,
tanto es así que podemos decir que nuestra vida es tiempo.
Tiempo que amalgama los tres tiempos: pasado, presente y futuro, de
los cuales no nos podemos desprender. Estamos atrapados en nuestro
tiempo pero también es posibilidad de trascenderlo. Queda para
el lector el análisis de su propia manera de vivir el tiempo.
Referencias
Augé,
M. (2015). ¿Qué
pasó con la confianza en el futuro? Siglo
XXI.
Binswanger,
L. (1973). Artículos
y conferencias escogidas.
Gredós.
Díez
Fischer, F. (2018). El tiempo según Paul Ricoeur. Escritos,
26 (57), 283-318.
Dorr,
O. (1996). Espacio y tiempo vividos. Universitaria.
Heidegger,
M. (1974). El ser y el tiempo. Fondo de Cultura
Económica.
Klein,
E. (2020). El
tiempo (¿pasa?).
Capital
Intelectual.
Minkowski,
E. (1973). El
tiempo vivido.
Fondo de Cultura Económica.
Ricoeur,
P. (2008). Vivo
hasta la muerte.
Fondo de Cultura Económica.
Rispo,
P. (2001). Por
las ramas de la existencia.
Fundación CAPAC.
Signorelli,
S. (2011). No
me olvides. La muerte para el más acá.
Fundación CAPAC.