Introducción
Los
trastornos de ansiedad representan el motivo de consulta más
frecuente en el ámbito de la salud mental. De acuerdo con la
Organización Mundial de la Salud (OMS) el
porcentaje
de
prevalencia
anual
oscila
entre
el
2,4%
y
el
18,2%.
Quienes
se ven afectados experimentan
un
deterioro
significativo
en
la calidad de vida con un impacto notable en diversas áreas:
laboral, académica y de relaciones interpersonales.
El
objetivo de este trabajo es brindar información científicamente
validada respecto al Trastorno de Ansiedad Social (TAS), sus
principales características, su sintomatología,
diagnóstico y los tratamientos
disponibles
en la actualidad.
¿Qué
es
la
ansiedad?
La
ansiedad es una emoción automática frecuente en los
seres humanos que nos prepara para enfrentarnos a
alguna
amenaza.
Se
trata
de
una respuesta adaptativa frente a determinadas situaciones que tiene
como
finalidad evitar el peligro y
preservar
la
vida.
En
estos
casos
podemos
hablar de ansiedad funcional (por
ej.,
ante
un
intento
de
asalto,
la
presencia
de un animal potencialmente peligroso,
u
observar signos de fuego en un lugar cerrado podemos experimentar
ansiedad).
En
otras ocasiones, la ansiedad se desencadena en ausencia de un peligro
real, es decir que su aparición no se encuentra justificada
por los hechos, ni resulta efectiva para alcanzar metas personales.
Es
un sistema de respuesta complejo que involucra aspectos cognitivos,
afectivos, fisiológicos y
comportamentales,
que
se
activa
cuando
un
evento
es considerado como altamente aversivo porque es experimentado como
impredecible, incontrolable y representa una amenaza potencial frente
a los intereses vitales de un individuo.
Frecuentemente,
las personas refieren miedo intenso que no desaparece a pesar
de los intentos que realizan para reducirlo; éste
paradojalmente tiende a aparecer con mayor frecuencia e intensidad a
lo largo
del
tiempo.
En
estos
casos,
es
preciso
llamarla
ansiedad
disfuncional
o
desadaptativa.
La
ansiedad disfuncional se manifiesta en distintos trastornos
psicológicos, entre los que se encuentran los ataques de
pánico, la agorafobia, las fobias específicas, el
trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de estrés
agudo o postraumático, el trastorno obsesivo compulsivo, la
ansiedad social, etcétera.
¿En
qué
consiste
el
trastorno
de
ansiedad
social
(TAS)?
La
ansiedad
social
es
una
emoción
normal
de
carácter
adaptativo
que
solemos experimentar en situaciones sociales nuevas o importantes
para nosotros, en las que solemos dudar en torno a nuestra actuación
y el modo en que somos percibidos por los demás (por ej.
conocer a alguien o tener una entrevista laboral).
Cuando
en contextos sociales la ansiedad alcanza niveles elevados genera la
aparición inmediata de intenso malestar, así como el
impulso de evitar las situaciones que la generan. Cuando esto sucede
y las emociones, lejos de ser adaptativas, se tornan
incapacitantes,
hablamos
de
Trastorno
de
Ansiedad Social (TAS).
Podemos
describirla como la manifestación de miedos disfuncionales y
desproporcionados surgidos en situaciones interpersonales, tales como
hablar con desconocidos, hablar o leer en público, tener una
primera cita, hablar con personas de autoridad, asistir a reuniones,
etcétera.
Según
el manual diagnóstico utilizado por los profesionales en salud
mental DSM- 5, el Trastorno de Ansiedad Social (TAS) se clasifica
dentro de los trastornos de ansiedad y se caracteriza por la
"presencia de ansiedad significativa, como respuesta a
ciertas
situaciones
sociales
o
actuaciones
en
público del propio individuo, lo que suele dar lugar a
comportamientos de evitación" (APA, 2002: 477).
Después
de la depresión y el consumo de alcohol, se trata del tercer
trastorno psicológico más frecuente en
las
sociedades
occidentales
(García,
2013).
¿Cuáles
son
los
síntomas
del
TAS?
Las
manifestaciones
del TAS se pueden agrupar en cuatro sistemas
de
respuestas interrelacionados:
Sistema
Emocional:
Las
emociones
que
aparecen
con
mayor
frecuencia e intensidad son:
-Ansiedad
-Vergüenza
-Miedo
-Tristeza
-Culpa
-Enojo
-Sentimientos
de
inferioridad,
inutilidad
y
fracaso.
Sistema
cognitivo: La
ansiedad desencadenada por la evaluación negativa
y
también
positiva
que
pueden
tener
las
personas
sobre
nosotros
o
nuestras conductas hace que la atención se dirija hacia
aspectos que consideramos negativos de nosotros mismos y a aquello
potencialmente peligroso de la situación. De este modo,
comienzan a surgir pensamientos anticipatorios de todo lo que
podríamos hacer mal o salir mal, por ejemplo:
"Se
van
a
dar
cuenta
que
estoy
nervioso"
"No
puedo
equivocarme"
"Va
a
pensar
que
tengo
una
enfermedad
mental"
Además,
emergen recuerdos, imágenes y pensamientos de situaciones
previas en las que experimentamos mucho malestar que nos motivan a
escapar o evitar la situación. También se presentan
cambios en nuestra atención. Por ejemplo, luego de una
exposición social o interpersonal, revisamos cómo
actuamos detalladamente y la atención se focaliza únicamente
en eso que, según nuestra percepción, salió mal,
descartando o minimizando nuestras respuestas que sí fueron
efectivas.
"¿Cómo
pude
haber
dicho
eso?"
"Quedé
como
un
tonto"
"Se
notaba
el
temblor
de
mi
voz"
Por
último, cabe destacar que la mayoría de las personas
con TAS presentan un alto nivel de autocrítica, entendiendo a
la misma como un proceso caracterizado por una autoevaluación
hostil donde se hacen presente pensamientos, imágenes
y
recuerdos
que
suelen
activarse
cuando
las personas sienten que han fracasado
en
tareas
importantes,
o
si
las
cosas
van mal (o de la nada). La autocrítica se centra algunas veces
en lo que hacemos y otras en lo que somos y podemos.
Algunos
de
ellos
son:
"Arruino
todo
lo
que
es
importante
para
mí"
"No
puedo
creer
que
hice/dije
eso"
"Si
supieran
realmente
como
soy
me
rechazarían"
Sistema
fisiológico: Algunas
de las sensaciones físicas que podemos experimentar en
contextos que impliquen la interacción con otros son:
-Sudoración
-Temblor
-Ruborización
facial
-Aceleración
cardíaca
y
respiratoria
Sistema
conductual: Este
nivel corresponde a todos aquellos componentes observables de la
conducta, los cuales incluyen la expresión facial, los
movimientos corporales y la adopción de diferentes posturas.
En
lo que refiere al TAS, los síntomas
más
comunes
a
este
nivel
están
ligados a respuestas de escape o huida
y
de
evitación,
así
como
la
adopción
de medidas excesivas de seguridad, por ejemplo:
-No
asistir
a
reuniones
sociales
-No
invitar
a
salir
a
alguien
que
nos
resulta
atractivo
-Evitar
mirar
a
los
ojos
-Hablar
en
un
tono
de
voz
bajo
-No
participar
en
interacciones
sociales.
-Sobre
prepararse
antes
de
hablar
en
público
o
rendir
un
examen
-Consumir
sustancias
¿Cuáles
son las consecuencias del TAS en la vida de las personas?
Tal
como hemos mencionado, una de las manifestaciones conductuales del
TAS es la evitación.
La
presencia sistemática de la evitación impacta de manera
significativa en el
funcionamiento
adaptativo,
observándose:
-Disminución
del
bienestar
y
la
calidad
de
vida.
-Disminución
de
las
actividades
de
ocio.
-Deterioro
en
las
relaciones
interpersonales.
-Impacto
negativo
en
el área
laboral,
educativo
y
nivel
económico llevando a incrementar los índices de
dependencia.
Es
preciso considerar que la ansiedad social puede llegar a
constituir
un trastorno mental grave, capaz de tener efectos negativos
sostenidos en la vida cotidiana y en la satisfacción social de
los individuos.
¿Cómo
se
diagnostica
el
TAS?
El
diagnóstico debe ser realizado exclusivamente por
profesionales
de
salud mental, específicamente por un Psicólogo
clínico o Psiquiatra. La evaluación tiene como objetivo
identificar la presencia de sintomatología y como ésta
interfiere en las distintas áreas vitales generando
sufrimiento.
La
última versión del DSM recomienda seguir los siguientes
criterios diagnósticos (APA, 2015):
-La
presencia de miedo o ansiedad intensa en una o más situaciones
sociales en las que la persona se encuentra expuesta a un posible
examen por parte de los demás;
-La
presencia de miedo a actuar de cierta manera que pueda
ser
valorada negativamente por los demás;
-La
tendencia a que las situaciones sociales en general provoquen miedo o
ansiedad;
-La
evitación
a
situaciones
sociales
por
miedo
o
ansiedad;
-La
desproporción
del
miedo
frente
a
la
amenaza
real
planteada
por la situación social que lo provoca;
-La
persistencia (de seis o más meses) del miedo o la ansiedad
frente a determinadas situaciones sociales;
-El
deterioro social, laboral o en otras áreas importantes del
funcionamiento a causa del miedo o la ansiedad;
-La
imposibilidad de atribuir el miedo,
la
ansiedad
y
la
evitación
a los efectos fisiológicos de
una
sustancia,
como
pueden
ser
las
drogas
o
los
medicamentos, ni a ninguna otra afección médica;
-La
imposibilidad de
explicar
el
miedo,
la
ansiedad
y
la
evitación
mejor por los síntomas de otro trastorno metal;
Por
lo tanto, ante la presencia de síntomas asociados al TAS,
resulta conveniente realizar un diagnóstico adecuado para el
desarrollo de un ulterior tratamiento.
Tratamientos
A
pesar del malestar y el deterioro social a muchas personas
les
resulta difícil acceder al tratamiento adecuado. Esto puede
estar relacionado con distintas variables, como por ejemplo:
dificultades socioeconómicas, desconocimiento de
tratamientos eficaces disponibles, o
el
mismo
miedo
a
la
evaluación
negativa que obstaculiza también la búsqueda de ayuda
profesional.
Numerosas
investigaciones ponen de manifiesto que existen varios tipos de
tratamientos eficaces para el TAS. Los tratamientos
psicoterapéuticos y los farmacológicos son los más
frecuentes.
Dentro
de los primeros se encuentra la terapia cognitivo conductual (TCC),
que suele considerarse el tratamiento más eficiente para
el TAS (Gordon et. al., 2014). Este enfoque, en formato individual o
grupal, ha mostrado beneficios en los pacientes con TAS
(Lambert y Oagles, 2004).
Si
bien un número considerable de pacientes se benefician
de estas intervenciones, hay otro grupo no menor que no obtiene los
mismos resultados. Esto generó el desarrollo de nuevos
abordajes igualmente eficaces, tales como la Terapia Cognitiva
basada en mindfulness
(MBCT)
y
la
terapia de aceptación y compromiso (ACT), entre otros.
Una
vez iniciado el tratamiento, lo primero que se trabajará es el
establecimiento de metas realistas y concretas en relación
a
las interacciones sociales.
Frecuentemente
dentro
del
abordaje
del
TAS,
se
incluye:
Psicoeducación:
Proceso
sistemático en el cual el terapeuta brinda información
científica de manera clara y sencilla que le permite al
paciente comprender todo lo relativo a la ansiedad en general y el
TAS en particular.
Este
proceso es clave en el tratamiento y requiere una participación
activa por parte del paciente.
Trabajo
cognitivo:
En
esta etapa se trabaja por medio de ejercicios experienciales en el
aprendizaje de recursos que le permitan al paciente poder observar y
tomar distancia de sus pensamientos más frecuentes y
disfuncionales que mantienen el TAS.
Exposición:
Procedimiento
terapéutico central dentro del tratamiento, que ha demostrado
ser altamente eficaz para el abordaje de los trastornos de
ansiedad.
Frente
a situaciones, pensamientos, emociones, sensaciones y/o recuerdos
desagradables
tenemos
la
tendencia
a
escapar
o
intentar
evitar
el
malestar, pero muchas veces esto puede tener un costo muy alto para
nuestra calidad de vida. La exposición consiste en impedir el
escape o evitación de determinadas situaciones o experiencias
mediante distintas técnicas y de forma planificada entre
el paciente y el profesional tratante. Existe la exposición en
vivo, imaginaria, a las sensaciones, etcétera.
Entrenamiento
en habilidades sociales:
Generalmente las personas que llevan mucho tiempo evitando
determinadas situaciones sociales, ven afectada
su
capacidad
de
comportarse
de
manera
efectiva,
es
decir,
de
poder lograr objetivos personales tales como hacer un pedido, poder
decir que no, demostrar interés, etcétera.
La
meta
del
entrenamiento
es
aprender
y
fortalecer
conductas
sociales que luego serán puestas en marcha en la vida
cotidiana.
Las
dimensiones generalmente afectadas en
el
TAS
y
sobre
las
cuales
se trabaja son:
-Interacción
con
desconocidos.
-Interacción
con
personas
que
nos
resulten
atractivas.
-Expresión
asertiva
de
molestia,
desagrado
y
enojo.
-Quedar
en
evidencia/hacer
el
ridículo.
-Hablar
en
público/personas
de
autoridad.
Entrenamiento
atencional:
Estará
al servicio de aprender a
centrar
la
atención en la experiencia presente y de esta manera anclarnos
a lo que está sucediendo aquí y ahora.
Permite
etiquetar las emociones que experimentamos y facilita el
reconocimiento de los
pensamientos,
opiniones
y
creencias
sin
confundirlos
con hechos reales.
Técnicas
de relajación:
En
muchos casos es necesario incluir dentro del tratamiento el
aprendizaje de habilidades o técnicas que faciliten la
regulación de nuestras emociones
a
niveles tolerables.
Por
ejemplo, respiración diafragmática.
Reconocimiento
de
valores:
El
trabajo con valores consiste en reconocer, distinguir y entrar en
contacto con lo que es importante y significativo para cada
persona, con el fin de promover los cambios necesarios para que
la
vida
tenga
sentido
y
propósito.
Esto
se
puede
realizar
por medio de conversaciones, ejercicios experienciales y
cuestionarios.
Aceptación:
En
este punto se entrena la habilidad de
darles
lugar
a
las emociones, pensamientos, recuerdos y sensaciones
tal
como son, sin intentar evitarlas o escapar de ellas ni de las
situaciones que puedan desencadenarlas.
A
modo
de
síntesis
El
trastorno de ansiedad social (TAS)
suele
aparecer en la adolescencia o principios de la adultez. Su curso es
variable, esto significa que mientras en algunos casos puede
ser crónico, en otros pueden reducirse los síntomas o
desaparecer sin tratamiento. De todos modos, en todos los casos los
resultados serán mejores abordando un tratamiento
psicoterapéutico y eventualmente farmacológico.
Las
personas necesitan ser entendidas, acompañadas y validadas en
este proceso. Existen psicoterapias basadas en evidencia empírica,
como
las terapias cognitivo conductuales o contextuales,
en
formatos individuales o grupales, que pueden ayudar a los que sufren
este trastorno para
desarrollar
una
vida
plena.
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