Introducción
Tanto
las intervenciones médicas como el desarrollo de los abordajes
psicoterapéuticos en el campo de la reproducción humana
asistida se han enfocado en el asesoramiento, acompañamiento y
la adaptación psicológica de los y las usuarios/as con
una atención centrada en las emociones despertadas ante
diagnósticos y terapéuticas médicas, así
como por el desgaste emocional y las implicancias anímicas
propias de estos tránsitos.
El
enfoque en la búsqueda por el resultado exitoso de los
tratamientos de reproducción humana asistida y la concreción
del deseo de hijo/a que motoriza y sostiene dichos tratamientos se
correlaciona con un menor desarrollo de estudios y, por lo tanto,
menos estrategias de abordaje para la atención
psicoterapéutica específica y efectiva a los y las
pacientes que no tienen hijos post tratamientos.
El
encuadre psicoterapéutico y el acompañamiento
psicológico en la transición hacia una vida sin
hijos/as, luego de haber atravesado uno o varios tratamientos de
reproducción humana asistida, se presenta con características
propias y diferentes a otros duelos que se atraviesan en los
recorridos por el campo de la reproducción humana asistida y
que se encuentran más ampliamente descriptos.
Describir
una fenomenología clínica, que tiene la especificidad
del duelo por la no-maternidad luego de tratamientos y sus
características, así como delinear posibles estrategias
de intervención basadas en recomendaciones recopiladas de la
bibliografía actual, es el objetivo del presente artículo.
El
éxito de los tratamientos y las expectativas sociales
El
enfoque en la búsqueda por el resultado exitoso de los
tratamientos de reproducción humana asistida y la concreción
del deseo de hijo/a que motoriza y sostiene dichos tratamientos tiene
un menor desarrollo de investigación y, por ende, menos
estrategias de abordaje para la atención psicoterapéutica
específica y efectiva a los y las pacientes que no tienen
hijos post tratamientos.
La
medida global estándar de los resultados en los tratamientos
es la tasa acumulativa de nacidos vivos sanos por paciente o por
ciclo, es decir que aquellos que terminan sus tratamientos con un
bebé sano en brazos se consideran exitosos (Mertens, 2023).
Esto
supone un sesgo resultadista de los procesos, que se ha instalado
tanto en los encuadres y discursos médicos como así
también en las representaciones sociales con sus consecuentes
impactos subjetivos. Las personas que acuden a tratamientos de
reproducción humana asistida, luego de haber recibido un
diagnóstico que dificulta su capacidad reproductiva, o que sin
diagnóstico se enfrentan a desafíos, lo hacen con el
objetivo de lograr concretar el deseo de hijos/as genéticamente
y/o gestacionalmente vinculados, pero también de aliviar el
malestar que se desplegó a partir de la imposibilidad. En el
caso de las personas que logran el embarazo y el posterior nacimiento
de un bebé, se ha reportado mayor bienestar general. Sin
embargo, los tratamientos infructuosos no tienen por qué estar
asociados con un resultado negativo para el bienestar general de los
sujetos (Gameiro, 2014).
Debido
a la utilización de un lenguaje anclado en el resultado, el
éxito y la lucha, haberse liberado del sufrimiento, generando
nuevos recursos internos y aprendizajes, son aspectos que también
podrían ser considerados ganancias, pero que actualmente no lo
son.
La
creencia de que un hijo/a en brazos es todo lo que se necesita para
alcanzar la felicidad es un constructo social estrechamente
relacionado con las expectativas y mandatos sobre la vida adulta, la
trascendencia productiva y reproductiva.
Es
por ello que la vida sin hijos es aún un recorrido que,
principalmente para las mujeres, está estigmatizado, juzgado y
estereotipado. Las mujeres suelen ser catalogadas como insensibles,
egoístas, irresponsables y amenazantes por encontrarse por
fuera de una poderosa norma social imperante (Agrillo, 2008).
En
este sentido, las personas que se encuentran con la vida sin hijos
luego de haberlo deseado e intentado no deberían esperar las
mismas miradas que aquellos que la eligieron, pero la valoración
global de la parentalidad también las afecta, principalmente
en el posicionamiento sacrificial ligado a lo materno, que se puede
encontrar en la dificultad para hacer un alto en los tratamientos
(Abramov, 2022), construir sus propios límites o interrumpir
nuevos intentos, adhiriendo a la insistencia de explorar todas las
opciones posibles hasta el final, como la forma de habitar estos
recorridos.
Fin
de tratamiento y desgaste emocional
Tanto
las intervenciones médicas como el desarrollo de los abordajes
psicoterapéuticos en el campo de la reproducción humana
asistida se han enfocado en el asesoramiento, acompañamiento y
la adaptación psicológica de los y las usuarios/as con
una atención centrada en las emociones despertadas ante los
diagnósticos y las terapéuticas médicas, así
como un énfasis puesto en el desgaste emocional y las
implicancias anímicas propias de estos tránsitos.
Diversos
estudios dan cuenta de que el abordaje y acompañamiento
psicológico trae alivio en las personas que inician una vida
sin hijos luego de tratamientos médicos (Gameiro, 2014) y que
deciden el fin de su acceso a la parentalidad. Sin embargo, por
diversos motivos, dichas intervenciones suelen encontrarse por fuera
de las recomendaciones habituales o solo se hacen presente cuando
"todo lo demás falla" (Mertens, 2023).
De
las recomendaciones basadas en evidencia y pautadas por la European
Society of Human Reproduction and Embryology (ESHRE)
para la atención psicológica protocolizada en
infertilidad y reproducción asistida, sólo el 8% de
ellas se centra en dar soporte a quienes vivencian fin de
tratamientos sin hijos (Gameiro et al., 2015).
Las
principales guías internacionales sostienen que dispensar
apoyo emocional en las diferentes tomas de decisiones a lo largo de
los tratamientos de reproducción médicamente asistidos
es altamente necesario (Guerra, 2009); y principalmente cuando hay
que afrontar la decisión de dar fin a los mismos. Sin embargo,
pese a dicha recomendación, encontramos poco desarrollo sobre
el estudio de predictores o de necesidades específicas de los
pacientes luego de tratamientos de fertilidad no "exitosos",
así como de instrumentos para evaluar e identificar aspectos
psicosociales de esta población (ESHRE, 2015).
Una
población que, según los últimos datos brindados
por la Society for Assisted Reproductive Technology durante el año
2019,
en
los Estados Unidos, ascendía al 49% de usuarias de FIV que no
logró un nacimiento vivo (36,3% en mujeres menores de 35 años
y el 93% en mujeres mayores de 42 años) después de un
promedio de 4 ciclos por paciente, utilizando óvulos propios.
Estos datos ilustran la necesidad de ampliar enfoques de atención,
asesoramiento y acompañamiento emocional y psicoterapéuticos,
ya que la búsqueda de alivio y construcción de
bienestar exceden la consecución de la concreción del
deseo de embarazo y nacimiento de un/a bebé.
La
posibilidad de sembrar un "punto y aparte", es muchas
veces para los usuarios de las técnicas de reproducción
asistida, un trabajo artesanal enfocado en la preservación de
su subjetividad ante el potencial arrasamiento vertiginoso y
sistemático de una biotecnología que, en la búsqueda
de dar respuestas, se presenta muchas veces como insistente.
El
fin de tratamientos o también nombrado como "abandono"
de tratamientos, con su connotación culpógena y
exitista, se erige en muchos casos desde una perspectiva centrada en
el paciente, priorizando su autonomía reproductiva y acotando
el "a cualquier costo".
Por
tanto, el encuadre psicoterapéutico a proponer con personas
que transitaron más de un intento de tratamiento debe
contemplar el desgaste emocional (Boivin, 2010) que estos conllevan.
El encuadre demandará, además de un abordaje de crisis
vital, transición y clínica de duelo, un marco de
trabajo que debe alojar estar particularidades, teniendo presente
también que investigaciones casuísticas demuestran que
quienes atravesaron un segundo o tercer tratamiento sin lograr un
embarazo puede presentar síntomas compatibles con depresión
(Verhaak et al., 2005; Schmidt, 2010).
Duelo
por la no-maternidad y su fenomenología clínica
Los
tratamientos de reproducción humana asistida, por sus
características, estructuración y ciclicidad, activan
diversos duelos, que se inician ante el diagnóstico o
condición médica, fisiológica, biológica,
anatómica, que impide el acceso por vía espontánea
a la búsqueda de descendencia. La pérdida de lo que
"podría haber sido" así como el
anoticiamiento de información sobre el caudal (no)
reproductivo de la persona/pareja y las no poco frecuentes
interrupciones gestacionales, son variables que amplifican una carga
emocional que está ampliamente documentada en la bibliografía
y que ha sido descrita bajo la metáfora de la "montaña
rusa emocional", que oscila entre la esperanza, la
incertidumbre y las pérdidas (Verhaak et al., 2007).
El
fin de los tratamientos, sin haber tenido hijos, da inicio a un
proceso de duelo intenso y con características propias que
tienen impacto de moderado a grave en la salud mental y bienestar
general (Gameiro y Finnigan, 2017).
Un
sufrimiento psíquico que atraviesa el doble tabú: por
un lado, el de la infertilidad, y por el otro lado, el de no "haberlo
conseguido" y/o "dejar de intentarlo". Sumado al
poco andamiaje psicosocial que caracteriza a este duelo particular:
es decir el silencio que lo rodea y la falta de rituales que
posibiliten su elaboración con reconocimiento público.
Mucho
de este tabú sobre la falla y no haber podido alcanzar el
resultado esperado se encuentra apuntalado en la creencia de que
obstaculizar la esperanza de los pacientes y mantener una postura
positiva es la forma de transitar actitudinalmente estos procesos.
Lejos de desalentar, poder nombrar la viabilidad o no de las técnicas
y las chances de finalizar un tratamiento sin hijos puede alentar a
los pacientes a elaborar su propio plan reproductivo, predeterminar
el número de ciclos a los cuales están dispuestos, así
como ecualizar expectativas ligadas a su propio caso.
Un
estudio reciente mostró que nueve de cada diez pacientes están
abiertos a discutir la posibilidad e implicancias de que los
tratamientos no funcionen y estar informados sobre el apoyo
psicológico al cual pueden acceder, así como otras
alternativas y metas en proyectos posibles (Sousa-Leite et al.,
2023).
Se
propone entonces un marco clínico orientado a la elaboración
de este duelo, con las particularidades del caso por caso, en el cual
será parte del posicionamiento ético profesional hacer
lugar a las emociones propias del dolor por el deseo no cumplido, la
reorientación del proyecto vital y la exploración de
vías tanto hacia el autoconocimiento como a motorizar nuevos
espacios, trayectos y relatos identitarios.
Reconversión:
otros proyectos y la vida sin hijos
Según
Miriam Aguilar (2023) nada ni nadie prepara a las mujeres para ser
madres, pero mucho menos aún para no poder serlo. Si bien el
punto final al plan reproductivo -en el que el acceso a la
parentalidad se desea por vía gestacional y con genética
(semi) compartida- podría ser el pasaje hacia la construcción
de un proyecto familiar por otras vías de acceso, ello no es
la realidad ni elección de todos los casos. Por tanto, dar
espacio y promover una adaptación a la finalización de
tratamientos de reproducción médicamente asistidos y
una re-narración del guion vital serán parte central de
este abordaje.
Existen
algunas recomendaciones y lineamientos, basados en investigaciones,
para poder acercar a estas personas asesoramientos y recursos, que se
centran principalmente en la significación de estos procesos
desde un lenguaje descriptivo que no contenga carga de valoración
para ir desenmarcado de "fallidos" a los ciclos vivido.
Parte
del abordaje psicoterapéutico tendrá, entonces, en
cuenta el replanteo del éxito o fracaso en los tratamientos,
desculpabilizando y descentrando a las personas con relación a
los resultados y se ocupará de ampliar la mirada sobre las
decisiones a futuro (Harrison, 2023).
Por
otro lado, apoyar y trabajar con estos pacientes en continuar
haciendo lugar a otros objetivos de vida considerados valiosos para
ellos, mientras transitan tratamientos, puede ayudar a hacer frente a
las incertidumbres, así como informar y acercar recursos,
redes de apoyo y derivaciones interdisciplinarias si fueran
necesarias.
Promover
conversaciones honestas, debatir sobre temores, construir estrategias
de autocuidado donde se desarrollen habilidades y actividades,
recurriendo a espacios que proporcionen nuevas formas de habitar lo
cotidiano, serán apuntalamientos del duelo y también
del armado de una nueva trayectoria vital.
Las
personas que no acceden al proyecto de expandir su configuración
familiar, luego de tratamientos, siguen siendo en gran parte
invisibles y tienen poca representación social.
Quienes
voluntariamente eligen no tener hijos, a pesar de que el
posicionamiento subjetivo es muy diferente, pueden convertirse en una
referencia con relación a las narrativas que construyen sobre
sus desarrollos personales, gustos, disfrute, desafíos y
sentido de trascendencia. Si una persona pone fin a su proyecto de
parentalidad al limitar la continuidad de los tratamientos, por
indicación médica o no, y junto con ello elabora en un
encuadre psicoterapéutico la liberación de sufrimiento
más allá de haber concretado el deseo de ser madre o
padre, será en vías de re inscribir la creencia de que
la maternidad/paternidad es la única forma de acceder a una
vida feliz y significativa (Mertens, 2023).
Apoyo
y recursos
El
estado emocional de un/a paciente que inicia el proceso diagnóstico
no es equiparable al de aquel que ha estado en tratamiento
infructuoso durante un tiempo prolongado, debido al ya nombrado
desgaste emocional (Boivin y Lancastle, 2010).
Estos
pacientes vienen de transitar procesos, ciclos y tratamientos donde a
la puesta física, se le suma acostumbrarse a operar en la
polarización ilusión-desilusión (Labay, 2021).
Hacer
lugar a otras opciones deseantes, así como al movimiento
subjetivo que supone correrse del lugar de "usuaria/o" de
técnicas médicas para la reproducción,
habilitará una novedosa posición que no será sin
angustia, miedo y un "no saber hacer" en el cual se irán
constituyendo nuevos recorridos deseantes, así como también
interrogantes y aperturas de posibilidades.
Elaborar
este duelo, que a priori se presenta como incomprendido,
desautorizado y por fuera de los estereotipos, dado que el objeto
perdido es algo que nunca se tuvo, representa además de una
crisis vital un reordenamiento identitario de iguales características
críticas, porque la principal pérdida/renuncia se ubica
en el rol social que no se ocupará.
Parte
del abordaje psicoterapéutico puede apuntalarse y acercar a
las y los pacientes otras intervenciones que ofrezcan herramientas
para el afrontamiento, como por ejemplo estrategias mente-cuerpo;
búsqueda de marcos de referencia con el uso de libros,
lecturas, blogs, podcasts, películas y series que reflejen y
aborden problemáticas y trayectos vitales referidos a las
dificultades reproductivas y la gestión de lo inesperado.
Por
otro lado, la participación en y con grupos de pares
coordinados por profesionales y/o personas que han transitado la no
maternidad por circunstancias que ofrezcan intervenciones de este
tipo, pueden ser espacios que alojen en el proceso singular y ayuden
al armado de una red, entendiendo que el acompañamiento en
estos dispositivos se presenta como un sistema
de dar y recibir apoyos basado en los principios claves de respeto,
responsabilidad compartida y acuerdos mutuos (Mead et al., 2001).
El
abordaje psicoterapéutico tendrá, en estos casos, un
delineamiento orientado a elaborar la fijeza del deseo que puede
presentarse a un modo de "pasión narcisista"
(Alkolombre, 2011), y para ello la exploración y construcción
de otras opciones deseantes tendrán como principal objetivo
apuntalar y prevenir problemáticas de salud mental sostenidas
en el tiempo. De hecho, los primeros estudios a largo plazo sobre
personas que incluso
entre once y diecisiete años después del tratamiento de
fertilidad continúan sin hijos, pero mantienen el deseo activo
y presente, reportan un estado de su salud mental menos favorable.
Estos hallazgos sugieren que mantener el deseo de tener un hijo está
más fuertemente asociado con problemas de adaptación
(Gameiro, 2014).
Integrar
en el propio guion vital una vida sin hijos, puede ser un proceso
liberador, permitiendo a las personas encontrar en la redefinición
de sus metas y propósitos, bienestar, un profundo
autoconocimiento y vivencias de realización.
Consideraciones
finales
El
abordaje psicoterapéutico en el contexto de la reproducción
humana asistida sigue siendo un campo en evolución,
especialmente cuando se trata del duelo por la no-maternidad o
no-paternidad tras tratamientos infructuosos. Este tipo de duelo
presenta características únicas que requieren un
enfoque especializado, orientado no solo a aliviar el sufrimiento
emocional, sino también a ofrecer recursos y estrategias para
acompañar el proceso de reconversión identitaria y los
proyectos vitales.
Es
evidente que, hasta ahora, los tratamientos de reproducción
asistida han estado profundamente marcados por una visión
resultadista, donde el éxito se define exclusivamente por el
nacimiento de un bebé. Esto deja a quienes no logran alcanzar
este objetivo en una situación de vulnerabilidad emocional,
social y psicológica, muchas veces sin los recursos necesarios
para enfrentarlo de manera adecuada. El estigma social asociado a la
vida sin hijos, particularmente en mujeres, añade una capa
adicional de complejidad a este proceso.
Es
crucial que el acompañamiento psicológico en estos
casos se enfoque en la validación de emociones, la
reconstrucción del proyecto vital y la redefinición del
concepto de éxito y fracaso. Además, resulta
indispensable fomentar una mayor conciencia social sobre este tipo de
duelo, desestigmatizando la vida sin hijos y ofreciendo espacios
seguros donde las personas puedan procesar su experiencia sin el peso
de mandatos sociales o expectativas irreales.
Finalmente,
es importante señalar la necesidad de expandir los estudios y
guías clínicas que aborden el duelo por la
no-maternidad y no-paternidad, brindando a los profesionales de la
salud mental herramientas más efectivas para acompañar
a los pacientes en este difícil proceso.
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