Introducción
La
prematuridad representa un desafío significativo en la salud
neonatal e infantil a nivel mundial, con un impacto profundo en las
familias. Según un estudio epidemiológico realizado por Torchin et
al. en 2015, aproximadamente 1 millón de neonatos fallecen cada año
debido a la prematuridad, convirtiéndose en la segunda causa
principal de mortalidad infantil antes de los 5 años, después de
las enfermedades infecciosas(Torchin, et al, 2015).
La
Organización Mundial de la Salud (OMS) define como prematuros a los
recién nacidos cuya edad gestacional (EG) es inferior a 37 semanas,
lo que corresponde a menos de 259 días desde la fecha del último
período menstrual de la madre (OMS, 1976). Según estimaciones de
2012, la tasa de natalidad prematura se ha elevado al 10% a nivel
global, con casi 15 millones de bebés prematuros naciendo anualmente
y esta cifra en constante aumento (OPS, 2012).
Investigaciones
recientes han arrojado luz sobre las graves consecuencias que
enfrentan los bebés prematuros en su desarrollo neurológico,
incluyendo la posibilidad de trastornos del espectro autista (TEA)
(Mohammed et al., 2016) que podrían afectar considerablemente la
vida de estos individuos a lo largo de toda su vida (Zhao et al.,
2023).
Esta
situación se documentó en el 'Estudio ELGAN', dirigido
por Kuban et al. en 2009, cuyo objetivo principal era identificar las
características y exposiciones que aumentan el riesgo de trastornos
neurológicos. En este estudio, se extendió una invitación a
participar a mujeres que dieron a luz antes de las 28 semanas de
gestación. Los resultados revelaron que, incluso entre los niños
que no presentaban deterioro motor, visual, auditivo o cognitivo, el
10% dio positivo para TEA, lo que representa casi el doble de la tasa
esperada (Kuban et al., 2009.
A
nivel internacional, se ha observado un aumento en la prevalencia de
TEA en los últimos años, pasando de 2 casos por cada 10000 personas
a cifras que varían entre 2 y 6.7 casos por cada 1000 personas, lo
que equivale a aproximadamente un caso de TEA por cada 150-500 niños
(Gutiérrez-Ruiz, 2016)
De
esta manera, los TEA constituyen uno de los trastornos graves más
frecuentes que afectan el desarrollo de los niños desde edades
tempranas (DeFilippis & Wagner, 2016)
A
pesar de los avances en la comprensión de estos riesgos, la
prevalencia de nacimientos prematuros sigue siendo alarmante, y
continúa siendo un factor de riesgo para el desarrollo a largo plazo
de trastornos del neurodesarrollo, como el espectro autista. Estos
hallazgos subrayan la importancia de la atención y el seguimiento
adecuado de los neonatos prematuros y el desarrollo de estrategias
efectivas para abordar este desafío de salud pública.
Frente
a lo expuesto, la presente revisión narrativa se propone analizar
críticamente la evidencia científica disponible en los últimos 5
años respecto a la prevalencia de trastorno del espectro autista en
niños recién nacidos prematuros.
Objetivos
-Narrar
la epidemiología de los nacimientos de niños prematuros mediante el
análisis de la evidencia recopilada en los últimos cinco años
(2018-2023).
-Explorar
la relación entre el parto prematuro y la mortalidad neonatal,
identificando patrones y factores de riesgo asociados.
-Indagar
las consecuencias a lo largo de la vida en los sobrevivientes de
parto prematuro
-Describir
exhaustivamente la prevalencia del Trastorno del Espectro Autista
(TEA) a nivel mundial y específicamente en Argentina.
-Identificar
las consecuencias del nacimiento prematuro asociados al TEA
Metodología
Diseño
de investigación
El
presente estudio corresponde a una revisión narrativa (Salinas, 2020).
La misma intenta presentar una visión actualizada respecto de la
literatura disponible en los últimos 5 años (2018 a 2023) acerca
prevalencia
de trastorno del espectro autista en niños recién nacidos
prematuros.
Búsqueda
bibliográfica
Fuentes
de búsqueda
Para
elaborar esta revisión se realizó una búsqueda y selección de la
literatura en las bases de datos Pubmed y Biblioteca Virtual de
Salud, en los idiomas español e inglés. La búsqueda bibliográfica
se limitó al período de tiempo comprendido entre los años 2018 al
2023. Además de abarcar publicaciones de las bases de datos
mencionadas anteriormente, se han utilizado otras fuentes de
información para conceptualizar TEA y nacimiento prematuro y
describir características de dicha población.
Estrategia
de búsqueda
Los
términos controlados de búsqueda (tesauros) utilizados fueron
previamente identificados como terminología Medical
Subject Headings
(MeSH) y Descriptores en Ciencias de la Salud (DeCS) en español como
en inglés: Trastorno del Espectro Autista (Autism
Spectrum Disorder),
Nacimiento Prematuro (Premature
Birth),
Recién Nacido Prematuro (Infant,
Premature).
En
una segunda instancia se llevó adelante la combinación de los
tesauros mencionados anteriormente, utilizando operadores booleanos
como: AND; OR y comillas (""); así como filtros de búsqueda de
edad, fecha de publicación y tipo de diseño propios de las
diferentes bases de datos.
Criterios
de inclusión
Los
criterios generales que se tuvieron en cuenta para la elegibilidad de
los artículos que conforman la presente revisión narrativa se
basaron en las siguientes características:
1.Tipo
de publicación: Para realizar esta revisión se consideraron
Metaanálisis, Revisión Sistemática, Ensayos Clínicos Controlados,
estudios de cohortes, casos y controles y de prevalencia.
Adicionalmente se utilizó literatura gris de organismos
gubernamentales e internacionales. El acceso a las publicaciones
debió ser libre.
2.Unidad
de análisis de los estudios revisados: prematuros que sigan
diagnóstico de la OMS (OMS, 1976)
3.Idiomas
de búsqueda: inglés y español.
4.Año
de publicación: Las fuentes de búsqueda estuvieron limitadas al
período de tiempo comprendido desde el año 2018 hasta el 2023.
5.Título
y/o resúmenes relevantes al tema.
6.De
acceso libre y estudios completos
Del
total de artículos que la búsqueda arrojó, se seleccionaron
aquellos que abordaban el tema de interés, teniendo en cuenta tanto
el título como el resumen de cada uno y descartando los artículos
duplicados y de bajo nivel de evidencia según las directrices de
Preferred
Reporting Items of Systematic Reviews and Meta-Analyses
2020 (PRISMA 2020), y The
Strengthening the Reporting of Observational Studies in Epidemiology
(STROBE). Se excluyeron los estudios cuando se centraban en otros
trastornos, o cuando se centraron en estimar la prevalencia del TEA
en otras condiciones, por ejemplo, discapacidad intelectual,
psicosis, etc. O cuando el estado de salud de la madre presentaba
algún trastorno como ser trastornos hipertensivos o exposición
gestacional a fármacos como antipsicóticos, benzodiazepinas y/o al
fármaco Z del embarazo o alteraciones epigenéticas o presencia de
enfermedades autoinmunes.
Resultados
79
publicaciones fueron identificadas en una primera búsqueda a partir
de la combinación de tesauros y booleanos. De estos estudios, luego
de aplicar filtros de búsqueda (año de publicación, tipo de
diseño, idioma, variables de interés, disponibilidad de
publicaciones de libre acceso) se redujo la búsqueda a 16
publicaciones.
Además,
cinco publicaciones identificadas como bibliografía gris fueron
incluidas, a fin de estimar las pautas del diagnóstico en trastorno
del espectro autista y concepciones de nacimiento prematuro (APA,
2018; OMS, 2023; Sociedad Argentina de Pediatría, 2022;
Chawanpaiboon et al, 2019; Ministerio de Salud de la Nación, 2019).
Clasificación
y epidemiologia de nacimientos de niños prematuros
La
Organización Mundial de la Salud (OMS) define como prematuro a un
bebé nacido vivo antes de completar las 37 semanas de embarazo. Las
subcategorías de recién nacidos prematuros, clasificadas según la
edad gestacional, son las siguientes: prematuro extremo (menos de 28
semanas), muy prematuro (de 28 a 32 semanas) y prematuro entre
moderado y tardío (de 32 a 37 semanas). Es relevante señalar que
las vías de vulnerabilidad que conducen a la muerte fetal y neonatal
son similares (OMS, 2023).
De
acuerdo con nuevos análisis, aproximadamente tres cuartas partes de
los mortinatos después de las 22 semanas son prematuros en entornos
de ingresos altos y medianos altos. Sin embargo, estos problemas rara
vez se abordan de manera integral. La Figura 1 ilustra las
definiciones de parto prematuro y los resultados relacionados con el
embarazo (OMS, 2023) {ver figura 1}.
El
reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS),
titulado 'Born
Too Soon'
revela que, a nivel mundial, 1 de cada 10 bebés nacen prematuros, es
decir, antes de alcanzar las 37 semanas de gestación. Se estima que
este acontecimiento ocurre a razón de un bebé cada dos segundos. A
pesar de la relevancia de esta problemática, las tasas de
nacimientos prematuros apenas han experimentado cambios durante la
última década, e incluso en algunas regiones, muestran un
preocupante aumento (OMS, 2023).
En
2020, la incidencia de nacimientos prematuros varió
considerablemente, abarcando desde el 4% hasta el 16% de todos los
niños nacidos, registrando aproximadamente 13,4 millones de
nacimientos prematuros, lo que corresponde a más de 1 de cada 10
nacimientos según Ohuma et al. (2023).
Estas
tasas divergentes se observan de manera marcada en distintas
regiones, siendo el sur de Asia el área con la prevalencia más
elevada, con un 13,2% de bebés nacidos prematuramente en comparación
con menos del 8% en Asia oriental, el sudeste asiático, América del
Norte, Europa, Australia y Nueva Zelanda. No obstante, es esencial
destacar que incluso dentro de estas regiones se presentan notables
variaciones a nivel nacional. En América Latina, por ejemplo, las
tasas de nacimientos prematuros fluctuaron desde el 5,8% en Nicaragua
hasta el 12,8% en Surinam. Vale destacar que casi la mitad (45%) de
todos los nacimientos prematuros en 2020 se concentraron en solo
cinco países: India, Pakistán, Nigeria, China y Etiopía. India,
con más de 3 millones de nacimientos prematuros en 2020, lideró
este grupo, representando más del 23% de todos los nacimientos
prematuros a nivel mundial (OMS, 2023).
Los
altos índices de nacimientos prematuros en estos países no solo
reflejan su considerable número de nacimientos totales, sino también
tasas más elevadas de nacimientos prematuros en comparación con
otras regiones {ver figura 2} {ver figura 3}.
Parto
prematuro y mortalidad neonatal
Se
estima que aproximadamente 1 millón de recién nacidos perdieron la
vida debido a complicaciones derivadas del parto prematuro, lo que
equivaldría a un bebé falleciendo cada 40 segundos.
Lamentablemente, entre los millones de bebés que logran sobrevivir,
se enfrentan a discapacidades que no solo impactan sus vidas, sino
también las de sus familias a lo largo de su existencia (OMS, 2023).
El
nacimiento prematuro, se posiciona como la principal causa de muerte
entre niños menores de 5 años. Representa más de una tercera parte
de todas las muertes neonatales, especialmente en el primer mes de
vida (OMS, 2023;
Chawanpaiboon et al,, 2019).
Impactos
de por vida para sobrevivientes de parto prematuro
El
nacimiento prematuro conlleva consecuencias a largo plazo para los
sistemas respiratorio y cardíaco, destacándose especialmente los
impactos en el desarrollo neurológico de los sobrevivientes. Estos
abarcan desde discapacidades significativas, como la diplejía, más
común en los bebés extremadamente prematuros, hasta resultados
menos graves. Es relevante señalar que investigaciones recientes
indican que incluso nacer unas pocas semanas antes del término puede
desencadenar trastornos del espectro del aprendizaje y del
comportamiento. Dado que la mayoría de los bebés prematuros llegan
al mundo entre las semanas 32 y 36,9, esta es una consecuencia
frecuente. De hecho, incluso aquellos nacidos entre las semanas 37 y
39,9 presentan un riesgo ligeramente elevado de experimentar
resultados adversos en el desarrollo neurológico (OMS, 2023).
En
virtud de lo expuesto, la Organización Mundial de la Salud (OMS)
sostiene que la prevención del nacimiento prematuro es crucial. Este
esfuerzo podría intensificarse al centrarse en factores de riesgo
específicos del contexto y al abordar tanto los nacimientos
prematuros espontáneos como aquellos iniciados por el proveedor,
como los partos prematuros no médicos.
En
resumen, la evidencia actual indica un incremento continuo en la
prevalencia e incidencia de nacimientos prematuros, presentando
variabilidad entre distintas regiones. La falta de intervenciones
preventivas contribuye al aumento de la tasa de mortalidad y, para
aquellos que sobreviven, a consecuencias a largo plazo en su calidad
de vida, como trastornos del desarrollo neurológico.
Prevalencia
y diagnóstico de TEA
El
Trastorno del Espectro Autista (TEA) se caracteriza por un deterioro
en la interacción social, déficits en la comunicación y
comportamientos estereotipados (APA, 2018). A nivel mundial la tasa
de prevalencia del TEA ha aumentado de forma constante (Yoo et al.,
2022). Una revisión sistemática del 2022 reveló una prevalencia
global variable del autismo, con un promedio de 100 casos por cada
10000 personas (rango: 1,09/10.000 a 436,0/10.000), indicando un
aumento en la prevalencia a nivel mundial (Zeidan et al., 2022).
Estas
tasas varían entre distintas regiones, oscilando desde un 13,2% de
casos diagnosticados en América hasta un 28,7% en Europa. Dentro del
continente europeo, Escocia destaca al informar la prevalencia más
alta de autismo en niños hasta los 15 años, registrando un promedio
del 1,9% (17.348/916.331) (Rydzewska et al., 2019).
En
contraste, en Corea, de los 473.494 niños nacidos en 2002, 2.467
(5,2 por 1.000 nacimientos) fueron diagnosticados con TEA hasta 2010.
La prevalencia de TEA fue 2,6 veces mayor entre los niños (1.839;
7,4 por 1.000 nacimientos de niños) que entre las niñas (628; 2,8
por 1.000 nacimientos de niñas). Asimismo, de los 467.360 niños
nacidos en 2012, 4.378 (9,4 por 1.000 nacimientos) fueron
diagnosticados con TEA hasta 2020 (Yoo et al., 2022).
En
Argentina, aunque aún no se dispone de estadísticas nacionales, se
estima que la prevalencia del Trastorno del Espectro Autista es del
1%, lo que implica que más de 500 mil argentinos experimentan algún
grado de trastorno del espectro autista (TEA). Este trastorno afecta
a personas de todos los estratos sociales, mostrando un mayor
predominio en varones en comparación con mujeres, y no presenta
diferencias significativas en términos raciales (Sociedad Argentina de Pediatría, 2022).
En
relación al diagnóstico, Zeidan et al. sugiere que es viable
diagnosticar el autismo entre los 18 y 24 meses de edad, periodo en
el que los síntomas distintivos pueden distinguirse del desarrollo
típico y de otros retrasos o condiciones del desarrollo (Zeidan et
al., 2022).
Sin
embargo, la sensibilidad de las metodologías de detección, incluso
con herramientas válidas y confiables, rara vez alcanza el 100%, lo
que resulta en la falta de identificación de algunos casos reales.
La
variabilidad en la prevalencia resalta la complejidad del proceso de
diagnóstico del Trastorno del Espectro Autista (TEA), un proceso
influenciado por factores como la detección temprana, el uso de
herramientas de evaluación, la experiencia de los profesionales de
la salud y la evaluación clínica. Además, es crucial tener en
cuenta la falta de especificidad de los síntomas y las
clasificaciones diagnósticas existentes (Ministerio de Salud de la Nación, 2019).
Escalas
de diagnóstico de TEA
Existen
múltiples baterías de detección y diagnóstico basadas en el
relato del padre y/o cuidador, incluidas el Cuestionario de
comunicación social, la Escala de capacidad de respuesta social, la
Lista de verificación para el autismo en niños pequeños, la lista
de verificación modificada para el autismo en niños pequeños
(CHAT/M-CHAT), la Escala de calificación del autismo infantil (CARS)
y la Evaluación del Desarrollo y Bienestar (DAWBA). También se han
desarrollado herramientas de diagnóstico individualizadas para
proporcionar información más detallada necesaria para identificar
el TEA. El Programa de observación de diagnóstico de autismo,
segunda edición (ADOS/ADOS-2) y la Entrevista de diagnóstico de
autismo revisada (ADI-R) son los estándares de oro actuales que
respaldan y confirman el diagnóstico clínico de TEA (Nagai et al.,
2022).
En
el análisis de los artículos durante esta revisión, se
identificaron al menos dos escalas de calificación para evaluar el
espectro autista. A nivel nacional, en Argentina, se dispone del
Consenso sobre Diagnóstico y Tratamiento de Personas con Trastorno
del Espectro Autista existentes
(Ministerio de Salud de la Nación, 2019)
el cual establece que el diagnóstico generalmente se realiza
siguiendo los criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mentales (DSM-5) y de la Clasificación Internacional de
Enfermedades (CIE
11). Por otro lado, se observó que la batería empleada con mayor
frecuencia fue la escala de observación para el diagnóstico del
autismo (ADOS-2).
En
síntesis, el diagnóstico del Trastorno del Espectro Autista (TEA)
es un proceso complejo. La variabilidad en la prevalencia a nivel
mundial, con elevadas cifras en países como Escocia, sugiere la
influencia de factores como la realización de un censo nacional de
personas con TEA. Este panorama resalta la importancia de establecer
criterios de diagnóstico unificados para una comprensión más
precisa y consistente del TEA a nivel global.
Las
Tablas
1
y
2
resumen
los
datos
de
prevalencia
y
escalas
de
diagnóstico
de
TEA
{ver tabla 1} {ver tabla 2}.
Prematurez
y TEA
A
pesar de las mejoras de la supervivencia de los bebés pretérmino
gracias a la medicina moderna, los resultados a largo plazo en el
desarrollo neurológico no han experimentado progresos, y el
nacimiento pretérmino sigue siendo un factor de riesgo para los
trastornos del desarrollo neurológico (Zhao et al., 2023).
La
evidencia actual señala que, entre las diversas morbilidades en
niños prematuros, la prevalencia del Trastorno del Espectro Autista
(TEA) es más elevada en comparación con los bebés nacidos a
término (Nagai et al, 2022;
Zhao et al., 2023).
Persisten
incertidumbres acerca de si la tasa de prevalencia de TEA en nacidos
muy prematuros, evaluada mediante baterías individualizadas, difiere
según antecedentes como origen étnico, cultura, cuidados intensivos
prenatales y neonatales. Además, no está claro cómo la incidencia
de TEA en niños nacidos prematuros se ve afectada por su función
cognitiva y habilidades de comunicación verbal (Nagai et al., 2022).
La
teoría de que una exposición temprana al entorno extrauterino tiene
un impacto en el proceso inicial de desarrollo neurológico está
ganando cada vez más relevancia. Esto se debe a que dicha exposición
podría representar sustratos biológicos e indicadores de resultados
futuros de desarrollo neurológico deficiente, ofreciendo así la
posibilidad de un diagnóstico temprano (Zhao et al., 2023). En
contraste, los individuos con trastornos del desarrollo neurológico
suelen presentar anomalías biológicas desde la etapa fetal, que
incluyen alteraciones en la proliferación de células progenitoras
neurales, la generación de neuronas y la formación de sinapsis.
Estas alteraciones se han observado en bebés pretérmino y podrían
dar lugar a aberraciones morfológicas y funcionales del cerebro,
como el desequilibrio entre las funciones excitadoras e inhibidoras
(Zhao et al., 2023).
También
se ha planteado la hipótesis de que la inflamación sistémica
neonatal podría aumentar el riesgo de desarrollar alteraciones
cerebrales y, por ende, contribuir a un mayor riesgo de Trastorno del
Espectro Autista (TEA) (Korzeniewski et al, 2018). Las proteínas
involucradas en este proceso inflamatorio fueron objeto de estudio en
el Estudio ELGAN, una investigación observacional prospectiva
multicéntrica sobre el riesgo de trastornos neurológicos
estructurales y funcionales en bebés nacidos antes de la semana 28
de gestación. En este estudio, que empleó el programa de
Observación de Diagnóstico de Autismo, Segunda Versión (ADOS-2)
como criterio de medición del TEA. La distribución de la
concentración de cada proteína se dividió en cuartiles entre los
niños de cada uno de los 15 grupos definidos por categoría de edad
gestacional (23–24, 25–26, 27 semanas) y el día posnatal de
recolección de sangre (1, 7, 14, 21 y 28).
El
análisis reveló que el mayor riesgo de TEA se asociaba con una alta
concentración de amiloide A sérico (SAA por sus siglas en ingles)
en los primeros días (OR (IC del 95%): 2,5 (1,2, 5,3)), así como
con IL-6 en el cuartil superior en ambos días de la etapa tardía
(OR (IC del 95%): 2,6 (1,03–6,4)). Cabe destacar que el riesgo
elevado de TEA, vinculado a una concentración recurrente del cuartil
superior (concentraciones elevadas) de SAA en la etapa temprana y con
una concentración del cuartil superior de IL-6 en ambos días de la
etapa tardía, se vio modulado de manera prominente por proteínas
tanto neurotróficas como antiinflamatorias (Korzeniewski et al,
2018).
Prevalencia
de TEA en nacidos prematuros
Investigaciones
recientes lideradas por Méndez et al. (2023) han revelado
similitudes en las presentaciones clínicas entre bebés prematuros y
aquellos posteriormente diagnosticados con Trastorno del Espectro
Autista (TEA). Sin embargo, también se identificaron diferencias en
la presentación clínica entre la prematuridad y el TEA, lo que
podría conducir a diagnósticos equivocados de TEA o la omisión de
dicho diagnóstico en bebés prematuros.
En
un metaanálisis realizado en 2018, que incluyó 18 estudios con 3366
bebés prematuros, se encontró que la tasa de prevalencia general de
TEA era del 7% (intervalo de confianza del 95%: 4% a 9%). La mediana
de gestación, peso al nacer y edad en el momento de la evaluación
fueron 28,0 semanas (rango: 25,1-31,3 semanas), 1055 g (rango:
719-1565 g) y 5,7 años (rango: 1,5-21 años), respectivamente
(Agrawal et al., 2018).
En
Asia, el estudio transversal liderado por Yukiyo abordó la
evaluación de recién nacidos con una edad gestacional inferior a
las 32 semanas el Hospital Nagoya Daini de la Cruz Roja Japonesa. La
evaluación inicial, realizada entre el 1 de abril de 2011 y el 31 de
marzo de 2015, empleó el Módulo 3 de ADOS-2, seguido del Módulo 2
y, según necesidad, el Módulo 1. Las clasificaciones diagnósticas
ADOS-2 para autismo, espectro autista y no espectro se asignaron en
función de las evaluaciones totales, respaldadas por los informes
parentales y preguntas del K-SADS-PL (Nagai et al., 2022).
De
los 77 niños evaluados con una edad gestacional inferior a las 32
semanas, el 26,0% fue identificado con TEA positivo según el DSM-5.
Las clasificaciones positivas para autismo y espectro autista según
ADOS-2 fueron del 64,9% y 20,8%, respectivamente. Dentro del grupo de
niños con TEA positivo según DSM-5, el 20,8% recibió un
diagnóstico confirmado de autismo según ADOS-2, mientras que los 4
niños restantes fueron clasificados como espectro autista por ADOS-2
(Nagai et al., 2022).
Por
otro lado, el estudio de cohorte liderado por Li et al. (2022) se
enfocó en bebés prematuros con una edad gestacional de 28 a 33 + 6
semanas nacidos entre el 1 de marzo de 2018 y el 28 de febrero de
2019 en cuatro hospitales terciarios de Shenzhen, República Popular
China. Para establecer comparaciones, se seleccionaron 263 bebés
nacidos a término del mismo sexo y en el mismo período en los
cuatro hospitales, emparejados en una proporción de 1:1 como grupo
de control. El diagnóstico del trastorno del espectro autista se
basó en los criterios del DSM-5. En la cohorte de prematuros, el
93,10% (189/203) y en la cohorte de término, el 92,31% (180/195)
completaron la evaluación Gesell a los 6 meses.
Al
corregir la edad gestacional a los 18 meses, de la cohorte de 139
bebés prematuros que completó la evaluación de Gesell, 107 casos
presentaron un estado de neurodesarrollo normal, mientras que 22
casos mostraron diversas anomalías en el neurodesarrollo. La tasa
positiva de cribado para el trastorno del espectro autista fue del
7,19% (10/139). Es importante destacar que no se observaron
diferencias significativas en las tasas positivas de detección de
trastornos del espectro autista entre la cohorte de prematuros y la
cohorte de término, según la prueba de chi-cuadrado (χ2 = 0,333,
p= 0,564) (Li et al., 2022).
A
la edad gestacional corregida de 24 meses la tasa de detección de
TEA fue menor. De los 172 bebés prematuros de la cohorte que
completaron la prueba de Gesell, 154 casos exhibieron un desarrollo
neurológico normal y 18 casos que presentaron diversas anomalías en
el desarrollo neurológico. Se identificó un solo caso de trastorno
del espectro autista, lo que representó una tasa de detección del
0,58%. Es relevante señalar que al igual a lo ocurrido a los 18
meses, no se encontraron diferencias estadísticamente
significativas, según la prueba de precisión de cuatro cuadrículas
de Fisher (p= 1,000) (Li et al., 2022).
En
contraste, en Occidente se observó una prevalencia menor de
Trastorno del Espectro Autista (TEA). En un estudio llevado a cabo
entre 1998 y 2015 en el Boston Medical Center, Estados Unidos, se
invitó a madres a participar con el objetivo de investigar los
determinantes ambientales y genéticos asociados al parto prematuro.
De las 8,509 madres participantes, 1,031 recién nacidos fueron
incluidos, de los cuales 363 tuvieron un desarrollo neurotípico y 77
fueron diagnosticados con TEA. Al comparar estos grupos con los niños
nacidos a término, se observó que los nacidos prematuros
presentaban una mayor probabilidad de desarrollar TEA (OR: 2,06; IC
del 95 %: 1,22; 3,49) (Raghavan et al., 2019).
Por
otro lado, en Bélgica, se estimó la prevalencia de TEA en una
cohorte de niños muy prematuros de 3 años (n=55). Se utilizaron dos
cuestionarios, SRS-P y SCQ, para medir la sintomatología del TEA,
una evaluación adicional por ADOS-2 y, una evaluación del
desarrollo cognitivo y del lenguaje mediante las Escalas de Mullen de
Aprendizaje Temprano (MSEL), sumado a observaciones informales de
juego libre entre madre e hijo. Según criterios clínicos basados
en el DSM-5, el 12,7% recibió un diagnóstico de TEA, y un
14,5% adicional fue clasificado con un fenotipo de autismo más
amplio. El ADOS-2 identificó a todos los niños con TEA, mostrando
una especificidad justa (Vermeirsch et al., 2021).
Consecuencias
del nacimiento prematuro asociados al TEA
La
literatura enfatiza que, a menor edad gestacional, aumenta el riesgo
de complicaciones graves, particularmente disfunciones en el sistema
nervioso, como parálisis cerebral y trastornos emocionales,
conductuales, cognitivos y psicológicos, que impactan
significativamente en el pronóstico. El parto prematuro salta un
periodo crucial del desarrollo cerebral en los últimos tres meses
del feto, lo que resulta en una reducción de la cantidad de células
nerviosas y afecta la formación de sinapsis, la ramificación
dendrítica y el engrosamiento de la corteza (Li et al., 2022).
Investigaciones
recientes han revelado, que además de las situaciones expuestas, las
comorbilidades comunes en personas con Trastorno del Espectro Autista
(TEA) a menudo están asociadas con exposiciones pre y posnatales
relacionadas con el TEA. En Estados Unidos, mediante el análisis de
la base de datos SPARK, se examinaron variables para entender estas
asociaciones. El estudio SPARK reclutó familias con uno o más niños
diagnosticados con TEA en 21 centros clínicos en todo Estados
Unidos, limitando la muestra a personas nacidas entre 1999 y 2019 que
tenían menos de 18 años al registrarse en el estudio. La muestra
final incluyó 51,971 participantes (40,582 con TEA y 11,389 hermanos
sin TEA) nacidos de 34,929 madres (Khachadourian et al., 2023).
Las
exposiciones asociadas con el mayor número de comorbilidades
incluyeron el parto prematuro, hipoxia al nacer y el síndrome de
alcoholismo fetal. Al estimar las asociaciones entre las exposiciones
y las condiciones comórbidas con TEA entre los hermanos sin TEA, se
observó que, al igual que en las personas con TEA, la baja estatura,
la dificultad para ganar peso y el retraso motor tuvieron la
asociación más fuerte con el parto prematuro (Khachadourian et al.,
2023).
En
este contexto, resulta relevante explorar marcadores tempranos de
Trastorno del Espectro Autista (TEA) en otros dominios. Vlaeminck et
al. (2020) sugieren que el temperamento y las características
sensoriales podrían ser candidatos prometedores, ya que desempeñarán
un papel crucial desde el nacimiento. Estudios han señalado
diferencias entre niños con TEA y aquellos con desarrollo típico en
estos constructos, sugiriéndolos como predictores del funcionamiento
cognitivo.
A
pesar de la limitada investigación sobre la relación entre las
características temperamentales de los niños prematuros y el
Trastorno del Espectro Autista (TEA), Vlaeminck et al. (2020)
sostienen que estudios en otras poblaciones, como hermanos y niños
con TEA, podrían proporcionar información valiosa sobre la
asociación entre el temperamento y el TEA en prematuros.
En
ese estudio (Vlaeminck et al. 2020) se evaluaron a 50 niños nacidos
antes de las 30 semanas de gestación en dos hospitales belgas entre
mayo de 2012 y junio de 2013. El temperamento se evaluó utilizando
instrumentos basados en el enfoque psicobiológico de Rothbart
(1981), que define el temperamento como las diferencias individuales
en reactividad y autorregulación. Los resultados revelaron que el
temperamento a los 18 meses predijo el desarrollo cognitivo a los 36
meses, mientras que el temperamento a los 18 y 24 meses se equiparó
con síntomas de TEA a los 36 meses. Se advirtió, sin embargo, que
dado que los síntomas del TEA surgen en el segundo año de vida, se
debe tener precaución al considerar como predictivos los marcadores
a los 18 y 24 meses (Vlaeminck et al, 2020).
Conclusión
La
variabilidad en la prevalencia del Trastorno del Espectro Autista
(TEA) subrayó la complejidad del proceso de diagnóstico, afectado
por factores como la detección temprana, herramientas de evaluación
y experiencia de profesionales de la salud. La heterogeneidad en las
prevalencias, especialmente entre Oriente y Occidente, sugirieron
posibles factores regionales. Las tasas elevadas de TEA en prematuros
resaltaron la necesidad de reducir los nacimientos prematuros a
través de una gestión sistemática, promoción temprana,
supervisión y la intervención temprana para bebés nacidos antes de
las 34-37 semanas de gestación con anomalías del desarrollo. La
exposición temprana al entorno extrauterino se postuló como un
indicador de deficiencias posteriores en el desarrollo neurológico,
subrayando la importancia del diagnóstico temprano.
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