Introducción
Enmarcado
dentro de los estudios de la Historia de la Psicología, el
trabajo aborda las conceptualizaciones presentes en el discurso
médico y social sobre las conceptualizaciones en torno a la
mujer entre los años 1880 y 1930. Teniendo en cuenta la
periodización de G. Germani (1990) y la lectura realizada
según el acceso al sufragio por parte de la ciudadanía
(Rossi, 2001) se delimitarán en esto años dos periodos:
un primer periodo hasta 1916 conservador, seguido de un período
de democracia de participación política ampliada hasta
1930.
Para
el presente trabajo se han indagado fuentes de diferente naturaleza
con el objetivo de alcanzar conclusiones sobre las concepciones sobre
la mujer presentes en dos tipos de discursos: el discurso médico
y el discurso social. El interés de abordar ambos escenarios
radica en la intensión de corroborar si el discurso médico,
de especial interés para el campo de la psicología, se
encuentra también presente en el discurso social de la época.
El
discurso de los documentos se plantea como un espacio que expone las
huellas del ejercicio del lenguaje por parte de los sujetos que nos
permite dar cuenta de regularidades significativas (Narvaja de
Arnoux, 2007). Rastrear las fuentes originales nos aporta la
posibilidad de realizar comparaciones, buscar coincidencias,
similitudes, paralelismos y diferencias entre los diversos
materiales. Se analizaron los cruces transversales, comparando
lógicas intradiscursivas y los diseños de las
diferentes fuentes seleccionadas. Se busca así indagar sobre
las causas y explicaciones singulares sostenidas sobre la mujer en
este contexto histórico.
Conceptualizaciones
sobre la mujer presentes en el discurso médico
En
un contexto de escasas investigaciones en la temática en
Argentina y Latinoamérica (Araya Ibacache, 2006), hemos
seleccionado como fundamentación teórico-metodológica
el análisis del diseño y contenido de historias
clínicas relevadas principalmente en las siguientes
investigaciones: "Psicología en Argentina (1900-1957):
criterios psicológicos e indicios de subjetividad en registros
formales de documentos: historias clínicas, fichas, informes,
según contextos políticos y áreas profesionales"
(UBACYT 2008-2010, Directora Prof. Dra. Lucía Rossi) y
"Protocolos en Psicología (fichas, historias clínicas,
casos) en contextos institucionales y coordenadas psicológicas
y sociales de subjetividad. Argentina 1900-1957 (UBACYT 2011-2014,
Directora: Prof. Dra. Lucía Rossi). Como así también
en el Proyecto de Extensión "Instituto Frenopático
de Buenos Aires: su historia documental. Construcción de un
archivo virtual" (Res. (CD): N° 1346/17).
El
abordaje del estudio de las historias clínicas sitúa al
relato patográfico en el marco del pensamiento y la mentalidad
médica de la época. Las historias clínicas,
entendida como relatos patográficos o expedientes clínicos
complejos, se constituyen, así como documentos provenientes
directamente de la práctica médica y cuyo análisis
permite acceder a aspectos funcionales de las instituciones y de la
praxis clínica de un determinado contexto social (Huerta,
2001; Laín Entralgo, 1949, 1950). El estudio sobre estas
fuentes primarías como exponentes del discurso médico
de la época nos permite contrastar con otros discursos sobre
la temática en el mismo período.
El
trabajo de recolección de fuentes hasta la fecha ha permitido
caracterizar el diseño de las historias clínicas y el
análisis de contenido de historias clínicas de mujeres
del Hospital Nacional de Alienadas entre 1900 y 1930 (Rossi, Falcone,
2010; Navarlaz, Jardon; 2010) y del Instituto Freonopático de
Buenos Aires entre 1885 y 1930 (ver
www.psi.uba.ar/institucional/historia/instituciones/instituto_frenopatico/historias_clinicas.pdf).
El
análisis comparativo del material de archivo de ambas
instituciones resulta de relevante interés en tanto son
instituciones psiquiátricas que atienden pacientes mujeres con
importantes diferencias estructurales. El Hospital Nacional de
Alienadas es creado en 1854 a pedido de la Sociedad de Beneficencia
al Gobierno Nacional debido al informe presentado por la inspectora
del Hospital General de Mujeres Tomasa Vélez Sarsfield.
Mientras que el Instituto Frenopático de Buenos Aires se
destaca por ser la primera institución privada de estas
características de la República Argentina al ser
fundada en la década de 1880.
En
el material de archivo recolectado en el Hospital Nacional de
Alienadas encontramos en un primero momento los Cuadros Nosológicos
que posteriormente darán paso a las Historias Clínicas.
En el caso del Instituto Frenopático de Buenos Aires
encontramos dos tipos de libros: uno solo de admisiones y otro de
Historias Clínicas.
En
relación a los diagnósticos, sobre una base de 50 casos
relevados en el Hospital Nacional de Alienadas, se presentan dos
categorías principales: Demencia (56%) (demencia precoz 28% y
demencia vesánica 28%) y Locura (24%) (locura moral 4%, locura
neuropática/fondo histérico 4%, locura puerperal 4%
locura sistematizada/insuficiencia ovárica 4%, locura tóxico
infecciosa 4%, locura transitoria 4%).
En
el caso del Instituto Freonopático, en la extensión de
las historias clínicas figuran en dos oportunidades asignados
diagnósticos: en la admisión, en donde se especifican
las causales de internación y al egreso. Aunque resulta
importante resaltar que en los casos en los cuales se produce una
nueva internación, al egreso de la misma se vuelve a
establecer un diagnóstico (que en la mayoría de los
casos difiere del anterior). Sobre la base de 72 casos relevados, el
diagnóstico de egreso más recurrente es la Melancolía:
(31,9%) (melancolía 12,5%, ansiosa 5,5%, estuporosa 4,17%, con
ideas suicidas o de persecución 4,17%, histérica 1,39%,
puerperal 1,39%, con ideas religiosas 1,39%, con ideas de ruina
1,39%); seguido de Manía (26,4%) y Locura (20,8%)
(degenerativa 4,17%, periódica 1,39%, hipocondríaca
1,39%, intermitente 1,39%).
A
través del análisis de otras fuentes, como
publicaciones periódicas médicas, tesis y libros del
campo de la medicina y la psiquiatría en Argentina en el mismo
período en el que se relevaron las historias clínicas
de mujeres, hemos podido encontrar una continuidad entre las
conceptualizaciones sobre la mujer encontradas en las historias
clínicas y el discurso médico de la época
(Ingenieros 1903, 1910a, 1920, 1956, 1962; Mailhe, 2016). La
psiquiatría identifica nociones diferentes en cuanto a género
masculino y femenino para la definición de cuerpo. La
maternidad y el cuidado del hogar se presenta como la "ley
natural"
para la mujer (Otero, 1915). Rechazar el embarazo y la crianza era
una conducta "incomprensible
y veleidosa, mezcla de enigma y de quimera, sin más razón
aparente que su propio sinrazón"
(Ingenieros, 1910b) y la aspiración maternal se constituía,
así como "la
base misma de la vida femenina"
(Ingenieros, 1910b).
Al
mismo tiempo encontramos características atribuidas
exclusivamente a las mujeres: "sensibilidad extrema",
imaginación muy viva, atención y reflexión más
constante, etc. La diferencia anatómica de la mujer estructura
su función como reproductora, ubicando a la mujer en el hogar
y adjudicando la crianza de los hijos como función primordial.
En contraposición el cuerpo masculino es entendido "como
modelo y objetivo", quedando delimitado el cuerpo de la mujer
como fuera de la norma (Gil Lozano, Pita, Ini, 2000). Encontramos las
bases de este modelo de naturaleza femenina en argumentos religiosos,
políticos, filosóficos y científicos, siendo la
tesis central del argumento científico sostener la desigualdad
biológica de la mujer y su disposición natural a la
sensibilidad, la maternidad y el sufrimiento (Araya Ibacache, 2006).
Resulta
importante resaltar en este sentido que el encierro de las mujeres
puede ser interpretado como una práctica, política y
disciplinaria, que organiza en el nivel social la diferencia sexual;
encontrándose como "comportamientos socialmente
aceptables" para las mujeres: la obediencia, la sumisión
infantil, la educación moral, la bondad, la sexualidad pasiva,
etc. El encierro con fines de "protección" o
"estudio" se presenta como una práctica destinada
al control social y a la reproducción de una determinada
identidad de género. El eje del control se funda en el dominio
del cuerpo y en la aplicación de políticas vinculadas a
la sexualidad y la reproducción (Gil Lozano, Pita, Ini, 2000).
Dentro de la temática podemos encontrar investigaciones sobre
la evolución de la política manicomial en Buenos Aires
entre 1880 y 1930 (Requiere, 2010), como así también
sobre el recorrido histórico del significado de la limosna, la
caridad y la beneficencia implementado en instituciones comprometidas
con la atención de mujeres pobres y huérfanas en Buenos
Aires (Ferro, Rodriguez Sturla y Kircha, 2014)
Resulta
un dato relevante en este sentido plantear que hasta 1854
(Inauguración del Hospicio de la Convalecencia) Argentina
carecía de instituciones dedicadas exclusivamente al
tratamiento de la locura, resultado las cárceles y hospitales
los lugares más comunes de reclusión. Con el inicio de
la década de 1880 los discursos y prácticas sobre la
locura fueron complejizándose; ponderándose la fuerza
de la herencia patológica, la debilidad de las razas
inferiores, la importancia de los aspectos morales en la producción
de la locura. Al mismo tiempo que, entre 1882 y 1895 se cerraron las
admisiones del Hospicio de la Convalecencia, impactando en las
cárceles y asilos que volvieron a ser utilizados como ámbitos
de reclusión de la locura (Gil Lozano, Pita, Ini; 2000).
Las
conclusiones alcanzadas en el relevamiento de la discursividad médica
en estas fuentes nos permitirán avanzar en un análisis
comparativo con otros discursos.
El
discurso legal como marco de control social
Una
vez relevadas las historias clínicas, el entrecruzamiento con
otras fuentes discursivas nos ha permitido contrastar las
concepciones en torno a las mujeres presenten en diferentes discursos
de la época; enfocándonos en este aspecto
principalmente en el discurso legal y social.
Siguiendo
los aportes de Michel Foucault, el análisis del discurso legal
se fundamenta sobre la base de que las prácticas judiciales
definen tipos de subjetividad, formas de saber y relaciones entre los
individuos y la verdad, ya que "El
derecho trasmite y funcionaliza relaciones de dominación"
(Foucault, 1979). De esta manera, las mujeres constituyen un espacio
sobre el que recaen las normas y los valores sociales de la época,
a través de las prácticas de la ley que las enmarcan.
Dentro de la normativa vigente resulta importante resaltar la Ley de
Matrimonio Civil que se incorpora al código en 1882. En el
artículo 55 declaraba la incapacidad relativa de la mujer
casada y en el artículo 57, inciso 4, queda bajo
representación necesaria del marido. De esta manera las
mujeres casadas no podían ser sujetos de contrato sin licencia
del esposo, lo que le permitía al mismo decidir sobre los
trabajos, las profesiones y la administración de los bienes
(Art. 1277, inciso 2). Queda legalizada una autoridad principalmente
paterna y la inhabilitación civil y política de las
mujeres. El Código de Dalmacio Vélez Sarfield agravó
la inferioridad femenina, al incorporar a la legislación el
discurso dominante fundado en la diferenciación biológica
entre el hombre y la mujer: "La
certeza sobre la inferioridad biológica de las mujeres
determinó la necesidad de sujetarlas jurídicamente al
poder de sus maridos" (Gil
Lozano, Pita, Ini; 2000). El comportamiento social y moral de las
mujeres aparece controlado, modelado y disciplinado (Di Liscia, 2003;
Torrado, 2003). Los cuerpos de las mujeres resultan de interés
para la ley ya que ellos son el sitio de la reproducción
biológica y, por ente, de dilemas legales (herencia,
ilegitimidad, adulterio, etc.) (Gil Lozano, Pita, Ini, 2000).
Presencias
discursivas de las mujeres en el contexto social
La
ausencia o escasa presencia de las mujeres en el discurso de la
primera parte del periodo analizado nos permite sacar conclusiones
sobre su exclusión en el discurso social preponderante
(Iturriza, Pelazas; 2000). Será en este contexto, que años
después, florece el discurso feminista, ubicándolo en
el período de democracia de participación política
ampliada de 1916 a 1930 como consecuencia de la revolución de
las urnas de 1912 con la promulgación de la Ley Sáenz
Peña del voto secreto obligatorio y universal que permite la
renovación política del país. Con la
finalización de la primera guerra mundial se genera un
movimiento mundial humanista que cuestiona la racionalidad
beligerante propiciadora de guerras y enfrentamientos y propicia
nuevas perspectivas humanistas espiritualistas de afectos y valores
que le confieren un nuevo rol a la mujer: voz y participación
en la defensa de la vida; y el reclamo por sus derechos civiles y
políticos.
A
nivel económico-educativo, la inclusión de la segunda
generación de inmigrantes a los sectores medios urbanos y el
ascenso social asegurado en la movilidad laboral, encuentran su clave
en la educación pública primaria masiva que asegura la
alfabetización a través de la Ley 1420 en 1884. En
sintonía con la calidad de la enseñanza secundaria e
industrial, pero sobre todo por el fluido acceso a las Universidad
desde la Reforma de 1918, se democratiza su estructura.
En
este dinámico proceso de socialización, la familia es
la noción clave. Si la familia asegura la socialización
primera; la cuestión femenina y el lugar adjudicado a las
mujeres se vuelve relevante y ocupa el centro el debate. Y ahí
el "feminismo" encuentra una centralidad que venía
perfilándose en casos excepcionales: la escultora Lola Mora,
la poetisa Alfonsina Storni, la médica Elvira Rawson y la
socialista Alicia Moreau de Justo.
El
análisis discursivo de las fuentes primarias se centró
en: la "Encuesta Feminista Argentina" de M. Font en 1921;
el Boletín de la Liga de Profilaxis Social publicado entre
1921 y 1931; y materiales diversos producto de las asociaciones
feministas, revistas femeninas y partidos políticos.
Encontramos en los mismos una insistencia en el argumento de lo
"natural".
Así "la
diferencia natural"
entre hombres y mujeres, la "naturaleza
femenina",
el "lugar
natural de la mujer";
el "acto
natural de gestar",
serán estos los adjetivos que describen y caracterizan a la
mujer, al punto de considerarse prácticamente equivalentes:
mujer y naturaleza.
De
su naturaleza y de la responsabilidad a la que obliga la naturaleza,
surge como consecuencia la caracterización psicológica
de las mujeres: sus rasgos psíquicos espirituales y morales:
debilidad constitutiva, (definición de Janet: las mujeres,
débiles constitucionales) con vulnerabilidad económica
y moral. Por lo cual el ámbito de ejercicio de esa
responsabilidad natural y social: ser mujer es ser madre, debe
cumplirse en un ámbito social específico: la familia,
sostenida por un hombre.
Quedan
delimitadas las esferas: del lado de las mujeres la maternidad y la
crianza; y del de los hombres como jefes de familia y sostenedores.
Las mujeres jóvenes ambicionan casarse y marido, los hombres
rehúyen ese peso hasta lo ineludible. Lo que no calza en ese
modelo es causal de sanción social.
Socialistas,
anarquistas, conservadores, católicos, radicales, criollos,
inmigrantes, proletarios acomodados; coinciden en que el lugar
natural de la mujer es la familia. Las esferas socialmente aceptadas
para las mujeres se centran alrededor de la casa, la familia, lo
doméstico, la crianza. El trabajo y el estudio aparecen como
escenarios que le son ajenos (aunque comienzan a lograr el acceso en
algunos casos excepcionales).
La
familia merece descriptores específicos de la época: se
trata de la familia ampliada romana que incluye los hijos, los
ancianos, huérfanos y tías o tíos solteros
además de personal doméstico (otra forma de
socialización informal), adopción de madres soltera con
sus niños que se incorporan en la familia. Todos contribuyen
al sostenimiento y la madre es la administradora. Una escuela
profesional de la época dirigida a mujeres era la escuela de
economía doméstica, administración, nociones
básicas de salud higiene y puericultura; corte y confección
y gastronomía. Entre sus lemas se incluyen: "Como
llevar una casa",
"más
que abanderada en la escuela, abanderada en el hogar".
Llevar una casa es un trabajo complejo que abarca desde la higiene
(programa de vacunas, cuidado de enfermos, ancianos, alimentación,
limpieza, mantenimiento del hogar, asegurar la escolaridad, atenerse
a la palabra del marido, etc.). La familia se organiza en torno a la
casa.
Fuera
del ámbito doméstico, el ámbito laboral
significa "salir
a la calle".
Fábricas de escarbadientes, talleres de costura, trabajo
doméstico son algunas de las posibilidades de la época.
"La
calle",
"salir
a la calle",
en el caso de las mujeres, es un tema complicado. Frases como:
"agarro
la calle", "mujer de la calle", "le gusta la
calle".
Estos dichos delatan que salir del ámbito doméstico
encierra un eventual peligro: la prostitución. Se encuentran
sin embargo lugares intermedios: el patio del conventillo donde se
descubren todos los matices de socialización informal,
charlas, bailes, encuentros, juegos infantiles, lavanderas,
planchadoras, zapateros. Luego, como espacio de transición a
medida que se deja el hacinamiento del conventillo (conformado por
una familia, una habitación, un baño y un lavadero)
aparece la vereda, el barrio, los vecinos.
Por
fuera de la vida cotidiana, para 1918, se relevan al menos 7
asociaciones a resaltar: Asociación Pro-derechos de la Mujer;
el Consejo Nacional de las Mujeres que funciona desde 1900 y nuclea
mujeres católicas y conservadoras de familias tradicionales;
el Comité Socialista Pro-sufragio Femenino; la Unión
Feminista Nacional, la Federación Libertaria Argentina; el
Partido Feminista Nacional y en Uruguay el Consejo Nacional de
Mujeres.
Lo
femenino alcanza diversos tipos de agrupaciones muy heterogéneas.
Algunas de estas agrupaciones destacan ser nacionales, algunas dejan
la traza de la pertenencia política libertaria, socialista.
Lo común es que refieran la mujer, al feminismo o al derecho
de sufragio. Mujeres, feminismo y no menciones de género: tres
matices que muestran posiciones diversas, según destaquen o
desdibujen el tema femenino. Los temas destacados; derechos y
sufragio, aparecen como temas que unen. Ninguno habla de liberación
de la mujer de su escena. Todos coinciden significativamente en su
lugar natural, su rol natural de socialización primera en la
familia.
Mientras
estos paradigmas se fuerzan e instituyen, hay mujeres que trabajan,
madres solteras que trabajan y sostienen a sus hijos; empleadas de
comercio, domésticas, maestras; el nuevo paradigma clase
media, y por supuesto, prostitutas fuera de todos los inventarios.
Pero la relación entre madre-mujer que trabaja sigue siendo
complicada.
La
Encuesta Feminista presenta textos que niegan el trabajo femenino,
textos que lo denotan como atentatorio al orden doméstico
familiar; textos que muestran la cantidad de trabajo femenino. La Ley
4.661 de Descanso Dominical presentada por Alfredo Palacios de 1905
regula el trabajo infantil y femenino a la par. Bialet Masse denuncia
la explotación de mujeres y niños que trabajan en las
estiba de cosecha transportando pesos inhumanos.
También
se detecta el Congreso Feminista Internacional en 1910 y diversas
publicaciones como: La voz de la Mujer (la más temprana de
1897), La protesta humana de 1904, Nuestra tribuna (1922-1925),
Generación consiente 1924.
La
incorporación de las mujeres a la Universidad
En
el contexto de la Universidad de Buenos Aires encontramos las
primeras egresadas y las primeras estructuras educativas
universitarias en las que empiezan a incorporarse las mujeres, aunque
sorteando importantes obstáculos.
Elida
Passo es la primera egresada universitaria de América del Sur
(Facultad de Farmacia, 1885), al recibirse de Farmacéutica.
Posteriormente pudo inscribirse en la carrera de medicina a través
de un recurso judicial, aunque falleció mientras cursaba
quinto año a los 26 años. La primera mujer en terminar
el doctorado en medicina fue Cecilia Grierson (Facultad de Ciencias
Médicas, 1889). Ella también fundó la primera
escuela de enfermeras en el país (1890) y se dedicó a
la ginecología y obstetricia. En 1891 fue miembro fundador de
la Asociación Médica Argentina y en 1892 fundó
la Sociedad Argentina de Primeros Auxilios. Ejerció también
la docencia como adscripta de la Cátedra de Física
Médica y Obstetricia (1904 y 1905). En 1900 fundó el
Consejo Nacional de Mujeres y Asociación Obstétrica
Nacional.
Unos
años después se graduó Elvira del Carmen Rawson
Guiñazu (Facultad de Ciencias Médicas en 1892). Ella
orientó su ejercicio profesional hacia las enfermedades
femeninas. También fue profesora de Higiene y Puericultura e
introdujo la Eugénesis en el país. Fue una de las
fundadoras del primer centro feminista del país y en 1919
fundó la Asociación Pro-derechos de la mujer en donde
luchó por el sufragio femenino.
La
quinta mujer en recibirse de médica fue Julieta Lanteri
(Facultad de Ciencias Médicas, 1907). Fue la primera egresada
del Colegio Nacional de La Plata y tras recibirse de farmacéutica
en 1898 optó por estudiar medicina, a lo cual pudo acceder a
través de un permiso especial del Dr. Leopoldo Montes de Oca.
Junto a Cecilia Grierson fundó la Asociación
Universitaria Argentina. En 1910 organizó el Primer Congreso
Femenino Internacional con sede en Buenos Aires. El 26 de noviembre
de 1911, con autorización de un juez, votó en la
Parroquia San Juan Evangelista de La Boca, siendo el primer sufragio
de una mujer en Sudamérica (muchos años antes de que se
sancionara la Ley 13.010 de sufragio femenino en Argentina en 1947).
En 1919 compitió por una banca como Diputada en el Congreso,
convirtiéndose en la primera candidata argentina.
Posteriormente fundó el Partido Feminista Nacional.
Otro
caso para resaltar es el de Alicia Moreau de Justo, egresada de la
Carrea de Medicina con diploma de honor (Facultad de Ciencias
Médicas, 1914). Mientras se desempeñaba en el Hospital
de Clínicas instaló un consultorio en la Ciudad de
Buenos Aires donde atendía gratuitamente a mujeres de bajos
recursos y prostitutas. En 1910 organizó, junto a Julieta
Lanteri, el Primer Congreso Femenino Internacional. En 1918 fundó
la Unión Femenina Nacional. Escribió numerosos
artículos sobre educación y política en la
Revista Socialista Internacional. En 1932 elaboró un proyecto
de ley que establecía el sufragio femenino, el cual se
concretó en 1947. Durante toda su vida se involucró en
la lucha por los derechos de la mujer.
Las
primeras mujeres en otras carreras de la Universidad se fueron
sucediendo en los siguientes años: Derecho: Cecilia Tapias
(1911); Ciencias Naturales: Juana Guillermina Dickman y Axa y Lía
Acevedo (1912); Ingeniería: Elisa B. Bachoffen (1918);
Ciencias Económicas: Ángela Bernasconi
(1919); Arquitectura: Finlandia Elisa Pizzul (1927) (Ver
www.uba.ar/historia/contenidos.php?id=2&s=55).
Al
mismo tiempo que las primeras mujeres egresaban de la Universidad,
algunos espacios comenzaban a contener esta demanda. Con la creación
de la Facultad de Filosofía y Letras (1896) se permitió
a las maestras normales matricularse con el único requisito de
su título, ofreciendo la orientación en tres carreras:
historia, literatura y filosofía. En la primera promoción
(1901) de un total de nueve graduados, cuatro fueron mujeres: Elvira
y Ernestina Lopez, María Atilia Canetti y Ana Mauthe.
La
creación del Curso de Visitadoras de Higiene Social fue
también un hito en este sentido. Impulsado en 1924 por el Dr.
Manuel V. Carbonell, entonces profesor titular del Instituto y de la
Cátedra de Higiene de la Facultad de Ciencias Médicas,
su propósito era la prevención y extinción de
las enfermedades. Las Visitadoras se conforman así como nexo
entre el problema médico y el social. Los requisitos generales
para el ingreso exigían el pago del derecho de inscripción,
contar con una edad entre 20 y 40 años, certificado de
educación primaria completa (o de "instrucción
general satisfactoria", de buena salud y de buena conducta)
(Rossi, 2006).
La
creación de la Carrera de Asistentes Sociales del Museo Social
Argentino es otro evento importante a resaltar en este contexto. El
proyecto de creación de un Servicio de Visitadores y
Asistentes Sociales, logró su aprobación en Diciembre
de 1929 bajo la dirección del Dr. Alberto Zwanck al mismo
tiempo que se producía la unión del Museo con la
Universidad de Buenos Aires. La escuela reconocía como
antecedente la creación de la Escuela de Visitadoras de
Higiene, aunque con un perfil diferente estrechamente ligado a
factores morales. Los requisitos de inscripción eran ser mayor
de 18 años, tener un certificado de conducta firmado por dos
personas de responsabilidad y haber completado el ciclo primario. El
primer curso dictado en 1930 tuvo 58 inscriptos, de los cuales 35
fueron mujeres (Rossi, 2006).
Conclusiones
El
análisis de los documentos seleccionados nos permite aproximar
algunas conclusiones en relación a las concepciones sobre la
mujer presentes en diferentes discursos. En el caso del discurso
médico encontramos que las nosografías están
fuertemente impregnadas por el cuerpo. La maternidad, los órganos
sexuales, los embarazos, la descendencia sana, etc.; son el eje
central sobre el que versan las conclusiones diagnósticas de
las mujeres. Es en este sentido que podemos dar cuenta que el cuerpo
en las historias clínicas de las mujeres está más
presente que en las de los hombres. Es sobre el cuerpo femenino y sus
vicisitudes sexuales sobre el que recae principalmente la
psicopatología de la época.
Así
mismo, encontramos el discurso médico y sus fundamentos sobre
la mujer presentes en los otros discursos analizados. En el discurso
legal, la inferioridad biológica de las mujeres las ubica en
un lugar de tutela (del padre, del marido). Carecen de derechos
civiles y son consideradas en los mismos términos que los
niños.
En
el discurso social, el control del espacio, la asignación de
deberes maternales, la casa como el lugar "natural" de la
mujer; aparecen como formas de disciplinamiento. Se estructuran sobre
esta base las conductas socialmente esperadas de las mujeres. Aunque
empiezan a aparecer las primeras mujeres que egresan de las escuelas
nacionales, acceden a la universidad y asumen profesiones liberales
(potestad exclusivamente masculina hasta el momento), aunque son solo
casos muy excepcionales y que sortean importantes obstáculos.
La
primera post guerra europea y sus efectos ponen en juicio estos
discursos y se propicia un humanismo que resulta de la apreciación
personal de la cual emerge la valoración. La razón,
violenta y agresiva, que desencadena la guerra es puesta en duda. El
sentir, el sentimiento, el afecto comienzan a encontrar un espacio en
este escenario. Es en este contexto en donde el discurso feminista,
encarnando estos valores, emerger. Se multiplican las asociaciones
feministas y aparecer en el discurso la lucha por los derechos de las
mujeres.
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