El
porqué de un tratamiento psicológico para estas
afecciones
En
la vida de las personas, las enfermedades, y más aun las que
cursan en forma crónica y recidivante, pueden ser
vividas como “calvario”, o bien representar un camino y
una oportunidad para cambiar y crecer en valores personales.
Como
psicóloga y entusiasta de mi profesión y servicio, al
recibir muchos pacientes funcionales digestivos que no podían
manejar su sintomatología únicamente con tratamiento
médico, decidí ya pasada la década de los 80,
sintetizar un modelo de abordaje psicológico para poder
manejar los molestos síntomas del colon o intestino irritable.
En
la última década denominé a esta rama de la
psicología de la salud, PSICOGASTROENTEROLOGIA, en la línea
de abordar específicamente a esta población amplia de
pacientes aquejados de los vastos trastornos funcionales
gastro-intestinal (TFGI), entre los cuales figuran primordialmente el
Síndrome del Intestino Irritable (SII) y la Dispepsia
Funcional (DF).
Dada
la estrechísima relación entre el Sistema Nervioso
Central (SNC) y el llamado “Segundo Cerebro” o Sistema
Nervioso Entérico (SNE), nació esta disciplina de la
psicogastroenterología, decidida a complementar el tratamiento
médico, y para trabajar la comorbilidad psicológica y
psiquiátrica existente en estos pacientes.
Los
estudios muestran que en la franja de pacientes aquejados y que
consultan por su grado refractario realizando sólo tratamiento
médico, alrededor de la mitad de ellos padecen de un altísimo
índice de trastornos emocionales (ansiedad y depresión
en todas sus variantes).
Tal
como sucede con las especialidades de Psicocardiología,
Psicooncología, u otras, la Psicogastroenterologia viene a
cubrir un interesante aporte para trabajar la “digestión
emocional”, ahondando el compromiso psicosocial con los
pacientes funcionales digestivos.
Base
epistemologica
Mi
síntesis resulta de un abordaje integrativo centrado en el
modelo de la terapia cognitiva conductual, incluyendo técnicas
psicodinámicas, bioenergéticas, gestálticas,
Programación Neurolinguística (PNL), terapia
transpersonal, Hipnosis Ericksoniana, Psiconeuroinmunoendocrinología
(PINE), terapias tercera ola (Bernstein, 2003).
Introducción
Uno
de los trastornos funcionales gastrointestinales más común
y difícil de abordar en la clínica médico-psicológica,
es el síndrome del intestino irritable (irritable bowel
syndrome-IBS), ampliamente definido como una combinación
variable de síntomas gastrointestinales crónicos (GI)
que comprenden el dolor abdominal, y el cambio en la forma de las
heces y la frecuencia de la evacuación. Dichos cambios no
están explicados por las anomalías estructurales o
bioquímicas y se presentan al menos tres días por mes
en los últimos tres meses.
Las
características adicionales incluyen un alto predominio del
sexo femenino, la heterogeneidad de los síntomas en relación
con el hábito intestinal que predomina: estreñimiento o
diarrea o alternancia entre ambas modalidades evacuatorias; y los
síntomas extra intestinales comunes (digestivos, urinarios,
sexuales, emocionales y otros) así como la comorbilidad
psiquiátrica y psicológica.
Eje
cerebro-intestino
A
los trastornos funcionales gastrointestinales se los conceptualiza
actualmente como una desregulación del eje cerebro-intestino.
El
Sistema Nervioso Entérico (SNE) también llamado
“segundo cerebro” es un complejo sistema de neuronas y
células de sostén capaces de generar información,
integrarla y producir una respuesta. Sin embargo, tiene conexiones
con el Sistema Nervioso Central (SNC), lo cual crea respuestas de
tipo aferente y eferente que permite el intercambio de información
entre ambos sistemas.
En
el caso particular del aparato digestivo, es indispensable
tener en cuenta una lectura psiconeuroinmunoendocrinológica
(funcionando en red el sistema nervioso, el sistema endócrino,
el sistema inmunitario, así como el mundo de las emociones).
Un
factor central lo constituye la prevalencia de serotonina en las
terminaciones nerviosas intestinales, en las cuales encontramos un
noventa y cinco (95%) de las que se hallan en todo el organismo. Esto
explicaría por qué la actividad intestinal afecta la
percepción del dolor cerebral, el estado de ánimo y el
comportamiento secundario; así como la actividad de las
emociones afectan la sensibilidad gastrointestinal, la motilidad, las
secreciones y la actividad intestinal.
De
lo referido anteriormente, se deduce que la desregulación
serotoninérgica trae aparejado tanto trastornos digestivos
funcionales como trastornos emocionales.
Estrés
y SII
- Alrededor
de tres cuartas partes de los pacientes con SII informan que el
estrés les causa dolor y cambios en la motilidad intestinal.
De acuerdo con una historia de experiencias adversas tempranas, los
pacientes con SII informan de un número significativamente
mayor de acontecimientos estresantes de la vida (Enriquez-Blanco et
al., 2010).
- Los
pacientes con SII perciben los acontecimientos estresantes con una
mayor gravedad que aquellos enfermos aquejados de enfermedades
digestivas inflamatorias - colitis ulcerosa (CU) o enfermedad de
Crohn (EC) -. Ambos grupos de pacientes tienen niveles bajos
similares de calidad de vida relacionada con la salud (CVRS),
denotando ambos grupos niveles similares de estrés psicológico
(Hahn et al., 1999).
El
SII puede ser conceptualizado dentro de los llamados Trastornos
Sensitivos Somáticos o Síndrome Sensitivo Somático
(SSS) también llamados Síndromes de sensibilidad
central, neuroquímicos múltiples y somático
funcionales, debido a que su inicio, evolución y respuesta a
los tratamientos se haya ligado al estrés y factores
psicosociales (Longstreth
et. al., 2006).
Dentro de esta entidad también se hallan comprendidos el dolor
miofascial, el síndrome de piernas inquietas, las cefaleas,
las cistitis intersticiales, la vejiga irritable, las fibromialgias
(muy comórbidas con el SII), la disfunción
temporomandibular (ATM).
Perfil
cognitivo de los pacientes aquejados - el rol de las emociones
Para
entender cuáles son las técnicas psicológicas
asequibles para ayudar a estos “pacientes difíciles “se
hace necesario primeramente describir su perfil cognitivo.
La
investigación muestra que los pacientes con SII presentan
mayores niveles de ansiedad y depresión que las personas
sanas.
A
su vez la condición de la enfermedad crónica potencia
la ansiedad y la depresión. (Xie et al., 2015).
Una
reflexión interesante que calza perfectamente con la población
que nos consulta es que es siempre más importante conocer qué
tipo de paciente tiene la enfermedad que conocer qué tipo de
enfermedad tiene el paciente.
Ansiedad
intestinal
El
rasgo predominante en estos pacientes es la ansiedad
GI específica,
es una construcción importante que abarca claves contextuales
o factores de estrés, además de los interoceptivos.
Ansiedad
Específica GI
es una sensibilidad intensificada que denota miedos y sensaciones GI
relacionadas con la ansiedad tales como palpitaciones o mariposas en
el estómago. Constituyen un importante predictor de reacciones
de ansiedad en la línea de los ataques de pánico y/o
trastorno por pánico (Drossman, 2018).
Anticipación
y trastorno de ansiedad generalizada (TAG)
Resulta
frecuente oír a los pacientes que sufren estas alteraciones
aseverar verbalizaciones de este tipo: “No
puedo ir a un restaurante”, “No puedo ir a un viaje”,
“No puedo ir a un desayuno de trabajo”, “No puedo
ir a un casamiento”, “No puedo porque seguro me sentiré
mal”. Son
algunas de las tantas cogniciones comunes en estos pacientes.
Hay
a priori una anticipación
y una catastrofización,
una afirmación
con respecto a algo que los limita y que está relacionada con
el miedo que sienten con respecto a sus propios intestinos o
esfínteres y cómo estos les responderán.
Trastorno
de ansiedad generalizada (TAG) y trastorno funcional gastro
intestinal (TFGI)
En
estos pacientes funcionales digestivos existe una altísima
comorbilidad con el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) cuyo
rasgo central es el exceso de preocupación permanente y
continua. Es como si tuvieran todo el tiempo la señal de
alarma encendida. Y de este modo, la vulnerabilidad que acarrean
puede ser extrema. Observamos en ellos como cogniciones
disfuncionales una hipervigilancia y catastrofismo del dolor.
Sin
lugar a dudas, esta es la entidad psicopatológica que con más
prevalencia observo en mis pacientes junto al trastorno por pánico
(TP) y la depresión (Ali et al., 2000).
Por
ende, la terapéutica propuesta es enseñar al paciente a
que pueda decodificar sus sensaciones viscerales (dolorosas,
disfuncionales) sin incrementar un círculo vicioso de
pensamientos y sensaciones catastróficas y anticipatorias.
Se
trabajan sus preocupaciones incrementadas con respecto al síntoma,
desensibilizándolas y reformulando sus creencias básicas
con respecto a la sintomatología y a la vida.
Síndrome
de intestino irritable (SII) y trastorno por pánico
(TP), agorafobia tipo “colon irritable”
Más
de un tercio de los pacientes que me consultan presentan asociación
entre Trastornos funcionales gastrointestinales (TFGI) y Trastorno
por Pánico (TP) (Jonsohn et al., 2014).
Vivencian
un miedo anticipado y catastrófico a generar nuevamente
síntomas gastrointestinales tales como espasmos – dolor
– o no poder escapar de aquellas lugares en los que están
y se sienten encerrados si no tienen a mano un baño próximo.
A
esto último lo denominamos “agorafobia tipo colon
irritable”, siendo esta una de las causas de consultas más
frecuentes y se manifiesta con evidencia frente a las siguientes
situaciones:
-
Traslados.
Les
cuesta mucho y temen trasladarse en autos propios o ajenos, buses,
trenes y en especial viajar en subtes y aviones.
-
Lugares
prohibidos.
Nuestros pacientes temen y con frecuencia evitan ir a playas,
piletas, eventos deportivos, estadios, conciertos, recitales,
transitar embotellamientos de tránsito y autopistas, así
como los jóvenes muchas veces dejan sus facultades a propósito
de esta problemática.
-
El circuito del temor en el SII es el mismo que existe en el
trastorno por pánico: sobre una vulnerabilidad biológica
y un evento estresante hay una reacción
de alerta,
se desencadenan pensamientos
catastróficos
del tipo “no
llego al baño” o
“no
puedo ir a tal lugar”,
y es precisamente donde debemos trabajar sobre esta conducta
de evitación,
para que el paciente la supere y afronte adaptativamente.
Control
excesivo
SII
y rasgos obsesivos (TOC)
He
notado en los pacientes que debido a su sufrimiento, se hallan
permanentemente observando a sus intestinos los cuales pasan a ser el
foco de su atención. Es decir que se preguntan constantemente
cómo están sus vísceras, si arrojan síntomas
etc, y desarrollan un mecanismo de control excesivo al sentirse
inseguros con sus esfínteres.
Son
pacientes con características muy perfeccionistas y
controladores.
Resulta
útil, en consecuencia, abordar y trabajar la temática
del control
que tan relacionada está en sus fuentes con la ansiedad.
El
paciente, ante este cuadro, dependiente del sistema nervioso
autónomo, siente impotencia al no poder controlarlo y que
pierde autoeficacia en sus funciones cotidianas.
Vergüenza
SII
- Rasgos de ansiedad social (TAS)
La
vergüenza, como elemento característico de la ansiedad
social, entidad por la cual se teme ser mal juzgado por los otros, es
un rasgo de suma importancia en quienes lo padecen.
Sabemos
que estos temas intestinales generan vergüenza y no son
fácilmente tratados en lo social. No gozan del prestigio del
corazón o del cerebro.
Resulta
incómodo referirse a las heces y a la defecación, no
sólo en situaciones sociales comunes, sino también
frente al médico.
La
persona siente vergüenza cuando percibe que no tiene control
sobre las propias funciones corporales. Por ende, se siente
inadecuada.
Puede
vivir como algo humillante el tener que compartir baños en el
trabajo y se encuentra muy pendiente de los demás y del olor
que produce. Suelen tomar precauciones como ir a baños
alejados, evitar ir a baños ajenos o públicos.
Muchos
pacientes manifiestan vergüenza para compartir la cama y el baño
con sus parejas, más aún si son relaciones nuevas. Hay
todo un ritual y disfraces alrededor del tema. Ayudarlos en estos
aspectos también resulta muy gratificante.
Deberá
quitarse peso y solemnidad a este factor.
Resulta
útil preguntarle al paciente cuál es la diferencia
entre tener SII de otras tantas enfermedades como asma, diabetes,
artrosis.
Es
importantísimo el poder humanizar el padecimiento y trabajar
su aceptación y adaptación.
En
mi experiencia, esto se logra frecuentemente en los grupos
terapéuticos con pacientes que sufren de la misma dolencia.
Debido a la vergüenza en la práctica cuesta mucho formar
estos grupos aun siendo extremadamente operativos. La mayoría
de los pacientes demandan tratamiento individual sin darse el permiso
a transitar esta modalidad grupal.
La
consulta por excesiva flatulencia y cómo convivir con ella
considerando que tiene que desempeñarse en ámbitos
sociales es otro de los motivos de consulta más frecuentes y
que generan especial vergüenza.
Enojo
Irritabilidad
central e intestinal
El
enojo es otro síntoma capital. Cuando nos referimos a Colon o
Intestino Irritable, si bien hacemos alusión al mismo, debemos
destacar que éste se extiende a una personalidad
irritativa (Blackwell,
2019).
Muchos
de nuestros pacientes se sienten impotentes con sus cuerpos, no
pudiéndolos manejar y esto les genera gran enojo e
irritabilidad.
A
su vez, si trabajamos con ellos otras fuentes de enojo en sus vidas
podremos enseñarles cómo canalizar mejor esta emoción
sin explotar en sus vínculos ni implotar incrementando sus
síntomas.
SII
y depresión
Debido
a las limitaciones del cuadro y lo crónico de la afección
que cotidianamente toca las funciones de alimentación y
digestión diarias necesarias, no resulta sorprendente
encontrar alta comorbilidad en los pacientes con intestino irritable
con grados de depresión significativos.
De
hecho, una persona que sufre de SII tiene 5 veces más
probabilidades de tener un episodio depresivo que un individuo
control (Lackner., 2009).
Con
estos pacientes trabajaremos todo lo concerniente a elevar su
autoestima y seguridad personal. Apuntaremos a trabajar los valores
centrales de su vida y que puedan concretar sus objetivos vitales,
más allá de los síntomas digestivos y con las
dificultades que los acompañan.
SII
y trastorno por estrés post traumatico (TEPT)
Abuso
sexual
Se
observa que entre la gran población que consulta por padecer
de SII, un gran porcentaje ha sido víctima en su infancia de
abuso sexual, emocional o físico que posiblemente haya quedado
grabado en el paciente a modo traumático (TEPT) (Mearín,
2011).
La
metodología EMDR (desensibilizacion
y reprocesamiento por el movimiento ocular) es precisamente un
tratamiento de primera elección y altamente efectivo y
recomendable para el estrés agudo y en especial el estrés
postraumático (TEPT) (Shapiro, 2018).
Según
estudios realizados con TEPT -sean niños, adolescentes o
adultos- se observan los mejores resultados al ser tratados con
EMDR (Bergmann, 1998).
Mediante
la aplicación de este modelo integrativo, se pretende ayudar a
que los pacientes, al reelaborar sus traumas vitales, puedan verse
sumamente beneficiados en el alivio de la sintomatología
funcional digestiva (diarreas, dolores espasmódicos,
desregulación del eje cerebro-intestino).
De
este modo podrán encontrarse, en un breve período de
tiempo, reanudando funciones y actividades que han tenido largamente
postergadas.
Dolor
y sufrimiento
El
dolor
intenso
es otro de los ítems que nos convoca a médicos y
psicólogos.
Es
interesante ver cómo el paciente preferiría una
solución quirúrgica antes que tener que transitar este
padecimiento crónico.
También
es muy frecuente la consulta por distensión abdominal lo cual
inhabilita a la persona para el desarrollo de una buena calidad de
vida (bloating).
El
dolor desde lo psicológico se trabajará con técnicas
conductuales, para disminuir el dolor emocional asociado al cuadro y
no incrementar a modo de círculo vicioso el dolor físico
(Ortiz. 2017).
Escuelas
psicológicas
Entre
los lineamientos que acercan un modelo de tratamiento para su
abordaje, se encuentran:
-
Terapia cognitiva - comportamental
-
Terapia dinámica – interpersonal
-
Hipnoterapia
-
Entrenamiento en relajación
-
E.M.D.R (modelo que incluyo en mi propia experiencia clínica
a lo largo de casi 20 años de práctica con esta franja
de pacientes)
La
terapia
cognitivo conductual
se centrará en cambiar la cognición y el comportamiento
al modificar los pensamientos y sentimientos distorsionados.
La
dinámica
interpersonal
incorpora elementos del Psicoanálisis en lo que hace a la
lectura histórica y del enfoque sistémico, en cuanto a
la lectura de las relaciones interpersonales.
La hipnoterapia
ha mostrado grandes beneficios en la posibilidad de ayudar a calmar
el dolor y en la modalidad diarreica. Hay investigaciones que
sustentan los logros a partir de seguimientos en los que se conservan
los cambios.
La
modalidad de entrenamiento
en relajación
y de paquetes multicomponentes corresponden a la Terapia cognitiva
conductual.
Pilares
del tratamiento
El
modelo reside en un trabajo sobre los significados personales, las
emociones y el entrenamiento en técnicas de autodominio, así
como la superación de los traumas subyacentes a los fines de
incrementar un mejor poder de manejo y afrontamiento para los
síntomas y obviamente para la vida.
1.
Psicoeducación
Esta
continúa a la que ya dio el médico. La buena
psicoeducación cumple una función informativa ya que
tranquiliza y permite derribar mitos y fantasmas sobre el miedo a que
su condición derive en un cáncer (cancerofobia).
2.
Técnicas de autodominio e hipoactivación.
Incluyen
un bagaje de recursos para enseñar al paciente a que logre
disminuir su ansiedad a la hora de su sintomatología e
incremento emocional.
El
entrenamiento
en relajación
es uno de los pilares capitales del modelo. Consiste en un
entrenamiento en respiración
consciente
(para ellas se utilizan distintas técnicas que incluyen la
respiración diafragmática,
abdominal, alternada, entrenamiento autógeno, relajación
muscular progresiva y otras)
y aprendizaje de distintas
meditaciones, visualizaciones curativas,
técnicas dirigidas a despejar la mente y a apelar a la calma
interior (Bernstein, 2003).
El
entrenamiento en relajación y respiración tiene como
objetivo enseñar el control de la ansiedad periférica y
favorecer y desarrollar sensaciones agradables, que permitan
contrarrestar los anclajes corporales negativos y catastróficos.
A
posteriori, resultará fundamental que los pacientes apliquen
estas técnicas regularmente en condiciones de reposo y al
comienzo, recomiendo que los practiquen en aquellos momentos
que estén asintomáticos, de forma tal que estén
habituados a los recursos para utilizarlos en situaciones de alta
ansiedad y dolor.
3.
Reestructuración cognitiva
Aplicado
este modelo en pacientes con SII, queremos detectar cuáles
son las creencias que potencian la ansiedad catastrófica y
aumentan sus sensaciones viscerales dolorosas.
Al
trabajar con ellas, buscaremos disminuir o cortar el círculo
vicioso en el cual está encerrado el paciente (síntoma
- aumento de hiperalgesia - creencia catastrófica-aumento del
síntoma).
A
partir de implementar la reestructuración
cognitiva
se buscará revisar y cuestionar las creencias maladaptativas
para reprocesarlas y modificarlas por otras más funcionales.
Para
ello nos valdremos de los Registros
Diarios de Pensamientos Disfuncionales
(RDPD) que son automonitoreos solicitados al paciente como
tarea para el hogar y en los cuales este deberá registrar la
correlación existente entre síntomas, pensamientos,
sentimientos y conductas. El objetivo final es que pueda
transformarlos en otros más
4.
EMDR
Elaboración
de los traumas subyacentes y/o perpetuantes de la sintomatología
Aplicando
este modelo integrativo encontré un camino para ayudar a los
pacientes a reelaborar sus traumas vitales, reflejándose sus
resultados en una disminución o alivio de la sintomatología
funcional digestiva (diarreas, dolores espasmódicos,
desregulación del eje cerebro-intestino) y en la ansiedad y
depresión asociada a dichos malestares.
Pudieron
inscribirse como traumáticos en el enfermo, tanto hechos
vitales pasados –abandonos, maltratos, separaciones de los
padres, enfermedades de seres queridos, muertes- como
sintomatología digestiva en si inmanejable y crónica, a
modo de dolores, urgencia evacuatoria, diarreas debilitantes, bolos
fecales, imposibilidad de asistir a reuniones sociales, laborales,
afectivas, etc debido a la limitación y vergüenza que
acompañan a quienes sufren colon irritable o dispepsia
funcional.
Sintetizando,
la implementación de esta técnica, permite disminuir
la sintomatología digestiva al destrabarse los hechos
traumáticos, en toda su cadena neuronal.
Así,
frente a nuevos episodios, no se le dispararán en automático
las sensaciones de pánico y el catastrofismo que acompañaban
al síntoma en el pasado, ni potenciarán el evento
presente, aportándole un rápido descenso de las quejas
somáticas.
5.
Hipnoterapia
En
mi clínica, cuando no observo cambios en la mejoría de
los síntomas, después de trabajar los traumas y la
reestructuración cognitiva, suelo incorporar la hipnoterapia
como recurso, en especial en los pacientes refractarios.
La
Hipnoterapia ha demostrado en las investigaciones publicadas
(Palsson, 2010) sobre su implementación en SII; que con
protocolos totalmente estandarizados, se pueden acceder a mejorías
sostenidas durante años después de finalizados los
tratamientos.
En
el caso de nuestros pacientes consigue mejorar el bienestar
psicológico, reduciendo la cantidad de medicamentos y visitas
al médico (Blanchard, 2002).
-
Terapias
de la tercera ola
Si
bien los enfoques cognitivo-conductuales son claramente beneficiosos
en el tratamiento de SII y DF, hoy en día contamos con nuevas
terapéuticas, que al igual que el modelo EMDR citado, resultan
útiles para comprender cómo funciona la mente y aportan
grandes beneficios a la hora de implementarlos.
En
mi clínica incluyo Mindfulness
(MFN) o Consciencia Plena, Terapia
Dialéctica Conductual
(DBT) dado el alto porcentaje de pacientes con estructura límite
de la personalidad que acuden a la consulta con sintomatología
digestiva y también Terapia
de Aceptación y Compromiso
(ACT), dado que los valores y metáforas que este lineamiento
nos provee de recursos útiles para permitirle al paciente
valorar su condición total de persona y no de “intestino
caminando”.
Estos
nuevos enfoques pueden implementarse con alto grado de beneficios
para los síndromes médicos crónicos ya que se
centran en el cambio de conciencia y la creciente aceptación
del propio estado personal.
Instrumentos
psicométricos
En
la evaluación de estos pacientes resulta útil la
aplicación de dos cuestionarios:
1.
El
SCL (o check list 90). (Derogatis,
2000)
2.
El Cuestionario IBS-QOL (Drossman, 2000)
1.
El cheqlist 90 o SCL,
es una evaluación basada en síntomas, que es subjetiva
y mide 9 dimensiones psicológicas: somatización,
relaciones interpersonales, depresión, ansiedad, Trastorno
Obsesivo Compulsivo, hostilidad, fobias, paranoia y psicosis.
Es
una evaluación basada en síntomas que es
subjetiva.
Es
notoria la diferencia que suele haber entre test y post-test después
de aplicado el tratamiento, lo que se refiere a una mejoría en
todas las dimensiones. (Bernstein, 2008)
2.
El cuestionario
IBS-QOL
(Intestino Irritable Síndrome Calidad de Vida) (Wong y
Drossman, 2010) consta de 34 constructos acerca de cómo el
paciente percibe que el SII le perturba la vida. Este test está
traducido al español, siendo validado y adaptado
lingüísticamente en Argentina y en México y otros
países de Latinoamérica.
Evidencias
científicas
Las
conclusiones a las que han distintas investigaciones acerca de la
eficacia del tratamiento psicológico en esta patología
son las siguientes:
1.
La psicoterapia disminuyó la cantidad de síntomas
somáticos inexplicables y también la convicción
de tener una enfermedad seria, tal como el miedo al cáncer.
Asimismo,
se obtuvo una menor atribución somática, menos
cogniciones catastróficas, menor utilización de
servicios de salud (Creed et.al., 2005).
2.
Estudios cerebrales han mostrado que los antidepresivos trabajan en
áreas subcorticales como la corteza cingulada anterior y la
ínsula para mejorar la conectividad hacia la corteza
prefrontal y otras áreas corticales (efecto “botton-up”)
(Drossman, 2009).
Mientras
que el tratamiento psicoterapéutico trabaja en áreas
prefrontales o cognitivas (ejecutivas) (efecto “top-down”).
3.
El tratamiento médico psicológico combinado puede
beneficiar en un 50% o más que la monoterapia.
Derivacion
a psicólogos
Cuando
los médicos gastroenterólogos formulan la pregunta
acerca de cuándo derivar al psicólogo, la mejor
respuesta sería que se pueden ver beneficiados aquellos casos
severos o refractarios al tratamiento, los pacientes con modalidad
diarreica y dolor intenso y básicamente quienes sientan que el
cuadro les trae una gran alteración en su calidad de vida y no
logran un afrontamiento eficaz para convivir con él.
Conclusiones
El
impacto del síndrome del intestino irritable (IBS) y otros
trastornos gastrointestinales funcionales (FGID, TFGI) en la calidad
de vida de los pacientes ha sido subestimado a menudo por los médicos
y los investigadores, porque las personas con estos trastornos no se
enfrentan a una amenaza directa en sus vidas.
Por
las mismas razones, los amigos y los familiares de las personas con
trastornos gastrointestinales funcionales pueden subestimar el
impacto que estos trastornos suelen tener en una persona que lo
sufre. Pero, de hecho, la investigación ha demostrado ahora
que estos trastornos a menudo tienen un impacto muy sustancial en la
calidad de vida de los pacientes.
Este
paciente “difícil”, desafiante para el médico
y para el psicólogo, resulta altamente gratificante a la hora
de poder ayudarlo a mejorar su calidad de vida.
El
tratamiento psicológico, en mi experiencia, coincidiendo con
las evidencias científicas anteriormente citadas, puede ser
muy eficaz pero necesita sin excepción del trabajo
interdisciplinario (conjuntamente con el médico, la
nutricionista, el psiquiatra).
El
centro de nuestro tratamiento consiste en enseñarle al
paciente herramientas para poder incrementar su locus interno de
poder en relación a su patología, así como
conectarlo con los altos valores de su vida, logrando salir de la
obsesión que le ocasionan sus intestinos.
En
estos desórdenes funcionales, la clínica demuestra que
al trabajar sobre los estados afectivos y los estados de ánimo
comórbidos al cuadro (ansiedad y depresión), la
sintomatología disminuye y/o se espacia.
De
igual forma, el trabajar sobre los traumas subyacentes ya sean
vitales o que han quedado grabados en sus redes neuronales a
propósito de la sintomatología digestiva per-se,
facilita que estos traumas lejos de perpetuar los síntomas
permitan que el paciente se mejore.
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