1)
El Positivismo: algunas cuestiones en torno a su definición
En líneas generales
existe un consenso en la historia de la filosofía en llamar
propiamente filosofía positivista a una forma de pensamiento
que se inicia con la obra de Augusto Comte a partir de 1830 y se
completa con el pensamiento de Herbert Spencer y Claude Bernard en la
segunda mitad del siglo XIX, estos tres autores dan paso así a
tres vertientes del positivismo que si bien comparten ciertos
presupuestos o rasgos no son siempre compatibles y suelen ser
utilizadas para resolver diferentes problemas específicos, me
refiero a lo que se ha dado en llamar: Positivismo Comteano,
Positivismo Evolucionista Spenceriano y Cientificismo.
Siguiendo a Kolakowski (1988)
podemos identificar esos presupuestos compartidos con cuatro reglas:
1. La realidad sólo
puede explicarse a través de los fenómenos y de la
experiencia, no hay esencias que fundamenten los fenómenos,
aceptar éstas significa aceptar una posición metafísica
al respecto y el positivismo niega el valor cognoscitivo de todo
enunciado metafísico.
2. El mundo que conocemos es
un conjunto de hechos individuales observables y todo saber abstracto
es un modo de ordenación concisa y clasificatoria de los datos
experimentales.
3. Los juicios de valor
carecen de importancia cognoscitiva.
4.
Existe una unidad fundamental del método de la ciencia; se
trata aquí de la certeza de que los modos de adquisición
de un saber válido son fundamentalmente los mismos en todos
los campos de la experiencia e idénticas las principales
etapas de la elaboración de la experiencia a través de
la reflexión teórica.
Pero
también podemos sostener que este "estilo
positivista" de
representar la realidad puede ser rastreado en otros momentos de la
historia de la filosofía occidental al menos desde el
nominalismo del siglo XI en adelante, en efecto, se trata de un lento
y sostenido interés por el desarrollo de un análisis
empírico de la naturaleza cada vez más alejado de la
tutela divina que alcanza un momento culminante en lo que podríamos
llamar el "prepositivismo
del siglo de las luces"
pensamiento en el cual encontramos una fuerte tentativa por situar al
hombre en su medio biológico y social natural, por conocer la
naturaleza humana a través del discernimiento de la anatomía
y fisiología, en definitiva un intento de colocar al espíritu
humano en las coordenadas interpretativas de la naturaleza ya
domesticada por las matemáticas. Situar este aspecto de la
filosofía de las luces es de capital importancia para abordar,
como lo haremos más adelante, algunas cuestiones acerca del
positivismo en la Argentina.
¿Qué
es entonces lo privativo del pensamiento inaugurado por Comte para
que solo él revista el nombre de positivismo?
La respuesta está en el momento de su emergencia en torno a
la revolución industrial. Este
proceso extremadamente duro para la población, recientemente
reconvertida de campesinos a obreros, no aportará mejoras
sociales hasta bien entrado el siglo XIX. Baste recordar el "Ensayo
sobre la población", publicado por Malthus en 1798, en el
cual aseguraba, con implacable asepsia matemática, que
mientras la población aumenta en forma geométrica el
alimento lo hace en forma aritmética, concluyendo que nacen
más individuos que los que pueden ser alimentados. Semejante
dureza provocará una feroz competencia emprendida en forma
individual por hombres, mujeres y niños necesitados de ser
operarios. De aquí en más lo que identifica al
individuo es su capacidad productiva expresada como fuerza de
trabajo, esta le confiere derechos y obligaciones, y también
lo introduce en un orden legal y formal de transacciones y consumo.
Como contrapartida quien queda fuera del trabajo queda también
fuera de ese orden adoptando formas de vida marginales de las que nos
ocuparemos mas adelante.
Nos
referiremos brevemente a los tres autores considerados como
positivistas para comprender sus postulados en clave social. En
primer lugar, Augusto Comte desarrolla su sistema maduro a lo largo
de doce años entre 1830 y 1842 fechas del inicio y final de la
publicación de los cinco volúmenes de su "Curso de
filosofía positiva". Para él la filosofía
positiva es la historia real del espíritu humano, verdadera
historia de la evolución natural del hombre expresada en la
"ley de los tres estadios", teológico, metafísico
y positivo que marca el progreso de la conciencia humana desde un
pensamiento mítico inicial hasta el racionalismo moderno capaz
de ordenar, conocer y dominar a la naturaleza a partir de la
formalización matemática y la contrastación
empírica instrumental. Esta ley lo lleva a estructurar una
clasificación de las ciencias ordenadas de los más
simple y seguro a lo más complejo e incierto; en la cual el
nivel inferior se integra en el superior y es su condición de
posibilidad. Queda así el siguiente ordenamiento: matemática,
física, química, fisiología y física
social o sociología. De esta manera la dinámica social
se entiende científicamente a partir del análisis de
las evidencias empíricas de interacción social
interpretadas a la luz de sus propias leyes pero siempre sobre el
fundamento sucesivo de la fisiología, la química, la
física y, en última instancia, la matemática.
Queda así ordenado todo el universo de conocimiento humano en
función de leyes, nos dice el mismo Comte al respecto:
"
.... Vemos que el carácter fundamental de la filosofía
positiva es el de mirar todos los fenómenos como sujetos a
leyes naturales invariables, cuyo descubrimiento preciso y reducción
al menor número posible constituyen el objeto de todos
nuestros esfuerzos...."
En esta
misma dirección se desarrolla, en la segunda mitad del siglo
XIX el pensamiento científico, y social. Por un lado, en 1868,
Claude Bernard calibra una metodología de contrastación
empírica de los procesos de salud y enfermedad que por los
exitosos resultados obtenidos se transforma en poco tiempo en el
método experimental
propio del abordaje médico moderno, quedando aquellas
prácticas que no lo utilizan muy desprestigiadas y
virtualmente fuera del campo de la medicina, devenida ahora "medicina
científica". Por otro lado
Herbert Spencer presenta, a partir de 1860, su Sistema
de Filosofía Sintética en
el cual propone un pensamiento evolucionista en clave social. Allí
desarrolla los postulados de una interpretación de la vida
social y de la historia humana que será conocida como
positivismo evolucionista; en ella afirma, a grandes rasgos, que la
especie humana ha evolucionado desde sus orígenes a través
de mecanismos de selección natural con la necesaria y
aceptable supervivencia de los individuos mas aptos, a mayor
evolución mayor adaptación, en el plano social la
adaptación ambiental debe medirse como éxito económico,
acceso a la educación, mejor calidad de vida, etc. de esta
manera las desigualdades sociales no son más que la expresión
de este proceso natural científicamente interpretado y tan
inexorable como la rotación de los astros. Se interpretan así
las desigualdades internas y externas al proceso industrial
occidental. Las desigualdades internas, que corresponden a un cúmulo
de individuos excluidos del proceso económico fundamental e
integrado por desocupados, enfermos, insanos, niños
abandonados y delincuentes, este conjunto al que podemos llamar
marginalidad es particularmente numeroso en las calles de Londres
hacia 1880-1890. Las desigualdades externas corresponden a todas las
culturas extrañas a Europa, estas son interpretadas como
primitivas, entendiendo que poseen actualmente un grado de desarrollo
muy anterior en el proceso de la cultura occidental, lo cual
justifica su colonización para ofrecerles formas de vida más
evolucionadas; esto ocurre justo en un momento en el cual es vital
para el sostenimiento del proceso industrial a gran escala la
creación permanente de mercado donde colocar sus manufacturas.
Que estas
teorías pasaran, en pocos años de conjeturas heréticas
a verdades consagradas, tal vez se pueda comprender mejor al observar
el grado de funcionalidad que proveen al interior del proceso de
industrialización. En efecto, el tipo de relación que
el hombre entabla con sus congéneres y con el resto de la
naturaleza en este proceso no puede ser mejor legitimado que con los
presupuestos racionalistas subyacentes al naturalismo cientificista y
al positivismo evolucionista. De allí entonces que el uso
restrictivo del vocablo positivista sea en referencia a estas
modalidades de representación de la realidad para las cuales
la revolución industrial es su condición de posibilidad
histórico social y de la cual se constituyen en fundamento
filosófico.
2)
Prolegómenos del Positivismo argentino: Ilustración e
Ideología en el Río de la Plata
La
Ilustración llegó a estas tierras a partir de las
reformas borbónicas con la creación del virreinato del
Río de la Plata pero es a partir de la revolución de
mayo de 1810 que su presencia es determinante en el pensamiento de
los intelectuales porteños, es clara la relación de
este pensamiento con el proceso revolucionario, el cual busca modelos
teóricos alternativos al colonial: Manuel Be1grano tradujo a
Condorcet en 1794 y desde 1808 Cosme Argerich enseñaba la
filosofía de Cabanis y Destutt de Tracy. Mariano Moreno
durante sus estudios en Chuquisaca leyó a Montesquieu, Locke,
Jovellanos, Rousseau y varios enciclopedistas. Sus lecturas
económicas incluían a Adam Smith y Condillac e
inmediatamente después de la revolución se encargó
de traducir El Contrato Social de Rousseau. En la misma época
creó la Biblioteca Pública de Buenos Aires y se ocupó
de enviar a ella por decreto las bibliotecas privadas más
importantes de la ciudad.
Pero
será durante el intento de organización del estado
llevado a cabo por Bernardino Rivadavia, en la década de 1820,
que surgirá la Ideología como instrumento intelectual
utilizado para vertebrar un discurso político racional,
naturalista y anticlerical, alejándose a pasos agigantados del
viejo orden colonial. En este sentido los cursos de Ideología
ocuparon un lugar central en la enseñanza de la naciente
Universidad de Buenos Aires desde 1822 hasta 1842 siendo Juan Manuel
Fernández de Agüero, quien dictó su Curso de
Ideología entre 1822 y 1827 (Fernández de Agüero,
1940), su exponente más destacado, de el nos dirá
Ingenieros cien años más tarde:
"Los puntos de vista
aceptados por la psicología biológica y la filosofía
naturalista en nuestros últimos cincuenta años, están
netamente planteados por Agüero, no como vagas intuiciones, sino
como ideas definidas dentro de un sistema coherente y unitario"
El
pensamiento de este período prepara el desarrollo posterior
del Positivismo en la medida que presenta, por un lado una
cosmovisión naturalista de la realidad fundamentada en el
empirismo gnoseológico y en una orientación
experimental de las ciencias que será retomada por el
positivismo cientificista de Ameghino, y por otro lado muestra una
preocupación por los problemas sociopolíticos que se
generan a partir de la Revolución de Mayo, problemas que serán
retomados en el positivismo sociológico de la generación
de 1880 durante la constitución del Estado Nacional.
3)
El Positivismo
autóctono
de la generación romántica
La
llamada generación de 1837, cuyos exponentes principales son
Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento, pretendió
dar una explicación racional de la situación imperante
durante la época de las guerras civiles hasta la organización
del Estado Nacional, para ello apeló al análisis de
factores étnicos, geográficos y económicos
pretendiendo sentar bases objetivas que legitimaran sus propuestas de
organización política, económica y social, este
realismo social,
como lo denomina Ricaurte Soler (1968, pp.146), ha sido interpretado
en el caso de la obra de Alberdi como positivismo
autóctono, concepción
a la que adherimos ya que encontramos en él la condición
fundante del positivismo en tanto pensamiento legitimante y
legitimado por el proceso de la revolución industrial pero no
contaminado por los cuadros conceptuales del positivismo europeo que
se están desarrollando contemporáneamente al
pensamiento de Alberdi, nos dice este autor en su obra de 1853 Bases
y puntos de partida para la Organización Nacional:
"
La nueva política debe tender a glorificar los triunfos
industriales, a ennoblecer el trabajo, a rodear de honor las empresas
de colonización, de navegación y de industria; a
reemplazar en las costumbres del pueblo, como estímulo moral,
la vanagloria militar por el honor del trabajo; el entusiasmo
guerrero por el entusiasmo industrial que cambia la faz estéril
de nuestros desiertos en lugares poblados"
"Nuestra
juventud debe ser educada en la vida industrial ... la industria
es el calmante por excelencia. Ella conduce por el bienestar y por la
riqueza al orden, por el orden a la libertad..."
4)
Situación sociopolítica y económica en torno al
surgimiento del positivismo argentino
A mediados del siglo XIX el
país estaba muy lejos de insertarse en el mercado mundial, por
un lado los países en proceso de industrialización
mantenían un comercio regional europeo y aún no
requerían insumos de alimentos y materias primas de ultramar
ya que no presentaban un aumento importante de su población y
tampoco había explotado su capacidad de producir manufacturas
exportables a gran escala, por otro lado la Argentina tampoco contaba
con los requisitos mínimos para esta inserción: no se
había producido la centralización político
militar que permitiría la consolidación de un estado
nacional y por lo tanto no tenía inversión de capitales
ni crecimiento poblacional para llevar adelante la producción
de bienes en gran escala.
Pero esas condiciones externas
e internas comenzarán a constituirse a partir de la primera
presidencia de Julio Argentino Roca, en efecto como ya lo hemos
analizado oportunamente:
"...Roca asume la
Presidencia el 12 de Octubre de 1880 con un discurso en el Congreso
Nacional donde presenta las bases conceptuales de lo que será
su proyecto de Nación y termina el mismo afirmando:
"Somos la traza de
una gran Nación, destinada a ejercer una poderosa influencia
en la civilización de la América y del mundo ... es
menester entrar con paso firme en el carril de la vida regular de un
pueblo; constituido
a semejanza de los que nos hemos impuesto como modelo; es decir
necesitamos paz duradera, orden estable y libertad permanente."
"Puedo así sin
jactancia y con verdad deciros que la divisa de mi gobierno será:
Paz y Administración."
Conti, NA. (2004) "Aspectos
sociales políticos y culturales en torno a la Organización
Nacional (1880 – 1910)." Temas de Historia de la
Psiquiatría Argentina, (21) pp.3-18
Estas últimas palabras del discurso más
célebre de Roca encarnan los ideales de aquella generación
que lo acompañó en ese proyecto de una gran nación
que se continuó hasta la época del centenario.
Justamente, la historiografía contemporánea toma el
período 1880-1916 como el momento del desarrollo y
optimización del modelo
agro-exportador que
posteriormente entrará en un proceso de continua decadencia.
Pero, para los hombres del centenario hay un convencimiento de ese
prometido destino de grandeza que se sostiene en su realidad
contemporánea: entre 1880 y 1916 la economía argentina
se multiplicó nueve veces, el producto bruto creció en
forma sostenida un 6% anual y el producto per cápita superaba
levemente en crecimiento al de los Estados Unidos y holgadamente al
de Francia, Gran Bretaña y Japón. La Argentina, tercer
productor de trigo del mundo, detrás de Rusia y muy cerca de
Estados Unidos, era entonces "el granero del mundo"; en
1910 trigo, maíz, lana y lino constituían las cuatro
principales exportaciones, apareciendo la carne vacuna recién
en el quinto lugar.
Ahora el país sí
estaba integrado a la economía mundial como uno de los
mayores proveedores de materia prima para los países
industrializados y esto permitió el desarrollo interno, en
especial de bienes y servicios orientados a las exportaciones, tal
vez el ejemplo más relevante sea el sistema ferroviario el
cual en 1881 tenía un tendido de 2.400 km. y hacía el
final de este período contaba con 34.000 km. contra 25.000 de
México y 22.000 de Brasil. Se debe destacar en este proceso la
presencia de la inversión extranjera, indispensable para que
el crecimiento tuviera lugar, participaron capitales de Gran Bretaña,
Francia, Alemania, Bélgica, Italia y Estados Unidos.
También, a partir de
1890, acompañando el crecimiento de la población y las
mejoras en la calidad de vida para algunos sectores, asistimos a un
desarrollo industrial significativo con el surgimiento de grandes
fábricas de alimentos, bebidas, artículos de
indumentaria y de ferretería; este proceso se reforzó
marcadamente hacia 1900 por un intenso aumento de la demanda.
En este momento ya se ha
consolidado definitivamente el Estado, esto es, un poder centralizado
que ha dominado las situaciones locales y ha federalizado la Ciudad
de Buenos Aires, el país está ahora articulado al
mercado mundial. Esta nueva Argentina se encuentra además
embarcada en una transformación social que no conoció
ninguna otra nación de la América española, me
refiero al fenómeno inmigratorio, lo que Romero llama el fin
de la Argentina Criolla y el comienzo de la Argentina Aluvional. Solo
en la ciudad de Buenos Aires entre 1869 y 1904 se quintuplicó
la población a expensas de una inmigración que no
condecía con el ideal alberdiano de trabajador europeo, el 90%
correspondió a italianos y españoles que, empujados por
el inevitable déficit habitacional acontecido, se hacinaron en
antiguas casas familiares dando origen a una cultura de inquilinato
conocida en la Argentina como conventillo, se calcula que,
hacia 1904, existían en Buenos Aires alrededor de 140.000
habitaciones con hasta seis personas en cada una viviendo bajo este
sistema. Desde el inicio de la corriente inmigratoria hacia 1870 y
durante los sesenta años siguientes la población
extranjera alcanzó al 60% del total en la ciudad de Buenos
Aires y casi el 30% en las provincias de Buenos Aires, Córdoba
y Santa Fe.
Vemos entonces como surge aquí
un nuevo actor en el escenario nacional, la masa como
fenómeno político-social del cual se debe dar una
pronta respuesta y rápida organización.
5)
Surgimiento del Positivismo en Argentina: la generación
del '80
Una
elite intelectual acompaña el desarrollo de este proceso, a
ellos conocemos como La Generación del '80. Esta generación
intenta comprender la realidad que se presenta a sus ojos a través
de la retícula teórica del Positivismo.
Los pensadores positivistas
argentinos pueden ser agrupados de la siguiente manera: por un lado
los que responden a una matriz Comteana quedan ligados a la actividad
pedagógica a través de la Escuela Normal de Paraná;
fundada por Sarmiento en 1869 obtendrá desde el principio una
reputación conocida en todo el país, aquí se
destacan Pedro Scalabrini, Víctor Mercante y Rodolfo Senet que
serán los teóricos de la educación. Por otro
lado tenemos al llamado grupo universitario de matriz Spenceriana,
que funda su credo en el biologicismo y el evolucionismo con una
fuerte influencia del pensamiento cientificista de Florentino
Ameghino, especialmente sus concepciones en torno a la filogenia y
ontogenia extrapolados de la organización natural a la
organización social. Este grupo tuvo una mayor incidencia en
la vida política, sus hombres más destacados se
dedicaron a la psiquiatría y la psicología en un
momento en que la incipiente sociología y la psicología
experimental estaban en pleno desarrollo. Su proyecto intelectual
consistió en interpretar los fenómenos históricos
y sociales con los principios de las ciencias naturales y desde esa
perspectiva intentaron brindar los instrumentos necesarios para
resolver los problemas que se le planteaban; este posicionamiento
intelectual ha permitido referirse a ellos como la cultura
científica del Buenos Aires finisecular. En esta línea
es central el pensamiento de José María Ramos Mejía
(1899), Carlos Octavio Bunge (1903, 1919) y José Ingenieros.
Forman parte también de esta generación Francisco Ramos
Mejía, Eduardo Holmberg, Ernesto Quesada, Francisco de Veyga,
Agustín Álvarez, José Nicolás Matienzo,
Rodolfo Rivarola, Luis María Drago, Emilio Mitre y Horacio y
Norberto Pinero.
6)
Positivismo y Nación: respuestas políticas para males
sociales
El problema principal que
deben resolver los pensadores positivistas es el del crecimiento
vertiginoso de la población urbana, especialmente los efectos
negativos de la misma que se expresan bajo las formas de
hacinamiento, marginalidad, delincuencia y locura. A esta situación
se agrega el hecho de que, en un país que recién se
está organizando como nación, el brusco aumento
poblacional es a raíz de la inmigración europea, pero
no precisamente de la manera en que fuera idealizada en los escritos
de Alberdi. En efecto, la mayor parte de los inmigrantes que
habitaban la ciudad de Buenos Aires hacia el final del siglo XIX
eran italianos del sur de la península, mientras que los
inmigrantes del ideario alberdiano eran bien otros, como lo expresa
en este párrafo de sus Escritos económicos:
"el suelo más
rico o más capaz de ser rico de Sud-América, será
el que por sus condiciones geográficas, geológicas y
climatéricas, sea más capaz de atraer y fijar al
poblador francés, inglés, suizo, alemán,
italiano y español del norte. Porque será el trabajo de
semejantes pobladores la verdadera causa de la riqueza de que este
suelo sea capaz.
Sobre
esta situación no deseada los pensadores de cultura
científica, aplicando la metáfora médica
propondrán el diseño del Estado, en formación
por aquella época, a través de un diagnóstico
de las enfermedades
sociales y unas terapéuticas
correctivas
adecuadas a cada situación, en este contexto las respuestas
políticas implementadas fueron las siguientes:
1. La construcción
simbólica de la nacionalidad: en esta tarea le
cupo un lugar central a José María Ramos Mejía
quien estuvo al frente del Consejo Nacional de Educación y se
encargó de organizar lo que Terán (1983, 1986, 1987,
2000) ha llamado la liturgia patria, conjunto de hechos,
fechas, anécdotas heroicas, signos y símbolos patrios,
inexistentes hasta entonces, cuya finalidad será hacer sentir
la nacionalidad
argentina a la masa inmigrante y fundamentalmente en sus hijos a
través de la educación pública, gratuita y
obligatoria.
2. El desarrollo
de un dispositivo de higiene urbana que acreciente la Salud Pública:
la prevención de enfermedades, el aseguramiento de las
condiciones básicas necesarias de nutrición en la
población en general son hechos indispensables para asegurar
el normal desenvolvimiento de la población económicamente
activa. A esta tarea se avocó Guillermo Rawson, presidente
de la Asociación Médica Bonaerense, redactor de la
Revista Médico Quirúrgica y primer Profesor Titular de
la Cátedra de Higiene Pública de la UBA.
3. La promoción
de instituciones y leyes que ordenen y regulen las relaciones
sociales de producción: a este efecto se eleva
al Congreso de la Nación un Proyecto de Ley Nacional del
Trabajo en 1904 y en 1905 se promulga la primera ley obrera. En 1907
el Poder Ejecutivo crea el Departamento Nacional del Trabajo, siendo
su primer presidente José Nicolás Matienzo.
4. El desarrollo de
herramientas jurídicas e instituciones penales en arreglo a
las doctrinas de la criminología positivista: los
reformadores positivistas de la criminología argentina fueron
Rodolfo Rivarola, José Nicolás Matienzo y Norberto
Piñero quienes escribieron el Proyecto de Código
Penal para la República Argentina en 1898, que generó
una notable influencia en la jurisprudencia posterior.
7)
Grandes temas del positivismo argentino
En esta necesidad de dar
respuesta a los grandes problemas nacionales el positivismo argentino
enhebra una serie de temáticas con el andamiaje teórico
propio del positivismo europeo pero también con claras notas
distintivas locales misturadas al rescoldo de los vaivenes políticos
de turno. En una presentación muy sucinta algunas de estas
temáticas son:
1. Raza
Existe
un convencimiento en la existencia de razas superiores e inferiores,
un racismo científico amparado en la observación
empírica de los "comportamientos raciales" en
Europa y Latinoamérica, justamente a esta última se le
adjudica una preponderancia de razas subalternas responsables de sus
marcadas dificultades para desarrollar el proceso de modernización
impulsado por Europa y que lleva a hablar de un "continente
enfermo", como bien lo señala Augusto Bunge en 1915 en
su obra El culto de la vida:
"No
creer en la existencia de razas inferiores y superiores podrá
ser posible a un romántico pero no lo es en el concepto
naturalista. El negro es antropológicamente inferior al
caucásico, y se comprende que lo es también moralmente,
si, saliendo de las vaguedades y de los casos individuales, se
examinan los hechos en conjunto."
2.
Nación
Cada
conjunto poblacional, geográfica e históricamente
situado constituye una nación y esta se configura a partir del
medio físico y social. Cada pueblo o nación presenta
una organización mental que expresa sentimientos e ideas que
se articulan en la tradición y el folklore que le es propio. A
este respecto nos dice José Ingenieros en 1920:
"La
nación es la patria de la vida civil ... supone
comunidad de origen, parentesco racial, ensamblamiento histórico,
semejanza de costumbres y de creencias, unidad de idioma, sujeción
a un mismo gobierno ... es indispensable que los pueblos regidos
por las mismas instituciones se sientan unidos por fuerzas morales
que nacen de la comunidad en la vida civil. "
3.
Inmigración
El
tópico alberdiano de la inmigración como motor del
desarrollo de la nación es retomado por los pensadores
positivistas a la luz de los resultados empíricos obtenidos.
Sobre la noción de raza se interpreta el caótico
presente urbano producto de la inmigración masiva acontecida,
es probablemente Lucas Ayarragaray quien, en 1916, expresa en forma
más descarnada esa interpretación racista del fenómeno
inmigratorio:
"La fórmula
empírica de gobernar es poblar...nos hizo
descuidar uno de los factores: el inmigrante, al recibir sin ningún
contralor todos los registros de razas viejas y extenuadas ..."
"Nuestros anales
criminales y los anales de los asilos están plagados de
ejemplos de inmigrantes que, al poco tiempo de su arribo al país,
fueron a hospitalizarse o a purgar sus crímenes en las
cárceles públicas. Por esa razón, es tan
primordial seleccionar la inmigración por una policía
preventiva y por una legislación previsora, para no recibir en
nuestro seno sedimentos o desechos de las viejas sociedades, y
acumular en el país un stock de razas inferiores."
8)
El Positivismo en el desarrollo de la Psiquiatría y
disciplinas afines
Durante este período de
constitución y consolidación del estado nacional la
cultura científica argentina enhebra una serie de prácticas
con sus correspondientes basamentos teóricos que generaron la
conformación de diferentes campos disciplinares
interconectados por una misma idea: la necesidad de organizar y
normatizar las variadas conductas de esta nueva sociedad en formación
en aras de un horizonte de orden y progreso a alcanzar en un corto
plazo, surgen así la psiquiatría, la psicología,
la pedagogía y la criminología las cuales comparten un
mismo objeto de estudio, la sociedad y un mismo marco referencial, el
positivismo.
a) Psiquiatría
Los hospicios de Buenos Aires
fueron fundados entre 1853 y 1863 pero recién hacía
1880 se constituye la primera matriz disciplinar psiquiátrica
porteña, esta se organiza alrededor de la figura de Lucio
Meléndez quien fue nombrado Director Administrador del
Hospicio de las Mercedes en el año 1876 comenzando un continuo
proceso de reformas, mejoras y actualizaciones en el campo de la
medicina mental que permitieron la valoración pública y
reconocimiento de una capa social inexistente hasta entonces, el
alienista, en efecto, Meléndez analiza en las páginas
de la revista Médico-Quirúrgica, junto a otros
importantes higienistas de la época, la situación
social producida por la inmigración masiva y las respuestas
necesarias de implementar desde la salud pública incluyendo el
problema de la locura, destaca ,en un artículo de 1884, que
los extranjeros constituyen las dos terceras partes del total de
internados en los hospicios de la ciudad. Meléndez es
nombrado, en 1886, Prof. Titular de la recién creada Cátedra
de Enfermedades Mentales de la Facultad de Medicina de la Universidad
de Buenos Aires cargo que ocupará hasta su jubilación
en 1893, durante sus años de magisterio Meléndez
(Stagnaro, 1997) alcanzará un gran predicamento entre sus
colegas y reconocimiento internacional, también será
responsable de un importante cambio en la imagen de los manicomios en
la sociedad como bien lo expresa Norberto Maglioni en su tesis
doctoral sobre Los Manicomios (1879):
"...
Es una institución necesaria para
el perfecto funcionamiento del Estado y constituye uno de los
servicios más interesantes de la Administración
Nacional, su carácter moral consiste en ser un asilo en donde
mediante formalidades legales rigurosas es admitido el enajenado en
beneficio de su familia y de la sociedad, recibe la asistencia que
exige su curación y bienestar físico y moral, y se
halla bajo el amparo tutelar de la ley, que a, asemejándolo a
un menor defiende su persona e intereses"
Finalmente al retirarse, lo
sucede en esta empresa Domingo Cabred, quien lo reemplaza en la
dirección de la Cátedra en 1892 y del Hospicio en 1893.
Al retiro de Meléndez el complejo institucional de control de
la locura ya se encuentra constituido, Cabred intensificará
su desarrollo siendo uno de sus mayores logros la inauguración
de la Colonia para alienados Open Door en Luján en el año
1901. Durante este período la creación de Instituciones
psiquiátricas se abre en todas direcciones, en 1884 se funda
el Hospital Melchor Romero, en 1890 el Hospital de Alienados de
Córdoba, en 1908 se inauguran el Asilo Quinta de Lomas, la
Colonia de Torres en la Provincia de Buenos Aires y la Colonia de
Oliva en la Provincia de Córdoba. En el plano académico
Cabred permanecerá al frente de la Cátedra de
Psiquiatría hasta su jubilación en 1916 y será
el responsable de la creación del Laboratorio de Anatomía
Patológica del Hospicio de las Mercedes y de la contratación
del neuropatólogo alemán Cristofredo Jakob, creador de
la escuela neurobiológica argentina, quien trabajó en
el hospicio de hombres entre 1900 y 1910 y, luego de un corto regreso
a Alemania, se radicó definitivamente en la Argentina
trabajando desde 1912 hasta su jubilación en el hospicio de
mujeres donde también se creó para él un
Laboratorio de Anatomía Patológica.
b) Psicología
El desarrollo de la psicología
se da, desde principios de la década del 90, sobre el
horizonte de la recientemente creada psicología experimental,
en efecto, doce años después de que Wundt fundara su
laboratorio en Leipzig (1879), en 1891 Víctor Mercante realiza
la primera investigación de psicología experimental en
la provincia de San Juan con fines pedagógicos. En 1892 Carlos
Rodríguez Etchart enseña por primera vez Psicología
Experimental en el Colegio Nacional de Buenos Aires y en 1896 se crea
la Cátedra de Psicología en la Facultad de Filosofía
y Letras de la Universidad de Buenos Aires siendo Prof. Titular
Rodolfo Rivarola quien da un curso estrictamente teórico. En
1898 se crea , en el Colegio Nacional de Buenos Aires, el primer
laboratorio de psicología experimental bajo la dirección
de Horacio Piñero quien era Prof. de Fisiología en la
Facultad de Medicina en donde introduce nociones de psicología
experimental, por este motivo es invitado, en 1901, a dictar un curso
libre de psicología experimental en la Facultad de Filosofía
y Letras de la Universidad de Buenos Aires y en 1902 reemplaza a
Rivarola en la Cátedra de Psicología de esa casa de
estudios y crea el primer laboratorio universitario de
Psicofisiología fundamentando en la investigación
biológica sus desarrollos psicológicos y sociológicos,
a esa misma Cátedra accede como Prof. Suplente en 1904 José
Ingenieros y dos años más tarde Francisco de Veyga. En
1906 se funda el Instituto Nacional del Profesorado funcionando allí
una Cátedra de Psicología donde se crea un Laboratorio
de Psicología Experimental organizado por Félix
Krueger, discípulo de Wundt.
A fines de 1908 se crea la
Sociedad de Psicología de Buenos Aires, según nos dice
Ingenieros:
"...con el
concurso de casi todos los hombres de estudio que cooperan a
enriquecer la bibliografía argentina en la materia y de los
profesores universitarios de esta ciencia y sus afines."
Los estatutos de la Sociedad
reglamentan la creación de cuatro secciones: psicología
normal, psicología anormal, psicología pedagógica
y psicología social, en sus pocos años de existencia
esta Sociedad desarrollo una intensa actividad contando entre ellas
la organización de la Sección Ciencias Psicológicas
del Congreso Internacional Americano de 1910 y la creación de
los Anales de Psicología de los cuales se publicaron tres
volúmenes en 1910, 1911 y 1914 con un total de 49 trabajos
estando entre sus autores: José Ingenieros, Víctor
Mercante, Clemente Onelli, Horacio Piñero, Carlos Rodríguez
Etchart, Rodolfo Senet, Francisco de Veyga, Florentino Ameghino,
Alejandro Korn, Rodolfo Rivarola, José María Ramos
Mejía, Cristofredo Jakob, Eusebio Gómez y Horacio
Areco; la Sociedad se disolvió en 1914.
c) Pedagogía
La escuela Normal de Paraná,
en la provincia de Entre Ríos, es el punto de partida de la
pedagogía positivista que se desarrolla en estos años
en Argentina, en ella se busca un fundamento científico para
todos los niveles de enseñanza partiendo del estudio de la
psicología del niño normal y particularmente de los
datos de la psicología experimental en torno al trabajo
escolar, su primer referente fue Pedro Scalabrini quien enseña
las doctrinas comteanas, su discípulo Víctor Mercante
fue, como ya dijimos, el creador del primer laboratorio de psicología
experimental cuando estuvo a cargo de la Escuela Normal de San Juan,
en 1891, y funda también, en 1906, los Archivos de Pedagogía
y Ciencias Afines. Otro miembro prominente de esta escuela es Rodolfo
Senet quien se dedica al estudio de la psicología infantil
normal y patológica y sus relaciones con la pedagogía.
En al ciudad de Corrientes se
desarrolla otro grupo de pedagogía positivista en torno a la
figura de Alfredo Ferreira quien funda junto con Pablo Pizzurno en
1892 la primera publicación sobre pedagogía, la revista
La Nueva Escuela, Ferreira tiene una importante actividad
institucional como Ministro de Instrucción Pública y
Director General de Escuelas de la Provincia de Corrientes y
posteriormente como Vice-Director del Consejo Nacional de Educación,
también fue Presidente del Comité Positivista
Argentino, Vice-Presidente del Comité Positivista
Internacional con sede en París y redactor de la revista El
Positivismo.
El Congreso Científico
Internacional Americano de 1910, realizado en mayo de ese año
en Buenos Aires como parte de los festejos del Centenario es el
escenario en el cual se expresa más claramente el pensamiento
de la pedagogía positivista argentina, allí, en la
Sección Ciencias Psicológicas, presidida por Horacio
Piñero, casi el 60% de los trabajos presentados se refieren a
la niñez y las intrincadas relaciones entre niño
normal, niño patológico y educación; Rodolfo
Senet en su trabajo La psicología anormal y la educación,
sostiene que " En la escuela ... debe poder
realizarse la clínica de la conducta del alumno que vendrá
a sustituir con diagnósticos más precisos, la vaga
denominación del mal estudiante ...", la Dra
Elvira Rawson de Dellepiane agrega que, una vez detectados los
anormales deben ser separados a fin de que no sean un peligro para
los normales y para que se le pueda aplicar la terapéutica
correspondiente. Como conclusión de esta sesión su
secretario Víctor Mercante sostiene que con los grupos de
atrasados, débiles mentales y degenerados, existe la necesidad
de segregarlos y someterlos a regímenes especiales, pues, su
contacto pervierte el carácter de los equilibrados. No escapa
a este grupo de intelectuales de la educación el
reconocimiento de los alcances políticos de sus propuestas,
como bien queda indicado por Rodolfo Rivarola en el discurso
inaugural de la Sección Ciencias Psicológicas cuando
dice:
"No es indiferente
para la educación que el fin del Estado indique una tendencia
... Hasta hoy educamos sin saber claramente si tenemos que
preparar guerreros o agricultores ... Preferimos la educación
liberal a la sectaria, y deseamos que el Estado continúe la
primera. Pero en la organización de la ciencia no se trata de
saber si el temperamento de un ministro es sectario o liberal, sino
si científicamente debemos aspirar a la seguridad nacional
que suprimirá muchas supuestas libertades individuales, o a la
independencia individual que podrá poner en peligro a la
seguridad nacional."
d) Criminología
En 1888 se funda en Buenos
Aires la Sociedad de Antropología Jurídica Argentina
y, uno de sus principales animadores, Francisco Ramos Mejía,
presenta un trabajo pionero titulado "Principios
Fundamentales de la escuela Positiva de Derecho", en ese
mismo año otro miembro fundador de la Sociedad, Luis María
Drago, publica Los hombres de presa ambos trabajos son
elogiados por Lombroso quien además escribe el prólogo
de la edición italiana del libro de Drago que se publica, en
1890, con el título de El criminal nato , para este
autor, una vez delimitadas las anomalías somáticas y
psíquicas de los delincuentes es posible tipificar
científicamente la constitución criminal y obrar
en consecuencia, critica en este punto el derecho penal de la época
por considerarlo benigno e insuficiente ya que afirma:
" el Estado no solo
tiene el derecho sino el deber de defenderse de los criminales, el
orden y la seguridad de las sociedades dependen de esta función
represiva que le está encomendada."
En 1892 Francisco de Veyga,
médico militar crea una Sala de Observación de
Alienados en el Depósito de Contraventores de la Policía
su interés se centra en ciertos sujetos lindantes entre la
patología y la marginalidad son los vagos, prostitutas,
invertidos sexuales, inmigrantes perdidos, borrachos, mendigos,
pequeños delincuentes, de Veyga es nombrado Profesor de
Medicina Legal en la Universidad de Buenos Aires en 1894 y dicta , en
1897, el primer curso de Antropología y Sociología
Criminal, para este autor crimen, locura e inmoralidad son nociones
inseparables. En 1902 aparecen los Archivos de Psiquiatría,
Criminología y Ciencias Afines dirigido por José
Ingenieros en donde de Veyga publica sus trabajos pioneros sobre
inversión sexual, la revista desaparece en 1913. En 1907 José
Ingenieros es nombrado Director del Instituto de Criminología
de la Penitenciaría Nacional su función será
estudiar científicamente a los delincuentes, para comunicar
sus hallazgos crea un Boletín Médico Psicológico,
en este contexto Ingenieros dirá:
"La antropometría
de los delincuentes es análoga a la de todos los demás
degenerados; los caracteres diferenciales deben buscarse en el
terreno de la psicopatología"
Vemos así que
tipificación científica, medicalización y
control social son los ejes sobre los cuales se construyen los
diferentes dispositivos de la criminología positivista
argentina.
9)
Conclusiones acerca del positivismo en la Argentina
El ciclo del pensamiento
positivista en la Argentina abarca aproximadamente un siglo desde los
precursores cursos de Ideología dictados en la Universidad de
Buenos Aires hacia 1822, con su impronta empirista, fisiologista,
antimetafísica y anticlerical, hasta los últimos
artículos de la Revista de Filosofía publicados hacia
fines de la década de 1920. Durante todo ese largo período
el positivismo se comportó siempre como un pensamiento de
acción, nunca cerrado a la especulación intelectual,
siempre abierto al gran laboratorio de la experimentación
social a través del cual delineó y puso en práctica
un amplio bagaje de respuestas a los problemas de su época,
encuadradas en los lineamientos del naturalismo evolucionista de la
matriz originaria europea pero siempre aderezadas por el color local,
fruto de la economía y política domésticas y de
los prejuicios de clase de los actores intelectuales que lo
representaban.
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